Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago

martes, 26 de mayo de 2009
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Entrevista a Eva Rotemberg, Miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, Profesora de la Universidad Kennedy, en la Maestría de Psicoanálisis, Miembro Pleno de la Asociación Psicoanalítica Internacional, Miembro de la Asociación Médica Argentina, Especialista en niños y adolescentes, Directora de la escuela para padres, y autora de varios libros.
www.escuelaparapadres.net    [email protected]

¿Cómo transmitir valores que yo no he podido vivir?

¡Cuántas veces nos pasa esto!: ¿Cómo hablar a mis hijos del valor del matrimonio si soy divorciada? ¿cómo hablarles de la importancia del estudio si yo los abandoné antes de terminar el secundaria? ¿cómo enseñarles el respeto a los padres si yo no me hablo con ellos? ¿cómo enseñarles que los valores no dependen del resultado de mi propia vida sino de la intención  que se ha tenido en lo que se ha hecho?
   
La vida tiene momentos duros. En el camino del héroe se viven muchos fracasos, que a veces dejan una mella en el alma y da la impresión de que nunca más vamos a poder intentar transmitir esos valores  detrás de los que nosotros fuimos, hayamos o no fracasado o triunfado. ¿Cómo resolver ese nudo en el que seguramente muchos padres y educadores están?

Algunos han podido vencer sus propias limitaciones, y a raíz de su propio fracaso generar un discurso, un testimonio, con mucha fuerza, acerca de los valores que justamente ellos no pudieron alcanzar, transmitir ese sueño por alcanzar la “antorcha” tras la cual ellos fracasaron. Que el fracaso no nos enmudezca. Que el fracaso no nos esclavice, no nos anude.
   
    Este tema surge de conversar con una amiga que vive sola y siente una dificultad para transmitirle a sus hijos el valor del matrimonio, en el que cree, los valores cristianos del matrimonio en los que cree, siendo divorciada. Entonces ella siente que no tiene autoridad para hablar sobre este tema porque no puede responder con su propio testimonio a lo que quiere transmitirle como valores a sus hijos.

    Vamos a conversar sobre esto con Eva Rotemberg.

GL: La línea psicoanalítica es una de las más fuertes a la hora de pregonar la importancia del ejemplo, puesto que los hijos se van formando y van formando su propia personalidad a través de procesos de identificación, es decir, percibiendo, imitando. Pero si yo como padre o educador quiero transmitir determinados valores que no he podido vivir, plasmar, concretar, no he tenido éxito en su búsqueda ¿me tengo que quedar callado? ¿he perdido el derecho a hablar de los mismos?

ER: Este tema preocupa a muchas familias. En realidad, los padres pueden enseñar muchas cosas, pero lo que se transmite no es lo que se dice sino lo que se siente. Entonces por ejemplo: en una pareja cuyos padres están separados, si para la madre que queda a cargo de sus hijos sienten como importante la vida en pareja, eso es lo que va a transmitir. En cambio si es alguien que siente la pareja como una molestia, que estar sin ella es un alivio, eso es lo que va a transmitir. Los miedos, las broncas, también se transmiten, y sin palabras.
    En las “escuelas para padres” que estamos formando, donde además de padres vienen profesionales para acompañar a familias con problemas, una mamá, por ejemplo, decía que su madre le había transmitido siempre sensación de catástrofe. Eso a ella no le gusta y quiere para su casa otro clima. En otra reunión, esa misma madre comenta que su hijo quiere ingresar a estudiar en Buenos Aires, y ella siente miedo de que eso sea muy exigente o pesado para él. Sin quererlo, sin darse cuenta, le está transmitiendo la sensación de catástrofe.
¿Cómo darse cuenta? Hasta ahora era “cuando ya es tarde”, porque hay un problema, un síntoma porque el hijo manifiesta algo. Cuando el niño es chiquito tal vez manifiesta un problema a través de determinado síntoma, como por ejemplo la enuresis, si son grandes, con otro tipo de síntomas: que contesta mal, que le cuesta armar pareja, que se droga, etc.
Justamente la importancia del acompañamiento en la crianza es que así como se va al pediatra para controlar si el crecimiento va normal, la escuela para padres tiene como objetivo el acompañamiento para controlar cosas que aparentan no tener valor, ir registrando esas cosas que no tienen palabras.

