Hijos y hermanos

lunes, 26 de octubre de 2009
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Señor, en este mes de la familia que va terminando, de una manera especial queremos vivir en tu paz, en la paz del hogar, de la familia en la paz entre los esposos, entre padres e hijos, entre los hermanos, gozar de tu Amor cada día y entregarnos a la vida con entusiasmo, más allá, yo diría a pesar y con las dificultades, limitaciones, rebeldías, impotencias que sufrimos, vivimos día tras día. Tal vez, Espíritu Santo que estás escudriñando lo profundo del corazón de cada uno en este momento encontrés que guardamos en él rencores y resentimientos ocultos, inconcientes o que he tratado de ocultar. Hoy te pedimos, Espíritu Santo, la gracia de liberarnos de todo rencor, de todo resentimiento, queremos vivir en paz, queremos vivir en la paz de la reconciliación, del perdón.

Espíritu Santo, derrama en nosotros un profundo deseo de perdonar, de vivir en paz con todos y de comprender profundamente las agresiones y desprecios de algunas personas, sobre todo en el ámbito de la propia familia, del propio hogar, de la comunidad, del movimiento, del apostolado. Ayudanos Espíritu Santo a descubrir que los sufrimientos y debilidades que tenemos pueden ser mirados con ternura y que las miserias ajenas también pueden ser miradas con compasión, con misericordia, con infinita ternura, con ese corazón de padre y madre que decíamos el sábado pasado. No juzgar por lo que me hacen y pedirte Espíritu Santo, menos susceptibilidad, menos hipersensibilidad para no tomar tan en serio ni en cuenta las cosas que los demás, por su inmadurez, por su ignorancia, por su necedad pueden hacerme.

Regálame Espíritu Santo la gracia de comprender y bendecir a los que nos ofenden, persiguen y desprecian, alabándote por ellos porque también ellos son tuyos, son del Padre Dios, han sido redimidos por la sangre preciosa de Jesús. Derrama en nosotros un espíritu de profunda, sincera y verdadera tolerancia sobre todo en el ámbito de la familia, del hogar. Ven Espíritu Santo, ven Rua Santa, ven aliento de vida, ven, derrámate sobre cada hogar adonde está llegando esta señal de radio María Argentina, Derrámate sobre cada familia, sobre cada enfermo, sobre cada anciano, sobre cada persona atacada por adicciones, sobre cada persona que está triste, desorientada, desalentada, depresiva. Ven Espíritu Santo, ven a través de la poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María  Amén

Hoy tenemos el testimonio de Rosa Alicia Ginesi de Bahía Blanca que dice: “Quiero recordar en este año sacerdotal al padre Claretiano Catamarqueño Miguel Ángel Cardozo. Se desempeñó en la parroquia del Inmaculado Corazón de María y ya está fallecido el padre. Así como tenemos necesidad del médico clínico en la familia, en el padre Miguel Ángel encontrábamos al médico espiritual familiar. Hacia el seguimiento de cada miembro, de cada familia según la edad y la necesidad particular para que en ellos reinara la gracia divina, la armonía y la paz. Con él la parroquia era la casa grande, su corazón abierto a todos, en cualquier momento, espontáneo, no estructurado, cordial, era el padre de los niños, jóvenes, adultos y ancianos.

Teníamos un segundo hogar. Cuantas veces habrá interrumpido su labor, al llamarlo venía solícito, predispuesto a escucharnos, feliz de vernos, sonriente, gozaba de la comunidad, esa común unión y fraternidad. Dice Rosa Alicia, recemos mucho para que los sacerdotes jóvenes imiten estas cualidades y se entreguen al servicio de la iglesia con profunda vocación. Ese trabajo sencillo y cotidiano pero que a nosotros, los bautizados, nos motiva a imitar a Cristo, a seguirlo y ser cada día mejor. Con estas mismas actitudes, dice, recuerdo al padre Onorino Galviati, ya fallecido. Sus servicios los brindó en la parroquia San Roque de Bahía Blanca. Nos enseñaron a amar a la Santísima Virgen con todo el corazón” Gracias a Rosa que nos brindó este testimonio

