La alegría contra el desconsuelo de nuestro tiempo

viernes, 9 de abril de 2010
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Amadas hermanas, amados hermanos, Nietzsche ha dicho “Yo podría creer antes en Cristo si los cristianos se vieran más redimidos”, pero uno no puede ordenarle a alguien mostrar alegría, es una intención paradógica, no se le puede decir a alguien “alégrate” cuando yo mismo no me puedo alegrar pero de todas maneras, la pregunta de si se puede aprender la alegría o no existe igual. Los filósofos entre los griegos, si pensaron reiteradamente como Epicurio, el filósofo estoico, se preguntaban si el arte de la vida es sentir la alegría indestructible dentro de las dificultades de la vida. Aristóteles, otro filósofo griego, dice “la alegría es la reacción a una vida plena”, si vivo concientemente, si vivo el instante, si soy creativo y la vida fluye, entonces está acuñada o caracterizada de alegría y esta vida plena se puede aprender viviendo con todos los sentidos y conscientemente, eso sí se puede aprender para que la alegría sea una expresión de esta vida. Pero no siempre puedo tener alegría, también hay otros sentimientos y es correcto que admitamos otros sentimientos. Si yo pienso que yo siempre tengo que estar lleno de alegría yo pienso que me estaría violando a mi mismo.

Es interesante que la psicología de Freud no se ha ocupado para nada del tema de la alegría, ¿no era un tema para esta psicología? La discípula de Young Verena Graf escribió un libro propiamente sobre alegría desde la óptica de la psicología, para ella la alegría es una emoción elevada y una emoción elevada hace que la persona sea amplia y sana y el Antiguo Testamento conoce textos más que suficiente en sus dichos de Ciríaco de que la alegría de Jesús sana a la gente y les da ganas de vivir. La pregunta es ¿tengo alegría? o ¿qué puedo hacer para encontrar en contacto con la alegría? y la responde Verena Graf aconsejando escribir una biografía de alegrías, no anotar solamente las heridas de la niñez sino anotar también cuándo sentí alegría de niño y como fue esta alegría y tal vez sea adecuado mirar sus imágenes de niños y sentir. Había un niño en mí, lleno de alegría, espontáneo, que sabía reírse, y en la medida que lo admito vuelvo a tomar contacto con la alegría que existe ahora, y Verena Graf también recomienda decir “si yo tuve en contacto con esa alegría como niño, también puedo vivir de otra manera la vida de hoy. Hay suficientes pequeñas señas de alegría pero siempre depende cómo y con qué ojos transito la naturaleza. Un sacerdote que vive en un paisaje maravilloso en Alemania dice que cuando está enojado con alguna reunión que no funcionó bien entonces no ve toda la belleza de la naturaleza y sólo se ocupa de su propio enojo y yo le recomendé no reprimir el enojo y decirse “voy a gozar del paisaje, estas maravillosas montañas, el piar de los pájaros, el rugido del viento, y esta es mi decisión, dedicarme a lo que hay y lo que existe, y poder alegrarme o no alegrarme”. La alegría es una expresión de una vida plena, es decir viviendo concientemente, intensamente, en el momento y en contacto conmigo mismo y así puede resurgir la alegría.

 Lo segundo, la alegría depende de la valoración de las cosas. ¿Cómo valoro yo mi vida? Si yo veo todo negativamente y solo me fijo en aquello que no es como yo lo quisiera tener entonces no me puedo alegrar y ustedes perciben que si una persona no se puede alegrar entonces no nos gusta tener contacto con ella, le podrán decir muchas cosas lindas, hacer regalos, si alguien no se sabe alegrar, si no es agradecido, entonces sentimos que esta persona se vuelve desagradable, de alguna manera nos paraliza y yo creo que parte de la “humanidad” es la capacidad de alegrarse pero esto no significa que estemos bajo presión, que tengamos que estar siempre plenos de alegría. La verdadera alegría es tal que también nos dedicamos a los otros sentimientos, también debe haber duelo si es que hemos perdido un niño, o fallece una persona amada, entonces sería absurdo decir que como cristianos siempre tenemos que estar alegres. Un sacerdote me relató que falleció un amigo y la comunidad considera que en el entierro debe cantar alabanzas e himnos de alegría pero el hijo solamente tenía que llorar y eso es un saltar por sobre los sentimientos negativos y esto es una alegría forzada.