GL: Supongamos el caso de padres separados. El divorcio causa muchas heridas. En general nadie se separa sin sufrir un trauma doloroso: se cae un sueño, un proyecto. Esa persona queda mal, probablemente quede enojada, herida. Como puede vincularse con los hijos para salvar el valor de la pareja por encima de lo que está viviendo esa persona? Es bastante normal que las mujeres, cuando se separan, sientan bronca a todos los hombres, y en los hombres lo mismo. ¿qué cuidados tienen que tener esas personas que en el fondo de su alma no quisieran que sus hijos repitan esa historia? ¿cómo tendrían que manejar la situación con sus propios sentimientos y con el vínculo con los hijos?

ER: La pareja que se divorcia tiene que ser muy consciente de que se divorció de su pareja pero no de sus hijos. Siempre van a seguir siendo mamá y papá de sus hijos. En general los padres divorciados dicen en voz alta porque buscan de alguna manera la aprobación del hijo –en el caso que sea la mamá la que habla, para lograr que su hijo sienta que ella es la buena y el papá el malo-. Buscan que los hijos se pongan como parte de hechos, buscan una alianza. Doy un ejemplo: viene una mamá con su segunda pareja, a plantear que su hijo, de la primer pareja, de 12 años, de repente deja de estudiar. Ella piensa que es un problema de límites. El hijo vive una semana con ella y una con el papá. La primera vez viene la pareja sola (porque esa semana el hijo estaba con el papá). La semana siguiente vienen con el hijo. El hijo plantea que la mamá tiene una visión del mundo totalmente opuesta a la del papá. Cuando él se empieza a adaptar a la casa de su papá –que vive con sus padres- con sus pautas y normas, donde el papá le decía que su mamá lo consentía, ya le toca estar en la casa de su mamá, que le habla de que su papá no es responsable, que no aporta económicamente. Entonces, para el hijo, ya no se trata de que no repita la misma historia. Se trata de no enloquecerlo. La desorganización emocional lo llevaba a sentirse mala persona porque traicionaba a uno o al otro, y trasladaba la misma actitud al colegio: a un amigo le hablaba del otro y a la inversa, Esta situación le traía muchos problemas en la escuela, con los amigos, porque estaba muy angustiado y como ausente, no podía concentrarse en el estudio.
    Este es un ejemplo de que los padres buscan alianza con su hijo, sin pensar el peso en la mente de sus hijos. Los adultos no solo no se daban cuenta sino que pretendían que el hijo eligiera a uno o al otro

GL: El había incorporado este código: “a mi me quieren si yo me pongo en contra del que esta persona desprecia, por lo tanto yo hago de ‘fusible’ de los odios o de las broncas de estas personas”. ¡Qué mal código!

ER: El hecho de estar constantemente escuchando de parte de uno de los padres los aspectos malos del otro y viceversa, hace que el hijo se identifique con los aspectos malos y los acentúe. Cada vez que la mamá critica al papá, indirectamente está criticando los mismos aspectos en su hijo, que es sangre de su sangre.
    El problema es que los padres no se dan cuenta de la situación. Cuando se dan cuenta, todo comienza a cambiar.

GL: Esto también sirve para casos de matrimonios que andan mal pero viven juntos: cuando un cónyuge habla mal del otro delante del hijo, o cuando el hijo va a hablar mal de uno de los padres delante del otro, se está poniendo en juego nuevamente esta escena. ¿qué es lo que debe hacer un papá o una mamá cuando un hijo viene a hablarle mal del otro? ¿Está enojado el hijo y necesita descargarse con el otro? ¿qué actitud asumir? ¿Está herido por su papá o su mamá y quiere volcarlo en el otro padre? ¿O está tratando de comprar el afecto de esta mamá o de este papá porque sabe que hay conflicto y de esta manera se asegura su cariño y su atención?

