La beatificación de Juan Pablo II

miércoles, 2 de mayo de 2012
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Hace un año, Radio María Argentina estaba transmitiendo la beatificación de Juan Pablo II, directamente desde Roma. Este es el relat que hacía el Padre Javier Soteras desde la Santa Sede:

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Buen día, hoy comparto la catequesis con todos ustedes  desde la ciudad de Roma donde está la sede editorial de Radio María. Vamos a adentrarnos en esta jornada mundial de la Radio María  en la beatificación del Papa Juan Pablo II, todo aquí respira la presencia de la gracia con que Dios nos quiere bendecirnos. Vengo de un encuentro con el Cardenal Karlic quien nos regalara junto con el Papa Juan Pablo y quienes trabajaron con él entre otros el Cardenal Ratzinger, hoy Benedicto XVI, el catecismo de la Iglesia Católica. Estar con el Cardenal Karlic siempre es un gozo, sus comentarios consuelan y fortalecen, me dio algunos consejos para el camino que estamos recorriendo juntos como familia de Radio María en Argentina, siempre bienvenidos de alguien tan sabio que nos ofrece la posibilidad de compartir en amistad este seguir a Jesús como discípulos.

Por aquí todo es fiesta, todo es gozo, todo es alegría, para mí está todo colapsado, en realidad Roma tiene esa característica como ciudad cosmopolita, tiene un perfil complejo, multicultural racial, idiomático, es una ciudad donde confluyen hombres y mujeres de todas partes de mundo y hoy mas que nunca por este hombre que sembró su presencia entregando la vida y el evangelio en Jesús y que recoge los frutos de una generación a quien seguramente ha dejado la marca  la huella de su presencia.

Estamos compartiendo esta tarea con dos medios hermanos, el diario La Voz del Interior de Córdoba y Cadena 3 Argentina.

Hoy vamos a adentrarnos en una catequesis distinta, la vamos a concentrar en lo que es una beatificación, que no es, que diferencia tiene con una canonización, vamos a compartir algunos datos biográficos de la vida de Juan Pablo II, algunos relatos de su historia que son conmovedores y por sobre todas las cosas en el comienzo te invito a que nos cuentes que significó en tu vida la presencia y el ministerio, el servicio apostólico desde la cátedra de Pedro de este Papa polaco que durante 26 años conmovió con su peregrinar por el mundo y nos dejó mensajes llenos de fuerza, de sentido, de orientación, de visión de los tiempos que vendrán, que nos ha dado coraje y fortaleza para ir hacia delante.

No sé si las palabras expresan la gracia que se va recibiendo desde ahora y espero que todos ustedes también reciban este don de gracia. Nuestro deseo es que el oyente pueda entrar en contacto directo con el sentir del espíritu que pone en lo más alto a uno de sus hijos más dilectos del tiempo que hemos transcurrido juntos en el mundo contemporáneo. Por eso la catequesis de hoy la vamos a dedicar completamente a la figura de Juan Pablo II.

Le damos gracias por tu fortaleza, por el don de su bondad, por su firmeza, por su claridad de pensamiento, por su entrega, por haber confesado la fe, por su determinación de seguir hacia el final del camino abriendo la puerta al tiempo nuevo que vendrá en la Iglesia cuando en el 2000 nos invitaba a entrar con él al tercer milenio y decirnos que era en lo profundo, mar adentro donde estaban los grandes desafíos para el tiempo de evangelización de la Iglesia que viene. Le agradecemos por su amor a la Virgen, le bendecimos por su amor a los Santos, le damos gracias por su cercanía a nuestra Argentina tanto en el año 82 como en el año 87, las dos veces que nos visitó, le damos gracias por tantos gestos suyos para con los jóvenes a los que tan particularmente amó. Muchas gracias Jesús por este don de vida que nos has regalado en el próximo beato de nuestro pueblo, Juan Pablo II. Pedimos que todo el pueblo radiofónico de Radio Maria en Argentina se disponga interiormente a pedir recibir y a las gracias y esperamos por su intercesión Dios nos alcance en estos días tanto de preparación cuanto de acción de gracias por su beatitud, por su felicidad, por su plenitud de vida, por su santidad.

