25/09/2020 – “Hay que aprender a vivir de nuevo de esta manera”, expresó el padre Alfonso Gea de España, quien ha participado de la conferencia “Familia y duelo”, con el tema “Tu inesperada partida”, en este nuevo espacio de Animación y Encuentro del IV Congreso Nacional.
En el marco de este nuevo Espacio de Animación y Encuentro del IV Congreso Mariano Nacional, y como parte de las actividades para vivir este Año Mariano Nacional, el padre Marcelo Amaya, desde Catamarca dialogó en Madre del Pueblo, con el padre Alfonso Gea, sacerdote, licenciado en Psicología con especialidad en el duelo.
El padre Alfonso comenzó diciendo que “Su vida sacerdotal está marcada por el sufrimiento, tanto de personas que padecen el problema de la drogadicción, como tantos años como capellán en los hospitales, y en los últimos años acompañando el duelo”.
Con respecto a su vínculo con la Virgen María, dijo que “Desde el nacimiento, lo viví desde pequeño como algo muy natural”. “A un sacerdote que no sea mariano le falta algo, no está completo”, resaltó también.
El padre Alfonso, quien también es psicólogo, contó sobre su servicio en una funeraria, realizando acompañamiento del duelo, y la importancia de este, en el proceso de la persona que está pasando por esta situación.
Con respecto a la conferencia sobre el duelo que compartió en este Espacio de Animación y Encuentro, indicó que “Cada persona vive el duelo desde distintas maneras”.
“El duelo más difícil es la pérdida de un hijo, porque el eslabón se invierte, la mente humana no está preparada para entender la pérdida de un hijo que viene a ser una prolongación de nosotros mismos”. “Hay que aprender a vivir de nuevo de esta manera”.
Con respecto al tiempo de duración de un duelo expresó que “Si bien podemos hablar del transcurso de un año para un duelo normal, el duelo no tiene tiempo”. “Hay personas que lo van a elaborar en poco tiempo, porque ya lo comenzaron a hacer en vida”.
“Pero, por otro lado, el duelo se puede alargar indefinidamente, cuando por ejemplo -dijo-, hay temas no resueltos, temas que quedaron pendientes, cuando no se le ha podido poner nombre a la pérdida”, indicó el padre Alfonso Gea, entre tantas riquezas que compartió.
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