La Desaceleración: una pausa en el camino

martes, 18 de mayo de 2010
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Para el tema trabajado hemos tomado como fuente el libro “Espiritualidad y administración del tiempo” de Anselm Grün y Friedrich Assländer Editorial Bonum.

Algunas vez te habrán dicho “¿que tal si bajamos un cambio, que tal si apretamos de a poquito el freno, que tal si nos encontramos con un gran stop en medio de nuestro camino?, pero hay muchas cosas por hacer, muchas cosas por resolver, mucho por qué preocuparse, quizás sí, pero te invito en esta noche a que todo eso que da vueltas constantemente lo podamos mirar desde otro lugar y vamos a ver que no es tan acuciante como parece y que en realidad el tiempo no nos falta sino que quizás nosotros vamos muy rápido. Tener tiempo no es un problema de tiempo.

Oración tener tiempo

Hay encuentros con personas que duran diez minutos y uno siente, tienen tiempo a pesar del mucho trabajo, tienen tiempo para mí, tienen tiempo para si, hay encuentros con personas que duran una hora y uno siente que no tienen tiempo a pesar del poco trabajo, ni tiempo para mi, ni tiempo para si. ¿Quién nos roba el tiempo? ¿Acaso es el trabajo? ¿Son las obligaciones? Es el temor, el temor a quedarnos cortos, a obtener poco de la vida, el temor por nuestro pequeño yo. Quien no ve esto, aquello que no posee y aquello que no es, pero el que lo ve y lo toma lo que es y lo que posee, ese, tiene tiempo, nos dice Elmar Grubert

Hemos reflexionado programas anteriores acerca del origen y la falta de tiempo en nuestra vida y podíamos descubrir que el mismo era la aceleración, el querer tener más y el correr tras eso para supuestamente alcanzar la felicidad que queremos.

Pero también podíamos revelar que el conseguir los bienes y éxitos la reputación por hacer todo más eficientemente no nos hacía más felices, no nos dejaba más satisfecho, no nos dejaba más en paz, no nos dejaba más conformes.

En esta noche vamos a reflexionar que para poder solucionar nuestro problema de aceleración, el remedio es la DESACELERACION. Ahora bien, esta solución no es una receta no significa que mañana debamos hacer todo más despacio…

Se trata más bien de hacer las cosas a CONCIENCIA. Con la desaceleración vamos a ganar en el plano de “vivir más”. Vivir más en hondura, vivir más en profundidad, las cosas y los momentos que por nuestra aceleración, terminan pasando al lado nuestro como si fuéramos a miles de kilómetros por hora, casi a veces perdemos la presencia de los que están alrededor nuestro. Te invito a que puedas participar de la siguiente manera

Consigna : ¿Cuál es el ámbito de tu vida, (Trabajo, tiempo libre, relaciones humanas, etc.…) que crees que tenés que desacelerar?

CONCIENCIA Y ATENCION

Imaginemos que realizamos una caminata, en ella podemos contemplar y apreciar la naturaleza con todos los sentidos, escuchar el agua, captar los pajaritos, observar lo frondoso de los árboles, ver las flores con nuestro ojos, las hojas secas del otoño, escuchar el crujir de las hojas a nuestro paso…todo esto se nos escapa, se nos pierde si conducimos en auto o vamos en colectivo.

Y es que el “siempre más rápido” nos quita perspectiva, porque cuanto más rápido vamos, tanto menos impresiones recibimos del paisaje que estamos atravesando.

Si ponemos nuestra atención por completo en aquello que estamos haciendo, no hay lugar para la agitación. No te da calma, tranquilidad el ir caminando por este paisaje que vamos describiendo si ponemos nuestra atención por completo en aquello que estamos haciendo, la comida, si estamos estudiando o vos que estás manejando ahora que estás mirando hacia delante, quizás con algo de dificultad porque ya ha caído la noche y sólo están las luces que alumbran la ruta, la de tu auto, las de los autos que vienen de frente, si ponemos nuestra atención por completo en aquello que estamos haciendo no hay lugar para la agitación.

