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La Anunciación
martes, 27 de diciembre de 2011
Vamos a hablar de un momento importantísimo, muy importante, no sabemos cuando fue, ni tampoco bien como fue, un momento en que la puerta se abrió, para que el gran amor a los vivientes se manifestara en toda su plenitud a toda la humanidad, y darle un rumbo y espantar al miedo, estoy hablando de LA ANUNCIACION.
Según el Evangelio de Lucas 1; 26 – 38 se puede leer, proclamar y anunciar el relato de la anunciación del Ángel a María, preparando más de cerca este tiempo de adviento hacia la Navidad.
Este relato aparece en el Evangelio de Lucas en lo que se ha dado en llamar relatos de la infancia, que en realidad, más que relatos de la infancia, sería más pertinente hablar de relatos de nacimiento, que es de lo que hablan tanto Lucas como Mateo en esta parte de los Evangelios.
Y aquí se importante aprender algunas cositas que son muy importantes, porque hoy en día hay mucha literatura y mucho videos muy interesantes, que hacen lecturas comparadas de los relatos evangélicos, o algunos textos evangélicos, como por ejemplo puntualmente este, y otros relatos presentes en otras religiones, incluso religiones muy antiguas o paganas, provenientes también de del ámbito del Mediterráneo, y entonces se nos hace un lío.
El otro día viene mi hijo, y me dice, a ver mamá, explicame un poco, porque resulta que, así como Jesús es hijo de una virgen, y me empezó nombrar todos los dioses que eran hijos de vírgenes, y todos los dioses cuyos padres tenían semejanzas con los padres de Jesús, y todos los hechos (la estrella, los tres Reyes Magos, los tres días que estuvo muerto), que comparativamente están presentes en otros mitos y en otras leyendas.
Así que como esto va circulando, no porque se ha pretendido que estuviera escondido, es importante saber que los escritos sagrados de la Biblia, los escritos sagrados del Evangelio, por supuesto que toman géneros literarios, que toman símbolos de otra leyendas, de otros mitos, de otros relatos que tienen que ver con lo sagrado, y justamente lo toman para enseñarle a su pueblo que estamos en presencia de un evento, de un momento sagrado de características inusuales.
Para los lectores, o para los oyentes de este tipo de relatos, lo que se hacía al tomar estos géneros literarios es decir: bueno, así como su uso esta forma para describir el nacimiento de Osiris, o el nacimiento de Buda, o el nacimiento de tal o el nacimiento del cual, así, de esa misma manera, acá estamos hablando también un fenómeno extraordinario, de carácter sagrado, que está irrumpiendo en la historia común de todos nosotros.
De manera que estas formas que adopta muchas veces del Antiguo Testamento, y que a su vez el Antiguo Testamento probablemente haya adoptado, como los géneros literarios, de otras de otros mitos, de otras leyendas, de otras tradiciones religiosas, lejos de menoscabar el interés por el relato, lo aumentaba.
Lo que ocurre es que no estamos hablando, en aquella época, de una mentalidad moderna que busca la historicidad de los hechos, sino el significado del relato, que es un significado teológico; cuando se quiere transmitir una gran verdad teológica, y en ausencia de un lenguaje especulativo, filosófico, lo que se hace es contar un cuento, relatar un relato.
De la misma manera ustedes van a leer, seguramente, en muchas tradiciones religiosas premodernas esta misma estructura, es decir, se quiere transmitir una verdad sobre Dios, sobre la creación, sobre el mundo, sobre el cosmos, sobre el universo, sobre los personajes que dieron origen a una nación o a un pueblo o a una historia, haciendo relatos, en la mayoría de las veces extraordinarios, y estos relatos constituyen géneros, formas, que uno encuentra que se repiten en distintos lugares.
Entonces siguen un género literario, también el texto de la anunciación sigue un género literario que había surgido en el Mediterráneo y que tenía como costumbre, además, escribir sobre la vida pre-pública, anterior a la vida pública de un personaje muy importante.
Cuando había un personaje importante, que por sus consecuencias, sus actos, sus frutos, el fruto de su propia vida, había dejado cosas extraordinarias en un pueblo, pasado un determinado tiempo, los escritores, los intérpretes de ese momento histórico, hacían de alguna manera una lectura de lo que pudieron haber sido las particularidades de su familia, o de su nacimiento, o la forma en que fue concebido, a la luz de este glorioso futuro que después tuvieron o a la luz de las gestas prodigiosas que realizó esa persona cuando después fue adulta, se revisa su infancia, se relee su infancia, y se trata de encontrar en su infancia, en su concepción, en su nacimiento, las anticipaciones de su destino heroico, o su destino divino.
Así que cuando nos vengan con estas historias de que hay patrones que se repiten en la vida de Jesús con otros mitos, leyendas o historias de personajes importantes, si, es la forma en que el hombre, particularmente la mentalidad semita y también la mediterránea de su época, tenían de querer expresar: “acá, señoras y señores, hay algo extraordinario”, o, “acá hay algo sagrado”, o, “acá hay una irrupción de lo divino que se marca desde el momento mismo de la concepción de esta vida humana”, y estaba ya predeterminado, de alguna manera, a cumplir con una misión gloriosa, una misión sublime.
