14/01/2021 – Esta semana, junto a María Cecilia Jaurrieta, abordamos el tema de la aceptación y conocimiento de uno mismo, como fuente de paz interior, a la vez que se planteó el conflicto por el poder, particularmente en las comunidades, cómo podemos aprender de él y crecer en una actitud de verdadero servicio.
“El conocimiento de uno mismo es el primer paso para crecer en la madurez espiritual y en la paz interior”, comenzó diciendo Cecilia a la vez que señaló que es importante “reconocer en nuestra historia, lo que no pudimos construir (familia, educación, fragilidades) pero también debemos saber que somos una obra del Creador única e irrepetible. No hay ninguna persona que no tenga un talento, una riqueza para ofrecer”.
“En la historia de los santos generalmente nos quedamos con la parte luminosa de sus vidas y no vemos sus luchas, fracasos y ascensos. Desde lugares mucho más frágiles que los nuestros pudieron superar esas contradicciones. Esto es un estímulo para decir que nosotros también podemos ir mas allá de lo que vivimos, porque en el fondo queremos ser felices. La santidad es un camino de felicidad. El conocernos a nosotros mismos es la llave maestra para aceptar al otro“, puntualizó.
En torno al conflicto planteado acerca de quienes, en las comunidades, hacen del servicio un lugar de poder, María Cecilia comenzó recordando las palabras del Papa Francisco: “El verdadero poder es el servicio” y se lamentó que existan personas que hacen del servicio un espacio de poder.
En este sentido, nos compartió un texto del padre Andrés Motto, misionero vicentino:
“Debemos construir una Iglesia centrada en la misericordia que debe crear un clima más parecido al proyecto de Jesús. Lo cierto es que la falta de misericordia repercute negativamente en la pastoral. Me animo a decir que es una de las cosas que más alejan de la Iglesia, ya que la gente espera encontrar en nosotros gente normal y misericordiosa, no jueces ni fanáticos. Hay sectores que achacan a los cristianos falta de misericordia y dureza. Incluso que algunas veces van unidas con la hipocresía o con problemas psicológicos. No todas, pero muchas de estas críticas, son dolorosamente ciertas”.
Finalmente, María Cecilia nos trajo la figura del beato Federico Ozanam, modelo de laico en su compromiso con Jesús y en el tiempo de la historia que vivió, buscando dar respuesta a la pobreza en su época.
María Cecilia Jaurrieta es miembro de la Orden Franciscana Seglar
Te invitamos a escuchar el programa completo en el audio que acompaña esta nota