15/01/19.- Jesús es reconocido con el título de Maestro Bueno. Tiene autoridad y contagia bondad. Llamado a revelarnos el amor de un Dios Misericordioso, su enseñanza está atravesada por el amor. Tanto es así, que sin anular los mandamientos los plenifica a la luz del mandamiento nuevo. Maestro Bueno que nos ayuda a descubrir que la bondad y la verdad no deben ser entendidas separadamente. Maestro Bueno que enseña no tanto con lo que dice sino con lo que hace. Maestro Bueno que contempla su mirada al publicano Mateo sentado en la mesa de impuestos, el cruce de miradas en el Calvario con el Buen Ladrón, la mirada hacia María Magdalena que le permitió experimentar la fuerza transformadora del amor.
Jesús entró a Cafarnaún, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios.» Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre.» El espíritu impuro lo sacudió violentamente y, dando un gran alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!» Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
Mc. 1, 21-28
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