La acción de Dios nos hace actuar sin miramientos con los demás

miércoles, 20 de enero de 2010
image_pdfimage_print
[Slideshow "la-accion-de-dios-nos-hace-actuar-sin-miramientos-con-los-demas-slider" no encontrado]

Evangelio según San Marcos 3,1-6.
Jesús entró nuevamente en una sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada.
Los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si lo curaba en sábado, con el fin de acusarlo.
Jesús dijo al hombre de la mano paralizada: "Ven y colócate aquí delante".
Y les dijo: "¿Está permitido en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?". Pero ellos callaron.
Entonces, dirigiendo sobre ellos una mirada llena de indignación y apenado por la dureza de sus corazones, dijo al hombre: "Extiende tu mano". El la extendió y su mano quedó curada.
Los fariseos salieron y se confabularon con los herodianos para buscar la forma de acabar con él.

 

 

En la catequesis de ayer estábamos pensando aquel reproche que le habían hecho a los discípulos de Jesús porque no cumplían con el descanso del sábado y hoy los acusadores vuelven la mirada contra Jesús. Ya los acusaban no solo a los discípulos sino al mismo Jesús porque ahora es evidente que El hace un milagro en el día sábado, el día santo para los judíos y en ambos Jesús quiere mostrar que las necesidades humanas están por encima de la ley. Si alguien sufre alguna necesidad no puede haber una ley que sostenga o favorezca ésta carencia por eso Jesús actúa cuando se lo necesita y vamos a ir pensando en éste ámbito en el que San Marcos coloca ésta curación de un discapacitado en el día sábado, en el día santo y la primera actitud que surge en nuestro corazón es la mirada. Aquellos fariseos, aquellos que iban siguiéndolo a Jesús con una mirada no limpia, no recta, porque tenían una mirada que buscaba el defecto, buscaba donde poder acusarlo a Jesús, buscaba el momento, la acción, la oportunidad de bajarle la caña. Podríamos decir una mirada muy enviciada que no podía mirar lo bueno que Jesús hacía porque ya tenía una mala intención, estaban buscando la intención de poder acusarlo y frente a ésta mirada se cruza la mirada de Cristo, una mirada, dice el Evangelio de San Marcos, llena de indignación porque el Señor no solo mira las actitudes de los que estaban cerca de El sino que mira más profundo, mira el corazón y nos mira también a nosotros en nuestro corazón y cuando nuestro Señor mira el corazón del hombre llega a captar aquellas intenciones que son las más profundas de nuestra vida. No solamente Cristo nuestro Señor se queda con aquella mirada que percibe lo que está pasando alrededor sino que va mucho más profundo. Mira la intención del corazón y El es allí quien nos desnuda y detecta que esa intención de aquellos que lo estaban siguiendo no era una buena intención, estaban buscando el modo de poder acusarlo, de buscar algo que se contraponía a la ley vigente para poder enrostrarle que no estaba obrando bien y hoy esto es lo que nos desnuda frente a la catequesis y a la Palabra de Dios que estamos viviendo. Nos desnuda porque nos damos cuenta que muchas veces nosotros nos cegamos frente a los hombres. Tenemos también ésta actitud farisaica que nos vuelve inmutables frente a lo que les pasa a los que están a nuestro lado, tenemos una mirada especuladora que no ofrece una recta intención de corazón sino que empieza a especular hasta donde podemos dar y que es lo que podemos medir en nuestra acción, como podemos negociar aquello que sería un arranque de caridad que se nos está pidiendo, como podemos negociar nuestras acciones, obras, palabras y la