En la Biblia tenemos algunas frases sobre la alegría. En el Evangelio según San Lucas la alegría siempre es una percepción de las personas sobre el obrar de Jesús. Cuando Jesús hace levantar a las personas siempre dice “Todo el pueblo se alegró de las grandes obras del accionar de Jesús”. En el Evangelio de San Juan existen otros dichos sobre la alegría, por un lado Jesús dice: “les he dicho estas palabras para que mi alegría esté en ustedes y vuestra alegría se complete, se plenifique”. Jesús parte de la base que cuando El habla transmite un clima a las personas y en sus palabras hay alegría. Esto no significa que se ría, hay un clima positivo, sus palabras no son moralizantes ni peyorativas y no quieren inculcar culpas. Si yo les doy una prédica moralizante todos se sentirán reprimidos. Las palabras de Jesús son para que las personas se sientan en armonía. Y otras palabras de Jesús: “Ustedes ya son puros por la Palabra que he dicho”. Jesús hablaba de tal manera que la gente se sintiera en armonía consigo misma, es decir que el no valoraba, no juzgaba sino que su experiencia de la vida la expresaba, entonces su humor, su estado de ánimo se transformaba en las personas y determinaba también el estado de ánimo de las personas. Jesús parte de la base que en cada uno de nosotros hay una fuente de alegría y ya he dicho  “para que mi alegría esté en ustedes y vuestra alegría se plenifique”, es decir que en nosotros apenas muchas veces hay un arroyito de alegría tapado por tristeza, enojo, depresión, pero en el fondo del alma hay una cierta percepción de alegría y Jesús habla de la alegría plena que nadie les podrá quitar, y este fue un tema muy importante entre los padre de la iglesia. Se dice que cualquiera se puede alegrar si gana la lotería pero el arte consiste en desarrollar la alegría indestructible en uno que aún ante el fracaso, el colapso en una situación difícil no se le pueda quitar del todo a uno. Esto no significa que yo me alegre mucho hacia afuera pero es un estado de ánimo básico que nadie me puede quitar y esto es decisivo, de manera que podemos aprender muchas cosas de la alegría.

 Dándole una alegría a los demás también podemos cultivar nuestra propia alegría. Nosotros teníamos un hermano, un compañero, que llegó a los 92 años de edad, y, a los 89 aún, siempre que un hermano cumplía años, iba hacia el, y siempre venía para mi cumpleaños, natalicio, y me tocaba alguna pieza musical en su trompeta. Tenía una armónica y bailaba con esta música hasta los 89 y cuando yo le decía siempre “sí, da mucha alegría darle una alegría a otro”, con noventa hermanos en el monasterio naturalmente tenía noventa ocasiones en que le daba una alegría a otro y el mismo se alegraba y este era su arte de vivir. Yo creo que hay artistas en la vida que saben gozar de estas pequeñas alegrías de darle alegrías a otros. Otros que ven todo negativo pueden transitar el paisaje más lindo, lograr todo y a pesar de todo siempre tienen mucho que criticar. Louis, un escritor norteamericano dijo alguna vez que no siempre tiene algo que objetar, y en cuanto al mensaje cristiano de alabar a Dios dice que “alabar no es otra cosa que la salud que se hace audible” y en la liturgia siempre los invita a alabar a Dios. En la Liturgia, cuando tenemos los salmos de alabanza y yo tengo algún enojo por algún conflicto en la administración y muchas veces no estoy con ánimo para alabar, pero si entro en la alabanza siento que los problemas propios se relativizan, entonces podemos aprender la alegría.

Otro concepto de la alegría. El mismo objetivo de las personas es que se alegren, una alternativa de la persona es ser feliz. La alegría y la felicidad están conectadas puesto que la felicidad también es la expresión de una vida plena. En Alemania hay muchos libros escritos ahora sobre felicidad como si se pudiera hacer la felicidad, simplemente hace falta hacer compras para que uno vierta hormonas de felicidad o hay fines de semana de bienestar donde uno va a hoteles caros y piensa que puede ser feliz, pero la felicidad no se puede comprar, es un mensaje espiritual.

Algunos dicen que la felicidad no es una palabra bíblica pero si nos fijamos con precisión con mucha frecuencia, al menos 200 veces, aparece la palabra “felicidad” en la Biblia. Y en el Sermón de la Montaña y en las Bienaventuranzas aparece reiteradamente “sed felices”. Y quiero decir algo al respecto. Platón, el mayor filósofo griego dice “Todas las personas quieren ser felices, la meta de nuestra vida es ser feliz”. A esto lo dicen todos los filósofos y todos los poetas pero ahí también nos preguntamos ¿esto se puede aprender? En alemán tenemos un dicho “cada uno es el forjador de su propia felicidad”, pero en el subterráneo de Munich había un graffiti que decía lo contrario “cada uno puede interferir en su felicidad, es decir, tiene en sus manos el arte de ser infeliz”. Un psicólogo austriaco escribió un libro “El arte de ser infeliz”, hay personas que dominan mejor este arte de ser infelices. Los griegos conocen tres palabras para “felicidad”:

·        eutije, eu (bueno) tije (destino) es decir cuando el destino es bueno con nosotros y gano la lotería entonces soy feliz, pero es una felicidad externa, todavía no es una felicidad profunda.

·        eudaimonia, eu (bueno) daimon (divino en la persona, el alma) y de acuerdo a platón es feliz quien tiene una buena relación con su núcleo interno, es decir que la felicidad tiene que ver no sólo con cuestiones externas, con tener mucho dinero.

·        macarios, está reservada a los dioses. Los Dioses en el olimpo son “macarios”, son felices y esta palabra indica que los dioses, que son eternos, son libres, gozan de la vida y justamente esta palabra macarios, la felicidad de los dioses, es la que utiliza Jesús en las ocho bienaventuranzas, es decir que el nos asigna a nosotros esta felicidad.

