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Jesús, el Buen Pastor
martes, 11 de diciembre de 2007
“¿Qué les parece,?, si un hombre tiene cien ovejas, y una de ellas se pierde, ¿no deja las noventa y nueve restantes en la montaña, para ir a buscar la que se extravió?, y si llega a encontrarla, les aseguro que se alegrará más ella que por las noventa y nueve que no se extraviaron. De la misma manera, el Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños”.
Mateo 18, 12 – 14
Tal vez hoy es mas difícil ver rebaños y pastores, pero ello no quita nada de la cuestión de fondo que hoy aborda Jesús en el Evangelio, aunque el ejemplo de Jesús va dirigido especialmente a la gente de ese momento, aquellos para quines pastores y rebaños era pan de cada día, sin embargo sigue siendo para nosotros actual, aunque no es fácil hacernos la idea de lo que sería para un pastor perder a una de sus ovejas, podríamos hacer un esfuerzo y teniendo en cuenta sobre todo que hablamos del Buen Pastor, del responsable, y buen pastor es aquel que defiende a las suyas de los peligros, que las cuida, que se sacrifica por ellas, todos podemos ponernos en la piel de quien sale al encuentro de un necesitado, de quien no se queda indiferente ante la desgracia ajena.
Esta parábola tiene una doble finalidad, por un lado se quiere probar la misericordia de Dios para con los pecadores, por eso esta ubicada después de la curación del paralítico a quien no solo le devuelve la salud sino que sobre todo se le perdonan los pecados, y por otro lado la finalidad que tiene San Mateo de mostrar que el amor que Dios tiene por los hombres va dirigido particularmente a los pequeños.
La afirmación que se hace aquí no es que el pastor ame a la oveja descarriada mas que a las noventa y nueve que permanecieron junto a él sino que en el momento de recuperarla experimenta un gozo particular, una alegría que no siente por las otras, el gozo que produce tener a las noventa y nueve siempre consigo es habitual mientras que el gozo que produce recuperar la oveja perdida es desde el momento que la encuentra, desde que esta con ella, es mucho mayor porque cuanto mas grande fue la tristeza mas grande será la alegría, es que aquella oveja de las noventa y nueve siempre ha gozado de su amor y siempre ha estado con él, tampoco esa oveja tiene que sentirse menos, ha gozado siempre de su cuidado “Una voz grita, yo respondo que debo gritar, todo es como la hierva y su grandeza es como la flor del campo. Se seca la hierva y la flor se marchita, pero la Palabra de nuestro Dios permanece para siempre” que imagen tan clara, la vida del hombre es como la hierva, como el pasto, como la flor.
Durante el adviento no debemos olvidar dos dimensiones que son básicas, necesarias, lo que la esperanza que tantas veces olvidamos como virtud que hay que trabajar, lo que significa para el ser humano, que cada una de nuestras vidas tiene que anunciar al mundo en el que vivimos, no es otra cosa que la esperanza, esta esperanza que se basa en un Dios cuya Palabra permanece para siempre, la esperanza no se basa en el hombre sino en Dios que es fiel, que lleno de poder acompaña, Dios que regala el premio de su victoria. Este es el Dios en el que creemos, en el cual esperamos, un Dios que no defrauda, un Dios que apoya, que sostiene, un Dios que acoge y recibe al hombre necesitado y hoy mas que nunca a la luz de la Palabra de Dios un Dios en quien se puede esperar mucho porque siempre te sale a buscar, no podemos poner nuestra esperanza ni cimentar nuestra vida en nadie mas porque todo es como la flor y como la hierva, la flor se marchita y la hierva se seca, si nos afianzamos en el Señor jamás nos vamos a marchitar ni secar, nunca seremos una oveja perdida, jamás nuestra vida estará alejada de aquel que es nuestro gozo, alegría, certeza, porque estaremos apoyados en Dios, cuya palabra permanece para siempre, que hermosa imagen es la del pastor que lleva en sus brazos a los corderos recién nacidos que todavía no pueden caminar, que bella figura es la del pastor que atiende a las ovejas que acaban de dar a luz a los corderitos y que por estar mas débiles no pueden ir al ritmo del resto del rebaño en esta peregrinación hacia los pastos verdes, pero quién es el pastor, quién te carga, quién te espera, podes decir con serenidad, con paz que quien te carga, quien te espera es solo Dios, cuántas veces eres cargado por otros brazos que pueden llevarte por un tiempito pero te dejan caer, la opinión de los demás, el qué dirán, las circunstancias, los brazos de los bienes materiales pero ninguno de ellos permanece para siempre, quién es tu pastor, quién te carga.
