Jesús nos muestra el camino

miércoles, 1 de julio de 2009
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Buen día, un hermoso día que el Señor nos regala para compartir y vivirlo en la plenitud de la gracia de Dios que hemos recibido en el don de la fe, gracias a nuestro Bautismo, ese Bautismo que nos hizo parte de esta gran familia, la Iglesia.

Buenos días a todos los que se acercan a compartir la fe, a compartir lo cotidiano también a través de la Catequesis,  que hermoso saber que cada mañana somos muchos los que nos sumamos a esta audiencia grande de Radio María en Argentina. Estas 102 repetidoras nos están retransmitiendo la esperanza de construir una Argentina nueva desde este corazón amoroso de Dios que a diario nos regala de su amor.

Cuánto sorprende esta obra de Dios, de María que se sostiene gracias al aporte generoso y voluntario de cada uno de sus oyentes y por eso entre todos la queremos sostener y estar presente en este ir construyéndose día a día. Le damos gracias a Dios por el regalo de la fe compartida y vivida en comunidad.

Disponemos el corazón para que a partir de la oración que hacemos al Señor cada mañana, él prepare el corazón para que podamos escucharlo, para que podamos experimentar su amor y sobre todo para que nos anime a compartirlo con el hermano.

Oh! Purísima Virgen María, que en tu Inmaculada concepción fuiste hecha por el Espíritu Santo, tabernáculo escogido de la divinidad, ruega por nosotros y haz que el divino paráclito venga pronto a renovar la faz de la tierra.

Oh! Purísima Virgen María que en el misterio de la encarnación fuiste hecha por el Espíritu Santo, verdadera madre de Dios, ruega por nosotros y has que el divino paráclito venga pronto a renovar la faz de la tierra.

Oh! Purísima Virgen María que estando en oración con los apóstoles en el cenáculo fuiste inundada por el Espíritu Santo, ruega por nosotros y has que el divino paráclito venga pronto a renovar la faz de la tierra.

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor, envía tu Espíritu para darnos nueva vida y renovarás la faz de la tierra.

Dios, que iluminas los corazones de tus fieles con las luces del Espíritu Santo, danos gustar de todo lo recto según el mismo Espíritu y gozar para siempre de sus consuelos, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Jesús dijo sus discípulos:  “No den las cosas sagradas a los perros ni arrojen sus perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen y después se vuelvan hacia ustedes para destrozarlos.  Entren por la puerta estrecha, todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes háganlo por ellos, en esto consiste la ley y los profetas.  Entren por la puerta estrecha porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición y son muchos los que van por allí, pero es angosta la puerta y estrecho el camino que lleva a la vida y son pocos los que lo encuentran”

Mateo 7; 6-12, 14

Cuando escuchamos este relato breve, podríamos decir que la liturgia nos propone para esta jornada y podemos descubrir estos 3 momentos que la palabra de Dios nos deja ver con claridad en el texto.

  1.  “no den las cosas sagradas a los perros ni arrojen perlas a los cerdos,
  2. todo lo que deseen que los demás haga por ustedes, háganlo por ellos,
  3. entren por la puerta estrecha porque es ancha la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición
Convengamos que es un texto un poco raro porque no estamos acostumbrados a escuchar ciertas palabras y cuando nos enfrentamos a este texto “no den las cosas sagradas a los perros ni arrojen perlas a los cerdos” suena extraño y es una expresión que se hace difícil entender con claridad lo que Jesús está diciendo, porque son varias las alternativas, sin duda es un consejo de prudencia, sin duda que es una expresión propia de la época, hoy para nosotros un perro es una mascota, y lo que significan los cerdos dentro de la economía de un país, pero para la época tenía otra connotación.

Por eso tenemos que trasladarnos a ese espacio en que Jesús está hablando de dos animales que eran impuros, los perros y los cerdos. Consejo de prudencia, prudencia evidentemente en el anuncio, es el respeto por las cosas sagradas, las cosas santas. El cristianismo, el evangelio, los sacramentos son realidades sagradas, verdaderas piedras preciosas y de hecho así lo abrazamos cada día, el poder de cuidar nuestra vida cristiana desde los sacramentos.

