La corrección fraterna

viernes, 22 de agosto de 2008
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En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:  «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él.  Si te escucha, habrás ganado a tu hermano.  Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos.  Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad.  Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano.  Yo os aseguro:  todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.  Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.  Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

Mateo 18; 15 – 20

El tema es como fácil y a la vez difícil. Es parte del misterio. El misterio de la salvación, el misterio de la fe y la caridad. Todo en el Cristianismo nace de la experiencia del misterio. Dios, el inabarcable, haciéndose llegar a nosotros, haciéndose posible, abriéndose y mostrándose. Misterio.

Dios manifestando su plan salvífico. Caridad fraterna. Corrección fraterna. Vocación del bautizado que vive de la caridad del Padre movido por el Espíritu en el Hijo. Corrección fraterna: modo concreto de ejercitar esa salvación en mis hermanos.

Ya todos sabemos que nuestra convivencia humana está entretejida de contrastes, de conflictos y de entuertos recíprocos. Tenemos cada lío a veces entre nosotros y debido entre otras cosas a nuestras falencias, al hecho de que somos diferentes, de temperamentos diversos, de distintos puntos de vista, de formación, de distintos gustos, distinta percepción de la realidad y el Evangelio tiene algo que decirnos en esto de traernos una luz a nuestra manera de vivir para invitarnos a una nueva manera de vivir.

El Evangelio dice: si tu hermano peca. Está diciendo algo que no es una suposición en el aire sino que es un acontecimiento en la vida. Si la persona que está contigo tiene defectos pero no solamente tiene defectos o si simplemente se equivoca sino si tu hermano peca dice.

Cuando hablamos de la experiencia de que la persona humana comete un pecado estamos hablando de algo que es malo. Malo para la persona, malo en su situación hacia lo definitivo y que puede ser también malo para los demás. Algo que puede escandalizar, que puede dañar, que puede poner obstáculos a los demás, a la convivencia. O algo que pueda hacer mucho daño. Yo digo que en sustrato de éste Evangelio tengo algo muy metido adentro: yo creo que la sustancia es que en toda nuestra vida nosotros necesitamos amar, necesitamos ser dadores de vida, necesitamos vivir como luz. La luz arroja luz. Ser calor. El calor calienta el entorno.

Miren, nosotros tenemos serios problemas en la vivencia de la fe y a veces vivimos como hipócritas, quizás no nos damos cuenta pero yo creo que éste Evangelio nos plantea cosas muy serias. Es como cuando el Evangelio plantea el compartir los bienes. Son acciones o situaciones que ponen en tela de juicio real nuestra existencia. Nos ponen de cara a la verdad de una manera que nos sacude demasiado.

Cuando hablamos de amar al prójimo, compartir con otro Hugo puso recién una canción recién que recordaba el texto del juicio final: tuve enfermo y me visitaste, tuve hambre y me diste de comer, estuve desnudo y me vestiste, estaba preso y me viniste a visitar y ¿ cuando? Cuando lo hiciste con el mas pequeño de mis hermanos lo hiciste conmigo.

Esa dimensión de la caridad que tanto resaltamos en nuestras meditaciones y predicaciones, en nuestros compartires en la catequesis Es que nos gusta contemplar e incluso vivir esa dimensión de la caridad es fantástico y nos llena de gratificación y hasta uno cuando ya lo sueña para vivirlo: ayudar al hermano, hospedar al peregrino, visitar a un preso, hasta siente un gozo, una alegría porque el Señor regala el gozo. Pero es como una caridad fácil.

De alguna manera es una caridad a la que somos llamados y que tiene que ver con la natural satisfacción que tiene uno cuando hace el bien y que no necesita tener de la fe y de ser participe del plan de Dios por el Bautismo para decir tengo el gusto de ayudar a los demás y me siento bien. Muchas veces no es la caridad. Que es buenísimo pero que es pagano: y cuantos ejercicios de bien se hacen porque me siento bien y no por caridad. En cambio y ahí vamos al punto para mi amar significa sufrir.

El amor comporta riesgo, un partir interior más allá del propio éxito y seguridad. El amor comporta riesgo, la experiencia del vértigo de la que me gusta hablar. A mi me significa mucho. Yo me paro en la punta de una montaña, miro hacia abajo, siento un vértigo. Subite a un edificio de treinta pisos en Buenos Aires, Córdoba, aquí en Florida Uruguay. Experimentá ese vértigo.

La caridad cuando es auténtica hace que uno tenga que vivir ésta experiencia del vértigo, de ir más allá de la seguridad del dominio y siento una pulsión de vivir eso y tenga miedo y uno de esos gestos que hace que esa caridad que es linda, que es gratificante en muchos servicios al prójimo apostólicos y de humanidad con los demás que uno se siente satisfecho feliz y hasta siente que Dios está con uno. Esa misma caridad muchas veces también nos está pulsando y no le damos atención a aquello de si tu hermano peca ve y corrígelo en privado Corregir en privado. 

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si tu hermano llega a pecar, vete y repréndele, a solas tú con él. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos. Si les desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el gentil y el publicano. Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».  

Viene Hugo y dice Mario puedo hablar con vos. – Cono no ¿Qué te pasa Hugo. No lo tomes a mal pero tengo que decirte algo. Estoy preocupado por vos y vos no estás haciendo bien, vos te estás equivocando. Y con que región se va encontrar Don Hugo.?