Ira y resentimiento

sábado, 1 de septiembre de 2007
La ira se puede convertir en resentimiento. Nosotros debemos aprender a manejar adecuadamente e inmediatamente la ira, antes de que esta se convierta en resentimiento dañino y perjudicial. La ira puede convertirse en amargura, en odio, desprecio o resentimiento cuando se asienta en nosotros porque nos endurece Es también un efecto de muchos de los otros trastornos compulsivos de los problemas sobre los cuales, digamos dependientes de esa ira, viven. Me parece importante recordar que la ira, por ejemplo, es un efecto profundo del alcoholismo que cobra un elevado número de víctimas en sufrimiento humano que lleva a las salas de los hospitales hoy día. La ira produce una gran tensión y puede provocar tremendas enfermedades. La mayoría sentimos miedo de nuestra ira y de la de los demás. Quizás tengamos más mitos sobre ella o tengamos temor por otras razones como por ejemplo esta, ese argumento de que alguien que nos pegó o abusó de nosotros cuando se encontraba enojado, y sí, la verdad que hay gente que cuando se enoja mete miedo ¿no? En ocasiones, simplemente, el nivel de energía que acompaña a la ira, puede ser atemorizante especialmente si esa persona está ebria . La mayoría de las personas reaccionamos con ira a nuestra propia ira y a la de los demás, porque es una emoción provocadora y puede ser contagiosa sobre todo cuando se trata de la ira que se ha ido acumulando a través de los días, meses y a veces los años.

 Muchos reaccionamos a la ira y tenemos la ira que acompaña a la pena y al dolor cuando eso no es trabajado, no es encausado, no es asumido, cuando no es aceptado. Estamos varados en el triángulo de la ira. Tenemos la ira que proviene de la etapa de persecución del rescate o del cuidar a los demás a veces, también, por cuidar durante años a enfermos o ancianos ciertamente eso no bien asumido, no bien aceptado no bien integrado y bueno, que se fue acumulando en ira ¿no? Una de las manifestaciones de la enfermedad emocional es, por ejemplo, la obsesión por rescatar en la que está íntimamente entrelazada la ira. Rescatar, o sea la idea de salvar al otro o de ayudarlo para que cambie de actitud, para que cambie de criterios, para que cambie de vida. Hay tres pasos que se dan en este tipo de relación, sería rescatar, perseguir y convertirse en víctima. Por ejemplo, alguien decide rescatar a alguien de lo que sea, de la infidelidad, de la droga, del alcoholismo, del consumismo, en fin, de lo que sea y se pone a trabajar, lo elige, dice esta persona pero después lo persigue porque se pone obsesivo eso de querer rescatarlo, lo cuida, ¿no es cierto? Pero después, al no encontrar digamos frutos, o lo que el considera debe ser un cambio en el otro, esta persona se convierte en víctima con esa actitud, “y bueno, después de todo lo que he hecho, mira como me paga, o no reacciona, no se lo que le pasa” Entonces el rescatador se cree que todo lo hace por generosidad cuando en realidad lo que quiere es ganarse el amor. Ahí esta el punto.

No hay una gratuidad en el origen, en el inicio de esta acción. No hay una libertad interior no hay un amor incondicional gratuito que me hace libre y lo deja libre al otro, sino que hay una búsqueda sutil, inconsciente de ganarse el amor del otro o al menos el respeto, el agradecimiento del otro. Entonces el rescatar no es un acto de amor, de ayudar a una persona. El rescatador es el que carga sobre sus hombros, en forma obsesiva, la responsabilidad de la vida de otro que desconoce sus propias necesidades y luego de que rescata a otro se pone en el lugar de la víctima y se enoja porque hizo algo que no quería hacer o porque ignoró sus propias necesidades. La víctima, por su parte, no esta agradecida y lo demuestra no queriendo escuchar mas sus consejos. Surge enojo en ambas partes. El rescatador frustrado se siente lleno de ira y tenemos sentimientos de ira irracionales, sin justificación y que pueden deberse a un pensamiento reactivo de tipo desastroso, por ejemplo, tendría que… o que horror! O nunca, nunca más nunca lo haré o siempre, siempre estaré aquí. Muchos tenemos sentimientos de ira justificada, todos los sentimientos locos que alguien sentiría si le hubieran hecho eso a el o a ella Tenemos ira que manifiesta lo herido que estamos. Es una forma de expresar nuestro dolor y también, cuando sentimos miedo.