Es una manera de ir desacelerando el poner la atención en aquello que estamos haciendo y

El desacelerar es una manera práctica de llevar la espiritualidad a nuestra vida.

Porque LA ATENCION, porque este esperar, este aplicar nuestro entendimiento voluntariamente y de manera conciente a algo es un concepto fundamental de todos los caminos espirituales: caminar con atención, comer con atención, hablar con atención y tratar a las personas y las cosas con atención.

Realmente es beneficioso y provechoso recordar que resulta en el día, hacer atentamente durante un minuto, aquello que estamos haciendo, repensarlo por lo menos en un minuto, tomar conciencia de que te estoy hablando de que vos me estás escuchando, tomar conciencia de esto nos trae muchos frutos porque está puesta toda nuestra atención en este lugar.

La atención es incompatible con el “siempre más rápido” y sólo puede lograrse con el ritmo apropiado, porque concentrar la atención sobretodo requiere tiempo.

En lo cotidiano, podemos observar cómo bajo la presión de la rapidez, se pierde la atención y en consecuencia, se cometen errores, surge la superficialidad y las relaciones interpersonales se ven afectadas.

Esta costumbre muy fuerte, que tiene una energía muy fuerte sobre nosotros y a veces supera nuestra voluntad es necesaria que pueda ser modificada, este viejo patrón de conductas de todo rápido, es necesario que sea modificado para que podamos descubrir los frutos, los frutos de la atención en nuestro tiempo y en nuestro transcurso diario de la vida. La buena noticia que tenemos y que hay, es que estamos en condiciones de vencer estas costumbres fuertes que atentan contra nuestra voluntad y poder encontrar este nuevo hábito de la desaceleración, porque el arte de detenerse, el arte de cesar lo podemos aprender con la ejercitación periódica y nos vamos a ir dando cuente de este gradual aumento de la sensación de calma y de serenidad

Lo que pasa es que las energías de la costumbre son fuertes y tenaces, mucho más que nuestra voluntad. Y esos patrones de conducta habituales nos envuelven sin darnos cuenta en la aceleración cotidiana.

La buena noticia es que estamos en condiciones de vencerlas poco a poco. porque el arte de detenerse y cesar puede aprenderse con la ejercitación periódica, y así nos vamos a dar cuenta del gradual aumento de la sensación de calma y serenidad.

Ir en busca de la desaceleración

Cotidianamente, el activismo nos va sumergiendo en una técnica de evitación. ¿Cómo es esto? Actuando y haciendo evitamos el contacto con nosotros mismos y con el fondo de nuestra alma y cuántas veces con el encuentro más profundo con los demás

No nos entregamos a aquello que afecta lo profundo, a los sentimientos, a lo esencial de nosotros porque tememos perder el control si nos sumergimos por completo en una situación, preferimos permanecer en la superficie, donde reinan los conceptos, las explicaciones, donde lo que en verdad no nos compromete, allí me quedo y si no me exige, mejor, si no me exige la entrega, allí me quedo.

Pero, existen muchas posibilidades de ir logrando la desaceleración.

Ya dimos el ejemplo de caminar más lentamente, otro puede ser el masticar con cuidado al comer, por la importancia que esto tiene para nuestra digestión. Otro ejercicio puede ser la observación de la respiración o la repetición de una palabra u oración y así nuestros pensamientos en ebullición se calman poco a poco. A mí muchas veces me ayuda la palabra Jesús, que es como un calmante y aparte es muy suave, muy dulce, porque también me ubica en la presencia del Señor (aquí va el libro y el autor)

De regreso a casa por ejemplo se puede descender del ómnibus algunas paradas antes y disfrutar del resto de la ruta como de un paseo y esto nos ayuda a volver lentamente a la calma que necesitamos tener en nuestro hogar si hemos tenido una jornada de trabajo difícil y acelerada. O también entrar en una iglesia unos minutitos y sentarse a rezar para ofrecer el día.

