08/04/2024 – En el día de hoy junto al padre Matías Burgui, en la catequesis, celebramos la Solemnidad de la Anunciación del Señor donde haremos foco en el misterio de la encarnación “de la mano de María”.
El Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,a una virgen que estaba comprometida con un hombre perteneciente a la familia de David, llamado José. El nombre de la virgen era María.El Ángel entró en su casa y la saludó, diciendo: “¡Alégrate!, llena de gracia, el Señor está contigo”.Al oír estas palabras, ella quedó desconcertada y se preguntaba qué podía significar ese saludo.Pero el Ángel le dijo: “No temas, María, porque Dios te ha favorecido.Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús;él será grande y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, su padre,reinará sobre la casa de Jacob para siempre y su reino no tendrá fin”.María dijo al Ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre?”.El Ángel le respondió: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso el niño será Santo y será llamado Hijo de Dios.También tu parienta Isabel concibió un hijo a pesar de su vejez, y la que era considerada estéril, ya se encuentra en su sexto mes,porque no hay nada imposible para Dios”.María dijo entonces: “Yo soy la servidora del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. Y el Ángel se alejó. San Lucas 1,26-38
Normalmente esta fiesta se celebra el 25 de marzo. Fijate que nueve meses antes de la Navidad nos encontramos con este misterio tan grande, el misterio del amor de Dios, el misterio de la encarnación, el misterio de un Dios enamorado, un Dios que se hace uno de nosotros, que camina con nosotros, que nos acompaña en el camino, que es cercano en definitiva, y que todo esto es posible a partir del sí de una criatura, de María. Por eso compartimos el relato de la Anunciación, un cambio verdadero hubo en la historia, un antes y un después de ese sí de la Virgen. Así que, ¿por qué no hoy pedirle a Dios que en nuestras vidas también haya un antes y un después? Un aceptar, un cambio, un crecimiento, un propósito, una meta, una mejoría. Así que el desafío para hoy es poder decirle al Señor, Señor, que conociéndote más te pueda amar y servir mejor, como María. Por eso tratamos de meditar algunos puntos para este día. Cada año la Iglesia celebra la Solemnidad de la Anunciación. María dio su “Sí” a Dios, concibiendo desde aquel momento a Jesús. Es la fiesta de la Encarnación: el Hijo eterno del Padre entra en la historia; se hace hombre en la seno de María, una muchacha humilde del pueblo de Israel.
«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). Estas son las palabras —citadas por el evangelista Lucas— con las que el arcángel Gabriel se dirige a María. A primera vista el término chaîre, «alégrate», parece un saludo normal, usual en el ámbito griego; pero esta palabra, si se lee sobre el trasfondo de la tradición bíblica, adquiere un significado mucho más profundo. Este mismo término está presente cuatro veces en la versión griega del Antiguo Testamento y siempre como anuncio de alegría por la venida del Mesías (cf. Sof 3, 14; Jl 2, 21; Zac 9, 9; Lam 4, 21). El saludo del ángel a María es, por lo tanto, una invitación a la alegría. Se inaugura un nuevo tiempo, es el anuncio del Ángel a nosotros, en el corazón de María.
María da una respuesta que cambiará la historia entera de la humanidad. San Bernardo suplicaba: «Se te ofrece el precio de nuestra Redención. Seremos liberados inmediatamente, si tú dices sí. Todo el orbe está a tus pies esperando tu respuesta. Di tu palabra y engendra la Palabra Eterna».
Dios espera una respuesta libre, y la “llena de gracia”, representando a todos los necesitados de Redención, responde: “Hágase!”. Desde hoy ha quedado María libremente unida a la Obra de su Hijo. Desde hoy es Madre de los que son uno en Cristo (cf. Gal 3,28).