Cuando los padres han sufrido el divorcio, la separación, el fracaso y quieren que sus hijos no queden estigmatizados por esta separación, que no sean hijos que digan ‘mejor no casarse…, probemos viviendo un tiempo juntos’. ¿cómo puedo transmitir el mensaje de que el matrimonio es lindo, o de que es bueno, es un valor por el cual vale la pena jugarse, si yo aparentemente estoy dando un testimonio contradictorio? Vos dijiste que lo que se transmite es lo que se siente. Pero a veces lo que se siente se anuda por miedo al ridículo, por vergüenza

ER: Si vos transmitís que hubo separación porque no se llevaban bien, pero transmitis también que no te arrepentís de haberte casado ni de haber tenido a tus hijos, sino que fue una experiencia importantísima digna de ser vivida, lo que trasmitís es que no es malo equivocarse sino que lo malo es no vivir algunas experiencias por miedo. Además uno puede mostrarles que aún siendo diferentes se respetan igual, que estás revisando tus cosas para ver qué pasó, y que estás feliz de tener los hijos que tenés y de cuidarlos y ocuparte de ellos. Eso también se transmite. Los hijos se dan cuenta de si su mamá está presente, se ocupa, mira las tareas, etc. . En ese caso, por más que el papá diga lo que diga, ellos ven que su mamá ocupa mucha energía para ellos, para la casa, para la familia.
    En el común denominador de muchos casos, se ve que en las parejas en problemas siempre uno habla mal del otro a los hijos. Lo más adecuado sería más bien no caer en esa trampa de hablar mal del otro. Después centrar la conversación en el hijo y decirle por ejemplo ‘vos debés sufrir si escuchás algo así porque vos querés tanto a mama como a papá’. Los hijos agradecen mucho el que sus padres no lo pongan a uno en contra del otro, y es la mejor manera de fortalecer el vínculo: que el hijo no tenga que elegir a uno o al otro. El hijo siente un alivio y un amor hacia esa mamá o ese papá que no habla mal del otro que empieza a valorarlos. Encuentra alivio en el miembro conciliador, no en el que produce más ruptura. Hay que dejar que el hijo exprese sus sentimientos, que hable si tiene rabia, pero favorecer la conciliación, la tolerancia, y mostrarle que uno entiende su sufrimiento porque él quiere a los dos y nosotros sabemos eso. Tenemos que hacerle un lugar al afecto que nuestro hijo tiene por el otro.

GL: Hay que tener mucha fortaleza, grandeza, para que en momentos en que la soledad, la bronca, la frustración aprietan, poder guardar en el alma un “no me arrepiento de haberme entregado al amor”. Esa grandeza es propia de la madurez psicológica y espiritual, es el poder salir del dolor puntual y momentáneo. Una pareja en crisis es humano, es algo que puede pasar.
   
    Vamos a seguir con el caso del estudio: ¿cómo puedo inculcar la importancia y el amor al estudio yo que fui un vago y dejé de estudiar? Ahora comprendo que hice mal y desearía que mi hijo no repitiera mi historia

ER: Lo complejo es que cuando uno tiene miedo de repetir acentúa sin darse cuenta: hace más hincapié y marca más la huella. Si uno se obsesiona, quiere tener al hijo todo el día sentado estudiando, insiste en que tenga buenas notas, etc., el hijo se va a cansar, se va a sentir agobiado.    Si uno tiene miedo de que no quiera estudiar sin darse cuenta se está transmitiendo algo problemático puesto en el estudio. Una persona no quiere estudiar cuando tiene otro problema. Si los padres piensan que el hijo no quiere estudiar porque el padre no estudió, no están viendo qué otra cosa le puede estar pasando a ese hijo.
    En el caso de que el hijo saque a relucir que su padre no estudió, entonces ¿por qué le van a exigir a él que estudie?, el tema es no defenderse. De esa manera, el padre pierde su lugar de padre y se engancha, porque siente la intervención de los hijos como un ataque.  Si el chico entra en actitud de rebeldía, es más adecuado que el padre hable explicándole que hoy día la vida sin estudio es más complicada. Es una manera de contestar no por lo que él hizo sino desde el lugar de padre. Todos llevamos el niño dentro, y muchas veces ante el reclamo o el desafío de los hijos no surge el padre sino el niño desamparado, problemático, conflictivo, y todo se convierte en una ‘pelea de niños’.
    Hay adultos que están muy lastimados por la vida, muy desesperanzados, y transmiten eso: “tenés que estudiar”, pero al mismo tiempo transmiten desesperanza. Los niños tiene todavía ideales, y de esa manera no se los estimula a ir detrás de ellos.

