08/04/2020 – En el espacio “Conociendo a San José desde San Juan Pablo II”, nos acompañó nuevamente el padre Francisco Palacios, con quien fuimos compartiendo distintos aspectos de la vida de San José, desde la Exhortación Apostólica Redemptoris Custos de San Juan Pablo II.
El padre Francisco Palacios hizo hincapié en que San José es un varón justo. “Es fiel a Dios y hace lo que Dios le pide”, dijo. En la Exhortación Apostólica Redemptoris Custos de San Juan Pablo II, se hace referencia a que la vida de San José fue una peregrinación de fe, es decir, permaneció fiel a Dios hasta el final.
Explicó el padre Palacios que José hizo todo lo que Dios le pidió: recibió en su casa a María con el bebé que estaba gestando en su seno, hijo del Altísimo. José, además es conocido por su silencio y gracias a esa cualidad, es un varón justo. “Esa obediencia lo llevó a aceptar el misterio de Dios y dar lo mejor de sí”, dijo el padre Palacios.
Nos podemos imaginar también a San José en su rol de trabajador. En el Evangelio de San Lucas, capítulo 2 versículo 51, relata sobre su oficio de carpintero. Juan Pablo II dijo que la obediencia de Jesús en la casa de Nazareth es entendida como una participación en el trabajo de José, es decir que, el mismísimo Jesús había aprendido el trabajo de su padre adoptivo. “El crecimiento de Jesús en sabiduría, en edad y en gracia es también como lleva Jesús hombre a transformar la naturaleza con el trabajo de sus manos. Tenemos un San José obrero y un Jesús obrero”, relató el padre Palacios.
A su vez, Juan Pablo II destacó en Redemptoris Custos, la vida interior, es decir, la contemplación de San José. Se hace referencia al trabajo de carpintero de José, él estaba envuelto en un clima de silencio. Los evangelios hablan exclusivamente de lo que José hizo, sin embargo, hay que descubrir en sus acciones ocultas por el silencio, un clima de profunda contemplación.
El padre Palacios expresó que contemplar la familia con ojos de fe es detenerse a observar la casa propia, los que habitan en ella, o si vivimos solos, los muebles, algo que, quizás antes, no le habíamos dedicado suficiente atención. Así contemplaba San José su hogar, su familia, a María y a Jesús…en silencio.
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