Entonces, la mayoría de las veces los sentimientos de temor y tristeza se manifiestan en ira y muchos hemos sido heridos, estamos muy lastimados y tenemos miedo Tenemos todo el derecho de sentirnos enojados. No necesitamos tener un problema serio o vivir con alguien enfermo. La ira es uno de los efectos profundos que la vida tiene sobre nosotros y para que no nos lastime o lastimemos a otros, debemos aprender a verbalizarla a comunicarla, a hablarla, a hacerla diálogo, comunicación a comunicarla para que se debilite y pierda fuerza en nuestro interior. Cuando aprenderemos a que no hay ningún problema a que vos le digas a tus amigos o a tus familiares o quién sea en tu comunidad “discúlpenme pero esto me cayó mal. No crean que soy hipersensible, no lo estoy diciendo en esa actitud de víctima, trato de expresar mis sentimientos. No estoy enojado, lo estoy diciendo justamente para comunicarlo, me parece que objetivamente esto no estuvo bien, ahora yo sigo siendo el mismo con ustedes pero quiero expresarlo” Eso ayuda a eliminar ese fantasma que queda adentro, carcomiéndome el alma, la alegría, la esperanza, la paz. Es importante dialogar, comunicar los sentimientos. Leamos en la carta del apóstol Santiago 1-19-20 que dice “que cada uno sea diligente para escuchar y lerdo para hablar Lerdo para la ira porque la ira del ser humano no realiza la justicia de Dios” La ira del ser humano no esta realizando el plan ni el proyecto de Dios en nuestras vidas.

Debemos analizar los mitos que sobre la ira hablamos hace dos sábados. Tenés que analizar cualquiera de los mitos que hemos expuesto y demosno permiso de estar enojados a veces. Y demos permiso también a los demás de sentirse enojados y sintamos la emoción aunque sea ira. Es tan solo una energía emocional, no esta ni bien ni mal y no debemos justificarla o racionalizarla, simplemente sentirla Sintamos cualquier emoción que este debajo como sentirnos lastimados o sentir miedo. Reconozcamos los pensamientos que acompañan al sentimiento. ¿A ver? Cuales son. Digámoslo en voz alta al Señor en la oración sobre todo frente al sagrario. Examinemos el pensamiento que acompaña al sentimiento. Saquémoslo a la luz y observemos situaciones que se repiten en nosotros. Descubramos si tenemos pensamientos rancios que se conocen como pensamientos apestosos, digamos que indican el deseo de volver nuestras adicciones o pensamientos excesivamente pesimistas, negativos, oscuros, críticos siempre. Tomemos una decisión responsable acerca de que acción necesitamos tomar, si es que debemos tomar alguna. Por ejemplo, ¿Qué me dice la ira? ¿Qué me indica? ¿Es un problema que necesita atención? ¿Necesito cambiar algo? ¿Necesitamos algo de alguien más? Gran parte de la ira proviene de necesidades insatisfechas lo que también se llama frustraciones. Frustraciones que nos provocamos nosotros mismos. Averiguemos que necesitamos y pidámoslo No dejemos que la ira nos controle. Podemos detectarlo, podemos decidir y no dejar que la ira decida por nosotros. Despeguémonos Vayamos a otra habitación, al patio, a la vereda a dar una vuelta a la manzana. Apacigüémonos Después averiguemos que es lo que tenemos que hacer.

