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La crisis, una oportunidad
martes, 2 de octubre de 2007
Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”
Lucas 22, 42
Esta frase conocida por nosotros que brota del Evangelio casi al final de la vida de Jesús nos introduce a encontrar en los momentos mas críticos de nuestra vida las oportunidades para madurar, para crecer, para fortalecernos, para poder alcanzar lo que Dios siempre ha deseado de nosotros, que seamos plenos venciendo todo miedo, todo obstáculo, toda amenaza de muerte que viene de la mano del dolor, de la enfermedad, del conflicto, somos invitados a afrontar con decisión y con determinación confiando absolutamente en la voluntad del Padre para que sea en Él y en la persona de Jesús guiando nuestro camino que podamos encontrar aquello que anhela hondamente nuestro corazón, ser plenos, ser verdaderamente personas plenas, maduras y crecidas a la luz de lo que es el gran proyecto que Dios tiene para nuestra vida.
Es grande, sabías ¿no? Lo que Dios ha soñado de vos. Por ahí te encuentres un poquito apichonado, arrugando frente a las dificultades que hay delante de ti. Es tiempo de orar con ese espíritu con el que Jesús oraba cuando afrontaba los momentos mas duros de su existencia, estos que lo conducían definitivamente a entregar la vida en las manos de aquel que vencía con Cristo en el espíritu todo lo que hasta aquí había sido desastre para el hombre mientras pisó en la tierra después del pecado, la muerte, vencida la muerte todo dolor, todo sufrimiento, toda angustia, toda tristeza es vencida fácilmente por nosotros si nos animamos de verdad a afrontar la situación mas crítica de la vida, de lo mas hondo del corazón, toda crisis es una gran oportunidad, es una gran ocasión de madurar, de crecer, de hacernos plenos y alcanzar lo que en su sueño Dios pensó para cada uno de nosotros.
El origen filosófico de la palabra crisis es sumamente rico y encierra su sentido originario, la palabra sánscrita para la palabra crisis es cri o quir y significa dispersar, purificar, limpiar.
En castellano como en portugués se conserva aún la palabra acrisolar o crisol que viene de este mismo lugar, que guardan la reminiscencia de su origen sánscrito, la crisis actúa, opera como un crisol.
Qué es un crisol, es un elemento químico que purifica el oro de sus cosas que no la hacen la mejor piedra, ni la mas preciosa, purifica, limpia los elementos que se han ido incrustando a lo largo de su proceso vital y con el tiempo han ido adquiriendo un papel mas importante, sustantivo, casi absoluto, apoderándose del núcleo mismo al punto de poner en peligro la sustancia del oro, es como que tanta cosa se le ha pegado alrededor al oro que se pierde, no se sabe que hay debajo de todo lo que se le ha ido acumulando, el crisol viene a sacar esto en un proceso de purificación, es un elemento químico.
Si también nosotros cuando entramos en tiempos críticos somos acrisolados, purificados, para que aparezca lo que está oculto, lo que necesita manifestarse y que está como escondido por muchas capas de las situaciones de la vida que se han ido como acumulando en nuestro peregrinar y en nuestra historia, esta oculto lo que le da verdaderamente identidad a nuestro ser personal, en este sentido la crisis es una gran oportunidad de que aparezcamos con todo lo que estamos llamados a ser, hay en vos una gran aspiración a ser lo que estas llamado a ser y hay circunstancias históricas, personales y del ambiente en el que te movés que impide que aparezca este que estas llamado a ser, entonces la crisis, el momento duro, complicado que te toca afrontar en un coordenado tiempo de la historia vinieron a instalarse allí, lejos de rechazarla, en la Palabra de Dios son invitado con Jesús a asumirla con la confianza con la que Dios libera a los que se animan a ir detrás de Él sabiendo que Él es el único capaz de darle respuesta a toda aspiración humana, por eso oramos con Jesús “Si es posible que pase este entrar en la crisis pero que no se haga lo que a mí me parece sino tu voluntad donde en el amor soy capaz de purificarme y crecer y madurar y alcanzar la plenitud que soñaste y pensaste para mí.