En el día de hoy el tema de la enseñanza va a girar en torno a la familia, pero fíjense una cosa. Hemos hablado hace poco de la madre, hemos hablado en su momento del papá, hemos hablado también del matrimonio pero hoy queremos hablar de los hijos y los hermanos en la familia, en el hogar. El plan de Dios es también un plan para los hijos no solamente para el matrimonio, no solo para la familia integralmente, sino para los hijos – hermanos. Por eso vamos a dedicar un poco este programa a esto. Habría mucho que decir pero intentaremos poner luces sobre todo bajo esta consigna que desde ya te digo para que la tengas en cuenta vos que me estás escuchando. Como fuiste, como sos como hijo, como hija y entonces como son tus hijos. Esas dos preguntitas, como fuiste y como sos como hijo y en base a esto como son tus hijos.

En la palabra de Dios leemos en el libro de los Proverbios 23-22-25 “Escucha a tu padre que él te engendró y no desprecies a tu madre por ser vieja, adquiere la verdad y no la vendas. La sabiduría, la instrucción, la inteligencia. El padre del justo reboza de gozo. Quien engendra un sabio por él se regocija. Se alegrarán tu padre y tu madre y gozará la que te ha engendrado” hermoso texto. También leemos en el libro del Eclesiastés 7-27-28 “Con todo tu corazón honra a tu padre y no olvides los dolores de tu madre, recuerda que por ellos has nacido. ¿Cómo les pagarás lo que contigo han hecho?” Y también para completar tomamos a San Pablo a los Efesios 6-1-4 “hijos, obedezcan a sus padres en el Señor porque eso es justo. Honra a tu padre y a tu madre parece el primer mandamiento que lleva consigo una promesa para que seas feliz y se prolongue tu vida sobre la tierra. Padres, no exasperen a sus hijos sino fórmenlos más bien mediante la instrucción y la corrección según el Señor”

Incluso el Catecismo de la Iglesia Católica que nunca debemos dejar de consultar, dice, “la paternidad Divina es la fuente de la paternidad humana, es el fundamento del honor debido a los padres, el respeto de los hijos menores o mayores de edad, hacia su padre y madre se nutre del afecto natural nacido del vínculo que los une. El cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad sus responsabilidades para con los padres. En la medida en que ellos pueden deben prestarle ayuda material y moral en los años de vejes y en sus enfermedades y en momentos de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda este deber de gratitud”  Pueden buscar en el catecismo los números 2214 y 2218 Lo importante es que esto nos ilumina mucho, la palabra de Dios, el magisterio de la iglesia. No somos seres pasivos ni estamos solamente esperando el amor, atención y cuidado de nuestros padres

Ser hijos e hijas implica todo un programa de vida muy activo que podríamos enmarcarlo en los ya conocidos cuatro puntos fundamentales que nos servirán un poco para la reflexión de hoy. Los cuatro puntos son: gratitud, obediencia, honra y ayuda. Y aquí, vos que me estás escuchando, hablando de la gratitud, la gratitud que parte de un corazón agradecido, de un corazón que reconoce, de un corazón que se da cuenta de todo lo que han hecho por él, los sacrificios, con alegría por supuesto, las privaciones, los servicios. Un corazón que por lo tanto, mira y admira y contempla con emoción, con gratitud, porque la gratitud es uno de los sentimientos más nobles del ser humano, la gratitud hacia quienes le han dado la vida, lo han cuidado, lo han protegido, lo han alimentado, lo han vestido, lo han ayudado, lo han alentado en la fe, en el camino de Dios, en los estudios

Entonces, aquí vos mismo, podrías repasar rápidamente, todos los grandes y pequeños sacrificios que tus padres hicieron por vos, con alegría por supuesto, con libertad interior. Vos me dirás y bueno, porque era su obligación hacerlo, bueno, ponele que si pero eso no quita la gratitud de tu parte, el agradecimiento. Así que sería bueno ¿no? Pensar un poquito en eso. Pensa cuantas veces siendo chiquito lo viste a tu papá partir a la mañana temprano al trabajo, volver cansado, o a mamá trabajar mucho en casa, limpiando, con la comida o pintando la casa juntos o arreglando la cerca juntos o yendo a las reuniones de tu escuela o haciendo sacrificios para comprarte ese equipo de gimnasia o para que vayas a ese campamento del verano o para que entres en la universidad.