Tenemos que tener en cuenta que es necesario afianzar nuestra esperanza en aquel que nunca nos defrauda, que nunca nos falla y que por mucho que nosotros esperemos en un hombre o en una mujer con muchas cualidades que puede estar muy cerca de nuestra vida, que nos apoya en todo momento ese hombre o esa mujer son tan débiles como nosotros, por lo tanto no siempre nos van a poder sostener, ayudar o estar a nuestro lado. Quién es tu pastor, quién te carga cada día, quién te espera?
Puedes decir con serenidad y con paz que quien te carga y te espera es un solo Dios. En el Evangelio de San Mateo Cristo nos habla de un pastor que no solo nos sostiene y nos carga, sino que nos habla de un pastor que busca a la oveja que se perdió, cuánto tiempo tiene que pasar para que ese pastor encuentre a la oveja, tenés que ir poniendo tu propio nombre cuando escuchamos oveja, porque esa oveja que el pastor salió a buscar sos vos.
Cuánto tiempo tiene que pasar para que la oveja se de cuenta de que esta siendo buscada, cuánto tiempo tiene que pasar para que la oveja acepte a ese pastor que la esta buscando, qué pasaría si la oveja ve venir al pastor y se mete por vericuetos mas complicados y huye mas lejos se esconde y no permite que el pastor llegue a ella, cuánto tiempo hace que no experimentas esto, Jesús buen pastor que te busca, que te rastrea, que no te quiere perder, no importa cuánto tiempo tengas que esperar ni dónde se haya metido la oveja, el pastor sigue buscando, en el rebaño o fuera de él, siempre busca. No solamente en el lugar que estemos sino cómo estemos, cansados, con temor, siempre tengamos la certeza, la esperanza de que el pastor jamás va a dejar de buscarnos, de que él siempre estará dispuesto a cargarnos sobre sus hombros.
¿Cuántas veces habrás experimentado esto? El amor del pastor, el amor de Jesús, el amor del Padre que te busca, el pastor siempre busca, a veces busca él mismo en tu corazón, a veces te busca a través de otros hermanos, a veces te busca a través de lo que te pasa en la vida, de las circunstancias, de tu propia historia, porque lo ultimo que quiere Jesús aunque por momentos parezca difícil de entender es que pierdas la esperanza de que estas siendo buscado por él, esa certeza es lo que aviva el alma de todo hombre y de toda mujer, aun en la peor de las desesperaciones, en la peor de las angustias, aun en lo peor de la propia soledad cuando nos ponemos frente a frente con nuestra propia miseria, el pastor siempre busca, cuando la esperanza se apoya en el Señor, cuando Dios sabe que tu alma está esperando en él, él es el primero que se alegra.
Cuánto vale una oveja entre noventa y nueve, muy poco, casi nada, sin embargo ese muy poco se multiplica por el amor infinito de Jesucristo, por el amor infinito de un Señor y de un redentor que te busca cuando te inspira ese deseo de estar con él en el corazón, cuando te busca en lo que te pasa en la vida a través de los hombres, del camino de todos los días, de la santificación de la vida cristiana, de donde lo encontraste ayer y de donde lo estas encontrando hoy desde lo que estás haciendo.
Adviento es el tiempo de la esperanza en el que caminamos al encuentro del pastor que ha venido a Belén para poder amarnos con un corazón como el nuestro, para poder mirarnos con unos ojos como los nuestros, para poder entregarse en la cruz con un cuerpo como el nuestro, hay que saber esperar con la seguridad de que siempre estamos siendo buscados por un pastor y un pastor que se va a alegrar cundo nos encuentre, que este adviento que estamos caminando podamos escuchar lo que dice San Pablo, “La noche está pasando, el día está encima, despierten” es que el perdón de la redundancia viene viniendo y hay que estar atentos para que no nos lleve por delante y nos llegue una navidad sin un corazón bien dispuesto, que el adviento sea un motivo de esperanza porque tenemos la certeza de que ese dolor, ese miedo, esa tristeza, esa desesperación, esa debilidad que te quita tantas veces la paz, todo eso esta siendo buscado por un pastor y que no te busca solo a vos sino que a través nuestro quiere ser luz y esperanza para poder encontrar a otros.