Todo proceso de purificación implica una ruptura, una división, una cierta discontinuidad, aquí hay como otro sentido que puede darse a la palabra crisis, en cuanto ruptura, en cuanto final de un tiempo y comienzo de un tiempo nuevo, hasta aquí una parte de la historia, de aquí en adelante otra parte, es como una bisagra donde se abre la puerta al tiempo nuevo que se inaugura y deja por detrás el tiempo que va pasando, en este sentido podemos decir que la estructura de la historia y el dinamismo de la evolución de la historia y nosotros dentro de ella como quienes en el espíritu le damos sentido a la historia, estamos permanentemente en ese proceso de abrir una puerta y dejar atrás otro tiempo para lo que se abre delante de nosotros.
Podríamos decir que desde esta perspectiva es inevitable lo crítico, es como un camino que no tiene vuelta, esto es doloroso y por algo dijo Jesús que seguirlo a Él y alcanzar la plenitud la mejor forma de poder hacerlo no es esquivando al bulto sino haciéndose cargo de la propia historia “quien quiera seguirme que cargue con su cruz” quien quiera encontrar la plenitud que sepa que la tiene cerca suyo y que se puede hacer cargo de todo lo que le pasa sin dificultad, que donde este tu dolor yo estaré allí contigo para acompañarte, para sostenerte.
Jesús es nuestro Cireneo, Jesús es el que carga nuestra cruz y nos invita a llevar nuestro peso con suavidad y aligerado, gracias que Él ha simplificado las cosas en el camino diciendo miren este camino de ofrenda y de entrega de la vida lo que tiene de doloroso, si ustedes viven con intensidad en el amor seguramente el amor a Dios por sobre todas las cosas y a los hermanos seguramente se les va a hacer suave, liviano. Jesús está diciendo que lo crítico, lo doloroso, lo insignificante, lo que aparece como difícil e insuperable para nosotros ofrecido, entregado al misterio de la pascua por él y por los hermanos a favor del proyecto del Padre en el misterio de muerte y resurrección se hace para nosotros mas llevadero.
Siempre hay una oportunidad. Hoy no la dejes pasar de entregarte a Dios en lo que te toca vivir y que sea para el bien de todos a los que amas y mas allá de lo que te imaginas porque nosotros, como dice el apóstol, hemos venido a completar lo que le falta al misterio pascual de Cristo Jesús y entonces en nuestra propia carne, en nuestra propia historia nos hacemos cargo de con Jesús ser corredentores, es en esta dimensión de cooredención en la que la crisis adquiere un sentido de trascendencia que va mucho mas allá de lo que nosotros podamos imaginar, pensar, entender.
Crisis, en griego, significa decisión en un juicio, en un juicio el juez va sopesando los pro y los contra hasta que emite su decisión, en ese ir sopesando se va críticamente atravesando por lo que va siendo un camino que lleva a la decisión, por eso es que estamos siempre en crisis, porque si hay algo que es propio en la creación del hombre es el sentido de definición de su propia historia que se construye en la decisión de las cosas de todos los días, no podemos librarnos de nuestra libertad, somos seres hechos para la opción, en el elegir se juega nuestra historia y aun cuando vos no lo quieras hacer lo estas haciendo, no haciéndolo has elegido no elegir y estas eligiendo.
Cómo elegir, de qué manera hacerlo, qué es lo mejor, qué es lo que mas me conviene, que es lo que mas importa para este tiempo de lo que yo dedico de mi esfuerzo, de mi trabajo, qué ocupa el foco de atención, la orientación de mi vida en relación a lo que Dios me pide, a lo que mis hermanos necesitan, cómo y de qué manera me ubico frente a la propia historia que es historia con otros, allí se juega el destino, no es una cosa que devenga de una fuerza oculta que marca un rumbo inexorable de tu suerte, el destino lo construimos, y lo hacemos en la medida que elegimos y elegir es críticamente purificante, siempre aprendemos a elegir y en este sentido la vida está llamada a ser dócil, con capacidad de aprendizaje constante, este aprendizaje se hace entre lo que la vida me propone como posibilidad y lo que yo elijo en función de lo que creo que es lo mejor para mí.
Nos juega una mala pasada el determinismo con el que las cosas a veces se entiende en el camino de la historia “y bueno ese era su destino, así estaba escrito…” en parte sí y en parte no. En parte sí porque no hay nada de lo que acontece que escape al querer de Dios y en parte no porque si bien nada escapa al querer de Dios, Él quiere construir lo nuestro invitándonos a ahondar en nuestro deseo de profundidad y felicidad y eligiendo lo mejor para nosotros, siempre más se puede, la libertad crece y crece dolorosamente bajo el signo de la cruz en las cosas de todos los días cuando nosotros entendemos que para nosotros hay mas de lo que hemos imaginado, de lo que hemos pensado.