 

Yo trabajé algo con estas ocho bienaventuranzas y me llamó la atención que son ocho, ocho es un número de la infinidad, de la trascendencia, pero también existe el octuples, sendero de Buda. Es una casualidad que también Jesús tenga un octuples sendero para lograr la vida. Si vemos el Evangelio de San Mateo, al principio dice que los magos, los sabios del este vienen para rezarle a Jesús y reconocer que en este Jesús se une la sabiduría. Jesús mismo dice en el Evangelio de San Mateo “los reinos del sur vinieron para escuchar la sabiduría de Salomón pero aquí hay alguien que es más que Salomón, es decir que el mismo se entiende como el Maestro de la sabiduría que nos interesa en el secreto del logro de la vida, el anuncia la sabiduría del este, del oeste, del norte y del sur y creo que es muy importante que tomemos muy en serio este aspecto de Jesús y a estas ocho bienaventuranzas las quiero mostrar como un camino a seguir una vida feliz. Es un camino que no es tan superficial y nos hace la fantasía de un mundo sano. Frente a los desafíos de nuestra vida, aún en el medio del sufrimiento se puede llegar a ser feliz.

La primera bienaventuranza dice “Bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el Reino de los Cielos”. Muchos han moralizado sobre esto, “no se debe tener nada”, pero Jesús habla de pobres de espíritu. Buda habla de no adherirse, el dinero o la riqueza no es mala de por sí sino que tiene la tendencia de fortalecer una máscara, me separa de la vida, me corta mi propio corazón, entonces no soy feliz porque no puedo sentir en mi corazón, entonces sólo soy externo y vacío, la libertad interior es importante para sentir felicidad. En Alemania hay un cuento infantil “Juan con suerte”, no se si lo conocerán. Juan hizo el aprendizaje de un oficio y al finalizar los tres años de aprendizaje el maestro le regaló una onza de oro, va feliz a su casa para llevarlo pero en el camino el oro se hace muy pesado, viene un caballo rápido, Juan está fascinado con la velocidad del caballo y compra el caballo a cambio del oro pero luego el caballo que iba muy rápido lo tira al piso, en lugar del caballo adquiere una vaca, la vaca representa lo maternal, lo puede alimentar, le da leche, luego tiene ganas del gozo, cambia la vaca por un cerdo, el cerdo por una gansa, ya que el paté de ganso es una delicadeza. Es la historia del pulidor de cuchillos, que tiene un cuchillo y lo cambia por otro cuchillo, y al final se le caen al agua y no tiene nada. Uno podría decir que tuvo mala suerte, que es infeliz, pero este Juan con suerte comienza a bailar y dice “soy la persona más feliz del mundo, esta es la verdadera felicidad, no tener nada, no depender de nada, sentirse a si mismo vivir, bailar, sentir la vitalidad y la libertad interior. Esta es la pobreza de espíritu de la que habla Jesús, vivir el momento. Si yo me siento a mi mismo, si vivo con todos los sentidos, percibo la naturaleza, entonces siempre percibo la felicidad, no necesito mil condiciones.

La segunda bienaventuranza dice “Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra”. Los mansos es una traducción, los suaves, los tranquilos, esto significa que no me trato violentamente a mi mismo. Veo a mucha gente que se trata violentamente, que generalmente están en rabia consigo mismo. Ustedes piensan que el cristianismo es ascético pero el ascetismo también es violento., el ejercicio, tenemos que ejercitar nuestra vida, entrenarnos en la vida. Debido al ascetismo muchas veces matamos partes y esto es agresivo porque procedemos contra otra cosa, de manera que debo ser tolerante conmigo mismo y la pregunta es cómo lo puedo conformar. Si yo mismo me condeno por mi mediocridad, por mis límites, por mis errores, entonces siempre me voy a castigar violentamente y conozco muchas personas que permanentemente se castigan. Hay un psicólogo que dice que entre la gente presa hay accidentes típicos, es decir personas que permanentemente se dejan caer el martillo sobre el pie o que se aprietan los dedos y que eso es una forma de castigo inconciente y conozco muchas personas que se tratan duramente, que se condenan y son inmisericordiosos consigo mismo. No es Dios el inmisericordioso, muchas veces tenemos en nosotros un juez inmisericordioso porque no hemos cumplido nosotros mismos con nuestra idea de la propia vida y esto nada tiene que ver con culpa sino con nuestras propias ideas de la vida. Manso en alemán también significa tener el coraje de recolectar, no debo cortar nada de mi vida y estar agradecido de las muchas posibilidades de juntar la riqueza de mi vida y estar agradecido de las muchas posibilidades. Juntar la riqueza de mi vida, esto lleva a la felicidad y lleva a una vida plena. Conozco a tantas personas que cortan una parte de su cuerpo cuando van a la iglesia, solo llevan su parte piadosa pero no la otra, así no pueden vivir. Y creo que a nuestros lados tristes también los debo llevar porque también son parte de la vida. Si pienso “siempre debo ser feliz y lleno de alegría” entonces cerceno algo y ese cortar conduce a la infelicidad y reduce la vida. Reunir y recolectar todo aún aquello que no se corresponde con mis ideales de mi mismo.