Si este tipo de pasajes, de actividades, de tips, de elementos, de ayudatoman la calidad de un ritual, se transforman en momentos de meditación y son de gran ayuda para desconectarnos e ingresar interiormente a otro momento. Esto de las meditaciones, aplicar con profunda atención, el pensamiento en algo, porque nos saca de lo que venimos haciendo, nos permite un respiro y ese respiro es necesario aunque a veces nosotros no lo queramos tener porque pensamos que mientras más rápido mejor, es ese respiro es el que de alguna manera se contribuye como un trampolín para que pueda en el próximo espacio, en la próxima etapa tener más fuerza, más tranquilidad y un poquito de paz

Con respecto a las relaciones humanas, también necesitamos tiempo para cuidarlas. Aquel que está de novio necesita tiempo para ir a ver a la novia, para estar, para hacer fructificar a través de la comunicación que se da en un tiempo determinado, una dedicación en ese momento que debe ser exclusivo más allá de todas las cosas que tenemos, encontrarnos con el otro; igual el padre de familia, una madre, con la esposa, con el esposo y con los hijos en torno a los distintos estados de vida que tengamos, necesitamos tiempo para cuidarnos. Si hablamos muy rápido o hacemos pocas pausas afectamos la conversación y el otro puede optar por no escucharnos más, por sentirse que no está siendo escuchado tampoco ya que el diálogo se transforma en un monólogo. En realidad no hay encuentro, porque no hay un tiempo que podamos dedicar para encontrarnos desde el corazón, para encontrarnos con lo que nos afecta de manera profunda y muchas veces terminamos pasándonos un parte diario más que abriendo el corazón y compartiendo lo que sentimos

En lo lúdico, también experimentamos “más vida”, y así perdemos por ejemplo la sensación del tiempo. Los niños por ejemplo, durante su juego se olvidan de todo a su alrededor, en especial del tiempo, porque están totalmente absorbidos por lo que están haciendo. (Ejemplo: jugar papás con los hijos nos hace olvidar del tiempo y si queremos cortar el juego, pasa que los niños nos piden que no, porque disfrutan tanto del momento que les parece que recién se empieza a jugar).Estos son espacios que nos sirven para descubrir lo bueno de la desaceleración, cómo esto nos va haciendo mirar la vida de otra manera. ¿Hace cuánto tiempo que no jugás con tus hijos, con tu esposa, con tu esposo?

Por ejemplo:comenzar el día con una actividad de desaceleración, levantarnos diez minutos antes y desayunando cómodamente, ejercitar esta nueva conducta tan frecuentemente como podamos y vamos a darnos cuenta cómo nuestro espacio se va ampliando, cómo vamos a poder comenzar el día de otra manera y cuando repetimos una acción que es buena y se va haciendo un hábito una costumbre, de alguna manera vamos encontrando el camino el espacio para la virtud, para el desarrollo de nuestras potencialidades. Qué bueno que el tiempo lo podamos aprovechar de esta manera.

En Camino a Pentecostés” con Padre Oscar Rigoni:

Viste que en nuestra vida cotidiana confiamos, creemos naturalmente en muchas cosas y hacemos muchas cosas creyendo que van a estar ahí, el servicio disponible de agua, de luz van a estar cuando te levantas, es muy claro, es muy simple. ¿por qué será que muchas veces a Dios no le damos semejante grado de credibilidad? Cuando decimos que Jesús nos promete y decimos que nos va a enviar el Espíritu Santo ¿le creemos? ¿lo esperamos de verdad? Por suerte Dios siempre cumple con su promesa. Vamos a charlar sobre la certeza de que Dios siempre cumple su promesa, vamos a conversar a escuchar al padre Oscar Rigoni, es delegado diocesano para los medios de comunicación de la diócesis de Concordia y asesor diocesano de la Renovación Carismática.

C.R.: Buenas noches, padre

P.C.: buenas noches, Cristian ¿cómo andan?

C.R. : Muy bien, esperando ser fieles a la promesa, auque nos cuesta un poco esto de que Dios siempre cumple su promesa.