El amor de Dios dice el apóstol Pablo supera todo lo que nosotros podamos decir, anhelar, pensar. Este amor de Dios es el que marca el sentido de la propia historia y en la medida en que nosotros nos hacemos a ese amor de Dios, a esa búsqueda del deseo hondo que Dios tiene de que seamos plenos y el que nos muestra el camino en la medida en que nosotros sabemos cómo entrar en comunión con ese espíritu del amor de Dios, en ese mismo sentido nuestra vida va como adquiriendo el rostro que Dios pensó y nosotros vamos como pareciéndonos mas a la imagen que Dios tiene de nosotros, ahí está nuestra felicidad.
Vos pensabas que era el espejo que te decía cuánto de bonito estás en esta primavera o cuánto de pasadito de kilos te encontrás en este tiempo que todo parece que lo indica la balanza, sin embargo la belleza y la estética de tu ser personal se define con la identificación con otro espejo que no es con el que te encontrás todas las mañanas cuando te levantas, el verdadero espejo está en otro lugar, está mas allá de vos mismo, es por eso que en ese mas allá se produce una ruptura, de alguna manera hay que romper con el propio espejo que es como terminar con el propio narcisismo con el querer amarnos tanto a nosotros mismos que terminamos identificándonos con aquella imagen que hemos construido de nosotros que es como fabricarnos el propio espejo, cuando nos animamos a romper con la narcisista imagen de nosotros mismos nos abrimos al otro con mayúscula y la belleza se hace compartida y ya no depende tanto de un esfuerzo tuyo por alcanzar la belleza y la estética con la que el anhelo humano busca parecerse a Dios bello y pleno sino que busca una fuerza de gracia que te conduce hacia ese mismo lugar.
Intentaremos romper el espejo, cuando uno entra en crisis como lugar de madurez y de crecimiento lo que ocurre es que se rompió el lugar donde te veías y empezás a buscar por dónde encontrarte en esa búsqueda. Lo pasado quedó atrás y lo nuevo empieza como a surgir para ofrecerte una nueva identidad, esa que anhelas y buscas y mientras transitas no se ve sino solo sombra y alguna oscuridad que te devela como muy en la penumbra quién estás llamado a ser, en este sentido la crisis es tiempo de espera de la manifestación de lo que estás llamado a ser, con dolor dice Pablo en Romanos 8 la creación toda espera esa manifestación gloriosa tuya, es un parto la vida y el mundo está esperando que nosotros demos a luz ese nuevo ser con el que Dios ha soñado, tu ser personal en plenitud.
Cuando se van los días de gloria es porque entramos en un proceso de búsqueda de la nueva gloria que está preparada para nosotros, cuando entramos en situaciones en donde todo parece que se ha desdibujado, se ha roto empezamos a construir lo nuevo que empiezan a hacernos entrar en esos dolores del parto de los que habla Jaime Barilko en el libro “El significado del sufrimiento, la esencia y el milagro de la vida” en donde nos presenta distintos costados del sufrimiento como una oportunidad, mas que como un todo se terminó.
Jaime Barilko dice “El camino que va del sufrimiento a la fe, el origen es la propia historia del pueblo de Israel que registra un hilo conductor del sufrimiento constante. El llamado pueblo de Dios irónicamente resulta ser el pueblo abandonado de Dios, es como que fustigues a tu hijo, el mas querido, el mas dulce esclavizado en Egipto, diezmado por Amalec, mas tarde atacado por los filisteos, después por Egipto nuevamente, por babilonia que los toma de cautivos y destruye el templo de Dios en Jerusalén.”
Cómo seguir creyendo en esas condiciones, demasiado dolor y sobre todo el dolor moral y espiritual. Como dije, expresa Barilko, el cuestionamiento de Dios de la religión, de la enseñanza y de la promesa que recibió el padre Moisés, un Dios que destruye su propio templo, el pueblo no lo entiende. Entonces aparecen los profetas que son maestros, Jeremías llora la injusticia de la buena suerte del malvado y la pena del hombre recto, no lo entiende, tampoco entiende porqué es él mismo perseguido puesto en prisión, dice Barilko, golpeado, herido, él el enviado de Dios, qué clase de lógica es esta.