    Otro caso: el de padres alcohólicos que tiene terror de que sus hijos hagan lo mismo. El hijo no va a ir tras el alcohol si el padre no lo induce a beber con él. El hijo que ve a su padre en qué condiciones lo deja el alcohol, es muy probable que opte por lo contrario: no probar una gota de alcohol en su vida. Pero si el padre genera el vínculo con el hijo, lo invita a tomar y entonces puede quedarle ligado al hijo el placer del vínculo con el papá a través de la bebida. El hijo termina asociando el alcohol al placer del vínculo, y ahí sí existe el riesgo de que el hijo tome el mismo camino.

GL: Si el hijo ve que el padre ante una situación de crisis u otro problema, acude al alcohol ¿no está también haciendo un aprendizaje  de que si papá acude al alcohol u otra droga para tranquilizarse él también lo tiene que hacer cuando sea grande, o cuando me sienta mal?

ER: No necesariamente. El puede empezar a ver al papá como “débil”, y puede comenzar a sentir el miedo de no sentirse sostenido por un adulto que le de seguridad, y hasta puede llegar a ‘ser más adulto que el padre’ y tender a darle una mano cuando lo ve en situaciones de angustia.



 

PIDAMOS A DIOS DARNOS CUENTA DE TODAS AQUELLAS SOMBRAS QUE A VECES ENTORPECEN LA PLENITUD DE NUESTROS HIJOS

 

    En el caso de padres obesos: muchas veces los padres tratan de calmar la ansiedad de sus hijos por ejemplo dándole un caramelo cuando está triste, cuando no se pueden dormir recurren a darle alguna comida. Es decir: hacen con el hijo lo que hacen con ellos mismos. La comida está tapando el lugar que debiera ocupar la compañía, el sostén. En ese tipo de vínculo hay un riesgo de que el hijo siga el camino del padre.  Es muy distinto al caso del padre alcohólico: es muy difícil que un padre recurra a darle alcohol a un niño para calmarle la ansiedad. En cambio es frecuente que confundan el darle comida como darle cariño.

    Hay padres que dicen: nosotros tenemos una vida muy sedentaria y queremos obligar al chico a que haga deportes. El deporte puede estimularse no solo haciéndolo sino tal vez llevando al hijo a un club donde él pueda ver a los deportistas no para estimular el aspecto competitivo del deporte sino el saludable, proponerle elegir algún deporte y acompañarlo, quedarse mientras el hijo lo practica, hacerle ver todo lo que va logrando.

Respuestas a inquietudes de los oyentes

–    Mi marido viene de familias separadas y yo viuda. Cómo podemos superar los problemas que surgen por este tema
ER: Lo más importante es valorar la familia que generaron ellos. Ahí está acentuada la pérdida, lo que no tienen y no están viendo lo que sí tienen: la familia actual. Los hijos necesitan que los padres transmitan la historia familiar. Si hay abuelos, muchísimo mejor, pero si no los hay, tener padres no es poca cosa

–    ¿cómo tratar a los nietos cuando los padres están separados? Cuando vienen de la casa de la mamá traen problemas.
GL: supongo que ‘problemas’ se refiere cuando cuentan como se llevan los nuevos novios
ER: Esto es un problema porque muchas veces los nietos no van de visita a los abuelos sino que están al cuidado de ellos, y a pesar de que pasan mucho tiempo con ellos no tienen autoridad para enseñarles ni a tomar decisiones. Lo más adecuado creo que es escuchar atentamente al nieto pero no tomar partido por ninguno. Hay que pensar que lo que el nieto cuenta es su versión, su visión desde el mundo infantil de una situación que él no puede resolver y tal vez no coincide totalmente con lo que sucede en realidad. El niño va a sentir un alivio al poder desahogarse, y el abuelo contiene con serenidad, prudencia, sin contaminarse con su propio enojo y así el niño sabe que cuenta con un adulto, que no está solo.

    Muchas veces los padres reaccionan como niños: en lugar de tratar de conciliar y demostrar que puede haber episodios de desacuerdos y en ese caso lo mejor es hablar para entenderse. Si tampoco le dan nada de importancia a lo que el hijo cuenta, se van al otro extremos y el niño también se siente solo.