Que bueno encontrarse con esta imagen del pastor bueno que salió a busca la oveja perdida, que la buscó hasta que la encontró y que tiene que haber caminado bastante, es poder hacer memoria agradecida, con gozo, quién te buscó a ti alguna vez, quién te encontró cuando estabas perdido, quién te trajo, seguro que el buen pastor, por mas que haya tenido tantas veces el rostro de algún hermano y que seguro que en este momento lo recordás con mucho cariño porque es el que te salió a buscar, convertir el corazón en fuente de esperanza para tantos hombres y mujeres que no la tienen, dejar transformar la vida en un camino del pastor que busca sin cesar a todo hombre y que busca también a toda mujer, no importa la razón por la cual estas fuera del rebaño, lo importante es que Jesús buen pastor te está buscando, te está rastreando, esta siguiendo tus huellas.
Hace memoria de cómo llegaste, como buscaste y como te encontró el buen pastor, te acordas de aquel primer momento que se puede comparar con lo que podes seguir experimentado cuando ves un niño perdido en medio de la multitud y de lejos ve que viene el papá o la mamá, ¿viste la cara de ese niño? ¿No habrás tenido vos la misma cara de alegría, de sorpresa y de gozo cuando Jesús te encontró en el camino medio perdido?
Cuando un pequeño se pierde y no sabes dónde está todo se moviliza en la familia, todo suscita en nosotros una ternura especial, también Dios tiene sus pequeños, cuando se le pierden su corazón se enciende.
El pastor al que Jesús se refiere es el Padre del cielo, no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños y allí estas vos, se perdió el hijo pequeño del Padre, ¿Te acordás del hijo pródigo y la alegría del Padre al recuperarlo se manifestó en una gran fiesta? Esto suscito la envidia del hermano que nunca había abandonado la casa, la cuestión está aquí en la imagen de Dios que va mostrando estas palabras “Dios siente debilidad por los pequeños”, por los últimos y no quiere que ni siquiera uno se pierda, nunca debemos pensar que el Señor se fue, aunque por momentos parece así, al contrario en un lugar de mayor lejanía mas rápido vendrá el pastor a buscarte, cuanto mas lejos creas que estas mas cerca va a estar Jesús para levantarte en sus brazos y llevarte, estamos en buenas manos, jamás Jesús va a permitir que te pierdas, el amor hacia los mas pequeños es la característica de nuestro Dios, Jesús no se queda en lo espectacular, en las demostraciones de poder, se conmueve ante lo pequeño, la actitud del corazón de Dios nos compromete a hacer a nosotros lo mismo, imitar, Pedro creyendo ser magnánimo propone a Jesús si realmente había que perdonar hasta siete veces siete a aquel que te ofende y la respuesta de Jesús no deja de ser un tanto desconcertante, lo es para nosotros hoy, cuánto lo habrá sido para Pedro que estaba comenzando a entender la dinámica de Jesús, “Pedro, hasta setenta veces siete tienes que perdonar” quién sería capaz de llevar la cuenta en semejante número, simplemente no existe el límite del perdón, cuánto nos cuesta a veces, porque preferimos quedarnos en nuestras razones, en nuestros derechos, en nuestra vida que es imposible ser ofendida y acabamos en nombre de la justicia demorando la misericordia, la actitud del corazón de Dios es otra, tenemos nosotros que imitarla, no dejar que la misericordia nos haga olvidar aquello que es fundamental, Dios te amó primero, vos tenés que amar, vos tenés que devolver tanto amor que Dios te dio, aprender a perdonar es también preparar el camino como nos decía el Bautista, perdonar cualquier ofensa, amar de veras, llevar sobre los propios hombros a quien vacila, a quien duda, a quien no se siente con fuerzas para andar, es el modo concreto de lograr que las colinas se eleven y las colinas se abajen, que los caminos tortuosos se hagan rectos y los escabrosos llanos, podríamos hoy también nosotros secundando esta invitación de Jesús ponernos de acuerdo para pedir algo con la certeza de que nos va a ser concedido, una oración sencilla y breve, esta oración que a veces repetimos con poquitas palabras durante el día “Concédenos Señor querernos mutuamente como tu nos quieres y vernos como tu nos ves para que podamos preparar delante de Ti sendas de justicia, de perdón y de paz.
