Jesús, el Emmanuel

miércoles, 21 de diciembre de 2022
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21/12/2022 – La hermana Mariana Zossi, quien preside la Asociación Bíblica Argentina, nos invitó a conocer más sobre el nombre de Jesús desde el evangelio de Mateo. “En su relato nos cuenta que el niño en el vientre de María se convertirá, a través del nombre que le impondrá José, en el hijo de David y en el salvador de su pueblo. Sin embargo, hay una identidad aún mayor que José debe aceptar, pero a la que no puede aportar: el niño será el Emmanuel, “Dios con nosotros”, porque María lo ha concebido mediante el Espíritu Santo. En este proceso que venimos haciendo, hemos dejado en el medio al relato del sueño de José. Justamente en el cuarto domingo de Adviento se considera el domingo de la Anunciación. El año pasado, en este domingo habíamos leído la anunciación del Ángel a María, este año leemos la revelación divina del origen de Jesús a José. Veamos cómo las lecturas que nos propone el cuarto domingo de adviento del ciclo A nos ayudan a comprender la “Anunciación a José” del hijo de Dios”, aseveró la religiosa dominica. “El evangelista Mateo, en estos versículos, se vuelve al profeta Isaías: “La virgen está embarazada, y da a luz un varón a quien le pone el nombre Emmanuel”. De manera que hay un segundo nombre para el niño aparte del de Jesús hijo de David, salvador de su pueblo; él es Emmanuel, “Dios con nosotros”. Para comprender el término “Emmanuel” es importante entender el marco histórico de la época a que hace referencia la primera lectura. Estamos en el siglo octavo. Asiria es un gran imperio, sumamente cruel. Dos pequeños reinos, donde todavía no entró Asiria, deciden reunirse para defenderse y hacer frente a Asiria: son Siria, con capital en Damasco, e Israel, cuya capital es Samaría. Estos les piden a los países pequeños del sur que se alíen con ellos. Entre ellos está Judá. El gobierno de Jerusalén dice que no a la alianza anti-asiria. Pero una parte de la población la apoyan. Por eso Siria e Israel declaran la guerra a Judá, para cambiar al gobierno y poner en su lugar al partido “pro-alianza”. Entonces el gobierno de Judá se dirige a Asiria, para denunciar a Siria e Israel y pedir protección contra ellos. Hay una posición sin salida aparente: Si Judá se alía a Asiria, la destruyen sus vecinos. Si se alía con sus vecinos, Asiria la destruirá. Isaías ve la realidad desde Dios. El Señor toma la iniciativa de una promesa que, más allá de los avatares históricos, garantiza la continua presencia de “Dios con nosotros”. Presencia y claridad de la promesa, leído todo el contexto literario, no significan una intervención salvífica que signifique una fácil felicidad, pues el pueblo tendrá que atravesar momentos de prueba y sufrimiento, pero la salvación definitiva está garantizada por la promesa del nacimiento de un niño”, dijo la hermana Zossi.

“El evangelista Mateo distingue el “origen remoto” y el “origen próximo” de Jesús. El origen remoto hace el recorrido ascendente al interior del hilo histórico del árbol genealógico de Jesús, hasta llegar al “padre” del pueblo hebreo: Abraham (ver Mt 1,1-16). A Jesús se le comprende bajo la luz de la historia salvífica del pueblo del que hace parte, al cual redime en primer lugar. El origen próximo, ya en medio de los acontecimientos previos al nacimiento de Jesús, nos dice explícitamente que María “se encontró encinta por obra del Espíritu Santo” (1,18c). Por tanto, el origen de Jesús no está relacionado solamente con los eventos históricos sino con la obra creadora de Dios en el vientre de María. El “origen próximo” de Jesús, que hoy nos ocupa, viene a dar un dato que había quedado faltando en la genealogía de Jesús. En 1,16, Mateo había escrito: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”. Pero, como puede verse, en esta última generación el padre terreno no toma parte. Se dice que José es el esposo de María, pero no se agrega que sea el padre de Jesús, éste por lo pronto queda solamente como hijo de María. Luego, al decir que la gravidez de María ocurre “por obra del Espíritu Santo”, la laguna de información se completa; es claro que José no toma parte. Pero queda por explicar aún el papel de José en la generación de Jesús, el cual vendrá por revelación del Ángel”, sostuvo Mariana.

En los tiempos en los cuales se ubica esta historia las costumbres judías en materia matrimonial respetaban las siguientes pautas: Primero. La declaración pública de las intenciones matrimoniales, el noviazgo propiamente dicho era en realidad el comienzo de la celebración del matrimonio. Se creaba vínculo jurídico entre las partes. Segundo. Cuando esto sucedía generalmente la edad de la joven oscilaba entre los 13 y 14 años, y la del hombre entre los 18 y 24. Tercero. La mujer continuaba viviendo en casa de sus padres, debiéndoles obediencia, en cuanto se preparaba la futura casa para la vida de la nueva pareja. Cuarto. Transcurridos un año o año y medio más la esposa daba el paso a la casa del esposo en una celebración matrimonial solemne y extensa, comenzando con una procesión de los contrayentes en la que participaban doncellas de la novia y amigos de novio. Quinto. Si la esposa en este período se comportaba, en material sexual, de forma indigna de su condición, era considerada adúltera. Se hacía entonces un proceso jurídico similar al divorcio: el procedimiento llamado repudio. Pero el afligido José sólo conoce un aspecto del acontecimiento. Falta escuchar el otro punto de vista: el de Dios. Sucede como en todo serio discernimiento que se haga para las decisiones importantes de la vida: siempre hay que escuchar el punto de vista de Dios. Por medio del Ángel, Dios ilumina el acontecimiento y le da instrucciones precisas a José”, cerró la consagrada.