La tercera bienaventuranza “Bienaventurados los que lloran porque ellos serán consolados”. Eso también está lleno de sabiduría. En la asistencia espiritual a esto lo comprendí cada vez más. Muchas personas no se duelen por la mediocridad, no se trata solamente dolerse por la muerte de un amigo sino de las oportunidades que uno ha perdido en la vida. Siempre que me decido por algo me decido contra otra cosa y a lo que no puedo vivir le tengo que hacer el duelo. En una supervisión en nuestra casa de retiro un terapeuta dijo “ustedes los célibes tienen que dolerse de no tener una mujer y a esto no tiene sentido glorificarlo solamente, es maravilloso hablar solamente de esto. Yo siempre estoy escéptico, tengo que dolerme si de que falta algo pero luego también puedo decir que si y puedo sentir el potencial de fuerza que encierra y el consideraba que debo dolerme, que solo tengo esta esposa y que me gustaría tener otra, es decir que toda vida es limitada que de lo que no tenemos nos tenemos que doler y hacer el duelo para poder decir que si. El duelo es un camino de la vida. Michelin escribió un libro sobre la incapacidad del duelo, dice que los hombres tienen esa incapacidad y quien no hace duelo se rigidiza internamente. El duelo lleva a la vivacidad, a la vida. Y yo lo veo en un matrimonio por ejemplo, porque vivimos siempre la mediocridad en la familia y si no me duelo de ello entonces solamente hay dos alternativas, o bien me lamento de que todo es tan difícil, que alguna cosa no es tan maravillosa como nos lo hemos prometido en el casamiento o acuso al otro de ser culpable de que nuestro matrimonio no sea así, que en aquél entonces era muy distinto. Todos nosotros somos limitados, si nos dolemos de ello podremos decir que sí también a lo que es limitado en nosotros, es decir este duelo es un camino hacia la verdadera felicidad. Así veo lo positivo en mi vida y puedo expresar gratitud. El no dolerse lleva a la acusación o al lamento, o tengo que relatar mi vida en colores demasiado llamativos. Conozco gente que estuvo de vacaciones y a la vuelta siempre se mandan la parte de lo maravilloso que fue y de las vivencias que han tenido pero después de haber hablado dos horas con ellos uno se da cuenta que el tiempo no fue bueno, que hubo discusión, que el hotel fue mediocre. Si necesitan darle colores maravillosos para sobresaltar sobre la vanalidad de sus vacaciones. Hay personas que tiene que relatar todo muy magnificado porque no pueden hacer el duelo de sus limitaciones. Solo con el duelo puedo llevar a una mayor vivacidad.

La cuarta bienaventuranza “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”. Aquí hay dos aspectos. Un padre de la iglesia decía que en esta bienaventuranza están todas las enseñanzas de Platón de las virtudes. La palabra virtud en alemán significa fuente de fuerza y las virtudes son importantes para los logros en nuestra vida y Platón describió las virtudes que necesitamos ejercitar para que seamos más fuertes, para que podamos desplegar el potencial que Dios nos ha dado. Es importante que el hombre desarrolle su humanidad. Pablo siempre lo destaca. Cuando escribe la Carta a los Filipenses todo lo que es noble, verdadero, justo, esto se realiza en la vida. Esperan que también los cristianos se realicen en las virtudes de la filosofía griega, que eso lleva también a ser un hombre pleno, esto también requiere trabajar en uno mismo y en desplegar también la propia vida. Este es uno de los aspectos. El otro aspecto refiere a los que tienen hambre y sed de justicia y esto también se refiere al aspecto social. Justicia para Platón significa ser justo con uno mismo, ser justo con mis esencias y muchas personas no son felices porque viven en contra de su propia naturaleza, contra su medida, se exigen cosas desmedidas y no respetan a su cuerpo, a su alma, a sus necesidades, pero la “justicia” también encierra la “justicia social”, darle a cada uno lo suyo y Jesús dice que “sólo es feliz quien mira más allá de si mismo y también se juega por la justicia en este mundo”. Quien siembra justicia cosechará paz. No hay paz en un país sin justicia y ustedes lo están viviendo en la Argentina. Las injusticias en el gobierno, la arbitrariedad del gobierno no crea paz y ahí nuestra función es defender la justicia. Siempre encierra un riesgo esto, no es feliz quien se retira entre sus cuatro muros sino quien se decide, se juega. Un psicólogo norteamericano dice que toda la escena espiritual en los últimos 20 años fue una regresión narcisista. Siempre se trata de sentirse bien y si uno sólo gira en torno a sentirse bien nunca va a ser feliz porque siempre está ocupado solamente consigo mismo. La vida fluye y fluir significa también estar para el otro y para la justicia. El jugarse por la justicia solamente se puede logra si soy justo conmigo mismo. Antes yo dictaba muchos cursos para gente que no prestaba el servicio militar y hacía servicios civiles a cambio, venían y yo hacía algunos ejercicios de meditación con ellos y había uno que se proclamaba ateo y que de todas maneras venía todas las mañanas a las cinco a las ceremonias y alguna vez le pregunté que es lo que lo movía y me dijo que estaba jugándose en protección del medio ambiente y a favor de la justicia pero el mismo cada vez se volvía más agresivo, más insufrible y entonces sentía que si este trabajo no estaba caracterizado por un buen trato consigo mismo entonces se iba a volver injusto, violento y agresivo y ya no iba a ser una bendición. Siempre se trata de las dos cosas, ser justo con uno mismo y actuar por la justicia aún cuando uno sufra desilusiones. Yo creo que la desilusión no es un impedimento para ser feliz, no tenemos que soñar con un mundo perfecto pero sentir que algo está mejor, que está correcto, que alguna persona ha recibido justicia entonces eso también es algo que nos devuelve justicia.

