23/07/2021 – Desde el 1° de enero al 30 de junio de 2021 se registraron en la Argentina 133 femicidios.
Según un informe publicado por el Observatorio de Femicidios en Argentina que dirige La Casa del Encuentro, el 62% de los asesinatos se perpetraron en los domicilios de las víctimas, mientras que el 57% fue cometido por sus parejas o exparejas.
Otro dato consignado en ese informe señala que 17 de las mujeres que fueron asesinadas este año habían realizado denuncias por amenazas y agresiones, mientras que en 10 casos la Justicia había dispuesto medidas cautelares de prevención.
Estos datos revelan otra realidad igualmente dolorosa y que tiene que ver con las relaciones interfamiliares ya que, la violencia de género, ya sea violencia física, verbal o económica, ejercida en el núcleo familiar, afecta no solo a los cónyuges o convivientes sino también a los hijos, al mismo tiempo que produce una naturalización de este tipo de agresión.
Vivenciar la angustia de la madre maltratada, su temor, inseguridad, tristeza, les produce a los hijos una elevada inseguridad y confusión. Esa angustia se traduce en numerosos trastornos físicos, terrores nocturnos, alteraciones del sueño, cansancio, problemas alimentarios, ansiedad, estrés, depresión, etc.
La UNICEF señala que, aunque no se les ponga la mano encima, presenciar o escuchar situaciones violentas tiene efectos psicológicos negativos en los hijos. En un gran porcentaje, padres violentos crían hijos que de adultos ejercerán la misma violencia ya que, de alguna manera, esa violencia se naturaliza en el núcleo familiar.
Des este tema dialogamos con la doctora Laura Battistelli, fiscal de la Cámara segunda del Crimen de Córdoba quien ha actuado en numerosos casos de violencia de género y tiene la experiencia para hablar sobre esta realidad.
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