¿Cuántas cosas, no? Por eso dice el Eclesiastés en 7-27-28 El respeto a los padres que es propiedad filial esta hecho de gratitud para que quienes mediante el don de la vida, su amor y su trabajo han traído sus hijos al mundo y les han ayudado a crecer en estatura, en sabiduría y en gracia. También esto lo podes leer en el Catecismo de la Iglesia Católica 2215 o sea que yo creo que tenemos más motivos para agradecer que para lamentarnos ¿no? Si hacemos un balance entre debilidades y fortalezas, entre luces y sombras y si ojeas el álbum de nuestros recuerdos, mirá que bien nos hace ojear el álbum de nuestros recuerdos, me parece a mí que hay más motivos para agradecer que para lamentarnos, que para quejarnos, ¿no te parece? 

El segundo punto es la obediencia, dijimos gratitud ahora pasamos a la obediencia. Claro, vivimos en una época marcada por el rechazo a las estructuras y más cuando estas pretenden imponer las normas que todos debemos acatar. La mayoría de jóvenes en la actualidad, con razón o sin ella, experimentan desconfianza y hasta rechazo a toda figura con autoridad. El pensamiento contemporáneo marcado por el pos modernismo, por la nueva era, esta orientado a la democracia, a la autogestión, a la autonomía y se habla continuamente de los derechos individuales y por esta o por aquella razón la palabra obediencia resulta extraña sobre todo porque a sido mal usada, pero recordemos que la palabra obediencia viene del latín of audile es decir hacer propia una palabra que me viene de afuera o sea aceptarla con el corazón

No como quien la esta imponiendo a la fuerza sino que obediencia es esa colaboración de espíritu con la autoridad que puede ser el docente, puede ser mi padre, mi madre a fin de que surja el bien común de todos. Obediencia es hacer propia una palabra que me viene de afuera porque no es mía. Y esto me parece muy importante porque hoy justamente por haber entendido mal la obediencia, muy mal la obediencia, por eso mismo no sabemos dialogar y no entendemos que el díalogo es una palabra puesta en medio de dos y que implica saber escuchar antes que hablar, escuchare al otro, ponerse en el lugar del otro, tener compasión por el otro. Quizás por eso estamos como estamos en una cultura de ingobernabilidad, una cultura de vicios o adicciones, incapacidad para comunicarse, para dialogar.

Por eso mismo una sociedad muy frustrada, muy insatisfecha, llena de violencia gratuita, diaria, violencia de todo tipo, de los de arriba y de los de abajo y por eso cada vez se buscan castigos más drásticos a los que infringen la ley sin preguntarse porque la infringen, dentro y fuera de las escuelas, en los barrios, dentro y fuera de las casas, cual es la raíz profunda de todo este mal, como combatirlo y aquí está el papel fundamental insustituible que tiene la familia, como sea la familia, como sea. Lo tiene la familia por ser la primera escuela en la que los niños, jóvenes y adultos aprendemos a ser sumisos los unos a los otros en el amor de Cristo Jesús y esto me parece fundamental. En la medida en que la familia siga desaparecida en acción digamos, no habrá forma de solucionar los problemas gravísimos que tiene el cuerpo social en la Argentina y en el mundo entero.

Por ejemplo ayer esa pobre madre angustiada porque su hijo fue víctima del paco a losa 14 años, que mató creo, a su cuñado. Que terrible que es esto, mientras un juez de la Corte Suprema de Justicia habla de poner una plantita de marihuana en el balcón no sabemos que hacer con los pibes que se nos mueren a diario por el paco, con todo lo que eso supone, violencia, destrucción. Que desatino ¿no? Y que falta de responsabilidad a veces de nuestros dirigentes. También en las bases porque vamos a ser claros, nos falta mucha conciencia crítica de la realidad. Conciencia crítica no significa criticar todo, significa discernimiento. Creo que gran parte de la población está manipulada, masificada por los grandes medios masivos que le hacen decir y pensar lo que ellos quieren que digan o piensen, en muchos temas, y entran a discutir todo por televisión y la pobre gente que camina por la calle, que trabaja, que estudia no siempre tiene un discernimiento claro sobre las cosas.

