Imitar a Jesús para aliviar la aflicción y el agobio de los que sufren

miércoles, 12 de diciembre de 2007
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Jesús tomó la Palabra y dijo:  “Vengan a mí los que están afligidos y agobiados y yo los aliviaré.  Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mi porque soy paciente y humilde de corazón y así encontrarán alivio porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.

Mateo 11, 28 – 30

Cuando Jesús, sobre todo en el Evangelio de San Mateo, usa esta Palabra, los hombres y las mujeres que escuchan a través del Evangelio y que nos ubicamos en aquellos primeros cristianos.

En el caso del Evangelio de San Mateo provenientes en su gran mayoría del judaísmo comprenden que Jesús está hablando y está confirmando. Comprenden que está hablando de lo que antes Isaías había anunciado y lo estamos leyendo en estos días en que compartimos a través de la catequesis la liturgia de la Palabra que nos regala la iglesia en éste Adviento y hoy en éste miércoles de la segunda semana del Adviento éste capítulo 40 del profeta Isaías que si bien es muy breve lo que también se nos ofrece para la lectura nos habla de que una población sin coraje y eso parece muchas veces Israel en su destierro, no deja de repetir que ya no hay futuro ni salvación posible.

Una población sin esperanza cree que ya no hay futuro ni salvación posible. Discute, lo pone todo en tela de juicio. Acusa a Dios de haberlo olvidado y entonces se alza el profeta pues no puede tolerar semejante reproche. El sentimiento de la fidelidad divina tiene que seguir siendo la piedra angular de la fe de Israel. Así pues el profeta invita al pueblo a poner la vista más allá. Dios es el único, el incomparable, el santo.

Dios no tiene que rendir cuentas a nadie y prosigue en todo éste texto el Profeta Isaías mostrándonos un Dios incansable para hacer su obra de salvación.

El es el dueño del mundo y si El es eso porqué hablar a astros, por que consultar horóscopos, como hacía aquel pueblo que los había tenido como prisioneros, el pueblo de Babilonia, que rendían culto a sus dioses, pero que estaban lejos de conocer al Dios de Israel.

Pero Isaías lo va a insistir, ¿por qué ir detrás de otros dioses?, quien ha hecho lo más, porque Dios lo ha hecho todo, con mucha mayor razón hará lo más sencillo. Aunque para aquellos hombres y mujeres desterrados fuera de su tierra lejos de su templo les pareciera ser lo más increíble.

Dar nuevo vigor y fuerza a sus pies cansados, alas de águila a sus brazos caídos para que caminen y vuelvan sin fatiga ni cansancio hasta la tierra prometida. La tierra que Yahvé diera a sus padres en herencia. El único requisito es la fe, la confianza en Yahvé que es el reconocimiento del propio desamparo y es la aceptación del poder salvador de Dios.

Israel no tiene ninguna razón para desesperar ni siquiera para pensar que Dios se ha olvidado de ellos. Aún cuando por momentos así les parece es que están viviendo en el destierro, están viviendo lejos de todo, lejos de casa y a todos nos cuesta estar lejos de casa. Pero el poder de Dios no se agota en la creación por eso el profeta también le va a decir al pueblo ¿ porqué andas hablando? Si, hablando cosas en contra de tu Dios. A veces pasa más de una vez porque quien más, quien menos por allí uno lo expresa como algo que lo siente y a veces en profundas crisis como que uno lo vive convencido. Tener la impresión que Dios no se ocupa de uno, de que Dios se olvidó del mundo, de que Dios se desentiende de muchas cosas.

Es que si no no tendría que pasar lo que nos pasa, no tendríamos que estar pasando por éste dolor, es que el mundo no tendría que estar tan dado vuelta si Dios estuviera. Cuantas veces lo cuestionamos. No es nuevo. Pero sin embargo éste Dios grande dice el profeta es un Dios que sorprende que se preocupa tanto y más por los más pequeños y los débiles. El Dios grande y trascendente creador de los astros, creador del cosmos es también éste Dios cercano que comunica su fuerza a los que se abren a El, a los que ponen en El su confianza.

