En esta escena de hoy podemos imaginar a Jesús caminando con sus discípulos en medio de los sembrados y los discípulos con Jesús experimentaban una gran libertad, el tiempo que estuvieron con él fue suficiente para que se sintieran en libertad y no controlados bajo normas y preceptos. Seguramente ellos conocían la ley del sábado, lo que se debía o no debía hacer, pero comprendieron que con Jesús ya todo eso era relativo, que con ellos estaba el esposo y su persona era más importante que las normas.
Un sábado en que Jesús atravesaba unos sembrados, sus discípulos comenzaron a arrancar espigas al pasar. Entonces los fariseos le dijeron: «¡Mira! ¿Por qué hacen en sábado lo que no está permitido?» Él les respondió: «¿Ustedes no han leído nunca lo que hizo David, cuando él y sus compañeros se vieron obligados por el hambre, cómo entró en la Casa de Dios, en el tiempo del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió y dio a sus compañeros los panes de la ofrenda, que sólo pueden comer los sacerdotes?» Y agregó: «El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. De manera que el Hijo del hombre es dueño también del sábado.»
Mc. 2, 23-28
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