Termina manipulado y estamos muy manipulados, muy masificados. Por eso la familia vuelve a ser el ámbito donde cada uno es quien es, con propia identidad, con propia libertad, con propio punto de vista, donde se puede hablar, se puede discutir, donde se puede perdonar y donde sobre todo se puede orar invocando al Espíritu Santo para que nos de mucha luz. Se puede apagar el televisor, la compu, se puede hacer silencio para encontrarnos, para mirarnos, para descubrirnos, para amarnos más, para descubrirnos un don, un regalo el uno para el otro. Porque eso es la familia, el hogar. “La familia, dice el Catecismo en el número 2207 es la célula original de la vida social, es la sociedad natural donde el hombre y la mujer son llamados al don de sí, al regalo de sí en el amor y el don, el regalo de la vida.

La autoridad, la estabilidad y la vida de relación en el seno de la familia constituyen los fundamentos de la libertad, de la seguridad, de la fraternidad en el seno de la sociedad. La familia es la comunidad en la que desde la infancia se pueden aprender los valores morales, se comienza a honrar a Dios y a usar bien de la libertad. La vida de familia es iniciación a la vida en sociedad, que linda frase. Enseña a no ser un inadaptado, un soberbio, un atropellador” Y está el ejemplo de Jesús, clarísimo ¿no? Cuando Poncio Pilatos presentó a Jesús diciendo “aquí tienen al hombre” pienso que no comprendió el significado profundo de sus palabras. Jesús es El Hombre, el modelo, en El la humanidad tiene la medida, el patrón de su dignidad y el sentido de su desarrollo.

En Jesús que es poderoso, sabio, fuerte, rey de reyes, señor de señores el evangelio nos dice, bajó con sus padres y vino a Nazareth y vivó obedeciéndoles en todo y no es que por ser niño obedecía, fue obediente hasta la muerte, Filipenses 2-8. La obediencia de Jesús no era signo de debilidad o inmadurez, al contrario, era la disposición de aquel que desea realizar el plan, el proyecto del Padre Dios sobre él. Si queremos obedecer y realizar el plan, el proyecto que Dios tiene para nosotros no hay otro camino que no sea la obediencia y la docilidad para nuestros padres. Obediencia de espíritu, obediencia como colaboración cordial con el corazón, sincera, disponible, abierta, generosa todas las palabras nuevas que vos le quieras poner pero obediencia y docilidad porque los padres son canales de la bendición de Dios para los hijos

Los padres son canales de la gracia de Dios para los hijos. Por ellos también, aunque sean pecadores e imperfectos, también por ellos pasa la gracia para vos que sos hijo, que sos hija. Que interesante. Nos queda una pregunta que la vamos a hacer para que quede picando y es ¿hasta cuando y hasta donde deben obedecer los hijos?  En este sentido el Catecismo es muy sabio en el 2216 y 2217 dice “El respeto filial se expresa en la fidelidad y la obediencia verdadera. Mientras vive en el domicilio de sus padres el hijo debe obedecer a todo lo que estos dispongan para su bien o el de la familia” Por eso dice el texto de la palabra “hijos obedezcan en todo a sus padres porque esto es grato a Dios” Los niños  deben obedecer también las prescripciones razonables de sus educadores y de todos aquellos a quienes sus padres los han confiado pero si el niño está percibido en conciencia de que es moralmente malo obedecer esa orden no debe seguirla.

Cuando se hacen mayores los hijos deben seguir respetando a sus padres, deben prevenir sus deseos, solicitar dócilmente sus consejos y aceptar sus amonestaciones justificadas. La obediencia a los padres cesa con la emancipación de los hijos pero no el respeto que les es debido el cual permanece para siempre. Este, en efecto, tiene su raíz en el temor de Dios, uno de los dones del Espíritu Santo.”  Magnífico y esclarecedor el texto del Catecismo. Les puedo contar una anécdota un tanto graciosa, se da en una familia, entonces parece que un papá y una mamá hicieron un pacto con su hijo adolescente que le costaba bastante vivir las normas  que siguen en la casa, en el hogar y entonces hicieron un pacto. Le preguntaban siempre “¿Miguel que debes hacer siempre mientras vivas en la casa de tus padres? y el escribió “debo respetarlos y obedecer las leyes que establecen para la familia”

