¡Qué grande buscar a Dios! Para mí no hay bien mayor

viernes, 20 de enero de 2017

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20/01/2017 –  “De noche busqué al amor de mi alma.” (Ct 3,1) ¡Qué bien tan grande buscar a Dios! Para mí no hay bien mayor. El primer don de Dios no se añade a ninguna virtud, porque no hay virtud anterior a este don de buscar a Dios. ¿Qué virtud se podría atribuir a aquel que no busca a Dios, y qué límite poner a la búsqueda de Dios? “Buscad siempre su rostro” dice el salmo (104,4) Yo creo que incluso cuando se le haya encontrado no cesaremos de buscarlo.

No se busca a Dios corriendo hacia alguna parte sino deseándolo. Porque la felicidad de haberlo encontrado no apaga el deseo sino, al contrario, lo agranda. El colmo de la alegría…es más bien como aceite sobre el fuego, porque el deseo es una llama. La alegría será colmada (Jn 15,11) pero el deseo no tendrá fin, y tampoco la búsqueda…

Pero, que cada alma que busca a Dios sepa que Dios se le ha adelantado, que es buscada por él antes que ella se haya puesto en movimiento para buscarle. A esto te llama la bondad de Aquel que te precede y te busca y te ha amado Él primero. Pues, si no hubieras sido buscados nunca te hubieras puesto a buscarle. Si Él no te hubiera amado primero no lo amarías.

El te pasó delante, no por una gracia única sino por dos gracias: por el amor y por la búsqueda. El amor es la causa de la búsqueda. La búsqueda es el fruto del amor y es también la prueba del amor. A causa del amor no temes ser buscado. Y porque has sido buscados no seras amados en vano.

San Bernardo (1091-1153), monje cisterciense y doctor de la Iglesia
Homilías sobre el Cantar de los Cantares, 84, 1.5