Hoy vivir la vida de fe sobre todo para aquellos que viven en las grandes ciudades, vemos que la realidad de ser cristiano convive con todo tipo de propuestas, hay distintas maneras de vivir y de relacionarnos unos con otros. Jesús nos recomienda que no entreguemos esa palabra de Dios a mansalva, al que le toca le toca, sobre todo el cuidado de no entregar el anuncio a quienes sean incapaces de comprender, pero suena raro, porque también como discípulos.

A la luz de lo que nos dicen los Obispos en Aparecida cuando nos hablan de invitación tan concreta a ser discípulos y misioneros, el pensar en esta palabra de Dios que llama a la prudencia nos parece raro, sin embargo lo  que Jesús está advirtiendo es el cuidado con el que tenemos que anunciar la palabra de Dios, el cuidado que tenemos que tener para compartir nuestra vida de fe.

No desde el límite, no desde el seleccionar a quién, creo que en esto todos tenemos experiencia, sino tenemos un corazón grande, un corazón lleno de Dios que ha visto y oído la maravilla de Dios en Jesús y lo quiere compartir a todos, no podemos entender esto de tener cuidado porque a veces nos preocupa mucho esto de compartir la fe, pero a veces también nos preocupa mucho que en la vida de las comunidades puedan entrar otros que compartan la misma fe y nos parece que no va a alcanzar para todos.

El egoísmo no lleva a ninguna parte, Jesús lo que recomienda es solamente esta prudencia. A este anuncio de la prudencia y del cuidado viene unido estrechamente la necesidad del espíritu misionero, la necesidad de que este anuncio que tiene que llegar a todos esté en cada uno de nosotros, el compromiso del anuncio y el compromiso de acompañar para que esa palabra de Dios que anunciamos pueda seguir obrando en el corazón de quien escucha por primera vez, lección que aprendemos también nosotros.

Si nos toca  vivir en algún ambiente extraño al Evangelio, extraño a Dios, ajeno al espíritu cristiano no será prudente provocar la oposición o salir al choque aún cuando sea el pretexto anunciar la verdad, esta prudencia que hace llegar al corazón del otro con mucho cariño con mucho amor pero no simplemente por el hecho de anunciar el nombre de Jesús.

Por eso desde los primero tiempos la primera comunidad cristiana descubría que la vida de los sacramentos debía llegar solo a los que estaban iniciados en la vida de fe. Ser prudentes a la hora de divulgar la fe a los que no estaban preparados para escuchar, y el cuidado de que no se profane lo sagrado. Sin embargo va mucho mas allá lo que Jesús nos quiere decir con estas palabras, no olvidarnos aquellos que San Pablo siempre nos insiste, anunciar el nombre de Dios a tiempo y a destiempo, Dios siempre se las arregla para que pueda caer en corazones abiertos y dé frutos.

Muchas veces nos preocupamos cuando no podemos defender bien nuestra fe, es aquí donde tenemos que tener prudencia en el anuncio de la palabra de Dios, en no insistir cuando vemos que el otro no puede estar abierto a lo que Dios le quiere decir, la palabra de Dios se anuncia de manera explícita cuando hablamos de Dios al otro, pero también la estamos revelando cuando estamos rezando por aquél que todavía no la quiere escuchar. Rezar por aquellos que están a nuestro lado para que el día que escuchen la palabra, esa palabra les transforme el corazón, eso también es una perla preciosa, la vida de fe compartida y entregada al otro. Lo importante es en primer lugar rezar por aquellos que van a escuchar nuestra palabra.

Nos animamos a dar gracias a Dios por todas las perlas que nos ha regalado últimamente.

Cuando estamos dispuestos a acompañar, cuando estamos dispuestos a quedarnos con el hermano, cuando estamos dispuestos a ayudar a que el otro descubra que Dios es siempre fiel a su promesa de ser compañero de viaje de cada uno de nosotros, comprendemos esto de anunciar el mensaje con prudencia que es lo mismo que anunciar el mensaje acompañando, involucrándonos en la vida del otro, y también ir descubriendo cómo a lo largo de nuestra vida el Señor sigue estando a nuestro lado con su palabra y con su presencia.