 “Sean Santos como mi Padre es Santo, sean perfectos como mi Padre es perfecto” con estas palabras Jesús nos invita a adentrarnos en estos días previos a la santidad de nuestro hermano, una espiritualidad de la santidad es la que él propone en el camino hacia el tercer milenio y se pone como testigo, siempre en la delantera. Hablamos de quien nos dejara un 2 de abril de 2005 en la vigilia de la octava de Pascua y el domingo de la Divina Misericordia el Papa Juan Pablo II, 263 sucesores de Pedro pasó de este mundo al Padre.

 Karol  Wojtyla nació en Cracovia (Polonia) un 18 de mayo de 1920. Vivió en una  familia profundamente cristiana. Fue bautizado el 20 de junio en la iglesia parroquial de la presentación de Juan el Bautista. Allí a los nueve años recibió la Primera Comunión, en 1938 recibió el sacramento de la Confirmación.  De una amplia, rica y particular formación.

Una vez que él termino los estudios en la escuela superior Marcin Vadovita en su ciudad natal,  en 1938 se matriculo en la Universidad Jagellonica de Cracovia.

Tras el cierre de la Universidad por parte del régimen nazi, en 1939 continuó con los estudios frecuentando clases clandestinas. Fue uno de los promotores del “Teatro Rapsódico”, para poder ganarse la vida y evitar así ser deportado a Alemania el joven Karol trabajo (1940-1944) en una cantera y en una fabrica química.

Sintiendo una profunda llamada al sacerdocio, a partir de 1942 siguió los cursos de formación en el seminario mayor clandestino de Cracovia, y su ministerio eclesial lo marca hasta su ordenación sacerdotal, que tuvo lugar en Cracovia el 1 de noviembre de 1946.

Seguidamente, fue enviado a Roma para finalizar sus estudios sobre teología en la Facultad de Santo Tomás de Aquino, donde obtuvo el doctorado en teología (1948) con una tesis sobre el tema de la fe en las obras de san Juan de la Cruz. En este periodo – durante las vacaciones – ejerció el ministerio pastoral entre los emigrantes polacos en Francia, Bélgica y Holanda.

 El 4 de julio de 1958, el Papa Pio XII lo nombro Obispo Auxiliar de Cracovia donde recibió la ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958, de manos del arzobispo Eugeniusz Baziak. El 13 de enero de 1964, fue nombrado Arzobispo de Cracovia por Pablo VI,

Participo activamente en las labores en el Concilio Vaticano II (1962-65), dando una importante contribución a la elaboración de la constitución Gaudium et spes. Nombrado Cardenal el 26 de julio de 1967 por el Papa Paulo VI participo también en las cinco asambleas del Sínodo de los Obispos, anteriores a su Pontificado.

El 16 de octubre de 1978 el mundo se vio sorprendido cuando en la plaza de San Pedro el Camarlengo decía “habemus Papam” y nombraba a este sacerdote, obispo, cardenal polaco Karol Wojtyla que había elegido el nombre de su antecesor Juan Pablo y ahora II,  y el 22 de octubre inicio su ministerio de Pastor universal de la Iglesia.

Convocó a 15 asambleas de Sínodos de los obispos, erigió numerosas Diócesis y circunscripciones eclesiásticas. Reformó y Promulgó el Código de Derecho Canónico Latino y Oriental, reordenó la Curia Romana, Promulgó el catecismo de la Iglesia Católica además de 14 Encíclicas, 15 Exhortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 45 cartas apostólicas.

Convocó al año de la Redención, al Año Mariano y al Año Eucarístico, así como al gran Jubileo del 2000. Elevó a los altares 1338 beatos y 51 canonizaciones, con un total de 482 santos.

