Francisco nos enseña a hacerle frente al virus de la indiferencia

miércoles, 29 de abril de 2020
image_pdfimage_print

29/04/2020 – En “Discípulos del Camino” seguimos caminando junto al pontificado de Francisco y la sabiduría que derrama el Espíritu Santo en él. El padre Alejandro Puiggari invitó a los oyentes a compartir cómo cada uno le hace frente al virus de la indiferencia y el egoísmo, que es parte de lo que el Santo Padre denunció en un artículo publicado días atrás en la revista Vida Nueva de España. Allí el papa trazó un “plan para resucitar” a la humanidad tras la crisis mundial por la pandemia del Covid-19. A partir del “alégrense” de Jesús a las mujeres, el pontífice reivindicó la “civilización del amor” y llama a los hombres y mujeres del mundo a contagiarse con “los anticuerpos necesarios de la justicia, la caridad y la solidaridad” para la reconstrucción en el día después de la pandemia. “Es el Resucitado que quiere resucitar a la humanidad entera”, aseguró, y alentó a la comunidad internacional a favorecer “un desarrollo sostenible e integral”, que no excluya a nadie. Y planteó una serie de interrogantes: “¿Seremos capaces de actuar responsablemente frente al hambre que padecen tantos sabiendo que hay alimentos para todos? ¿Seguiremos mirando para otro lado con un silencio cómplice ante esas guerras alimentadas por deseos de dominio y de poder? ¿Estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos?”. “Si actuamos como un solo pueblo incluso ante las otras epidemias que nos acechan, podemos lograr un impacto real”, concluyó el papa.

A su turno, el padre Ariel Díaz, sacerdote tucumano, enumeró cuatro tentaciones que subyacen en el texto de Francisco: “La primera es pensar que otros hagan algo pero yo no. La segunda es esperar que todo esto pase y luego recién ver qué hacer. La tercera es mirar con una mirada demasiado humana, poco cristiana, no viendo a Dios y su acción. Y la última es no aprender de los errores. Sio algo nos enseña la pandemia es que todos somos iguales, que todo tenemos la misma dignidad”.