Gestados a la vida, como Juan Bautista, para una misión

domingo, 4 de julio de 2010
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Una hermosa circunstancia pastoral para nosotros, la solemnidad del nacimiento de San Juan Bautista el único santo que en la Iglesia se celebra oficialmente el nacimiento y su muerte, el martirio. Recuerden que Herodes le mando a cortar la cabeza porque Herodías, su concubina, se lo pidió ya que le tenía mucho odio, así que muere mártir. Sus discípulos luego recogen el cuerpo y lo llevan para sepultarlo. Fue el precursor del Señor Que vocación tan linda y particular tuvo éste hombre. Una de las cosas que por ahí podamos decirnos para entender cuando nos preguntamos que vocación tendrá ésta persona en la vida cuando viene un niño al mundo . Yo me imagino esa imagen de la mamá acariciándose la panza y como abstraída de todo el entorno, de todo el exterior pero en íntima conversación y diálogo con su hijo como diciendo que llegará a ser éste niño, cual es el designio que Dios tiene para el. Esta figura de la mujer embarazada, la persona gestando la vida sabiendo que esa vida tiene una misión. No es una misión pequeña. No importa si es grande o pequeña lo importante es que la misión, lo que pasa en mi corazón tiene un destino de fraternidad, de comunión, de anuncio, tiene un destino de buena noticia, que vida estaré gestando en mi corazón que luego será una buena noticia, un anuncio, algo que tiene nombre propio, que es distinto del resto, que sale de la formalidad, que es exclusivo, algo propio. Ese es el sueño de Dios, que cada uno de sus hijos tenga en su corazón ese dejarse llenar de vida interior para comunicar esa vida en una misión maravillosa que tiene nombre que le pone Dios, no el nombre que le  quiero poner yo. Nosotros le queremos poner nombre a nuestro ser interior  a lo que tiene que salir, quizás queramos quedarnos nosotros como dueños pero Dios dice en el corazón mando yo, en tu corazón está mi ser de Padre, de Hijo y de Espíritu, en tu corazón voy acompañando un proceso de nacimiento, de creatividad, de originalidad. Eso es único tuyo pero no te pertenece, le pertenece al mundo y tiene una misión de humanidad, de comunión, de familia, de restauración. Esto me evoca la vocación del Profeta Jerremías lo pone al profeta en una sensación de conciencia de pequeñez yo soy un niño todavía,dirá Jeremías y el Señor le va a decir no digas soy un niño porque yo te elegí. La Palabra del Señor llegó a mi en estos términos, antes de formarte en el vientre materno yo te había constituido profeta para las naciones. Señor mira que no se hablar,respondió, porque soy demasiado joven. El Señor me respondió no digas soy demasiado joven porque tu irás donde yo te diga e irás donde yo te ordene. Sentir que mi corazón tiene una misión, que toda mi persona, mis  cualidades, mis capacidades han sido gestadas para una misión. Sentirme llamado, elegido y todo lo que hay en mi está hecho para la construcción de mi comunidad

 
Evangelio según San Lucas 1,57-66.80
Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo.
Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella.
A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño, y querían llamarlo Zacarías, como su padre;
pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".
Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".
Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.
Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados.
Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.
Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.
Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?". Porque la mano del Señor estaba con él.
El niño iba creciendo y se fortalecía en su espíritu; y vivió en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel.