Su amor por los Jóvenes le impulso a iniciar las Jornadas Mundiales de la Juventud y su incansable espíritu misionero lo llevo a encontrarse con miles de fieles durante sus visitas pastorales en Italia y en los 107 viajes que hizo por todo el mundo.

Karol Wojtyla hijo de un militar que perdió su madre a los nueve años, a su padre a los 15 y a su hermano poco tiempo después, huérfano pero padre de una humanidad que lo celebra hoy agradeciéndole aquí en Roma y lo reconoce como un testigo de la Fe.

Queremos dejarnos llevar no tanto por estos datos que sorprenden como por el espíritu que nos regaló y quedó en nosotros, lo hacemos con memoria agradecida, nos dejamos entusiasmar el corazón y desear desde lo mas hondo de nuestro ser también nosotros alcanzar la santidad.    

Él también tenía una sobrenombre, le decían “el tío Karol”.  Les cuento esta historia: la humanidad de Wojtyla abarcaba las tradiciones, los sentimientos, los recuerdos, hasta los sabores de su tierra polaca, cuando Papa, Juan Pablo sentía una predilección especial por los pastelitos de Vadovice, los cremovic pero también le gustaban muchísimo los de Torun, de manera que cuando amigos o familiares lo visitaban le llevaban un paquete de dulces recién sacados del horno. Lo mas probable es que él no los comiera, uno de sus biógrafos cuenta que sabia regalarlos y con esto hacía sus buenas penitencias.

En muchas ocasiones un acontecimiento o un encuentro lo inducían a retroceder en el tiempo y emerger – de una memoria prodigiosa – unos recuerdos nítidos intactos, el afecto que sentía por sus amigos, por sus compañeros de juventud permanecían vivos en él.

Cuentan diversos biógrafos y éste en particular Oder Slawomir quien es su postulador de causa y Saverio Gaeta, que cuando tenía un tiempo dentro de su agenda bastante complicada, se le daba por invitar a los que llegaban de Polonia, amigos y familiares y comentaban los recuerdos de siempre, las canciones y la historia de este pueblo sufrido y muy creyente. En uno de esos recuerdos aparece este que compartimos ahora.

El Ingeniero judío Jersey Krueger, un amigo de la infancia de Wojtyla, había dejado de estar en contacto con él a raíz de los sucesos de la Segunda Guerra Mundial, la deportación de los judíos a los campos de concentración nazi, y al ser elegido los dos amigos se volvieron a ver con mucha asiduidad tanto en el Vaticano como en Castel Gandolfo, a ambos les gustaba recordar un episodio de los últimos días de la escuela primaria. En aquel entonces Jesey vivía en las proximidades del colegio y un día temprano fue a ver los resultados de los exámenes de admisión del Instituto que Karol y él habían superado, se dirigió entonces a su casa para darle la buena noticia pero cuando llegó le dijeron que estaba sirviendo en la Misa de la Parroquia de Nuestra Señora. Pese a que Jesey jamás había puesto un pie en un templo católico esa vez decidió hacerlo y se acomodó en los últimos bancos esperando a que concluyese la ceremonia. Karol lo vio desde el altar y le indicó con un ademán que estuviese quieto y que no hablase. No obstante una mujer lo reconoció y le preguntó con dureza cómo se atrevía a profanar la Iglesia él que era judío. Una vez finalizada la Misa, Karol se acercó a Jesey e hizo caso omiso de que había aprobado el examen, lo que quería saber era lo que le había dicho la mujer a su amigo, cuando se enteró, comentó apenado “pero, ¿Acaso no somos todos hijos del mismo Dios?”

Los compañeros de Karol Wojtyla le recordaban cuando como un joven dotado de talentos extraordinarios y con un nivel moral destacable se animaba a tantas cosas. En el colegio no permitía que nadie se copiase, que todos fueran honestos en sus modos. Siempre se ofrecía a explicar lo que otros compañeros no habían entendido.