Comenzamos esta segunda parte de la reflexión que dice: “todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes háganlo por ellos, en esto consiste la ley y los profetas” cuando nos adentramos en este texto escuchamos la regla de oro, que también estaba en otra culturas, que el evangelio en esto no parezca como original porque los pueblos vecinos también compartían estas expresiones, pero la nota particular, la novedad de la palabra de Dios es justamente redactarlo en positivo, no es simplemente no hagas lo que no quieres que te hagan, has lo que quieres que te hagan.

Y cuando planteamos así la palabra estamos abriendo al infinito la capacidad de amar, no tiene límites, porque quién pone límite al amor recibido, a quién no le agrada y le hace bien que le hagan cosas buenas. Por eso cuando lo redactamos en positivo se nos abre de manera ilimitada la posibilidad de amar al otro. Jesús insiste abiertamente contra la complicación que habían hecho los escribas y los fariseos de la ley de la alianza, en la unidad y en ir simplificando la vida. Desde textos muy breves decir la profundidad de la actitud, esta es una de estas formas, algo tan sencillo.

Jesús se va a encargar de darle mayor plenitud en la última cena, en el ambiente íntimo de los apóstoles, en la institución de la eucaristía pero también en la institución del mandamiento nuevo del amor. Ámense unos a otros como Yo los he amado. No solo pensar en el amor al hermano desde lo que nos gusta a nosotros, sino también pensar el amor al hermano desde el amor que Jesús nos tiene. Jesús no hace otra cosa que mostrar caminos que construyen y que llevan a instaurar el reino de los cielos.

Así como nos preocupa la manera de anunciar al otro el mensaje de Jesús, no nos debería resultar difícil tener con el otro gestos concretos que hablen del amor de Dios que se derraman también a través de nuestros gestos de amor. Esta ley de oro no es más que la medida del amor, nuestro amor tiene como medida el amor de Dios. El amor de Dios no tiene medida, se ha manifestado a través de Jesús que termina muriendo en la cruz para salvarnos y redimirnos del pecado: Como el Padre me amó yo los amo a ustedes, ámense como yo los he amado. La vida de Jesús es un mostrar cuánto nos ama el Padre pero también cuánto el Padre ama al hijo.

De manera íntima, desde tu corazón podríamos hacer una lista de las cosas que me gustaría que los demás hagan por mí, haciendo un orden, dando un prioridad, pero una lista al fin: por allí aparecerán, que nos atiendan, que se interesen por nosotros, que sean tolerantes con nuestros defectos, que alaben nuestras cualidades, que no nos condenen sin darnos la posibilidad de explicar lo que sucedió, que no nos juzguen y cuando terminemos esta lista – que si le dedicamos tiempo va a ser bien larga – vamos a descubrir que allí tenemos un proyecto de vida en Jesús, según esta palabra que hoy nos regala el evangelio. Qué desafío, porque para las exigencias estamos siempre dispuestos pero hoy Jesús nos dice, esta exigencia hacéla primero realidad en tu hermano.

Vivimos tiempo de crisis de modelos, cuantas veces lo que hoy podríamos estar necesitando de modelos no nos es fácil de encontrar y es que los que se hacen famosos se convierten en ídolos que no siempre ayudan a crecer, ídolos que desdibujan la imagen de aquel que es nuestro modelo principal, Jesús, tanto amó Dios al mundo que nos regaló a Jesús.

Si es importante respetar al otro tal cual es, si es importante evitar hacer juicios sobre su persona, si es importante descubrir las necesidades del otro, es importante también en el otro ir haciéndole descubrir el rostro de Dios, lo que hacemos por los demás es porque amamos a Dios, no es por egoísmo, no es esperando la recompensa, amo porque he recibido mucho amor, amo porque he recibido mucha gracia de Dios, amo porque lo siento mi compañero de camino que me sostiene, que me acompaña, que me lleva en alto en los momentos de dificultad.

Qué desafío nos deja esta palabra de Dios, el desafío de vivir en la generosidad, el desafío de vivir atentos a lo que podemos hacer por el otro, por eso volvemos a este principio de hacer una lista – Qué cosas me gustaría recibir hoy de parte de los que están a mi lado, tiempo, posibilidad de dialogar, posibilidad de que me escuchen, un poco mas de cariño, un poco mas de afecto, cuántas cosas que estoy esperando de aquel que está a mi lado y animarnos a convertirlo en proyecto de vida, todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes háganlo por ellos, en esto consiste la ley y los profetas.