El Dios grande y trascendente creador de astros y del cosmos es también el Dios cercano. Este Dios que en el Antiguo Testamento en éste momento de la historia del pueblo de Israel parece haberse olvidado de su pueblo, sin embargo nunca estuvo más cerca. Por eso es el profeta Isaías quien va ir regalando palabras de esperanza y palabras de confianza en Dios y es aquí donde podemos volver a escuchar la Palabra que recién proclamábamos, la de éste miércoles de la segunda semana de Adviento, la del Evangelio de San Mateo en el capítulo 11 versículos 28 al 30.

En ésta semana hacemos una lectura continua de ésta preparación que significa el Adviento a la venida del Señor. Este texto que meditamos hoy es breve pero que texto que habría que leerlo tantas veces: vengan a mi todos los que están agobiados, los que están afligidos, vengan a mi todos los que están con trabajos y con cargas que los agobian, los afligen, que los angustian. En éste tiempo de Adviento recibimos una invitación: vengan a mi. ¿Acepto yo ésta llamada? ¿Me dirijo hacia El?.

Las frases previas a éste pasaje en San Mateo, Jesús nos ha dicho que el Padre se revelaba prioritariamente a los pequeñuelos más que a los sabios y prudentes, a los que andan agobiados con carga. Si, a los que son pobres, a los humildes. Es bueno entonces preguntarnos si sabemos aceptar con franqueza y de corazón esta predilección de Dios que se repite permanentemente. Que pasa con esos pequeños y agobiados en nuestra comunidad, en nuestra familia.

Hoy Jesús nos invita si queremos obrar como Jesús. ¿Que lugar ocupan esos pequeños? En nuestro corazón aquellos a quienes tendríamos que estimar como nos estima también Jesús. Cada día tenemos que pedir al Señor que nos haga lúcidos para saber ver lo que aplasta a los demás, lo que aplasta a grupos enteros de hombres y mujeres. A veces hay hermanos y hermanas nuestras que de lejos se dan cuenta si uno está cansado, si uno está angustiado, si uno está triste. Es un regalo que el Señor hace a algunos y hay que pedirlo.

La de tener ésta sensibilidad fina para descubrir lo que le pasa al otro y no solamente para saber lo que le pasa al otro sino para salir al encuentro del otro y para aliviarlo y llevándolo a Jesús. Vengan a mi todos los que están agobiados con trabajosy con cargas. Por ahí se hace difícil pensar. Que nos hace pensar la Palabra. ¿Qué carga puedo hoy hacer más liviana a mi hermano? Es un trabajo de Dios. No hay duda. Es Jesús el que viene a decirnos: vengan a mi lo que están agobiados con trabajos y con cargas. Pero yo también puedo hacer algo por el hermano, yo también puedo ser el instrumento para hacer más liviana la carga de mi hermano ¿Cómo colaboro con Dios en el alivio, en la promoción, en la felicidad de mis hermanos.

A veces somos medios especialistas para cargar más las tintas. En vez de ayudar tiramos salvavidas de plomo. Es un riesgo y una tentación y hasta corremos el riesgo de que se nos convierta en un vicio. Cuando vemos la posibilidad de tirar un poco de nafta al fuego. La tiramos en vez de tirar agua que pueda aliviar las llamas. Hoy Jesús que nos invita a descubrirlo presente en el hermano también nos está diciendo a nosotros que podemos hacer para que nuestro hermano tenga una carga más liviana.

En nuestra vida las dificultades nos vienen de fuera: el trabajo, la familia, los vecinos, el estudio, nuestras actividades diarias. Pero otras veces esas dificultades vienen muy desde de entro, Va surgiendo desde nuestro corazón, desde nuestro cansancio, desde la desilusión desde la desolación de nuestra de. Las lecturas de hoy nos hablan de los que están cansados, agobiados. No están hablando en éste momento del pueblo de Israel haya unos cuantos siglos.

La Palabra de Dios nos habla a nosotros. A nuestro corazón que hoy está cansado y agobiado porque estamos llegando a fin de año, porque la cruz se hace pesada. Tanto el profeta Isaías como Jesús aseguran que Dios quiere ayudar al desfallecido, quiere comunicarle sus fuerzas.¿nos queda alguna duda de que Dios puede ser un alivio para nuestra vida? El que creó todas las cosas de la nada? Pero la cercanía de Dios ha quedado todavía más manifiesta en Cristo Jesús más manifiesta en Cristo Jesús. Una cercanía llena de misericordia y de comprensión. Como el anuncio del profeta. La Palabra de Jesús es pregón de esperanza. Hace milagros, predica maravillosamente, anuncia el reino, atiende a los que sufren, da consuelo y da una luz a los desorientados, a los que lo buscan, a los pobres y a los débiles.

