La denuncia profética de San Francisco de Asís: Mostrar el amor con obras – María Cecilia Jaurrieta

miércoles, 14 de noviembre de 2018
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13/11/2018 – María Cecilia Jaurrieta, de la orden franciscana seglar, reflexionó sobre la denuncia profética franciscana y comenzó diciendo que “San Francisco siempre instó a evangelizar más con gestos que con las palabras”. En este sentido, recordó lo que dice el Apóstol: <La letra mata, pero el espíritu vivifica> (2 Cor 3,6).

Por consiguiente expresó que “Son matados por la letra aquellos que únicamente desean saber las palabras solas, para ser tenidos por más sabios entre los otros y poder adquirir grandes riquezas”. “Y son matados por la letra aquellos religiosos que no quieren seguir el espíritu de la divina letra, sino que desean más bien saber únicamente las palabras e interpretarlas para los otros”.

Y en cuanto al amor, María Cecilia, recordó que “San Francisco va a decir: Amen a sus enemigos. Hagan el bien a los que los odian y oren por los que los persiguen y calumnian”. Y aclaró que “La corrección fraterna se hace de un pecador a otro pecador, doliéndonos del mal o del pecado que hace el otro, no desde la soberbia”, indicó.

También citó la regla de Santa Clara: “Y amándoos mutuamente con la caridad de Cristo, mostrad exteriormente por las obras el amor que tenéis interiormente, para que, estimuladas por este ejemplo, las hermanas crezcan siempre en el amor de Dios y en la mutua caridad”.

María Cecilia Jaurrieta, dijo que el Papa Francisco es nuestro mejor formador. El Papa le recuerda a la humanidad, a los sistemas económicos mundiales, que el valor de la vida es superior a cualquier otro valor, es un bien absoluto la vida.

Las denuncias proféticas que el Papa hace en distintas exhortaciones:

No a una economía de exclusión y de inequidad, no a una economía que mata sin rostro humano, no a un sistema social y económico injusto que cristaliza en estructuras sociales injustas, no a una globalización de la indiferencia, no a la idolatría del dinero, no a un dinero que gobierna en lugar de servir, no a la inequidad que engendra violencia, no a la insensibilidad social que nos anestesia ante el sufrimiento ajeno, no al armamentismo, la guerra, la trata, no a cualquier forma de muerte provocada….

Y hacia adentro, las críticas que hace el Papa también nos llegan, porque son directamente a los cristianos:

No a la mundanidad espiritual, no a la apatía pastoral, no al pesimismo estéril, no a los profetas de calamidades, no a los desencantados con cara de vinagre, no a los cristianos tristes con cara de funeral o de cuaresma sin Pascua, no a la guerra entre nosotros, no nos dejemos robar la comunidad, ni el evangelio, ni el ideal del amor fraterno, ni la fuerza misionera; no a los que creen que nada puede cambiar, no a una Iglesia encerrada en sí misma y autorreferencial, no a una obsesión moralista que olvida el anuncio gozoso del evangelio, no a los pastores que se creen príncipes de la Iglesia y están siempre en los aeropuertos, no al clericalismo, no a los que desean volver al pasado anterior al concilio, no a la falsa alegría y sonrisas de azafata, no a los que convierten los sacramentos en aduanas y a la confesión en una tortura, no coartar la fuerza misionera de la religiosidad popular que es fruto del Espíritu, no convertirnos en expertos de diagnósticos apocalípticos, no reducir el evangelio a una relación personal con Dios y a una caridad a la carta, no a una religión reducida al ámbito privado y a preparar almas para el cielo, no es suficiente no caer en errores doctrinales si somos pasivos o cómplices de la injusticia y de los gobiernos que las mantienen…

Finalmente, María Cecilia, resaltó que es importante el tiempo que pasamos con el hermano, esta es la parte que nos toca, que el Papa lo ha denunciado con todas las letras. Y como decía Madre Teresa: <Ponerse la persona al hombro>, concluyó.