08/06/2022 – Junto al padre Sebastián García reflexionamos el evangelio del día en el espacio de la catequesis:
Jesús dijo a sus discípulos: «No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»
San Mateo 5,17-19
Es muy linda esta página del evangelio y es muy linda la interpretación y aplicación a nuestra vida que podemos hacer sin lugar a duda. La comunidad que escribe el evangelio de Mateo tiene muy presente la continuidad que existe entre el judaísmo del AT y el camino creyente planteado por Jesús en el Nuevo. Tanto que lo expresan hasta de un modo gráfico: la i y la coma, en griego -que es la lengua en que se escriben los evangelios- son dos signos que manifiestan lo más pequeño hacia arriba (la i) y hacia abajo (la coma que en realidad es un punto) ¿Esto por qué? Porque lo que se quiere dejar en claro es que Jesús viene a dar cumplimiento a la Torá hasta lo más pequeño hacia arriba y hacia abajo. Nada, por más pequeño que sea, queda exento de la salvación de Jesús. Porque en definitiva es este el cumplimiento de la Ley y los Profetas: que el hombre acceda a la salvación que Jesús nos trae y de esta manera ser salvados.
En esta dinámica que nada escapa por pequeño que sea (“i” o “coma”) es alcanzado por la gracia operante de Jesús. Esto lo podemos aplicar doblemente: a todos los hombres y a todo nuestro corazón. Es decir, ningún varón o mujer, por pequeños que se sientan, quedan afuera de la salvación de Dios ofrecida por Jesús a todos los hombres por la acción salvadora del Espíritu Santo. Ninguno. Nadie. De esta manera con la salvación de Jesús queda cumplida la Antigua Ley y alcanza su punto más alto y en definitiva más libre. Todo hombre puede acceder por la gracia a la salvación y nadie se queda afuera, de la misma manera que esta misma salvación se ofrece a todos, sin ningún tipo de distinción. Todos salvados. Todos amados. Todos con la salvación a su alcance. Basta creer y confiar.
De la misma manera lo podemos aplicar a nuestro corazón, a nuestra vida y a nuestra historia. Jesús, que es Dios hecho hombre y es uno de nosotros, quiere ofrecernos la salvación pero de una manera integral. Es decir, a toda nuestra persona y no sólo a algunos aspectos especiales o a aquellos que nosotros queramos darle. La salvación que Jesús nos regala es también un lindo proceso humano de sanación y reconciliación de nuestra vida, de modo que nada quede afuera de ella. Así como ningún varón o mujer queda afuera de la salvación propuesta por Jesús, ninguna “i” o ninguna “coma” de mi vida tampoco quedan afuera. La salvación es integral. La salvación cura nuestras heridas y todos esos aspectos de nuestra vida que muchas veces no queremos ver o darle al Corazón Misericordioso del Salvador. Hoy es posible. Hoy llega la salvación. Hoy se cumple la Ley entera. Hoy ni las i ni las coman quedan afuera. No nos quedemos afuera tampoco nosotros. Que la fe se haga confianza. Y así ver cosas tan increíbles que nunca soñamos. Jesús no patea el tablero, propone jugadas superadoras.
Consigna: ¿Qué cosas de mi corazón son las que le quiero hoy confiar a Jesús, por pequeñas que sean para que las toque con su Ternura y Misericordia?