¿Y cuando seas mayor y te cases, que vamos a hacer? Y él escribió “cuando sea mayor y me case yo pondré las leyes en mi casa y mis padres las respetarán” bueno, es así, trato hecho. Se supone que nada que vaya contra el espíritu cristiano, el espíritu del evangelio sino todo lo contrario, pero que interesante esta forma de buscar caminos de encuentro entre padres e hijos. Cuantos adultos casados se quejan de la ingerencia de los suegros en la vida de la familia, reclaman autonomía y el derecho de ser respetados en la intimidad del hogar, pero la mayoría de estos adultos, cuando fueron niños no respetaron la autoridad de sus padres, no escucharon sus consejos, no los dejaron ejercer con satisfacción su función de pastores y maestros y de catequistas en el hogar y por eso los padres creen que sus hijos todavía necesitan del refuerzo, de la instrucción, de la guía

Entonces, respetemos y nos respetarán después. Mientras los hijos viven en casa deben escuchar con atención los consejos, instrucciones y amonestaciones de sus padres. Los padres parecen el reloj de torre, digamos, de un campanario que da con sus campanadas, la hora aunque nadie la pida. Esto me parece importante como imagen, como ejemplo. Papá y mamá tienen que dar la hora aunque nadie se la pida o sea, papá y mamá tienen que marcar ciertas cosas aunque sus hijos no se las pidan. Creo que los padres serán como relojes de pulso y sin alarma dando la hora a los que la piden. Entonces, escuchemos con docilidad ahora y cuando solicitemos los consejos que después no nos faltarán. Hagamos y cumplamos este pacto y viviremos en paz. Porque la pregunta es ¿Cómo fuiste y como sos, como hijo, como hija en este momento. Y ¿Cómo son tus hijos?

Fíjense que interesante, estamos tratando de bajar la palabra de Dios y la fe a la vida concreta porque tantas familias hay donde ella va a la misa el domingo y el también pero después en la casa no se viven los valores del evangelio. Cuantas familias que por afuera tienen la fachada de católicas, por dentro son un infierno. Y también teníamos la palabra honrar, bueno esta es la palabra más conocida por los hijos que está en el cuarto mandamiento donde dice honrar a padre y madre. Pero ¿Qué es honrar? Al menos implica tres aspectos, primero reconocer y hacerle sentir lo importantes y valiosos que son para nosotros, expresarles lo agradecido que estamos con ellos y resaltar los aspectos positivos de lo que son, de lo que hacen y lo que nos dicen. Todo esto se expresa más con nuestros actos que con palabras

En segundo lugar, lograr que por medio de nuestra conducta o la manera de vivir que tenemos, las personas se expresen positivamente de ellos. En una palabra, que ocurra en nosotros lo que pasó con Jesús y leemos en Lucas 11-27 “mientras El enseñaba, una mujer entre la gente gritó, dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron” Que honrado se siente un padre o una madre cuando alguien se acerca para felicitarlos por lo bien educados y responsables que son sus hijos. Honrar a nuestros padres también quiere decir comprenderlos, disculpar sus errores, no hablar mal de ellos, no echarles en cara sus defectos y no permitir que nadie, al menos delante de nosotros, se exprese mal de ellos. En ese sentido te recomiendo que cuando tengas tiempo leas en la Biblia Eclesiastés 3-1-16

Y por último estaba la palabra ayudar. Claro, cuando encuentro por la calle a niños o chicos que piden dinero, por lo general uno les da o no, según a veces uno trata de orientarlos o de comprarles algo de comer o también de explicarle la importancia de quien los está enviando, o la importancia del trabajo pero cuando el que se acerca a pedirme es un anciano o anciana ¿como no terminar dándole? Porque piensa que es inútil ponerse a analizar con ellos las causas, las razones, los motivos de su situación. A los niños debemos educarlos, a los ancianos solo queremos amarlos y ayudarlos. La orfandad de los niños es dolorosa, claro está, pero llena de futuro y esperanza. En cambio la orfandad de los ancianos solo se puede acompañar con gratitud y amor. Por eso no es posible que hombres y mujeres después de haber sacrificado la vida por dar a sus hijos una vida digna estén abandonados y sin que nadie respete su dignidad