Cuando entró en el Seminario ese comportamiento estaba profundamente grabado en su corazón. En una ocasión un compañero le pidió que lo ayudara durante el examen que debían hacer ese día y Wojtyla le respondió, querido amigo, confía en Dios e inténtalo solo. Y ahora te cuento la historia del tío. También con las chicas su comportamiento fue muy claro y transparente, carente de sombras y así lo cuenta esta historia.

En el año 1952 Don Karol, Sacerdote había organizado con dos chicos y dos chicas un paseo por la montaña, el grupo debía llegar en tren a Zakopane la noche del 20 de abril e iniciar desde allí la excursión, las chicas y él se encontraban ya en el interior del vagón cuando los chicos llegaron jadeando y le dijeron que no podían llegar porque tenían un examen y no podían participar. Sin embargo las chicas y él no podían volver atrás, habían decidido avanzar en la travesía, cómo podían explicar esto, Wojtyla puso luz un minuto para decidir lo que debían hacer, la prudencia le aconsejaba aplazar la excursión, la transparencia absoluta de la relación de amistad que lo unía a sus compañeras de aventura le permitió decidirse, da igual, nosotros vamos, el tren estaba lleno y solo quedaba un asiento libre, según cuentan las chicas le preguntaron cómo debían dirigirse a él en público dado que era conveniente llamarlo Don (que quiere decir sacerdote), Wojtyla que iba vestido de turista les respondió al vuelo, citando un frase del escritor Svinskit, llámenme “covjek” es decir tío, y desde allí Wojtyla con los amigos firmaba siempre bajo ese seudónimo, Karol, el tío. Para nosotros, a partir de ahora, familiarmente también pasa a ser, Karol Wojtyla, Juan Pablo II, el tío.

Esta historia alcanza su culmen el 16 de octubre de 1978 cuando todos nos vimos sorprendidos cuando en la imagen televisiva se avisaba en voz del Cardenal Camarlengo que el elegido para suceder a Juan Pablo I, era Karol Wojtyla, un polaco. La sorpresa se vio reflejada en Polonia donde cuentas los polacos como les llegó la noticia a ellos – recordemos que estaban bajo el régimen comunista – la imagen que teníamos nosotros desde la Plaza de San Pedro, no es la que tenían ellos, de repente todo se interrumpe y el noticiero habitual administrado por el poder comunista con un rostro contraído y sin saber cómo decirlo, lo presenta el locutor diciendo que Wojtyla había sido elegido para la sucesión de Pedro. Todo comenzó a ser fiesta dicen los que testimonian ese momento y uno de los testigos de la causa de beatificación comenta: Yo había decidido ir al cine con mi novia y unos amigos pero cambiamos los planes y nos fuimos a la parroquia a abrazarnos, a felicitarnos, a orar y a festejar.

A partir de ahora para muchos la casa de Juan Pablo en el Vaticano fue la casa más acogedora para los polacos y el lo disfrutaba así. Cuentan que Stanislaus , su secretario, los invitaba a todos los polacos que estaban por aquí a una fiesta muy particular de tradición donde se cantaban cerca de la navidad villancicos y se compartían tradiciones y entre cantos y cantos se escuchaba una voz que prevalecía sobre todos era la de él en su bellísima expresión. Esto forma parte de la historia de un hombre que abrió un camino para la transformación del mundo que estaba dividido en dos por la Guerra Fría.

Todos estos costados cercanos a una humanidad tan rica como la de Karol Wojtyla nos ayudan a entender como la santidad es un lugar de gozo, de plenitud, de felicidad, de vida que se expande y contagia a otros. Este costado tan humano nos ayuda a descubrir que la santidad está muy cerca de nosotros, en el corazón de cada uno de nosotros anida el deseo de Dios de que alcancemos la plenitud con este grado de sencillez, simpleza y normalidad con la que viven los santos. Cuando la persona es equilibrada y desarrolla todo su potencial humano a favor del bien de los demás y para gloria de Dios y se hace bien a sí misma está en ese camino y de esto nos habla el testimonio de vida de este hombre expansivo en sus capacidades de ser en Dios. Esta plenitud de gracia expansiva de la cual todos nosotros hemos sido testigos sigue obrando desde el cielo y sigue operando.