Nunca ha pasado al lado de una persona sin atenderla, libera de angustias, da confianza para vivir, ofrece paz y serenidad a los que han sido zarandeados de cualquier manera en la vida. A El lo tuvo que ayudar un día el Cireneo a llevar la cruz pero El había ayudado y sigue ayudando a otros muchos a cargar con la cruz que les ha tocado llevar. Quien más, quien menos todos andamos un poco agobiados por la vida. Somos débiles. Sentimos el cansancio de tantas cosas que llevamos entre manos. Cada vez hay más dificultad.

Hoy en día la famosa enfermedad del stress es la que caracteriza al hombre moderno y es justamente por todo esto, porque vivimos angustiados y agobiados. Unido al stress como aquello que caracteriza nuestro tiempo aparece también la soledad y la desorientación. Esto hace que tantas veces interiormente en el corazón no haga más que germinar el pesimismo, el materialismo, la búsqueda de la comodidad, los rencores, las pasiones. El Adviento nos invita a no dudar nunca de Dios.

Nos hace el anuncio cargado de confianza. Cristo Jesús vino y sigue viniendo a nuestra historia para curarnos, fortalecernos, liberarnos de miedo, de esclavitudes, de agobios, de angustias. Tal vez en nuestra vida no nos sucedan grandes milagros pero si de veras recurrimos a El vamos a encontrar la paz y la serenidad para seguir caminando Vengan a mi todos los que están afligidos y agobiados, nos dice Jesús hoy en el Evangelio de Mateo.

Este tiempo de Adviento nos invita a que seamos personas que acogen. Que al dolor o a la búsqueda de la persona no responden solo con leyes, con exigencias, sino que ante el dolor y la búsqueda de Dios y de la verdad encuentran en nuestra vida comprensión y nos convertimos en personas de paz, en personas que podemos regalar ánimo a tantos, que podemos regalar vida, vida alegre y esperanzada a tantos desfallecidos por el camino. Un día se hizo el pueblo de Israel ésta pregunta ¿Dios nos ha abandonado? ¿Dios ha dejado de mirarme?.¿Dios dejó de curarme?¿ donde estás Dios? Cuantas veces escuchamos éste grito desgarrador.

Sin embargo Dios no nos abandona. Si de verdad tuviéramos fe nada nos parecería difícil ni duro porque siempre nos estaría sosteniendo la certeza de que quienes esperan en el Señor, quienes están en El renuevan sus fuerzas, les nacen alas como águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse. Una de las características de Jesús como maestro era su comprensión hacia los discípulos y hacia aquellos que se acercaban a El, mientras otros maestros en Israel echaban pesadas cargas sobre los fariseos pero Jesús comprende, El muestra otra alternativa. En mí encontrarán descanso.

Debemos poner oído atento a la Palabra de Dios. Hoy nos dice la Palabra de Dios vengan los que están agobiados. Hay maestros exigentes que imponen a sus discípulos trabajo excesivo que agobia y desconcierta. Esto lo vemos en todo el Antiguo Testamento y lo vemos tantas veces entre nosotros hoy. Queremos presentar una moral, una manera de vivir demasiado rígida. Vivimos culpando, vivimos castigando, vivimos pidiendo lo imposible a los que están a nuestro lado. Jesús hace la diferencia.

Es el hijo de Dios. Acoge a los agobiados, recibe a los cansados y a todos les prometen que en El encontrarán la paz y el descanso. Vengan a mi todos los que están afligjdos y  agobiados que yo los aliviaré. Es Jesús que nos habla al corazón regalando ésta paz y serenidad. No es más que el hijo de Dios.

No es menos que Jesucristo que hoy nos dice y escuchémoslo y grabémoslo en el corazón para que podamos descansar en El.