Por eso me contaba una vez un hombre que veía a su mamá cada mes y medio porque él vivía en otro lado y siempre que iba le dejaba algo de dinero y la madre le decía, te agradezco pero no lo necesito y me contaba este hombre que él le decía, soy yo el que necesita cumplir con la responsabilidad que tengo como hijo de ayudarte. Pero cuando hablamos de ayudar, que hablamos también de una ayuda material, económica por supuesto no solamente hablamos de eso porque el cuarto mandamiento recuerda a los hijos mayores de edad su responsabilidad para con los padres. En la medida que ellos pueden deben prestarle ayuda material y moral en los años de vejez y durante sus enfermedades y en momentos de soledad o de abatimiento. Jesús recuerda ese deber de gratitud por ejemplo en Marcos 7-10-12 incluso en el número 2218 del Catecismo lo podés ver.

Suelen decir a veces, hijos pequeños problemas pequeños, hijos grandes, problemas grandes y esto es así de real. Por eso a veces, muchos hijos grandes deberíamos tratar de ahorrarles problemas a nuestros padres ya grandes y ancianos. Por eso dice un refrán, “si no les das por lo menos no le quites” o sea que bastante ayuda es el que no estorba. Creo que esto es importante, esto es muy importante y también es muy probable que mientras me escuches estés un poco pensando y como padre o madre se te haga un nudo en la garganta y que estos sentimientos no los puedas expresar más que con lágrimas o en lo mejor de los casos vienen a tu mente buenos recuerdos y por eso les das gracias a Dios y oras por ellos pero cuantas lágrimas derramaste que no son fruto de la alegría sino más bien de una profunda tristeza

Yo conozco también, el dolor y el arrepentimiento y a veces el odio que se encierra en el corazón de muchos hijos que fueron abandonados, a lo mejor es tu caso, que fuiste abandonado, abandonada, maltratado por tu padre, por tu madre pero estamos aquí para reconocer esa herida y para pedirle al Señor que la sane, que Dios sea padre y madre, que sane las heridas de estos corazones. Me parece importante recordarte algo, no siempre somos malos a veces estamos dormidos. Que bueno que le pasó a San José uno de los mejores padres que han existido en la tierra. Era muy bueno pero cuando Herodes buscaba al niño Jesús para matarlo, tuvo que venir un ángel a despertarlo porque José dormía muy confiado y tranquilo. Muchos padres de familia están dormidos o al menos distraídos, ocupados, sin dedicar el tiempo ni la atención que sus hijos necesitan

Tené en cuenta esto. Otros, más doloroso, están dormidos en el alcohol, las drogas, las neurosis, las infidelidades. No es tan fácil culparlos, solo Dios sabe cual ha sido su historia cuales son las circunstancias que los han llevado a sentirse incapaces de enfrentar la vida y buscar esos escapismos. También, otra frase que te digo para que la tengas en tu corazón para que la medites y la ores, no somos malos, nos falta luz. Uno de los textos de la Biblia que mejor pueden ayudar a los hijos a disculpar los errores de sus padres, es el que encontramos en la carta a los Hebreos 12 “Teníamos a nuestros padres según la carne que nos corregían y los respetábamos. Eso que ellos nos corregían según sus luces y para poco tiempo” La mayoría de los padres cuando hacen daño a sus hijos no actúan por maldad sino por ignorancia. No siempre tienen la luz necesaria para discernir lo mejor.

 Cuantas historias dolorosas, abuso de todo tipo, maltratos, agresiones. En la mayoría de casos cometidos por padres o madres desequilibrados emocionalmente que actuaron bajo el efecto del alcohol, de las drogas, de heridas de su propia infancia. ¿Hasta donde estarían concientes del daño que causaban? Cuando esos recuerdos vengan a tu mente tenés que pedirle a Dios que los perdone y les de la luz necesaria para que puedan reflexionar para enmendar el daño que han causado. Y también es importante cubrirlos con un manto de perdón. Que importante es el perdón como gracia de Dios en estos tiempos. Muchos hijos e hijas están lastimados por cosas que los padres han hecho o han dejado de hacer. Las explicaciones que podemos darles nunca los dejarán satisfechos

