Igual que Vosotros

jueves, 9 de agosto de 2007

Desesperadamente busco y busco
un algo, qué se yo qué, misterioso,
capaz de comprender esta agonía
que me hiela, no sé con qué, los ojos.
 
Desesperadamente despertando
sombras que yacen, muertos que conozco,
simas de sueño, busco y busco un algo,
qué sé yo dónde, si supiéseis cómo.
 
A veces me figuro que ya siento,
 qué sé yo qué, que lo alzo ya y lo toco,
que tiene corazón y que está vivo,
no sé en qué sangre o red, como un pez rojo.
 
Desesperadamente le retengo,
cierro el puño, apretando el aire solo…
Desesperadamente, sigo y sigo
buscando, sin saber por qué, en lo hondo.
 
He levantado piedras frías, faldas
tibias, rosas, azules, de otros tonos,
y allí no había más que sangre y miedo,
no sé de qué y un hueco silencioso.
 
Alcé la frente al cielo: lo miré
 y me quedé, ¡por qué, oh Dios! dudoso;
dudando entre quién sabe, si supiera
qué sé yo qué, de nada ya y de todo.
 
Desesperadamente, esa es la cosa.
Cada vez más sin causa y más absorto
qué sé yo en qué, sin qué, oh Dios, buscando
lo mismo, igual, oh hombres, que vosotros.