La quinta bienaventuranza “Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán la misericordia”. Sigmund Freud habla del súper yo en el que se reúnen las voces de los padres y esas voces a menudo son muy juiciosas. Dicen, juzgan, no soy correcto, a mi nadie me quiere, etc., o todas aquellas cosas que nos califican, que nos juzgan, y son muy estrictas y ese juez inmisericordioso que tenemos con nosotros nos hace mal. Al final del Evangelio de San Mateo en el Sermón de la Montaña dice “Sean misericordiosos con ustedes como lo es Dios con ustedes”, eso significa entenderse, ser misericordiosos con uno mismo, no juzgarse cuando uno ha hecho algo equivocado. Me contaba una mujer que siempre tiene sentimientos de culpa porque envió a su madre a un asilo, porque en realidad siempre quiso cuidarla hasta que falleciera pero se enfermó y ella estaba totalmente sobre exigida pero ese juez interior la juzgaba y no podía dormir prácticamente porque permanentemente tenía esos sentimientos de culpa. No es Dios el juez inmisericordioso, nosotros lo somos. Jesús contó una hermosa parábola de la viuda que estaba a merced de ese juez inmisericordioso pero ella no cede, y ustedes conocen la historia que el juez finalmente habla con si mismo y el dice “no le temo a Dios ni a las personas ni me interesa tampoco si se hace justicia con la viuda pero quizás viene y me pega un golpe en el ojo y ese golpe que le pueden llegar a pegar en el ojo es lo que le da miedo y entonces finalmente le da la razón y hace justicia. Se puede decir que ese juez es el juez interior y en la oración se hace justicia y la mujer es el símbolo del alma, la intuición de quienes somos es el hecho de sentir que tenemos nuestro propio brillo interior, que Dios vive en nosotros, que somos únicos y es el juez interior el que nos hace sentir chiquitos, nos hace sentir mal y nos dice “vos no sos espiritual, arreglate y conformate con tu vida, pero la oración le quita poder a ese juez interior y a nuestra alma le da la intuición de que nuestra vida es valiosa. Ser misericordioso naturalmente también significa tener misericordia respecto de los demás, tener una sensibilidad respecto de los pobres, de los enfermos, ser compasivos. En nuestro colegio hicimos un proyecto de compasión en donde practicábamos la concientización en las vacaciones con nuestros alumnos para que trabajen con enfermos, incluso discapacitados.

La sexta bienaventuranza “Bienaventurados sean los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” y esta es en realidad la bienaventuranza preferida siempre porque ver a Dios es lo que nos hace ser uno con Dios y es interesante que cada uno en su lenguaje, porque la en lengua griega “Theos” viene de mirar, es decir, Dios al que se mira, se trata de mirar a Dios, pero la palabra God en alemán significa “llamar”, los alemanes aparentemente tenían la experiencia que si yo grito en mi pasión entonces Dios va a venir y me va a ayudar. Bienaventurados entonces los limpios de corazón, los “puritas cordis”, adjetivo de la vida espiritual, ser limpio o puro no significa no tener errores sino tener un núcleo puro y estar conectado una y otra vez con ese centro. A pesar de todas mis fallas y mis errores hay algo que sigue puro y limpio en mí.   Conocerán la experiencia la experiencia de un corazón puro, los niños suelen tener es pureza interior donde nosotros decimos que son inocentes, puros, limpios de corazón y eso realmente nos alegra, sin ningún tipo de otra intención. Pero conocemos el contrario también, cuando alguien llega amablemente y uno siempre tiene la sensación de que tiene alguna otra idea o alguna otra intención o que querrá ser amable porque necesita pedirnos algo. Entonces, bienaventurados los limpios de corazón significa poder confiar en alguien, confiar en que el dice lo que realmente opina, que no tiene otras intenciones, que no me quiere molestar o engañar, que realmente lo que dice es lo que piensa. Jesús dice “cuando el ojo es limpio y puro todo el cuerpo lo será”. Ustedes lo conocerán porque algunas miradas son turbias y uno siente toda la ambición de una persona, todo el prejuicio, uno puede matar con una mirada. Tener la mirada pura, limpia, mirar a una persona sin juzgarla, sin calificarla, sin pretender penetrar en ella o tomarla para mi, también ese es un anhelo profundo. Esa pureza del corazón es la que lleva a la felicidad. Por supuesto que la pureza no se va a lograr en un momento y las ilusiones también tienen que ir limpiándose para ir practicando esto como ejercicio. Un escritor ruso escribió dos cuentos a cerca de esta limpieza de corazón: Una pequeña mujer, limpia de corazón que ayuda sin malas intenciones u otras intenciones y que se agota y muere y el dice “sin personas que son tan puras ninguna ciudad, ningún pueblo, ningún país podrá vivir”, estas son las personas que necesitamos. Y el otro cuento: En una estación de pacientes que sufren cáncer el médico cuenta que tiene trato con tantos pacientes que sufren cáncer y el siente que vuelve a necesitar momentos para purificar su alma para volver a tomar contacto con lo limpio en su profundidad. En realidad afirmó muy intensamente la limpieza del corazón en la novela “El Idiota”, el se refiere justamente a aquél que como la imagen de Cristo relata a aquél que es realmente puro de corazón en la figura de ese príncipe al que el denomina el idiota. Hay otra historia, de un monje que representa a la persona pura, sin malas intenciones, y si nos encontramos con una persona así nos sentimos tocados pero no debemos admirarlos solamente sino que debemos confiar en que también en nosotros hay algo puro y tratar de conectarnos con eso puro en nosotros ese es nuestro camino para lograr una vida plena, para poder tener una vida en la que miremos a Dios. También como decía Platón el filósofo griego, esa es la condición para la verdadera felicidad. Dios, que es la verdadera alegría, y volvemos al Evangelio según San Juan, “la verdadera alegría no son cosas exteriores sino la convicción y conciencia de que somos amados por Dios.