Concédenos Señor querernos como tu nos quieres, no alejarnos de la vista de Dios si miramos a nuestro alrededor nos vamos a encontrar con muchos de estos pequeños que se han extraviado, hombres y mujeres que por diversas razones se encuentran lejos del Evangelio, jóvenes y adultos que se han dejado engañar por el brillo del mundo, que se encuentran perdidos en un placer sin amor, sin compromiso, sin responsabilidad en una guerra y en una carrera de consumir todo lo que sale, o por otro lado en la mas miserable pobreza, en la pobreza de los vicios, en la droga que nos aleja de Aquel que nos está mirando y nos ama, aquellos que están así lejos de la vista de Dios son aquellas personas que les ha faltado un pastor que evitara que por las presiones del mundo, por la economía, por la presión social, por la cultura que le toca vivir se vayan perdiendo, vos y yo podemos y debemos hacer algo, cada uno según sus posibilidades y según el llamado que ha recibido de Dios y si lo sentimos en el corazón lo podemos hacer realidad pero mientras tanto todos debemos orar, interesarnos por aquellos que se han escapado de la vista de Dios, hagamos lo que está en nuestras manos Dios completa la acción, Jesús nos recuerda que nuestro Padre del cielo es el buen pastor que no deja perdida a ninguna de sus ovejas, el amor de Dios es el pastor bueno, no nosotros, nosotros somos instrumentos, en nuestro afán tantas veces por traer al redil ovejas perdidas se nos olvida que solo somos instrumentos de esta búsqueda pero que el verdadero pastor es Dios, por tanto muchas veces nuestra ayuda se vuelve sofocante, a veces nos pasa en casa con los que están mas cercanos y que porque nos preocupa que están lejos de Dios, porque nos parece que ellos mismos se están escondiendo para que Dios no los encuentre es cuando no tenemos claro que somos instrumento, que el que sale a buscar es Dios mismo, cuando no tenemos claro que el que ya nos salió a buscar es Jesús, y nos salió a buscar con su cruz, con su pasión y su resurrección y es él el que toca el corazón del hombre, podemos empezar a sofocar a la oveja, la podemos atormentar, no nos damos cuenta que nuestra actitud es solo ayudar al buen pastor muy a pesar de nuestro esfuerzo, a pesar de lo que puedas hacer es su oveja y Él será quien la mime, quien la cuide, quien la lleve de nuevo al redil, no depende solamente de nuestro esfuerzo sino de su gracia y él no dejara que ninguno de nosotros sus pequeños quedemos perdidos, es su promesa, no sé cuál es la sensación del corazón, qué es lo que sentís.
Sentite oveja de los hombros de Jesús, sentite importante para que el mismo Dios salga a tu encuentro.
“Señor Jesús en esta mañana queremos pedirte por cada una de las ovejas que en este momento están perdidas. También te pedimos con un corazón lleno de fuerza por la conversión de los lobos feroces que andan devorando algunas ovejas y por nosotros que somos ovejas pero que también tenemos nuestra misión, la de ayudar a construir el reino de los cielos.
Hoy te propongo que vos señales con tu dedo a través de la oración aquellas ovejas que sabes que están lejos, aquellas que no se animan a dar el primer paso o no lo quieren dar pero sabemos que en lo profundo del corazón están esperando al Señor. Señor te pedimos por cada una de ellas por las que en este momento están lejos y no se quieren poner a la vista de Dios aun tantas veces cuando al recordar a aquellos que están cercanos y que pueden estar en este camino que no lo tenemos que juzgar, lo tenemos que amar, hoy hacemos confianza, hoy hacemos un acto de esperanza en el buen pastor que no deja que nada se pierda, que tiene su tiempo, en el buen pastor que espera porque respeta nuestra libertad, en el que hace fiesta cuando la encuentra.