En este marco se encuentra entre otros relatos, el texto de la anunciación.
Si ustedes van al Antiguo Testamento, y leen otros textos, se van a encontrar con este mismo patrón, estas mismas formas que se repiten, es un esquema clásico de un relato de anunciación que se da en los textos de Isaac, Samuel, Sansón, además referencias a Elías, en lo que respecta a la función futura del niño que va a nacer.
Vamos encontrar en Génesis 18; 1 – Samuel 1; 2 – Jueces 13, por ejemplo, este mismo esquema clásico de la transcripción que dice así, más o menos: se aparece o un ángel, o un ángel del Señor o un ángel en persona, al padre o a la madre del personaje; en segundo término, hay una sensación de temor experimentada por el destinatario de esa visión, ante la presencia un mensajero celeste; en tercer término, hay un mensaje relativo al nacimiento futuro, con algunos detalles, en cuarto paso hay una objeción por parte del destinatario, o la petición de una señal.
¿Pero cómo va a poder ser eso si Sara ya es estéril?, ¿pero cómo será esto si yo no conozco varón?, una objeción, y finalmente una señal, o una promesa, o una garantía de cumplimiento de lo anunciado. Esto va a ocurrir pese a tales y cuales objeciones, entonces son cinco pasos: aparece un ángel, o aparece la voz de Dios, aparece un fenómeno sobrenatural, hay una sensación de estupor en quien recibe esta visión, hay un mensaje que le anuncia un nacimiento futuro, hay una objeción por parte del destinatario y finalmente hay una señal, confirmación o garantía de que lo anunciado se va a cumplir.
Pueden ustedes constatar la estructura de este género literario de anunciación inmediatamente unos versículos antes, cuando se habla de la anunciación a Zacarías del embarazo de Isabel, de Juan el Bautista, tiene exactamente la misma estructura, si es que no quieren irse a las citas anteriormente comunicadas, que tienen que ver con el Antiguo Testamento, allí también se pone de manifiesto, en el anuncio a Zacarías este esquema clásico, aparece un ángel, hay una sensación de estupor ante la presencia de lo divino, del mensajero celeste, hay un mensaje un anuncio, hay una objeción, en este caso Zacarías hay una duda, y después hay una señal o garantía de cumplimiento de lo anunciado.
Inmediatamente después de la anunciación del nacimiento de Juan el Bautista a Zacarías, aparece el texto de la anunciación a María, sólo que el escenario cambia bastante, porque en vez de ser en el templo, con todo el peso y la significación que tiene el templo de Jerusalén, acá estamos hablando de Nazaret, un pequeñísimo caserío, en el que según algunos, no tendría ni 500 habitantes, imagínense ustedes, un pueblo muy pequeño, y es la primera vez que surge en el Evangelio la mención este pueblo, en comparación con la importancia que tiene el templo de Jerusalén, donde se produce la anunciación a Zacarías de Juan el Bautista.
Y allí es justamente donde Jesús va a pasar la mayor parte de su vida, en este pueblo chiquitito, que está situado en la baja Galilea, con un entorno muy fértil; seguramente los moradores de este pueblo eran agricultores por cuenta ajena, trabajaban, debido a la política romana de formar latifundios, para colocar a los latifundistas como aliados suyos, seguramente estos moradores trabajaban como campesinos en grandes latifundios, o en latifundios grandes para la época, y los que no se dedicaban a la agricultura, los que no eran peones de campo, eran artesanos que se dedicaban a toda clase de oficios por su maestría.
Las excavaciones arqueológicas han revelado que en el siglo I existían cuevas que servían de vivienda para algunas familias, y esto es así por la geografía de Nazaret, que tiene un tipo de roca que le permitía fácilmente ser cavada y construir allí las viviendas, muchas de esas viviendas eran cuevas que se cavaban en la roca.
Había cerca de allí una ciudad llamada Seforis, aproximadamente a 6 km más o menos, que era lo que le daba un poco de vida económica a Nazaret, porque la cocina de esa ciudad justamente se nutría de los productos agrícolas, y también de la mano de obra que podía provenir de Nazaret; en definitiva, estamos hablando de una tierra de Galilea, una tierra que se consideraba impura por la cantidad de paganos que se encontraban allí, que es como llamaban los judíos a los no judíos, una tierra de la que no se podía esperar gran cosa, según muchos comentarios del Evangelio.