Dice la palabra que el nombre de la Virgen era María. Llama la atención este versículo porque a veces nosotros nos olvidamos del nombre de María, y solamente con pronunciar su nombre ya algo pasa en nuestro corazón. Solamente con recordarla a ella el Señor nos regala paz, nos da alegría. ¡Qué lindo hacer presente a María en nuestras vidas! Hay gente que a lo mejor no es muy cercana o muy apegada a María. Hay gente que incluso dice, mi relación es con Jesús y con eso me basta. Y claro que es con Jesús, pero Jesús te lleva a María y María te lleva a Jesús porque donde está el hijo está la madre, donde está la madre está el hijo. Así que proponete esto, pedilo como una gracia. El ángel saluda a María y le dice, llena de gracia. Todo un piropo que la habrá sorprendido. Enamorate del amor de María, enamorate de su sí, enamorate de su estar en tu vida como madre. Y no dejes de llamarla cada vez que puedas. Cuando estés cansado, anda María. Cuando no sepas a dónde ir, anda María. Cuando sientas que no das más, anda María como un hijo que va a los brazos de su madre. Pedile la gracia al Señor de enamorarte cada vez más de María. Yo te prometo que eso te va a cambiar la vida, te va a cambiar la mirada, va a cambiar tu relación con Dios, tu forma de rezar, tu relación con Jesús, tu relación con los demás e incluso la forma en que vos te mirás. Porque cuando vos encontrás el amor de María, te empezás a mirar con misericordia. Pedile al Señor que te ayude a tener una relación sana y santa con nuestra Madre de Cielo.
La referencia mariana en Lucas aparece en los relatos de la infancia en el capítulo I y II. María en el evangelio de Lucas es la mujer de la oración, de la contemplación, de la respuesta activa a Dios y la mujer del compromiso. María es el modelo de la contemplación activa, es una mujer asociada con el dolor y el sufrimiento de su pueblo. También ella aparece orando después de la muerte y resurrección de Jesús, acompañando a los discípulos a la espera del Espíritu Santo. Mujer del dolor se ve en el Evangelio de Lucas y consustanciada con el dolor de su pueblo cuando el ángel le anuncia que su prima Isabel también está embarazada y el que lleva en su seno es el que va a anunciar la llegada del Mesías; entonces rápidamente María sale con su secreto en el corazón al encuentro para el servicio de quien está encinta.
María – desde la perspectiva de Lucas – ha sabido llevar en su corazón esa profecía con la que Simeón inaugura el encuentro en el ámbito de lo público de Jesús siendo niño: “A ti, mujer, una espada de atravesará el corazón”. Allí María aparece asociada a la Pascua de Cristo.
Tal vez uno de los textos que habla del sentir en el corazón de María es, en el evangelio de Juan, el de las Bodas de Cana: “no tienen vino”. Allí se la muestra también consustanciada con el sentir de su pueblo. Aquí también, con el sentir de nuestro pueblo, en Luján, Itatí, del Valle, el Rosario, la Virgen de San Nicolás, la presencia de María en todos y en cada uno de los rincones de nuestra patria habla de cómo ella verdaderamente late al ritmo del corazón de su pueblo.
Si estás atento a lo largo de tu vida, en los momentos más críticos, más duros y más difíciles, Ella estuvo allí al pie de tu cruz, como estuvo al pie de la cruz de su hijo.
Dice la palabra que el ángel le dice a María que el Espíritu Santo vendría sobre ella y la fuerza del Altísimo la cubriría con su sombra. María tuvo la experiencia de la fuerza del Altísimo. ¿Por qué? Porque confió. Es algo que en estos días nos cuesta, especialmente en estos tiempos en los que andamos apurados, a las corridas. Ahora bien, ¿nos preguntamos por nuestra vida interior? ¿Estoy confiando de verdad en Dios? Bueno, fijate que ante a la propuesta de Dios, María calla, dice que sí y después confía. No te desanimes, porque María confía. Solamente el que conoce el Espíritu Santo puede conocer esa fuerza de Dios, el saberse sostenido, ¿no? Bueno, necesitamos la gracia de Dios, la experiencia de la fuerza que viene de lo alto para responder como ella. Pedí al Señor hoy la gracia de la docilidad. Es lo que te permite vivir el Evangelio de hoy. Hay un ángel, un mensajero que entra en la casa, entra en el corazón de María para convertirle a ella misma, convertirla en mensajera. Una mensajera que sale al servicio. No te borres, animate a decirle que sí al Señor. Animate a hacerte buenas preguntas. No quieras tener todas las respuestas. Hoy, animate a confiar y a decir con María, hágase en mí según tu palabra. No sé, Señor, lo que me estás pidiendo, pero que se haga en mí tu voluntad.
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