Cuando hablamos de este Dios que sale al encuentro de aquel que se extravió, de aquel que está lejos y lo va a buscar, y lo persigue y lo rastrea y busca circunstancias, acontecimientos de la vida para decir aquí estoy, te quiero cargar en mis brazos, te quiero llenar del amor del Padre misericordioso, cuando pensamos en esta actitud del buen pastor tenemos que tener cuidado porque a veces creemos que tenemos que ser grandes pecadores para experimentar esto, no hay duda de que a quien mucho se le ha perdonado, mucho va a amar, pero nosotros debemos reconocer que en ese camino si tuvimos la gracia de estar siempre acompañados por Jesús y habernos hecho alguna que otra corrida lo hemos tenido siempre cerca y que bueno darle gracias para no caer en la actitud del hijo mayor en la parábola del hijo pródigo, se había enojado no se había dado cuenta que en su vida todo había estado dispuesto para él, no se había dado cuenta de la actitud de su hermano menor que lo había echado a perder todo.
El Señor nos llama constantemente y nos busca “Vengan a mí ovejas de mi rebaño y los haré descansar” el Señor nos ha dado a nosotros pecadores su Espíritu sin pedirnos ninguna paga, pero así como nos lo ha regalado todo, hasta su propia vida, también nos ha dicho igual que a Pedro “¿Me amas?” El Señor no espera otra cosa de nosotros mas que el amor y se alegra cuando vamos a él, esta es la misericordia del Señor con la humanidad, tan pronto como el hombre deja de pecar y se humilla ante Dios, el Señor le perdona todo, te da la gracia del Espíritu Santo y la fuerza de vencer el pecado.
Que admirable, el hombre desprecia a su hermano cuando lo ve pobre, sucio, abandonado, el Señor nos perdona todo, como una madre amorosa perdona a su hijo, el amor del Padre no rechaza a nadie por mas pecador que sea, a todos quiere abrazar, a todos quiere dar el mismo espíritu, el Espíritu Santo que no es mas que este amor del Padre y del Hijo. Señor concédenos poder llorar por nosotros mismos y por el mundo entero para que los pueblos te conozcan y vivan en tu presencia, haznos dignos del don del Espíritu Santo para comprender tu gloria, mi alma desea ardientemente que la misericordia del Señor este con todos los hombres para que el mundo entero, toda la humanidad sepa con qué ternura el Señor los ama, como a Hijos bien amados, el Señor ama al pecador que se arrepiente, lo estrecha entre sus brazos y lo acoge en su corazón. Dónde estabas hijo mío, te espero desde hace mucho tiempo, así llama el Señor a todos los hombres a través del Evangelio, su voz resuena en todo el mundo, “Vengan a mí ovejas de mi rebaño, entérence, gocen de cuánto los amo”.
La lectura del Evangelio de Mateo nos hace reflexionar en alguien que después de mucho tiempo vuelve a vivir según Dios, según su amor, sin embargo nos podría suceder que al reflexionar sobre la oveja perdida perdiéramos la verdadera esencia de este regreso, a todos nos puede llamar la atención cuando una persona que vivió durante tanto tiempo alejada de Dios, de pronto se acerca, de distintas maneras llega ese regresar, un buen consejo, un buen testimonio, a veces el dolor, la enfermedad, la pena y podríamos perder de vista que el mérito de que alguien vuelva no es tu buen consejo sino que el mérito es siempre de Aquel quien hace regresar, de Aquel que te hizo regresar a vos también y quien hace regresar es Dios, el cambio del corazón no se produce solo por nuestra voluntad, es Él que con el amor lo va provocando, el primer actor de todo esto es siempre Dios que viene a renovar al mundo. La auténtica renovación del mundo no es que cambien las situaciones sino que Dios este mas presente.
Permitámosle a Dios entrar en la ciudad de nuestra vida para encontrarnos con nosotros, hagamos esto a través de la oración, los sacramentos, el testimonio, la Eucaristía, pidámosle a Jesucristo que nos conceda la gracia de renovarnos de la única manera que el tiempo no agota ni termina, con la presencia de Dios, el único que puede cargarnos en sus hombros y hacernos regresar con Él.
Padre Gabriel Camusso
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