14/03/2022 – Alfredo Barragán fue el capitán de la célebre Expedición Atlantis de 1984. Además es explorador deportivo y realizó expediciones al Aconcagua, cruzó los Andes en globo, escaló el Kilimanjaro en África, atravesó el Mar de las Antillas en kayak y fue jefe de la expedición antártica Finis Terra. “Llevo 50 años de expediciones, con 30 travesías en 5 continentes. Somos exploradores deportivos que amamos la naturaleza”, definió este abogado radicado en Dolores (Buenos Aires). “El hombre, la humanidad, es parte de la creación. Lo primero que me sale es agradecer al Creador”, dijo al dialogar con Radio María. “Pero cuando te ponés un objetivo, ya depende de vos y no de Dios. Convicción, planificación y perseverencia son las bases de los equipos que formo”, describió.
“No tenemos miedos o mezquindades, hay mucha fraternidad en cada una de estas actividades que realizamos. “Que el hombre sepa que el hombre puede” es mi frase de cabecera y la que pronuncié cuando llegamos a América, con la balsa Atlantis, que sigue siendo un monumento al romanticismo. Atlantis es más pura que nosotros. Si por el fruto se conoce al árbol, siendo el fruto más puro que nosotros, Alguien más debe ser el árbol. Yo no digo quien es, lo pueden pensar ustedes”, reflexionó Barragán. “No me interesa subir a una montaña solo porque no vas a tener con quien abrazarte”, lanzó luego. La precaria balsa Atlantis partió desde el puerto de Santa Cruz de Tenerife, España, el martes 22 de mayo de 1984, y arribó al puerto de La Guaira, Venezuela, el 12 de julio siguiente. “Estábamos fuera de las rutas comerciales. Vimos un barco al tercer día y, el otro, 46 días más tarde. El resto del viaje, solitos, mar y cielo”, recordaría el capitán Barragán.
“Desde pequeño me encanta el mar, me atrae desde los 4 años. Igual me produce un profundo respeto. Atlantis se hizo porque estoy convencido de que los africanos que llegaron a América varios siglos antes que Cristóbal Colón y los españoles en el siglo 15. Cuando no nos creían que esto era posible, decidimos hacerlo para que le creyeran a la balsa de Atlantis. Para llevarlo a cabo entregamos todo: nuestro tiempo, nuestros ahorros y todo. La convicción se construye purificando los objetivos, enamorándose de lo que se busca”, dijo Alfredo.
Entre ese 22 de mayo y el 12 de julio de 1984, cinco argentinos cruzaron el Océano Atlántico en una rudimentaria balsa de troncos a vela, sin timón, y que era una réplica de las utilizadas hace 3500 años. Recorrieron casi 5930 kilómetros y demostraron que los navegantes africanos, conducidos por corrientes marinas, pudieron haber llegado a América 35 siglos antes que Colón. Muchos antropólogos e historiadores se preguntaron cómo se habían esculpido y de dónde procedían las cabezas colosales olmecas halladas en México, algunas de ellas con los típicos rasgos de los pueblos africanos y que, tras las pruebas de carbono 14 a las que fueron sometidas, se determinó que su antigüedad es de unos 1500 años antes de Cristo.
Llevaron dos tubos de 45 kilos de gas licuado. Un pequeño anafe fue su cocina. “Hicimos las compras en un supermercado de Mar del Plata que donó la comida”, afirma. “No era una dieta especial”, acuerda. Fideos, arroz, salchichas y albóndigas enlatadas. Un balde atado a un cabo fue el improvisado baño del equipo. Atlantis desafió los límites de la exploración y la navegación al plantear un viaje que no se hizo nunca en la época moderna.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar | Incrustar
Suscríbete: RSS