La Comunidad como lugar de Sanación y Crecimiento

martes, 23 de septiembre de 2008
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Vamos caminando junto con una comunidad. Recordemos que en el camino de nuestra vida vamos transitando junto a otros. Y esto es una realidad muy evidente. Vamos a tratar justamente de profundizar este sentir, este vivir y experimentar la vida comunitaria. En el trabajo, en la familia, en el estudio, en lo diferentes ámbito en los que vos te movés, como en lo que yo me muevo, estamos caminando con otros. Eso es real, eso es cierto, eso- hasta podríamos decir- es muy obvio. Algunos van al lado, otros en el camino están atrás, otros van adelante. Lo cierto que este contexto vital, con el cual vamos transitando y que nos rodea, el lugar que Dios ha dispuesto para que seamos felices, para que podamos dar frutos y tengamos vida en abundancia es el espacio comunitario.
     Muchas veces vamos caminando juntos. Más allá de que estemos en medio de una multitud, quizás puede pasarte, quizás no pasa, que somos  solitarios malhumorados en medio de toda esa multitud. Y no es porque todos nos dejen solos, sino que quien está solo a veces  y se queda solo es nuestro corazón. La comunidad, aquellos que nos rodean, con quienes estamos es, justamente, el espacio en el que Dios nos propone la posibilidad de madurar y de crecer personalmente, nos propone que optemos por renunciar a la soledad del corazón , nos propone que optemos por aceptar con gusto compartir la vida con los demás, optar por vivir con otros. Es difícil, pero la vida con otros es también el espacio en donde Jesús quiere salvarnos, desde allí en la historia, no fuera de la historia, y nuestra historia transcurre junto a otros hermanos.
Te propongo que podamos redescubrir esta llamada a vivir en comunidad. Sabemos que somos imagen y semejanza de Dios, eso lo tenemos claro. Él es comunidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por eso, si nuestro proyecto no entra en Él, si no está el deseo de hacer feliz a los demás, ese deseo de poder compartir, de dialogar, si eso no está, entonces estamos yendo por un camino que se aleja cada vez más de la felicidad.
La comunidad es un lugar de pertenencia. Todos necesitamos formar parte, ser tenidos en cuenta por los demás.
La comunidad es como un lugar de apertura y donde nosotros podemos encontrarnos desde lo que somos y encontrarnos con lo más profundo que el otro es. Y también la comunidad es como un lugar de amor mutuo. Por eso, te proponemos iniciar el trayecto de la comunidad como un lugar de curación y crecimiento.
Para este primer paso te propongo que podamos partir de la base, la base que es el fundamento de nuestra vida. Esta base es la Palabra. Te propongo que escuchemos el texto de Lc. 5, 27- 31…
“Después Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo,  se levantó y lo siguió.
Leví ofreció a Jesús un banquete en su casa. Había numerosos publicanos y otras personas que estaban a la mesa con ellos. Los fariseos y los escribas murmuraban y decían a los discípulos de Jesús: “¿Por qué ustedes comen con publicanos y pecadores?”. Pero Jesús tomó la palabra y les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para salvar a los justos, ino a los pecadores para que se conviertan”. Palabra del Señor…
 
Como escuchábamos, el Señor viene en buscar de los enfermos, de los pecadores, de los deudores, de los que, aparentemente, no tienen nada bueno que para dar. Lo lindo es escuchar que su llamada es imperativa: dice “Sígueme”. Es seductora, es cautivante, pero no menos exige