Luchemos por liberarnos de su control. No tenemos que reaccionar a la ira. Debemos aprender a actuar con ira. Discutamos, hablemos que no significa pelear, dialoguemos abierta y honestamente sobre nuestra ira cuando sea adecuado hacerlo. No estoy hablando de un temperamento enfermizo, susceptible que pasa una mosca y ya se ofendió, que todo le cae mal, estoy hablando de gente más o menos madura equilibrada en su afectividad, en su emotividad. La ira frecuentemente engendra más ira por eso averiguemos que sentimos, que pensamos, que necesitamos de las personas y luego vayamos con ella y expresémosle nuestra necesidad. Ira ¿Tenés ira? Bueno, investiga de donde viene y asumamos la responsabilidad por nuestra ira. Podemos comunicar nuestra ira siendo nosotros mismos. Somos responsables de nuestros sentimientos de ira aunque estos sean una reacción digamos, apropiada a la conducta adecuada de otra persona. Para hacerlo más simple, una ira justificada, “Y con lo que me hizo como no querés que reaccione” Tu enojo puede hacer muchas cosas pero vos tenés diferentes formas de reaccionar. Porque el otro se queda muy pancho con lo que hizo y vos seguís elucubrando y dándole vuelta a la ira dentro tuyo Hablemos con personas de nuestra confianza. Hablar y ser escuchado, ser aceptado, integrado, comprendido, contenido nos ayuda mucho. Un sacerdote, un director espiritual, un acompañante espiritual un guía, un grupo, donde uno pueda expresarse libremente y expresar lo que uno siente en su corazón. Eso es muy bueno. No se trata de andar buscando palenque donde rascarse como quien dice anda buscando siempre alguien que lo escuche, sino se trata de abrir el corazón de poder compartir lo que está en lo más hondo de mi que me lleva a este actitud de ira. Es decir, se trata entonces, de sacar ese fantasma que esta adentro y permitir que los miedos, temores, ansiedad, complejos, neurosis que él provoca, desaparezcan justamente. Quememos la energía de la ira también haciendo ejercicio físico Tres veces por semana caminar, hacer deporte, tener un hobby como la música o l pintura, o trabajar la madera, la cerámica o tejer. El deporte, como digo, es importantísimo. Y por supuesto, no nos golpeemos a nosotros mismos ni a los demás cundo nos sintamos enojados. Tampoco no nos dejemos golpear. Busquemos en todo caso ayuda profesional, si es necesario. Escribamos cartas que no tenemos intenciones de enviar. Escribamos lo que sentimos y manejemos los sentimientos de culpa. Hay que desahogarse de los sentimientos de culpa. Yo ya lo dije varias veces. La culpa en clave cristiana católica es el momento, el instante de la toma de conciencia de mi responsabilidad en algo pero para después abandonarme en la misericordia de Dios. Yo no puedo seguir dando vuelta en la culpa El complejo de culpa me carcome la alegría, la esperanza, la paz.

Entonces por eso, hay que desahogarse de los sentimientos de culpa, de los complejos de culpa. No ayuda a nada y recordemos que Dios no solo perdona sino que quiere ayudarnos y como repetimos siempre, muchas veces Dios ya nos ha perdonado en la absolución del sacramento de la penitencia, pero la persona no se perdona a si misma Seamos agradecidos a Dios por su misericordia. Alabémosle, la alabanza disminuye la ira. Alabar, bendecir, dar gracias reconocer el poder de Dios y su amor incondicional y gratuito en nuestra vida. Alabar, bendecir, dar gracias, alabar con los salmos, alabar con el canto, bendecir y no maldecir, bendecir, bien decir de si mismo, de los demás, de Dios, de la creación de Dios en el mundo. Seamos agradecidos. El agradecido pone en fuga a la ira. Seamos gentiles con nosotros mismos y si hemos estado reprimiendo cantidad de sentimientos de ira, seamos gentiles, amables, cordiales consigo mismo y demosno tiempo para sanar las heridas que la provocaron. Por lo tanto, ponete en terapia intensiva de oración diaria delante del sagrario, delante del Santísimo. Esto implica 30 minutos de oración, 30 minutos diarios frente al sagrario, en un tu a tu de corazón a corazón donde realmente yo pueda experimentar ese amor incondicional y gratuito de ese Dios que sale a mi encuentro Jesús Eucaristía, y me abraza, me rodea, me reconoce, me incorpora, me acepta, me asume, me sana, me libera y ciertamente, también poder dialogar lo que yo siento dentro mío, mis sentimientos de ira. No porque el Señor no lo sepa, El ya lo sabe de antemano sino porque a mí me hace bien hacerlo palabra, expresarlo en palabras incluso en voz alta también para escucharme. Me hace bien como desahogo psicológico pero la oración es más escuchar que hablar, es más dejarse mirar y mirar, es amar y dejarse amar. Recordemos el texto de la carta de Santiago 1-19-20 “Que cada uno sea diligente para escuchar y tardo para hablar lerdo para la ira porque la ira del ser humano no realiza la justicia de Dios”.

