Jesús entra en nuestra vida para darnos consuelo y esperanza

viernes, 19 de noviembre de 2010
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Evangelio según San Lucas 19,41-44.
Cuando estuvo cerca y vio la ciudad, se puso a llorar por ella,
diciendo: "¡Si tú también hubieras comprendido en este día el mensaje de paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
Vendrán días desastrosos para ti, en que tus enemigos te cercarán con empalizadas, te sitiarán y te atacarán por todas partes.
Te arrasarán junto con tus hijos, que están dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no has sabido reconocer el tiempo en que fuiste visitada por Dios".

En el primer punto de la catequesis vamos a reflexionar sobre la ciudad de la paz
La Palabra de Dios para el día de hoy se encuentra en el contexto de la entrada de Jesús a Jerusalén. Jesús entra a ésta ciudad central del pueblo de Israel, es su última subida, su última entrada y trae todo un anuncio de paz, de renovación, de vida nueva, a partir de pocas palabras que hoy escuchamos en estos versículos del capítulo 19 de Lucas donde El hace presente la centralidad que  tuvo y tiene para el pueblo de Israel la ciudad de Jerusalén. Jerusalén tenía por nombre la princesa de la paz siendo una ciudad que históricamente, lo sufrimos hoy también, si hay un lugar donde no habido paz es justamente es en Jerusalén. Ella tenía ese nombre por destino, princesa de la paz. Sin embargo el anuncio que hace ésta lamentación, éste dolor de Jesús por Jerusalén se da en el contexto de su entrada. El sube a un asno que no había sido montado y lo hace como señal de su ingreso triunfal como rey pero lo hace de éste modo, arriba de éste burro, de éste asno, estaba diciendo que entraba para traer de alguna manera esa paz mesiánica tan deseada históricamente por el pueblo de Israel. La paz siempre había sido esperada por el pueblo de Israel, late seguimos esperando, la seguimos celebrando a partir de Jesús y El la trae mostrándola de éste modo. El entra como rey arriba del asno. Habitualmente quien entraba a una ciudad como rey entraba con toda la milicia. Jerusalén princesa de la paz tan asediada recibe la presencia de Jesús para poder abrirse a la paz mesiánica tan esperada. El pueblo de Israel tenía históricamente ésta misión de escuchar a Israel, shemá Israel, una propuesta amorosa del Deuteronomio para poder escuchar a Dios y de ésta manera saber por donde caminar, poder ver pero muchas veces en la historia del pueblo de Dios no se da ésta posibilidad sino que cerramos los oídos a Dios y se nos enceguece la vista, de hecho, esa es la lamentación principal que hace Jesús, pero ahora está oculto a tus ojos. No todo el pueblo puede reconocer la entrada triunfal de Jesús sobre Jerusalén porque está centrada en si misma, agobiada, cerrada. La ciudad de Jerusalén había sido sitiada y devastada unos seis siglos antes de éste momento de entrada y lo fue después también. Hubo nuevas destrucciones de Jerusalén, del templo, pero Jesús aquí no solo se está lamentando por algo que va a pasar de hecho ya había pasado, la destrucción de Jerusalén sino que hat todo un signo para la historia humana, para atrás y para adelante de Jesús. Una ciudad llamada princesa de la paz en éste contexto se vuelve asediada, devastada y El entra como un príncipe, un rey de paz, trae la paz mesiánica y lo hace de un modo totalmente distinto a los reyes del momento subido sobre el asno. Estos son los signos de una nueva oportunidad. Jesús llega, Dios siempre está. Dios se acerca a visitar a su pueblo, a darle una nueva oportunidad, Dios quiere traer la esperanza donde no la hay. No es una amenaza la de Jesús. Escuchamos palabras fuertes: llegará un día que tus enemigos te rodearán con trincheras, te sitiarán, te cercarán por todas partes. Podemos imaginarnos como es estar dentro de la ciudad con esa conciencia de ser todo un pueblo de Dios reunido en torno al templo y de pronto recibir éstas expresiones te cercarán, sitiarán, te acecharán, te derribarán por tierra, no dejarán piedra sobre piedra. Israel ya tenía experiencia de esto, sabía lo que era ser sitiado, de hecho en ese momento ya era una pequeña parte del Imperio Romano pero Jesús no trae solo el recuerdo de éstas experiencias sino que también trae la esperanza y el sentido para éstas experiencias. La visita de Jesús será la nueva oportunidad que siempre tiene el pueblo de Dios para volver a escuchar a Dios.