Se me ocurre éste momento la imagen de Madre Teresa de Calcuta, ésta viejita buena, cuanta santidad, cuanto cansancio en su rostro veíamos. Sin embargo cuanto testimonio de una mujer de fe que alienta y ayuda a caminar. Al final de su vida y su ministerio Juan Pablo II insistía en esto: descubrir a los hombres y mujeres de fe que están alrededor nuestro. Podemos preguntarnos ¿que hice o que hago por mi hermano agobiado por la enfermedad o la aflicción? Descubrir el alivio que Jesús nos da en medio de la prueba y animarnos a compartir. Cuanto bien hace en éste tiempo compartir la vida.

El Padre Mateo Bautista cada vez que nos visitaba en la comunidad  decía cuando compartimos las penas se achican, cuando compartimos la alegría y el gozo se agranda.

Carguen sobre ustedes mi yugo. En nuestro camino de preparación que vamos haciendo en éste Adviento Jesús nos invita a crecer en la confianza hacia El. Ciertamente que el Evangelio puede verse alguna vez como una carga.

Aquí el Evangelio nos habla de actitudes, de acciones, de deberes que son parte de la vida cristiana. Visto desde afuera el cristianismo parecería pesado incluso difícil de vivir y llevar pero no es así. Aquellos que lo viven como una pesada carga se están olvidando de algo. La presencia del Espíritu Santo que nos impulsa, nos sostiene haciendo verdaderamente ligera ésta carga.

Y no solamente esto sino que aún las cargas propias de nuestra vida dejan de ser un lastre. Traen a nuestra vida la paz  y la alegría. Si hoy nos sentimos agobiados hagamos la prueba de ir al encuentro del Señor. Encontrarnos con Jesús en el sagrario. Pedirle a Jesús que cumpla ésta promesa. Ir a buscar su Palabra que es eficaz Hagamos la prueba de sentarnos ante Jesús y pedir que cumplamos ésta Palabra: vengan los que están afligidos y agobiados que yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo. La sociedad agrícola de la época de Jesús, la terminología propia de la gente del campo. Tenía su importancia para comprenderla.

El yugo es ese instrumento de madera con el cual se sujetan el par de bueyes o mulas para ir tirando del arado o del carro. Ese pedazo de madera que se pone sobre la cabeza, sobre el cuello de los bueyes o de las mulas. De ahí también la palabra cónyuge. Aquellos que caminan juntos, que van unidos, que tiran de la misma manera. Jesús lo usa como una imagen que evoca la vida misma del hombre tanto en sus afanes como en sus responsabilidades porque todo hombre debe soportar una carga más o menos pesada. Ninguno de nosotros está exento de ésta carga de la vida. Por eso bien visto éste yugo que Jesús nos ofrece tiene sus ventajas.

Quizás no siempre sabemos apreciar éste yugo de Jesús. Este yugo que por supuesto de tantos que había en la época de Jesús algunos eran incómodos, estaban mal hechos, mal cortados, mal trabajados. Creo que el de Jesús es el mejor, es el que más se acomoda. Con Jesús las cargas y responsabilidades de la vida se hacen más livianas. Vivimos en una sociedad donde cada día todo es más liviano.

En éste tiempo en que empezamos a ver las ofertas para la mesa navideña cada vez se venden más cosas con la etiqueta de light. Dicen que lo ligero es mejor, más sano aunque no se si siempre nos ayuda cuando vamos viviendo de manera liviana nuestra vida también. Es que nuestra vida cristiana si la vivimos así le estaríamos sacando la fuerza que nos quiere regalar el Señor. Lo que Jesús quiere hacer es liviana la carga pero para que nuestra vida sea fuerte.

Y una vez más si tenemos oídos no podemos dejar de atender: vengan a mi yo les daré descanso, mi yugo es suave y mi carga ligera. No podemos con las cargas de la vida y Jesucristo y de esto nos tenemos que convencer. Creo que lo hacemos porque tantas veces lo hemos experimentado. No podemos con las cargas de la vida sin Jesús. Nada podemos hacer. Cuando Jesús se encontró con la mujer samaritana al lado de un pozo de agua: si conocieras el don de Dios tu habrías pedido agua. Algo así nos podría decir Jesús a cada uno de nosotros cuando conociéndolo, cuando habiéndolo experimentado cercano nos unimos a El.

Porque todos experimentamos el cansancio en la lucha.

Todos necesitamos la comprensión y el consuelo de los demás, en la familia con mi es poso con mi esposa, con mis hijos.