Mucho antes de Jeremías se había plantado Abraham frente a Dios cuando este se había decidido a destruir la ciudad de Sodoma y si hubiera en la ciudad algunos justos? ¿Morirían los justos por causa de los injustos? A caso el que hace justicia, hablando él mismo de Dios a Dios cometerá esta distorsión del bien, no, no se podía seguir creyendo en estas condiciones, la cabeza explota entre el bien realizado y el mal cosechado, el sufrimiento, el mal moral es el mayor de todos los dolores, no se borra cuando se cura, la sociedad de hoy no podrá jamás borrar el padecimiento del hambre de ayer en busca del misterio fuera de la lógica hasta que aparece Isaías en el pueblo, quién es el sufriente, el pueblo, el profeta, vos y yo en nuestra pureza y en nuestra limpieza, el sufrimiento no se justifica por una vía lógica hay que buscar otra guía, el que sufre no sufre por algo sino para algo.
Es menester, dice Barilko, mirar hacia el futuro en medio del dolor. Saber estar en tiempo de desolación pensando cómo será cuando llegue la consolación, saber que después de la tormenta dura, difícil el sol está por detrás y en cualquier momento aparece, las nubes se disipan, que la lluvia desaparece, que con un poco de sol y un tiempo que transcurre, las flores vuelven a aparecer y las flores para los frutos que vendrán comienzan también a manifestarse, así es el proceso histórico y la lógica que encierra el dinamismo de la evolución que como dice Leonardo Bof es como un llamado siempre a la plenitud, cuando entramos en crisis lo que ocurre es que hay algo nuevo que está por alcanzar una nueva plenitud, hay algo que está por manifestarse, es lo que dice Pablo en la Carta a los Romanos, es la manifestación gloriosa de los Hijos de Dios lo que hace que todo el universo este como gimiendo con un dolor de parto, somos la gloria de Dios en medio de esta belleza de universo que Dios ha creado y esta gloria de Dios quiere manifestarse para darle sentido nuevo al universo en nosotros, increíblemente, cuando uno contempla el universo y ve su grandeza y cuando puede leer algo de lo que dice la astronomía de la grandeza del universo uno dice tan poquita cosa y llamado a ser la gloria de Dios que le da sentido a todo esto, en la medida en que nosotros entramos en esa dinámica de explosión universal que es ruptura con algo y adaptación a algo nuevo estamos dándole valor y sentido a todo lo creado, somos la manifestación gloriosa de los Hijos de Dios por la cual el universo todo permanentemente está explotando para dar lugar a lo nuevo que se ha de manifestar, somos nosotros en la medida en que nos animamos a entrar en esa corriente de ruptura y de novedad muerte y vida, muerte y resurrección, muerte y gloria, es la pascua de Jesús donde esto encuentra su sentido y nosotros llamados a vivir en función de esa pascua, en este sentido tu dolor, tu sufrimiento, tu momento difícil de tu búsqueda, tu angustia, tu tristeza, tu enfermedad o tu conflicto lejos de ser un lugar para maldecir es una gran oportunidad para crecer y para madurar.
Es imposible que venga sin la criba este derecho a la felicidad, este anhelo de plenitud, pasa sin duda por este momento de ruptura que la vida misma al momento de nacer hasta el momento de la muerte tiene, cuando uno nace, deja el seno materno cuando uno nace a la vida eterna deja el seno del mundo vuelve al seno de Dios y esto es siempre ruptura.
La felicidad y la plenitud llegan de la mano de la crisis, es imposible que sea de otro modo, es una quimera, es un sueño, un deseo de que no sea así, no se puede, siempre las cosas que tienen valor y significado cuestan, en la medida en que nos animamos a vivir la vida y enfrentarla como viene viviéndola con el deseo de alcanzar lo que estamos llamados a ser atravesando los momentos duros para llegar a ese termino vamos por buen camino, así que te invito a que no le aflojes ni un poquito en tu búsqueda de la plenitud aun cuando sientas que tira mucho, que se hace un poco difícil lo que estas llamado a ser.
Padre Javier Soteras
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