Ahí tiene lugar la anunciación, en esta región de Galilea, en el pueblo de Nazaret, y allí es Belén el pueblo de la anunciación de José, no Nazaret, sino Belén, y no sabemos muchos más detalles, sabemos que el ángel se aparece a una persona llamada María, y que justamente le hace el anuncio como emisario divino, no hay mucha introducción, parece que María claramente entiende que se trata de un emisario divino, parece que es el mismo que actúa como emisario ante Zacarías, y que la saluda con un saludo inicial que algunos traducen por “salve”, que una fórmula estereotipada de introducción muy frecuente en el mundo semítico y en el mundo griego, y otros piensan que la palabra quería significar “alégrate”, por eso hoy tenemos ambas traducciones: “alégrate María llena eres de gracia” o “salve María llena eres de gracia”-
La siguiente frase que el Señor le dice, ha llenado de gracia a esta interlocutora, que promete su presencia y que promete su acompañamiento, es como una forma de adelantarle que no la va a abandonar en la tarea que le va a pedir que asuma, una tarea a la que, como vamos a ver, no le van a faltar riesgos.
Pero lo primero que le dice después de saludarla es que ella está llena de gracia, llena de la presencia, del acompañamiento de Dios, y que esta actuación de Dios no viene motivada por méritos de la joven, sino que es pura gratuidad divina, porque no aparece ninguna contraprestación por parte de María que la haga merecedora de esta esta plenitud de gracia que el mensajero divino le comunica.
Dios se muestra como un gran patrón que distribuye estos favores a sus clientes, estamos hablando del patronazgo, tremendamente vigente en aquella época, con la diferencia, respecto a los patrones de los tiempos, que se los da a quien quiere y sobre todo a quienes no le pueden corresponder.
El ángel, tras la turbación de su interlocutora, de María, aclara los motivos de su visita, quiere tranquilizar a María, es gracias a esa benevolencia divina que va a quedar embarazada de un hijo al que llamará Jesús.
Y a partir de este momento la mayor parte del discurso del ángel se va a dedicar a explicar cuales son las características y la función que este niño que va a nacer tiene, y es un comentario que tiene distintas partes, y que describe, con distintos títulos quien es este Jesús del cual María va quedar prontamente .
Cómo describe el ángel a este que vendrá, como describe a Jesús, el niña que nacerá; en una primera parte de la descripción, entre los versículos 32 y 33 dice los siguientes títulos: será
grande,
en este calificativo se aprecia la diferencia de Jesús con respecto a Juan, porque de Juan dice: “será grande a los ojos del Señor”, mientras que a Jesús se aplica simplemente grande
,
este calificativo sin especificaciones, estaba referido siempre a Dios en el Antiguo Testamento, no grande a los ojos del Señor, sino grande, el grande, en una referencia a Dios, con lo cual ya tenemos un índice de divinidad en Jesús, aunque no sabemos esta era la intención de Lucas.
Dice otro título:
hijo del altísimo,
es una manera de decir hijo de Dios, tanto en la literatura judía como en la literatura grecorromana de la época, es un cúmulo enorme de significados lo que tiene detrás de sí el título hijo del altísimo o hijo de Dios, tiene una enorme carga histórica.
En los escritos de Cumram aparece un paralelo con el mismo título, que hace referencia a una figura real, y muchas veces se aplica ese título para el emperador, el César, o para el rey, así que encaja muy bien con toda la referencia a que un rey está a punto de nacer en Israel.
El otro era el grande, algo de lo divino, en este caso un reinado, una promesa mesiánica, y en muchos lugares del Antiguo Testamento también se habla de la filiación, del hijo de Dios o del hijo del altísimo, como la elección que corona a un gobernante o que le da mucho poder a un rey.
Dios le dará el trono de David, de su antepasado, y gobernará para siempre, recibirá ese trono a través su padre adoptivo, de su padre José, aunque no sea el padre biológico, que a la postre cuenta, porque José viene de la casa de David, pero además se agrega que su trono es para siempre, aquí Lucas, el autor de este texto, dice que ni la crucifixión ha roto la permanencia eterna del reinado de Jesús.
Es evidente que este relato fue escrito después de la Pascua, de manera que hay como una confirmación de que el reinado de Jesús es eterno, no caduca con su muerte como en el caso de de David, entonces hace una nueva interpretación del reinado de David y de la promesa del reinado de David hecha a su pueblo.
Finalmente, en la segunda parte, dice que lo llamarán
consagrado,
un calificativo que tiene su origen en la costumbre judía de que todo primogénito debe ser consagrado a Dios, otros también ven acá o leen acá un término que alude a la divinidad de Jesús, pero es de acá, de donde nace la primogenitura de Jesús, el hecho de que Jesús es el único hijo de Dios, porque se lo llama consagrado.
Y nuevamente habla de que será hijo de Dios, en claro paralelismo con el hijo del altísimo, es de donde se puede inferir que si antes era descendiente de David según la carne, ahora es hijo de Dios gracias a su espíritu, una terminología nueva que no encuentra referencias en el Antiguo Testamento, sino que justamente viene de la primera comunidad cristiana. A partir de la resurrección se produjo un salto, aplicando los títulos del resucitado, al que habría de nacer.
Ningún momento de la vida de Jesús se puede ver fuera de esta filiación divina.
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