La séptima bienaventuranza “Bienaventurados los pacíficos porque ellos serán llamados hijos de Dios”. Ser pacífico significa no solamente hacer la paz hacia afuera sino justamente hacia adentro. La palabra griega para paz es “airne – erine”, eso significa armonía, es decir que permito todo en mi, permito la luz y la oscuridad, los diferentes tonos, confluencia de sonidos. La palabra latina “pax” viene de “negociar”, hacer la paz, negociar con las diferentes fuerzas que hay en mi la paz. Darle espacio a cada una de esas fuerzas en mí porque cada una tiene su sentido, cada parte en un conflicto tiene su justificación y su razón de ser, hay que escuchar, hay que ver en el diálogo como puedo ampliar mi vida, como puedo hacer que mi vida cobre más sentido, pero quien está en paz consigo también tiene la función de hacer la paz hacia afuera, de hacer las paces, y esa es nuestra función como cristianos porque San Pablo también dice que nosotros en realidad tenemos que anunciar el evangelio de la reconciliación. Eso también tiene que ver con la reconciliación de mi lenguaje. ¿Mi lenguaje es reconciliador o es separador? Hay tantas personas que cuando llegan a algún lado generan divisiones y separaciones, gente en secciones, sacerdotes en comunidades, todo eso siempre tiene que ver con la propia falta de reconciliación con la propia escisión interior. Es decir que la reconciliación depende del lenguaje, si nuestro lenguaje es conciliador o si por el contrario juzga y está lleno de prejuicios. En un estado en Alemania, el ministro presidente del partido cristiano demócrata perdió porque su lenguaje no había sido reconciliador sino que había sido amenazador y creo que para el hubiera sido una buena lección o fue una buena lección para cuidarse más en su lenguaje para no hablar de los buenos y de los malos, de los de izquierda y derecha sino para que a cada uno se le de la dignidad de poder ser a través del lenguaje.

La octava bienaventuranza, que en realidad suena un poco extraña “Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia porque suyo es el Reino de los cielos”. Un pensador griego, los griegos eran muy deportistas, ellos introdujeron las olimpíadas, interpreta esta octava bienaventuranza desde la perspectiva del deporte, porque si hacemos una carrera de 1000 metros o de 10.000 metros entonces que necesitas, necesitas alguno que te persiga para que corras más rápido, para que llegues mejor a la meta. No tenés que ser el primero pero necesitás a otros que te persigan para que logres hacer carrera Esa imagen es paradógica porque lo enemigo en realidad es lo que nos hace sentirnos perseguidos para avanzar más rápidamente hacia Dios. Y eso está lleno de sabiduría, entiendo yo, porque Jesús nos muestra un camino hacia la vida feliz en medio de la realidad de nuestra vida. Nuestra vida está marcada por la enfermedad, por nuestras enfermedades incurables y por tener personas al lado nuestro que se desgarran y por tener hijos al lado nuestro que se decidan por otra cosa a lo que nosotros pensamos, o cosas que nos amenazan y que nos oprimen, nos presionan; entonces ese mensaje de Jesús, que te permita sentirte perseguido por aquello que está detrás tuyo y que eso hace que llegues a Dios. Les voy a dar un ejemplo que siempre puedo experimentar y es que cuando las personas se enferman siempre tratan de interpretar su enfermedad. Una mujer me contaba que ella había vivido tan sanamente, se había alimentado tan sanamente y repentinamente le surgió una enfermedad del sistema auto inmune, entonces ella decía “¿qué hice mal?, ¿cómo me auto combatí? y entonces le dije ¿por qué no deja todas esas intenciones de interpretación? sienta esa enfermedad como desafío. Le quito la ilusión de que usted puede garantizar su salud a través de una buena alimentación, no es ninguna garantía, nos puede llegar a suceder. Hay algo que se nos cruza en el camino, hay algo que nos persigue, pero eso nos tiene que quitar las ilusiones engañosas y nos quiere llevar hacia Dios y hacernos acercar al verdadero objetivo de nuestra vida, porque, ¿de qué se trata? de vivir 80 años con salud o se trata realmente de que en nuestras debilidades y en nuestras fortalezas, en nuestra enfermedad y en nuestra salud seamos permeables para Dios, porque entonces también la enfermedad me puede hacer acercarme a Dios para que me abra a el, para que sienta que esa enfermedad me puede dar valores totalmente diferentes en mi vida, o cuando algo fracasa en la profesión ¿me puedo culpar?, ¿me puedo inculpar?, ¿me puedo juzgar por un fracaso? o lo puedo entender como un desafío para abrirme a Dios. Todas mis ideas de la vida y del mundo se rompen y yo me abro a Dios. Es decir que todo aquello que nos persigue y se nos interpone en el camino en realidad nos quiere hacer llegar a acercarnos a Dios y lo que nos anuncia la promesa de Jesús es que todo nos quiere llevar hacia adentro, hacia ese espacio interior, o como San Pablo dice “el ser exterior se va desgarrando y el interior se va haciendo cada vez más interior. Cuando nos encontramos en ese espacio interior entonces todos los fracasos exteriores, las enfermedades, la muerte de un ser querido, todo eso nos duele y entonces tenemos que pasar el duelo, pero en última instancia si lo tomamos como un desafío en nuestro camino hacia Dios entonces tampoco eso nos puede separar o alejar de la felicidad.

