30/07/2021 – El Padre Ángel Rossi, sacerdote jesuita, nos invita a reflexionar, desde un texto del teólogo jesuita Karl Rahner, sobre la promoción de la justicia en un mundo, precisamente, muy injusto.
Karl Rahner, para escibir este texto, imaginó cómo sería si San Ignacio escribiera un texto en la actualidad a la comunidad jesuita sobre este tema. Intentó, pensando en la espiritualidad de Ignacio, reflejar que les diría a los jesuitas de hoy sobre pormover la justicia, algo que sin duda, podría ser dicho, dedicado, a todos nosotros:
“Mis amigos en el Señor: Han hecho bien, y los felicito por ello, en empeñarse en promover la justicia. Al abordar el problema de la fe en el mundo, como les pidió Pablo VI se encontraron con este problemón inmenso, que de muy diversas formas agobia y anula a la humanidad, e incluso la deja morir. Me alegra que, como les sugiero en los ejercicios, sigan mirando, como lo hace la Santísima Trinidad, toda la planicie o redondez del mundo lleno de hombres que se siguen perdiendo por el egoísmo propio, el ajeno o por los dos. Contemplarlo así los llevará a valorar a todos los hijos de Dios, uno por uno, como nos valora Dios a nosotros, haciéndonos servidores uno de los otros, por amor. Rebusquen en mis textos a ver si encuentran otra palabra que me haya venido más a la pluma que ésta: servicio, servir. Miren a sus prójimos como imagen de Dios y miren en cuánta miseria se hallan, en tan profundas tinieblas de ignorancia y de pasiones, combatidos por tantos enemigos visibles e invisibles. Ya ven el infierno que abre por doquier el egoísmo humano. No se resignen a que esto siga así, continúen promoviendo la justicia, aún cuando experimenten que por eso algunos se sientan incómodos con ustedes y a su lado. No se les ocurra instalarse y ojo, porque hasta promoviendo la justica podemos instalarnos. Que la constatación de las injusticias concretas y globalizadas los mantegan despiertos y abiertos a todo el mundo, no se encierren en su jardincito. Siempre me preocupó que la Compañía no perdiera el horizonte del bien universal como su horizonte propio. Continuen caminando, contemplando el mundo, leyendo desde Dios esa historia que corre por delante de sus ojos y que los lleva a reflexionar en su interioridad y a servir.”
“Mis amigos en el Señor:
Han hecho bien, y los felicito por ello, en empeñarse en promover la justicia. Al abordar el problema de la fe en el mundo, como les pidió Pablo VI se encontraron con este problemón inmenso, que de muy diversas formas agobia y anula a la humanidad, e incluso la deja morir. Me alegra que, como les sugiero en los ejercicios, sigan mirando, como lo hace la Santísima Trinidad, toda la planicie o redondez del mundo lleno de hombres que se siguen perdiendo por el egoísmo propio, el ajeno o por los dos. Contemplarlo así los llevará a valorar a todos los hijos de Dios, uno por uno, como nos valora Dios a nosotros, haciéndonos servidores uno de los otros, por amor.
Rebusquen en mis textos a ver si encuentran otra palabra que me haya venido más a la pluma que ésta: servicio, servir. Miren a sus prójimos como imagen de Dios y miren en cuánta miseria se hallan, en tan profundas tinieblas de ignorancia y de pasiones, combatidos por tantos enemigos visibles e invisibles. Ya ven el infierno que abre por doquier el egoísmo humano. No se resignen a que esto siga así, continúen promoviendo la justicia, aún cuando experimenten que por eso algunos se sientan incómodos con ustedes y a su lado.
No se les ocurra instalarse y ojo, porque hasta promoviendo la justica podemos instalarnos.
Que la constatación de las injusticias concretas y globalizadas los mantegan despiertos y abiertos a todo el mundo, no se encierren en su jardincito. Siempre me preocupó que la Compañía no perdiera el horizonte del bien universal como su horizonte propio.
Continuen caminando, contemplando el mundo, leyendo desde Dios esa historia que corre por delante de sus ojos y que los lleva a reflexionar en su interioridad y a servir.”