¿ cual fue la visita de Dios a tu vida? Así como Jesús entró a Jerusalén, la visita para restaurarla, consolarla, también para pagar el precio de la no escucha del pueblo, también así llega Jesús a tu vida en distintos momentos, ha llegado, está llegando.
El segundo punto: lo que hace que se nos cierren los ojos.
Que nos pasa a nosotros como al pueblo de Israel que siempre recibió ésta propuesta de Escucha Israel. También esto a nosotros nos llega de distintas maneras en la vida a través de la fe, la Palabra de Dios o simplemente la vida que es creación de Dios, somos creación de Dios y eso significa que tenemos la posibilidad de abrirnos a la Revelación pero muchas veces esa Revelación de Dios no encuentra donde instalarse, donde ser recibida, porque se nos cierran los ojos, de hecho Jesús lo dice fuertemente en ésta Palabra si también hoy reconocieras tu lo que conduce a la paz expresando ésta imposibilidad que algunos tenían de darse cuenta que significaba ese ingreso, que significaba su persona, ingresando a Jerusalén pero ahora,dice Jesús, está oculto a tus ojos no porque Dios no quiere que veas, no porque algo lo impida en cuanto a la voluntad de Dios sino que las circunstancias queridas o no queridas, conscientes o inconscientes de nuestra vida muchas veces hacen que se nos cierren los ojos ¿ que cosas hacen que se nos cierren los ojos? A ésta altura el año,de tu vida, las preocupaciones de la vida, las dificultades, responsabilidades de la vida y la historia. Sumamos los dolores tristezas, las desilusiones también como el pueblo de Israel porque todos en el corazón tenemos la ilusión el sueño la esperanza del mundo nuevo, de la vida nueva pero junto con esas esperanzas y sueños el corazón y la vida se nos llenan de desilusiones, desesperanzas, preocupaciones. Cuando éstas preocupaciones de la vida toman el corazón, nuestra conciencia y mentalidad van tomando también nuestro modo de mirar, sentir, pensar, obrar y de esa manera se cierran los ojos a la Revelación de Dios. Las cosas de la vida son todo lo que vivimos en lo personal, familiar, como sociedad humana, como país, ciudad y son las cosas de todos los días. Esas cosas de la vida son la posibilidad de que la vida se exprese y que Dios se exprese en ella pero muchas veces por los errores, los accidentes de la vida, maltratos, dificultades, por la no escucha, por la indiferencia, el agobio, el corazón se va cerrando, la vista se va nublando, los oídos se van cerrando y sin querer o queriendo le impedimos a Dios  que revele su voluntad, su querer, que ponga en el corazón personal y social una luz para caminar, una Palabra para orientarnos Esto pasa cotidianamente aunque lo buscamos a Dios, aunque lo encontramos, pero vamos haciendo sin duda esa mixtura de escucha y cerrazón, visión y no visión, titubeo, porque por momentos nos toma la inseguridad y eso hace que quedemos centrados en nosotros. Esto es lo que hace que los ojos se cierren, que nosotros nos quedemos centrados en nosotros mismos donde el corazón queda centrado en sus problemas pero genera que impidamos el ingreso triunfal de Jesús a nuestra vida, el ingreso amoroso, el rescate de Dios en nuestra vida. Esta es la propuesta. No quedarnos en ésta cerrazón sino poder abrirte a la providencia de Dios, al paso de Jesús que hoy llega a tu vida para visitarte como a Jerusalén para decirte más allá de los oprobios vengo a restaurarte, a recibirte, a pagar el precio de tu caída.
El tercer punto de ésta catequesis, el consuelo de Dios.
