Gobernanza de la inteligencia artificial y dignidad humana

lunes, 29 de septiembre de 2025

29/09/2025 – “¿O gobernamos la inteligencia artificial o la inteligencia artificial nos gobernará?”
La frase no es de una película futurista, sino del secretario general de la ONU, António Guterres. Con esta advertencia comenzó un debate mundial que hoy llega hasta nosotros, en el ciclo “Un mundo artificial, ¿una sociedad más humana?”, donde nos acompaña Ezequiel Romano, especialista en tecnología y divulgador de inteligencia artificial.

Un tema que preocupa al mundo

En septiembre de 2025, la Asamblea General de la ONU dedicó un espacio histórico a la gobernanza de la inteligencia artificial. Junto con las guerras, la salud y la igualdad de género, la IA fue señalada como una de las grandes cuestiones que marcarán el futuro de la humanidad.

Ezequiel Romano nos recuerda que este tema no es abstracto:

  • El 40% de la inversión mundial en IA está en manos de solo 100 empresas.
  • 118 países de los 193 miembros de la ONU ni siquiera participan en las decisiones clave.
  • Para 2033 se calcula una inversión global de casi 5 billones de dólares en IA, 25 veces más que en 2023.

Esto plantea una pregunta urgente: ¿quién decide cómo usar esta tecnología y con qué criterios éticos?

El límite humano y la mirada de la fe

En el mismo contexto, el Papa León XIV fue consultado sobre la posibilidad de tener un “avatar pontificio” disponible las 24 horas. Su respuesta fue clara: “La fe no puede ser reemplazada por un algoritmo”. Con esta frase, la Iglesia recuerda que la inteligencia artificial puede acompañar, pero nunca sustituir la conciencia ni la dignidad humana.

El desafío, como señala Romano, no es rechazar la IA, sino ponerle límites, regularla y usarla como copiloto, nunca como piloto de nuestra vida y nuestras decisiones.

Tres claves para un uso responsable

En la entrevista, Romano nos deja tres consejos sencillos y profundos:

  1. Usar la IA como copiloto, no como piloto. La tecnología puede asistirnos, pero nunca debe decidir por nosotros.
  2. Exigir transparencia. No aceptar “cajas negras”: debemos saber qué hacen los sistemas con nuestros datos.
  3. Invertir en lo humano. Empatía, criterio y creatividad: cualidades que ninguna máquina podrá reemplazar.

Desde la fe, la pregunta que podemos hacernos es simple y luminosa: ¿esta herramienta respeta la dignidad humana y promueve una sociedad más fraterna?
Si la respuesta es dudosa, siempre podemos elegir otro camino. La IA puede ser una oportunidad para liberar tiempo, curar enfermedades y acompañar en la soledad, pero nunca debe arrebatarnos lo esencial: nuestra libertad, nuestra conciencia y nuestra capacidad de amar.

En palabras del Papa Francisco durante la pandemia: “Nadie se salva solo”. También frente a la inteligencia artificial, solo en comunidad y con sentido ético podremos construir una sociedad más humana en un mundo cada vez más artificial.