Muchos Santos a lo largo de la historia han dado a entender esto a sus amigos y a sus compañeros de camino, a sus discípulos en muchos casos que desde el cielo van a hacer mucho mas bien todavía. Nuestro compartir de ahora es descubrir como Juan Pablo en su intercesión es recibido por Dios como un contemporáneo nuestro para regalarnos desde el cielo la gracia que necesitamos. Testimonian los que llevan adelante la causa de beatificación de Juan Pablo II que había alrededor de 200 milagros para considerar a la hora de definir su estado de beatitud, de felicidad, de plenitud, pero eligieron uno muy cercano a su dolor, a su cruz el Parkinson, porque una religiosa francesa Marie Simon Pierre recibe de Juan Pablo II la gracia de ser curada de esa enfermedad que el padeció con tanta angustia y con tanto dolor.

Cuando Marie Pierre se entera del fallecimiento de Karol Wojtyla sufrió la misma enfermedad. Sor Marie y sus hermanas comenzaron a invocar al difunto Pontífice para la curación. El 2 de junio de 2005 cansada y oprimida por los dolores la religiosa manifiesta a la Superiora la intención de renunciar al trabajo profesional  en una Maternidad de Paris, sin embargo la Superiora la invita a confiar en la intercesión de Juan Pablo II, al retirarse la religiosa pasa una noche tranquila y al despertarse al otro día se siente sana, curada, desaparecen los dolores y deja de sentir la rigidez en las articulaciones. El 3 de junio de 2005 en la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, recuerda el purpurado salesiano, interrumpe inmediatamente el tratamiento y se va a ver al médico que la atendía y no tuvo otra posibilidad que constatar la curación.

Si bien Benedicto XVI había concedido la licencia para no esperar los cinco años exigidos para comenzar la causa de beatificación de Juan Pablo II el proceso ha sido sometido a todas las exigencias requeridas para cualquier otro caso y en este caso con las pericias médicas se avanzó sobre este fenómeno de gracia que vivió esta mujer que se eligió como testimonio por la cercanía del sufrimiento que también padeció Juan Pablo II.

Yo quiero terminar hoy la catequesis con la oración de pedido de beatificación de Juan Pablo para que todos los que particularmente hoy quieren pedir una gracia podamos rezarlo, podamos pedir al Papa que va a ser beatificado que nos alcance la gracia que deseamos recibir del cielo por su intercesión. Rezamos junto a los enfermos, rezamos junto a los matrimonios en crisis, oramos frente a las familias en dificultad, a los que no tienen trabajo, rezamos junto a los que están tristes y agobiados, a los que han perdido la esperanza, a los que desean recuperar la fe y no encuentran el camino, oramos con los jóvenes, junto a los niños. Oremos y le pidamos al Señor con la intercesión de Juan Pablo la gracia que queremos recibir.

 
“Oh, Trinidad Santa, te damos gracias por haber concedido

a la Iglesia al Papa Juan Pablo II

y porque en él has reflejado la ternura de tu paternidad,

la gloria de la Cruz de Cristo

y el esplendor del Espíritu de Amor.

 

El, confiando totalmente en tu infinita misericordia

y en la maternal intercesión de María,

nos ha mostrado una imagen viva de Jesús Buen Pastor,

indicándonos la santidad,

alto grado de la vida cristiana ordinaria,

como camino para alcanzar la comunión eterna Contigo.

 

Concédenos, por su intercesión, y si es Tu voluntad,

el favor que imploramos…( pedirlo ),

con la esperanza de que sea pronto incluido

en el número de tus Santos.

 

Amén”.

 

Padre Javier Soteras