Nosotros también sufrimos. Quisiéramos regresar el tiempo para borrar aquello que nos hizo mal y todos sabemos que eso no es posible. No podemos pasarnos la vida golpeándonos la cabeza contra la pared de nuestros errores, no podemos buscar excusas para justificarnos. Lo único que podemos hacer es decirles perdónennos, ustedes están empezando a vivir, quizás cuando tengan nuestros años al igual que nosotros, tendrán que pedir perdón. Comprendo que debe ser duro para los hijos perdonar, sobre todo cuando los padres no han mostrado sincero arrepentimiento pero aún, en estos casos, es mejor perdonar pues el resentimiento, el rencor y el odio daña más al que lo tiene que al que lo ha causado. Es mucho más lo que podemos decir, pero es mejor tomarnos un respiro para digerir todo esto y hacerlo oración

También suele haber conflictos entre hermanos, no solamente cuando están como niños o adolescentes en la casa sino cuando ya no están en la casa porque cada uno hizo su familia. Quiero leerles el texto de José que perdona a sus hermanos se acuerdan José en el antiguo testamento lo podemos leer en Génesis 37 se acuerdan que los hermanos llegaron al extremo de venderlo como esclavo por no matarlo porque Rubén intervino ahí. Muchas historias actuales tienen un final irreversible porque al no superar sus diferencias, al no pedirse perdón ni perdonar los errores cometidos, hemos vivido una guerra subterránea de hermanos, matando a los hermanos con la indiferencia, la crítica, la ingratitud, aunque parece que todo está normal y que nos hablamos, nos encontramos

En el caso de José pasaron 17 años en los que José vivió como esclavo, administrador y prisionero hasta que un día el faraón de Egipto, al reconocer la sabiduría que Dios le había dado, lo puso al frente del país nombrándolo primer ministro. Eso lo podemos ver en Génesis 41y si querés podés leer los capítulos 42, 43, y 44 donde los hermanos movidos por el hambre subieron a Egipto en busca de alimento y fue allí donde José los miró de nuevo y después de una larga historia se descubrió delante de ellos y les dijo estas palabras “Yo soy José, ¿vive aún mi padre?” Sus hermanos no podían contestarle porque se habían quedado atónitos ante él. José dijo a sus hermanos “vamos, acérquense a mi” se acercaron y él continuó “Yo soy el hermano de ustedes, José a quién vendieron a los Egipcios. Ahora bien, ya no les desee mal, no les desee enojo si están aquí y les he salvado la vida es porque los he perdonado”

 Y sigue la historia muy linda, pero donde aprendió José a perdonar, donde aprendemos nosotros a perdonar. El Papa Juan Pablo II hablando de esto, nos dice una cosa muy linda, “La promoción de una auténtica y madura común unión de personas en la familia se convierte en la primera e insustituible escuela de sociabilidad, ejemplo y estímulo para las relaciones comunitarias más amplias en un clima de respeto, justicia, diálogo y amor, De este modo, como han recordado los padres sinodales, la familia constituye el lugar natural y el instrumento más eficaz de humanización y de personalización de la sociedad. Colabora de manera original y profunda en la construcción del mundo haciendo posible una vida totalmente humana en particular, custodiando y trasmitiendo las virtudes y los valores y entre ellos el perdón entre los hermanos. Para que también entonces los hermanos ahora transformados a su vez en padres, madres sean canales de perdón, de gracia, de luz para sus hijos”

Y entonces lo sean también los primos entre sí los hermanos, los cuñados y cuñadas. Es importante que no exista sombra de resentimiento y de rencor. Podrá haber puntos de vista distintos, ciertamente. Podrá haber enfoques distintos, podrá haber hasta posturas distintas pero que todo pueda ser verbalizado, hablado para que entonces la sombra del rencor, la sombra de la falta de perdón no se meta porque eso viene del mal espíritu y como dice Pedro en su carta “No permitan que les llegue la noche sin haber perdonado porque el diablo como león rugiente anda buscando a quién devorar. Resístanle firmes en la fe” Y esto de resistir es no permitir que esto llegue a nuestro corazón o que se siga dando si se ha dado o si se está dando en este momento en la familia.

