Jesús no hace auditorías

miércoles, 23 de octubre de 2024

23/10/2024 – Hoy vamos a profundizar en el Evangelio que nos invita a la vigilancia, a estar preparados, a vivir con un corazón bien dispuesto, siempre atentos a la llegada del Señor. Jesús nos habla de estar preparados, de estar atentos, porque su venida es como un ladrón que llega en la noche, sin avisar.
Y eso nos pone en un desafío diario: vivir con una actitud de vigilancia y de fidelidad. No solo en las grandes decisiones, sino también en lo más pequeño, en lo cotidiano.


Jesús dijo a sus discípulos: “Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa.
Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.
Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”.
El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: ‘Mi señor tardará en llegar’, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,
su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.” San Lucas 12,39-48

A lo largo de estos días compartimos cómo en el Evangelio el Señor insiste en que estemos preparados. ¿Qué significa para Jesús que estemos preparados?
Esta parábola nos llama a reflexionar sobre nuestra propia vida. ¿Estamos preparados para el encuentro con Dios? ¿Estamos siendo fieles administradores de los dones y responsabilidades que Él nos ha confiado? La pregunta de Pedro, “¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”, nos lleva a considerar que estas enseñanzas son aplicables a todos los creyentes. Todos debemos estar preparados para el regreso de Cristo, sin importar quiénes somos o cuál sea nuestra posición en la Iglesia.

San Agustín de Hipona decía: “El Señor retrasa su venida para darnos tiempo de preparar nuestra alma. No podemos estar dormidos en la espera, pues no sabemos cuándo vendrá. Estar preparados no significa temer, sino amar con fidelidad constante.” (Sermón 93).

Te dejamos la consigna: ¿Cómo te estás preparando cada día para el encuentro con el Señor? Pensá en tu vida diaria, en tus decisiones, en lo que te toca y contanos cómo vivís esa espera.

El Evangelio nos habla de estar atentos, de estar vigilantes. Y me parece importante que hoy entendamos qué significa esto en nuestra vida. ¿Cómo es vivir vigilantes? Jesús usa la imagen del ladrón que llega sin avisar. Si supiéramos cuándo va a llegar, no dejaríamos que nos sorprenda, ¿verdad? Esto es una metáfora de cómo debemos vivir: atentos, despiertos, no dejando que la rutina nos adormezca.
La vigilancia no es vivir con miedo, sino con confianza activa. Es estar despiertos, en alerta, a las oportunidades que Dios nos da día a día para vivir en su voluntad.

Estar preparado implica una docilidad al Espíritu Santo, al paso de Dios por nuestra vida, a dejar que en verdad el Señor obre en nuestro corazón. Es un camino de toda la vida, y eso es lo lindo que tiene la fe, siempre se está en crecimiento. El verdadero discípulo es aquel que está toda su vida en preparación, con atención y a la espera, pero también trabajando. Estar preparados implica tener disponibilidad a lo que Dios nos pide, pero sin ansiedad. Fijate cuántas veces nos dejamos atrapar por esta tentación, por las preocupaciones que nos hacen perder el horizonte. Pero hoy el Señor nos hace ver que en realidad el que nos da las fuerzas es Él porque Dios no elige a los capacitados, capacita a los elegidos. Aquel que se preocupa y no hace nada, lo único que cosecha es ansiedad y malestar en su corazón. Empezá a prestar atención, a hacer las cosas a conciencia y a preguntarte por la voluntad de Dios.

Pedro nos trae otra enseñanza importante: la fidelidad. Jesús dice que es “feliz aquel a quien su Señor encuentra ocupado en su trabajo”. Esto nos habla de ser fieles en lo pequeño, en lo de todos los días. A veces pensamos que la santidad está en grandes actos, pero en realidad, la fidelidad a Dios se construye en lo cotidiano. En ser constantes en nuestra oración, en nuestro servicio, en nuestros compromisos.
¿Cuántas veces nos cuesta ser perseverantes? ¿Cuántas veces nos desanimamos? Pero Jesús nos llama hoy a ser fieles, a ser constantes. Y esa constancia se apoya en la confianza en Él. Si somos fieles en lo poco, Él nos bendecirá con lo mucho.

El Papa Papa Francisco dice: “El Señor viene a nuestras vidas todos los días y nos invita a estar vigilantes. Es un llamado a mantenernos despiertos, a no quedarnos atrapados en las preocupaciones de este mundo, sino a vivir siempre en la presencia de Dios.” (Homilía del 24 de noviembre de 2013)
Que nada te pertenezca. No te olvides que en esta vida todo es regalo de Dios. Somos administradores y estamos llamados a colaborar en la obra de Dios. Pero no pienses solamente de lo material, esta palabra se refiere también a los dones y carismas que Dios te dio. No sos dueño, sos administrador. Y si no los compartís con tus hermanos, los vas a perder. El administrador fiel y previsor es aquel que cumple con sus deberes y responsabilidades, que actúa de acuerdo con la voluntad de su Señor. Será recompensado y puesto al frente de más responsabilidades.

En este contexto, ser “fiel y previsor” significa actuar con integridad y sabiduría en todas las áreas de nuestra vida, reconociendo que somos administradores de los recursos y oportunidades que Dios nos ha dado. Esta enseñanza es un llamado a la responsabilidad, la ética y el servicio desinteresado en todas nuestras acciones.

San Juan Crisóstomo dice: “No es suficiente ser siervo, sino que debes ser un siervo fiel y prudente, sabiendo que no se te preguntará cuántos talentos recibiste, sino cómo los usaste.” (Homilía sobre Lucas 12, sermón 44)

No te olvides de administrar. El administrador es quien colabora tomando la responsabilidad por los bienes de otro. Y eso es justamente lo que Dios hizo con vos: te confió dones y regalos para que vos los hagas producir. ¿Te pusiste a pensar que todo en tu vida es gracia de Dios? Qué lindo vivir así, agradecidos. Quién es agradecido no cae en la parálisis frente a la libertad. Todo lo contrario, sabe afrontar los desafíos confiando en que no está solo en esto.

No sos dueño, sos administrador. Preguntate hoy qué estás haciendo con tus dones. Dios te acompaña y espera que vos te pongas al servicio de los demás. Acordate de aquella frase de san Agustín: “orá como si todo dependiera de Dios y trabajá como si todo dependiera de vos”.

Preguntate hoy qué estás haciendo con tus dones. Dios te acompaña y espera que vos te pongas al servicio de los demás. ¿Qué estás haciendo con lo bueno que Dios te dio? ¡Que nada te pertenezca! El servicio te da el horizonte, y Dios te da la fortaleza.