Ustedes sentirán que estas ocho bienaventuranzas están plenas de sabiduría para llegar a una vida realmente feliz, pero la felicidad no es algo que uno posea, la felicidad en realidad es estar en armonía con uno mismo. Lo mismo que la alegría es la expresión de la vida plena, es estar en armonía con uno mismo, es estar en el centro, es estar abierto para lo que Dios día a día nos regala de pequeñas alegrías y por supuesto también no decirnos cuando nos suceden cosas negativas que todo eso no tiene sentido porque hay tanta gente que nos escribe y que solo se queja. Hace unos días una mujer me escribía y me decía que todo era tan difícil y que su hija se había separado de ella y es tan difícil manejar eso. Por supuesto que entiendo  que la vida no es fácil cuando la hija se fue y el marido falleció pero uno puede ver todo negro o uno lo puede ver diferente, con otra luz, y ver que uno se tiene que confrontar con la propia soledad y preguntarse que es lo que me sostiene en este mundo, porque si me tengo que despedir de la ilusión que mi hija me hace feliz o que mi marido me va a hacer feliz entonces me tengo que encontrar conmigo mismo. Por supuesto que en ese paso está el dolor de sentirse desamparado y abandonado pero en cada situación, en cada pérdida uno encuentra un nuevo desafío para lograr felicidad. Una mujer que perdió a su hijo, que por supuesto estaba llena de dolor me contaba que de vez en cuando puede volver a sentirse alegre con la naturaleza pero de alguna manera se prohíbe esa alegría porque se dice “he perdido un hijo no me puedo alegrar”, es decir, que en realidad uno puede hasta prohibirse la alegría pero creo que es importante que tomemos ambas cosas, que no nos presionemos por tener que ser felices permanentemente pero que seamos abiertos a recibir las pequeñas cosas que nos pueden dar alegría, porque en cada vida hay cosas que nos dan felicidad y alegría, que podamos ver la luz, que podamos comenzar un nuevo día, que podamos poner nuestra impronta, nuestra huella en este mundo. Muchos están tan fijados en lo negativo de este mundo y esto merece realmente un compromiso para que las cosas se hagan más positivas pero nosotros no podemos esperar que todo el mundo se vuelva positivo o pleno. Incluso en la década del ´70 en el monasterio había una tendencia de que nosotros no nos podíamos alegrar en navidad y festejar si en Vietnam todavía caían las bombas. Por supuesto que no lo podíamos reprimir o alejar de nosotros pero si le damos tanto poder a lo negativo en este mundo, que nos prohibimos toda festividad, toda celebración, y toda alegría, entonces nos impedimos vivir. Henry Nowen, en su libro “Escuché el silencio” decía que el había esperado cuando estuvo tantos meses en el monasterio trapense tratando de salir de su depresión, el sintió, poco después de estar de vuelta en casa, que nuevamente la depresión lo tomaba y el decía “los monasterios no están hechos para solucionar problemas sino para alabar a Dios justamente desde el medio de los problemas” y esto es tan sabio porque justamente no debo reprimir mis sentimientos negativos, es decir de en medio de la depresión tengo que alabar a Dios, esto suena demasiado exigente pero realmente a la vista de Dios yo lo alabo y eso hace que mi actitud, mi humor, se vuelvan diferentes. San Agustín dice que “jorus” viene de “jará” alegría, el coro, el cantar, para él también siempre es expresión de alegría y conozco a mucha gente que sufre pero que cuando cantan se conecta con otros ánimos y si yo prohíbo la música o el canto entonces que no me llame la atención de que no voy a sentir alegría. Es decir que esos son espacios de alegría, la naturaleza, el culto, la lectura, la música, la pintura. Cuando soy creativo, cuando creo algo nuevo, cuando visito a alguien, hay tantas formas de sentir alegría. Somos responsables en parte pero no nos pongamos bajo la presión sino simplemente alegrémonos permitiéndonos también otros sentimientos. Si uno reprime la tristeza tampoco se va a poder alegrar. Hay muchos motivos para la depresión. Hay depresiones que son el grito del alma porque nos estamos sobre exigiendo excesivamente, pero un motivo de la depresión también la negación de la tristeza, por eso se dice que son bienaventurados los que lloran porque pueden ser consolados. No se trata de valorar ni de calificar ni de juzgar porque la depresión de vez en cuando también tiene una función sanadora porque hay casos de duelo en donde me supera la tristeza y entonces el alma busca la depresión, se rigidiza, y luego en algún momento está en condiciones de presentarse ante el dolor y de hacer el duelo y entonces se transforma pero hay otros que se vuelven depresivos porque niegan la tristeza porque es una sensación desagradable y entonces les llama la atención que se van escindiendo cada vez más de la vida llega un momento en que no pueden sentir absolutamente más nada. Un hombre me contaba que estaba tan depresivo que ni siquiera en la sexualidad se sentía a sí mismo y a su mujer, la vive pero no es una vivencia realmente vital sino que está escindido de sí mismo y eso significa que yo dejo de lado una parte de mí. Puedo sentir la alegría sólo cuando acepto los otros sentimientos, también la tristeza porque solo viendo la tristeza podremos ver lo positivo.