Cuando lo veo a Juan Bautista formándose en el seno de su madre y sentir la Palabra de Jeremías siento que se ilumina aquel acontecimiento y que también se ilumina mi acontecimiento y el tuyo, el nuestro. Estamos en la vida, somos valiosos para Dios, nos ha regalado un nombre propio, una misión y una identidad que es intransferible pero no se debe guardar, algo que se comparte, algo que es indiferente y es propio, que es exclusivo y le pertenece a los demás, mi persona, mi talento, mi cultivo, esfuerzo,entrega, mi realidad todo para construir vida a mi alrededor. Me lo imagino a Juan naciendo en un parto natural milagrosamente, había nacido cuando ya nadie esperaba que naciera de aquel vientre viejo y cansado que no había tenido la gracia de la fertilidad, el vientre de Isabel, pero tenía un lugar elegido. Que lindo que hoy todas las mamás sientan que su vientre es un ámbito sagrado elegido para la vida. Las mujeres tienen en el cuerpo y alma un ámbito privilegiado. Todo su organismo preparado para la vida. Que manera de poder entender que Dios existe viendo esa posibilidad en nuestras mujeres, nuestras madres, ver en ellas el espacio donde hemos sido cobijados. Como no agradecer a Dios en el día del nacimiento de San Juan Bautista el don de haber sido amado, recibido, acogido, cultivado en el vientre de mi madre. Que lástima que uno no se puede acordar que pasó ahí adentro, se ve que era lindo porque uno está acurrucadito, los viejitos cuando se están por morir toman la posición fetal igual  que los bebés y muchos de ellos empiezan a llamar a la mamá y algunos hasta se meten el dedo en la boca. Muchas de las cosas que vivimos hoy es de un parto natural que hemos sentido, muchas de las ilusiones, búsquedas y las ganas de crecer que tenemos hoy tiene que ver con aquel abrazo en el útero de nuestra madre y hoy Juan Bautista naciendo de un parto natural en aquellas instancias el anuncio nueve meses antes del nacimiento Dios le anuncia a Zacarías. El era sacerdote que tenía oficio del culto. Zacarías no puede entender porque sabe que su mujer es estéril y el era grande. El no pudo creer del todo aquello. Esa es la diferencia con María, la madre de Jesús. Los dos nacimientos vinieron con éste anuncio tan particular, tan para creer y que no era fácil de aceptar. María aparece como la mujer de la fe y Zacarías más como nosotros que somos desconfiados, descreídos, que nos cuesta entender el paso de Dios por la vida, que puede hacer algo en algunas cosas de nuestra vida, a veces estamos instalados en nuestra propia impotencia, esterilidad. Cuanta esterilidad nuestro corazón, nuestros sueños. Porqué hemos renunciado a tantas búsquedas, sueños en nuestra vida? Somos parte incluida dentro de esa expresión de desesperanza: esto no tiene arreglo. Cuantas cosas por no creer que Dios pueda hacer algo en nuestra vida. Como necesitamos  mirar ésta Palabra, incorporarla a nuestro corazón. Comprender en aquella experiencia de quedarse mudo de Zacarías que Dios necesitaba realizar algo. Callate Zacarías porque tu desconfianza no me deja obrar, le tendría que haber dicho Dios a Zacarías. Calla tu incredulidad, tu desconfianza quizás tenga Dios que decirnos a nosotros, quizás tengamos que aprender de nuestra propia impotencia, desconfianzas, desesperanzas y darnos cuenta que es necesario el tiempo del silencio para que maduren los designios de Dios. Creer es también callar, saber deponer las posturas exigentes y prepotentes que tenemos cada uno. Cree también es dejar que Dios nos invite a callar y esperar que Dios nos suelte nuevamente la lengua para proclamar
La vida es un misterio que no nos pertenece, que no siempre lo podemos gestar nosotros, que es un regalo de Dios y que tiene una misión maravillosa. Esa misión empieza en éste mundo para ser un signo, para ser algo que no se puede esconder. Es como una lámpara que se prende y no se puede poner debajo de la mesa sino que se la prende para ponerla sobre el celemín  y para que ilumine a todos los que están en la casa,, como enseña la Escritura. Así cada vida tiene una misión maravillosa algo que nadie puede remplazar. El mensaje del Evangelio está centrado en la gratuidad del don de la vida, la maravillosa experiencia de vivir es un regalo de Dios y el existir es una misión que Dios ha consagrado con la Gracia del Bautismo y que ha sacramentado para identificar con la misión del propio Hijo de Dios y piensen ustedes la misión de Juan Bautista tiene toda su razón de ser a la luz de la misión de Cristo, el Verbo hecho carne
                                           Padre Mario Taborda