Jesús llega a Jerusalén y hace ésta lamentación. El contexto es su entrada mesiánica y a posteriori de estos versículos está el relato de la expulsión de los vendedores en el templo porque han hecho de la casa de su Padre una casa de ladrones. También Jesús viene a nuestra vida para esto para limpiar, despejar esa cerrazón de la que hablábamos, de ojos, oídos y corazón, viene a desalojar lo que no tiene que estar donde está, a reubicar las cosas, a darle un nuevo posicionamiento a eso que se hace centro. No lo niega, Jesús no niega la devastación, de hecho lo reconoce, pero no lo dice como vengándose, como castigando, amargando al pueblo de Dios sino que viene a consolar y sabe en que condición se encuentra nuestra vida, nuestro corazón y mucho más lo sabe cuando sufrimos, cuando experimentamos ese agobio, ese encierro, ese dolor, esa cerrazón. Para esa situación de vida es que Jesús viene a comprender, a ponerse en nuestro lugar y viene a consolarnos, a remplazarnos de ese lugar que el Padre nunca quiso que estemos y sin embargo las dificultades de la vida nos han dejado en ese lugar pero ese lugar de dolor, de encierro, de desesperanzas, de agobio, no es el querer de Dios para tu vida y para eso viene Jesús para consolarte y decirte yo te comprendo, se lo que estas viviendo pero salgamos de ahí, volvé a abrir el corazón a la revelación de Dios, al don de la vida. Tu vida es más grande y tiene las posibilidades de abrirse a la Revelación de Dios, abrirse al consuelo de Jesús. El entra como príncipe de paz. Dejalo que entre a tu corazón. Preguntale que quite lo que se ha hecho centro para que El pueda ser el centro y desde la escucha de El en tu corazón centrándose en vos podés preguntarle como reubicar los dolores, dificultades. Tristezas, angustias, preocupaciones de la vida pero cuando El puede instalarse en el lugar de rey de Señor en el templo de tu ciudad que es tu corazón. Jesús puede darle sentido a esas circunstancias de la vida. Lo va hacer a través de su Pascua. Para eso entra Jesús. La Pascua de Jesús va a ser el pago de esas no escuchas del pueblo de Dios, es la posibilidad que tenemos de abrir el corazón, volver a ver y escuchar como el Padre siempre quiso y quiere que lo hagamos.
En la experiencia de consuelo y re orientación que Jesús quiere hacer en nuestra vida propongo hacer un itinerario de que esa visita se haga camino dentro nuestro. Una propuesta concretuesta dea puede ser en el mundo de los vínculos, el trato  con los otros. Tal vez ésta experiencia del puebl Esta es la propo de Dios devastación y no visión tiene que ver con estar centrados en nosotros e imposibilitados de verlo al otro, de vincularnos de otra manera con el otro. Esta puede ser la posibilidad de Jesús a través de su Pascua en nuestra vida, la de dar un paso. Un primer paso en la realidad de los vínculos heridos pueda ser en primer lugar la aceptación. Imaginate como salir de la cerrazón, de la no visión y poder aceptar la dificultad de un vínculo roto. Herido. Como aceptar que esto pasó. Aceptarlo en gran medida es no hacer nada simplemente dejar que eso que pasó sea como fue. No tenés posibilidad de modificarlo. La dificultad en cuanto que eso sigue molestando tanto en nuestra vida tiene que ver con la no aceptación y es necesario aun para salir de ella primero aceptarla. En segundo lugar hay una posibilidad de Pascua, de paso que tiene que ver con dejar de lado los prejuicios o el juicio sobre ese hecho, sobre ese vínculo herido, abandonar el juicio porque cierra la posibilidad del encuentro, del perdón, de la mutua comprensión y el tercer paso para completar .este proceso de señorío de Jesús en tu vida es la de pedir perdón o perdonar  según lo que corresponda. Esta es la propuesta de Jesús: aceptar lo que pasó pero dar un paso más dejando de lado los juicios para con el otro y animarte a pedir perdón, a que te pidan perdón y puedas perdonar.

                                                                                                            Melchor Lopez