Un tema que vamos a tocar el próximo sábado es el tema del temor, porque la ira, el enojo van engendrando inseguridad, inestabilidad y ahí nomás comienzan los temores, los miedos, las angustias, las ansiedades. Entonces el temor es una aprehensión hacia todo lo que se considere peligroso. El temor en el ser humano es algo natural. Existe el temor como una manifestación normal de la naturaleza humana. Este temor es saludable y nos protege de muchos peligros. Es la actitud de rechazar, huir o evitar todo aquello que consideremos dañino, arriesgado o peligroso para nuestra vida y muchas veces obedecer más a reacciones instintivas que a la lógica. Ahora, existen distintas clases de temor. Existe el temor bíblico, el temor de Dios que es el temor reverencial, no es tenerle miedo a Dios, es sentirse muy pequeño ante la grandiosidad de Dios. Este temor bíblico, el temor de Dios es recomendado como un fundamento de la sabiduría en nuestra relación con Dios. Es dado por el creador para protegernos de los peligros y nos ayuda a perfeccionarnos en el conocimiento. Por eso, entonces, esta este temor, el temor de Dios, existe un temor que es negativo e infundado, un temor alienante muchas veces un temor a la nada, causado por pensamientos negativos, traumas infantiles, efectos de experiencias traumáticas, trastornos mentales o psíquicos. También hay ataduras, enfermedades, depresiones e inseguridad que provocan temor. Hay un temor provocado por el mal espíritu. Ciertamente hay que saber discernir el temor. Todo esto lo vamos a ver el próximo sábado. También vamos a ver las manifestaciones destructivas del temor, la angustia. Como el temor es causa de enfermedades. Como el temor envejece y como el temor entristece al Espíritu Santo. Y también las causas del sentimiento de temor. El pecado engendra temor, la desobediencia engendra temor, la actitud de desdicha y el no ser agradecido provoca temor, la falta de confianza en la fidelidad del Señor. También hay temor por uno mismo, hay temor que son de rasgos temperamentales Hay temor que son fruto de esquemas negativos, el egoísmo, el individualismo, la indiferencia el que me importa, el menefreguismo. Ciertamente provoca temor la falta de fe y la ira. La ira también es causa de temor. Por eso en la oración vayámonos preparando para el próximo sábado.

Señor, vos viniste a sanar los corazones heridos y atribulados por eso en este momento unidos al Corazón Inmaculado de María en quien queremos descansar, te ruego que sanes os traumas que provocan turbaciones en nuestro corazón y te ruego muy especialmente, que sanes aquellos traumas que son causa de pecado en nuestra vidas. De el no amor, de la cerrazón del repliegue sobre uno mismo. Te pido que entres en nuestra vida y que nos sanes de los traumas psíquicos que nos han afectado, quizás desde el mismo embarazo de nuestra madre, desde la más tierna edad y de aquellas heridas que nos han provocado a todo lo largo de nuestra vida y que nos han provocado ira, rebeldía, enojo. Jesús, vos conoces bien nuestros problemas por donde estamos pasando, conoces muy bien lo que nos pasa. Por eso, eso que nos pesa, eso que nos atribula lo ponemos ahora en tu corazón de Buen Pastor Te ruego y te rogamos en virtud de aquella gran llaga abierta en tu corazón, que sanes las pequeñas heridas que hay en el mío. Sana las heridas de mis recuerdos a fin de que nada de cuanto me ha acontecido me haga permanecer en el dolor, en la angustia , en el resentimiento, en el rencor, en la ira, en la preocupación, en la ansiedad, en el temor. Cura Señor, todas esas heridas que en nuestras vidas han sido causa de raíces de pecado y de una manera muy especial, en tu Nombre que esta por encima de todo nombre, y por tu sangre derramada en la cruz y por la poderosa intersección del Corazón Inmaculado de María, quiero perdonar a todas las personas que nos han ofendido que nos han herido. Si Señor, concédenos la curación del dolor que nos oprime, por la muerte de personas queridas que nos han dejado en soledad. Hace que podamos recuperar la paz y la alegría por la certeza firme, que no es evasión, escapismo sino certeza de que vos sos la resurrección y la vida. Haceme testigo autentico de tu resurrección de tu victoria sobre todas mis limitaciones, mi pecado, mi miseria, mis debilidades y la muerte. Que tu presencia de viviente entre nosotros en mi hogar en medio de mi familia con los enfermos con los que no tienen trabajo con los que están atrapados por la cadena de la infidelidad el alcoholismo, la depresión, el pesimismo, el consumismo, la frivolidad. Señor, te pido con la ayuda de los Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel que seamos liberados de todo mal espíritu que nos esclaviza de la angustia, la tristeza y las obsesiones, del odio, la fornicación y la envidia, de los pensamientos, celos, rabia, de todo pensamiento de suicidio y de aborto, de toda tentación hacia el ejercicio de la sexualidad en forma egoísta, negativa. De la división de la familia, de toda amistad mala, libéranos Señor. Señor que dijiste la paz les dejo, la paz les doy por intercesión de la Virgen María  concédenos ser liberados de todo mal espíritu y gozar siempre de tu paz y de tu alegría. Te lo pido muy especialmente por todos los oyentes que a través del Corazón Inmaculado de María los bendiga el Buen Dios Todopoderoso los sane, salve y libere.

 
Padre Rubén Francisco Bellante