Heladera social : un puente solidario en Tucumán

miércoles, 16 de noviembre de 2016

16/11/2016 –  Fernando Ríos, Luis Pondal y Daniela Viñas, tres amigos tucumanos, junto a socios gastronómicos materializaron el proyecto de crear una heladera comunitaria la cual ayuda a personas que no tiene  alimento. Ésta heladera es puente entre los que no tienen qué comer y los que tienen la posibilidad de brindar este plato de comida. 

Para conocer en detalle este proyecto nos comunicamos con Fernando Ríos, dueños Muña Muña, un restaurante vegetariano con verduleria y vivero quien  nos explicó desde donde nace este proyecto: “Nosotros somos un grupo de amigos que hace 20 años  vivimos en ésta sociedad que explota espacios gastronómicos pero que a su vez tiene una fuerte impronta cultural:  tenemos salas de teatro, de exposiciones, bibliotecas, etc.  Es decir hay una mirada sobre nuestra comunidad que excede lo estrictamente gastronómico y en realidad vemos todo un área de emprendimientos que tiene que ver con la cultura pero también desde lo social. Con lo cual lo de la heladera social se enmarca dentro de una series de proyectos que hace casi 20 años venimos desarrollando en Tucumán.”

Para puntualizar el caso de la heladera social, nos comentó que “4 años teníamos una idea. Porque obviamente desde el lugar de lo gastronómico vemos el momento del mundo y sobre todo a las noches, a la hora del cierre, a veces mucho otras veces poco, tiramos comida que está en perfectas condiciones de ser consumidas. Es una comida que cualquiera de nosotros guardaría en la heladera para consumir al otros día y  eso terminaban siendo parte del circuito de basura. En su momento, cuando se lo planteamos a nuestros abogados, nos desalentaron un poco, no sin razón porque en realidad en Argentina no tenemos una ley donal. Es decir aquel que quiera donar de buena fe alimentos está absolutamente expuesto  a que alguien le pueda iniciar una serie de demandas civiles. Con lo cual en aquel momento nuestros abogados nos desalentaron.” Y ellos se adecuaron a estos consejos, agregó Fernando.

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Pero “en enero, con Luis, mi socio, vimos como a las 3 de la mañana una familia entera que andaba cartoneando metía a uno de sus chiquitos en el contenedor que estaba ubicado frente a nuestro negocio. El chiquito, virtualmente desapareció de nuestra vista buscando en las bolas de basura de más abajo algo de comida. Ahí nos dio mucha vergüenza de nosotros mismos. ¿Como se explica, más allá de una ley, que  a 20 mts estamos tirando comida y gente que la necesita la tiene que buscar en calidad de basura? Hay cosas que sentido común que no importa si una ley existe o no, es realmente indigno de nuestra condición. Es así que a partir de ahí, no dudamos y dijimos que sea lo que sea pero hagamos nuestro esfuerzo en poder hacer algo con ésta comida que es literalmente obsceno”, confesó el empresario.

En cuanto a la reacción de las personas frente a la presencia de la heladera, contó que fue bien variado, mucho más allá de lo imaginable. Desde personas que en primer momento reclamaron alimentos más allá de las posibilidades, tal vez porque pensaban que se trataba de alguna iniciativa gubernamental, hasta la generosidad de los vecinos que se sumaron desde el momento uno acercando sus donaciones.  “Esto ya nos excedió, la gente sin pedir permiso pone y sin pedir permiso saca. Sería bueno que esto se pueda replicar en todo el país”, agregó Ríos.

Antes de comenzar con ésta iniciativa conversaron con el personal y delinearon un plan de acción. A partir de la existencia de la heladera social cambió incluso de relación entre los meseros y los clientes del restaurante donde, por ejemplo, cada mesero le pregunta a los clientes si la comida sobrante se la quieren llevar o donar a la heladera.

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