Bien, con esta ponencia acerca de la alegría y de la felicidad en realidad quiero que no se sientan culpables si alguna vez no se sienten alegres o felices, esto también tiene que poder ser pero cuestiónense en esos casos ¿realmente todo es tan negativo en mi vida? ¿qué me da motivos para dar las gracias? Dar las gracias en alemán viene de “pensar”, el que piensa bien es agradecido, es decir que el que piensa bien también puede tener alegría porque interpreta la realidad de tal manera que le brinda suficientes motivos de alegría. Pero hay mucha gente que solo piensa en términos negativos y piensan las cosas en modo negativo, se enojan en el trabajo por una cosa u otra y ven todo negativamente. Yo experimento la vida así como la interpreto y esa es nuestra propia responsabilidad. También la fe es una forma de interpretar la vida y de interpretarla de tal modo que en cada situación de mi vida no sólo va a primar y dominar la desesperación y la tristeza sino también la alegría, es por eso que les deseo que siempre puedan volver con esa alegría que está en su interior, no hace falta sacarla artificialmente pero conozco a tantos que dicen “bueno, no puedo festejar las Pascuas y alegrarme por decreto” pero hay gente que “celebra” su tristeza o su falta de ganas, no pueden celebrar las Pascuas y dicen simplemente “soy incapaz”. Por supuesto que no puedo ponerme bajo presión o festejarlo con la alegría de hace dos o tres años en donde estaba absolutamente conmovido, no, simplemente voy con la actitud de hoy, con los acontecimientos y las dificultades de este momento a una celebración así, estoy abierto para lo que es y sin ponerme bajo presión de tener que sentir determinadas cosas. Yo vivo las pascuas siempre en forma diferente. Durante 25 años celebraba con los jóvenes, las celebraciones eran muy intensas en algunos casos, en otras muy silenciosas y ese era realmente el desafío ¿cómo puedo con esos sentimientos al mismo tiempo afrontar la situación? y algo se transforma, porque la alegría quizás a lo largo del tiempo se hace más silenciosa, más tierna, más dulce, más suave, pero en todo uno puede intuir la felicidad y la alegría y eso es lo que les deseo. Les deseo que en todo lo que ustedes experimenten crean que en ustedes está la fuente de la alegría y dependerá de ustedes que encuentren palabras y caminos para que esa fuente de alegría se vuelque a su conciencia, penetre y haga permeable su ser para que irradien esa alegría hacia afuera. Muchas gracias.

 

Quisiera terminar con una bendición vespertina, en particular con un gesto que ya tiene 1600 años, es un gesto de cerrar las puertas y sentirnos en nuestro centro, confiando en nuestra fuente interior y que con todo el caos que tuvo el día, en esa profundidad sintamos la paz, la alegría, la felicidad, y si se encuentran en ese espacio de silencio simplemente disfruten en ustedes, no hace falta que se presionen. Encuéntrense en ese lugar en donde no hay temor, en donde no hay miedo, no hay preocupación, no hay sentimientos de menosprecio. Cristo vive en ese espacio y ahí hay alegría y en ese espacio interior de silencio quisiera decir las palabras de esta oración vespertina y espero que ustedes la sientan en su corazón. Por favor pónganse de pie, cruzando las manos sobre el pecho encontramos una forma de aceptarnos a nosotros mismos con nuestra polaridad, con nuestra felicidad y alegría, con la tristeza, y la felicidad, todo eso es parte mía, yo le digo que sí y confío en que profundamente en ese espacio de silencio interior a donde nadie tiene acceso voy a encontrar ese amor, esa alegría, esa paz, esa armonía conmigo mismo y con Dios.
Padre Anselm Grün