Aprovechemos estos meses que van camino hacia la Navidad de a poquito por supuesto, el tiempo de las vacaciones que quizás nos presenta un poco más distendido todo, para poder tener un díalogo y poder hablar sobre esto. Es muy importante

Oración final

Padre Dios, al ir concluyendo ya este mes de Octubre, mes de la familia queremos alabarte, bendecirte, glorificarte y darte gracias por ayudarnos a descubrir más y más el plan maravilloso que Vos tenés para cada familia nuestra. Gracias Papá, gracias Abba. Vos querés que la familia sea en la tierra el reflejo de la Trinidad, del Dios Amor que es Padre, Hijo y Espíritu. Por eso en este momento te pedimos, por la pasión, muerte y resurrección de Jesús, por su sangre derramada en la cruz y por la poderosa intersección del Corazón Inmaculado de María que sanes las heridas emocionales de nuestro corazón que muchas veces vienen a ser la raíz de nuestra agresividad, de nuestra impaciencia, de nuestra falta de comprensión. Sana los corazones de los padres y las madres para que puedan imitar a José, a María y a Jesús en el hogar.

Sana los corazones de los hijos para que sepamos imitar a Jesús en el hogar de Nazareth y ser obedientes y crecer en sabiduría y en amor con nuestros padres. Te lo suplicamos Jesús, viviente, que estás presente en cada hogar, en cada familia, pequeña iglesia doméstica, pequeño santuario, vos que tomaste sobre Ti todas nuestras dolencias, nuestras misérias, nuestra rebeldías, nuestras impotencias. Sana el corazón de tantas mamás afligidas por la falta de comprensión de sus hijos, por su ingratitud, por su agresividad, por sus adicciones. Llénalas de amor y de fortaleza para que sean instrumentos tuyos para sanar a sus hijos en sus corazones heridos ya que mamá y papá son canales de tu bendición, de tu gracia, de tu amor incondicional y gratuito en los hijos.

Vení a fortalecer el amor del esposo que está cansado, agobiado, distraído, demasiado preocupado y de la esposa a quien parece que la rutina quisiera ganarle, el desaliento, el cansancio para que sobre todo vuelvan al origen del sacramento que los ha unido y busquen ser testigos de tu presencia en el hogar. Que no se olvide el papá, más allá de los avatares cotidianos, del trajín cotidiano del trabajo agotador, del cansancio generacional, que no se olvide el papá que tiene que ser imagen tuya Abba y la mamá que no se olvide que más allá de las presiones de la sociedad, del ambiente, tiene que hacer presente en el hogar a una mujer fuerte dócil, firme y también tierna y confiada en vos Papá como la Virgen, como María en Nazareth. Sí, queremos pedirte muy especialmente que venga Jesús a iluminar cualquier problema en los matrimonios o en la familia.

Que vengas a romper toda cadena, toda atadura, todo mal espíritu y a dar esa libertad de los hijos e hijas de Dios para reconocer, valorar y alabar el proyecto y el plan del Padre Dios sobre nuestras familias concreta, sobre nuestro hogar. Por eso es muy importante pedirte Padre, que el Espíritu Santo sople en nosotros para que nuestra familia sea una familia donde aprendamos a orar, aprendamos a hablar aprendamos a escuchar tu palabra y también te pedimos Señor que sanes a los que sufren en su cuerpo y a los que han pedido oraciones durante este programa. Vos que sos la resurrección y la vida Jesús, vos que sos la plenitud de la vida, vos sabes bien que entre nosotros son muchos los que padecen enfermedades de toda clase y vos sos la salud de los enfermos.

Los depositamos a tus pies y te pedimos que les regales la salud del cuerpo y un corazón sano para que sigan trabajando para la gloria de Dios en la educación de sus hijos y en la construcción de nuestra iglesia a través de la construcción de la pequeña iglesia doméstica en el hogar, en la familia. Mamá María que sos Madre de la Iglesia, rogad por nosotros, intercede por nuestras familias como lo hicistes en Caná de Galilea cuando Jesús cambió el agua en vino por tu intersección para que todo lo que es aguachento se convierta en vino rico, abundante en generosidad, en disponibilidad el vino del amor como en Nazareth. Esto es lo que te pedimos con confianza y que a través de tu Corazón Inmaculado sean bendecidas nuestras familias. Amén

                                                                                Padre Rubén Francisco Bellante