Con el resto de mis familiares, con mis amigos pero aun más necesitamos a Dios sobre todo cuando nos falta lo anterior no siempre encontramos éste ambiente de contención, no siempre encontramos un oído donde descansar nuestras angustias. Su acción, la de Jesús, si lo dejamos, es tan fuerte que actúa como bálsamo, como calmante, como medicina pero no solamente sana también vigoriza, da fuerza. Su presencia hace relativos los problemas de cada día que nos pueden quitar la paz. Nos coloca en su justo lugar mirando al futuro con optimismo y con esperanza. Solo El nos llena de la tranquilidad interior.

Acaso no estamos necesitados más que nunca hoy de ésta serenidad. Cargar con el yugo de Jesús es unirse a El, es seguirlo y aprender de El que es dulce y humilde de corazón. Sin duda solo en su escuela se puede aprender el verdadero sentido de la ley y solo El puede hacer de la ley un peso ligero. La expresión aprendan de mi no es un llamamiento a imitarlo a Jesús solamente sino a recibir su enseñanza, también su manera de vivir la ley. No es que Jesús exija menos que los demás rabinos de la época, pero nos exige de otra manera.

Abre primero la puerta del reino de la misericordia a los pobres y a los mansos, después los invita a una nueva justicia. Mi yugo es suave y mi carga es ligera. Jesús nos ofrece en contraposición a todo el peso de la ley con tantas observancias que se habían impuesto y que sofocaban al Espíritu, el yugo y la carga de su ley por ser el amor resulta suave y agradable. Cuantas veces Jesús nos dice que el camino al cielo es difícil y está lleno de renuncias y que la vida del hombre es una continua lucha y que hay que entrar por la puerta angosta y los que hacen violencia van a entrar pero todo eso se puede convertir en algo suave y fácil siempre que lo hagamos con El y ayudados por El.. Demasiado sencilla la Palabra para comprender y entender. Carguen mi yugo, dice el maestro. Imaginemos una yunta de bueyes.

Los dos bueyes llevan el yugo con la carga detrás. Lo que para uno sería demasiada carga para dos es mucho más fácil. Jesús promete que pondrá sobre el discípulo ninguna carga que el no pueda llevar y compartir. Cargando con su yugo en alianza de trabajo descubrirán los discípulos que es algo llevadero y es ligero pero hay que aprender a cargar éste yugo en comunidad. Finalmente Jesús muestra su interioridad como maestro manso y humilde de corazón. la mansedumbre nos dice como es nuestro maestro.

No se deja llevar por la ira. Jesús es comprensivo. Nos acepta tal cual somos. Humilde quiere decir que se pone a ras de tierra. Que acoge todo como lo acoge el humus de la tierra, que en El todo germina y crece y nace. Jesús viene a traer alivio en el trabajo, que me ha regalado la fortaleza pero que pide un compromiso también de ser fiel, de vivir la generosidad con amor.

En la vida todos hemos hecho experiencia de Dios que está al lado nuestro a veces con más claridad, a veces más oscuro pero éste Dios que nos ayuda a llevar la cruz, nos ayuda a llevar el yugo, a veces parece imposible pero el Señor te lo regala. Estamos terminando un año y de acuerdo como lo miramos, de acuerdo a como nos paramos frente al almanaque, podemos llegar a decir que año estamos terminando. Lo importante es saber preguntarnos como sentimos a Jesús que nos alivia en el dolor que su yugo es suave y ligero.

Siempre descubrirlo como prueba es bueno porque es la posibilidad que nos regala el Señor para demostrar que lo amamos. No pensar la prueba como una zancadilla de Dios. Permanentemente somos puestos a prueba con ésta mirada no la de rendir examen sino la mirada de demostrar más amor.

El consuelo así como lo recibimos también lo compartimos

 El gran enemigo del alma es la soberbia porque es la que pone en nuestro corazón el bichito de desobedecer. LA soberbia va dejando en nosotros ese continua manera de pensar. De no hacer aquello que no tenemos ganas, de no cumplir la voluntad de otro porque si cumplimos la libertad de otros perdemos la libertad. SI hacemos lo que Dios nos pide perdemos la libertad. Si bien todos los vicios nos alejan de Dios, la soberbia se opone directamente a Dios, porque encuentran una barrera infranqueable