Nos tomamos un momento para elevar nuestro corazón agradecido a Dios por sus dones y bendiciones:
“Desde la eternidad Tú me soñaste
y el saldo de la vida es “positivo”.
Señor ¡gracias por todo!
Mi existencia fue gracia y fue destino,
libertad de elegir, por más que corta;
un cuerpo renovado en cada ciclo
y un alma llena de experiencia.
De mañana fue el agua, verdores juveniles,
por el atardecer la paz, la vuelta a casa;
regato de montaña, río bravo,
que ahora llega a la mar…
Por el amor,
por los inventos de los hombres.
Por los que dan, por los que ayudan,
por los que mueren por la liberación y la justicia.
Porque viniste Tú,
porque nos enseñaste la paz y el bien,
y la verdad y la alegría.
En nombre de quienes no se acuerdan o no saben…
¡Gracias Señor por todo ello!”
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