P.C.: suele pasar que en realidad, todos estamos convencidos de que Dios cumplió su promesa, en tiempo pasado y especialmente con esto de Pentecostés, pero lo que nos cuesta realmente es aceptar que esa promesa se renueva constantemente, no es solamente para los apóstoles o para la iglesia naciente, sino que la promesa, es para cada uno de nosotros, para cada uno de los creyentes. De hecho, Jesús antes de su muerte dijo a sus discípulos unas palabras misteriosas que están el Evangelio de San Juan en el capitulo 16, versículo 7: “En verdad les digo, les conviene que Yo me vaya porque si no me voy no vendrá a ustedes el Paráclito, pero si me voy se los voy a enviar”. Pasaron los días, esto fue antes de su muerte, después de la Pasión y la Resurrección, Jesús se aparece a sus discípulos y les da la orden de no apartarse de Jerusalén, que se queden a esperar el cumplimiento de la promesa del Padre, de la que tanto le había hablado durante su ministerio.

¿Cuál era la promesa? Hechos1:5 “Serán bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días”, o en el versículo 8 del Libro de Hechos: “recibirán la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes y serán testigos, mis testigos, en Jerusalén, en Judea, en Samaría y hasta los confines de la Tierra “. ¿Se dan cuenta? Cuando Jesús dice hasta los confines de la Tierra, en realidad es para cada hombre para cada mujer que habita en el mundo. Este es el tema: caer en la cuenta que es una promesa hecha de una vez para siempre que se cumplió pero que necesita volver a cumplirse en cada hombre y mujer. ¿Por qué queremos esperar el cumplimiento de esta promesa? Porque en primer lugar quien la hace es Dios, se cumplió lo que el profeta Ezequiel anunciaba: “Yo les daré un solo corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo que quitará de sus cuerpos el corazón de piedra. Les voy a poner un corazón de carne, que ame, que sienta para que caminen según mis enseñanzas”. Lo que está prometiendo es lo que va a pasar, lo que Dios quiere cumplir no es poca cosa. ¿Cuántos de nosotros queremos y necesitamos cambiar nuestros corazones y cuando no podemos decimos: que Dios me lo cambie. Esta es tu oportunidad, el Espíritu Santo, porque el corazón del hombre en definitiva sólo puede ser cambiado por Dios, nosotros algo podemos hacer, pero muy poco, entonces se necesita la renovación interior del hombre por el Espíritu de Dios para que nos transforme.

Por eso la novedad del Evangelio, no es Jesús dando una nueva ley, es dándonos su Espíritu para ser testigos con poder de su presencia pero también para transformar toda nuestra vida. Estos son los motivos por los cuales queremos esperar este Pentecostés sobre cada uno de nosotros. La promesa del Espíritu es para todos y cada uno de nosotros, el Espíritu Santo que Jesús prometió lo prometió para todos los hombres para todos los tiempos, que ya está en nosotros por el Bautismo, ya está por la Confirmación, pero no siempre se nos nota por eso teníamos que ir quitando los tapones, esa piedra, barro, tierra, esa roca a causa de nuestros errores, nuestro pecado que impide que el Espíritu se manifieste como la fuente de agua viva. Hay un pasaje en el Evangelio de Juan, capítulo 7: “El que tiene sed que venga a Mi y que beba el agua, que crea allí como dice la escritura, en su seno correrán ríos de agua viva” y esto lo decía, aclara el evangelista Juan, refiriéndose al Espíritu Santo.

Hay una multitud de gente sedienta y no estoy hablando de cualquier bebida, es sed de vivir, que es una de las peores sed y sólo Dios es capaz de calmar esta sed y lo hace a través del Espíritu Santo. Para beber esta agua viva sólo existe una condición y es tener sed de, es tener ganas de. Sólo el que tenga sed puede ir a Jesús para pedirle que derrame un río de agua viva que brota de su costado abierto, entregándonos su Espíritu.

Por ejemplo: ¿qué se necesita primero para encender una vela? Que esté apagada, que se necesita encenderla. Lo mismo para recibir el don del Espíritu Santo hay que quererlo, creerlo y necesitarlo. Por eso debemos trabajar en esta certeza del corazón, de que la promesa es para mí, tengo que apropiarme de esta promesa y Dios quiere cumplirla en este Pentecostés para el cual nos estamos preparando. Este domingo Jesús se va a celebrar la fiesta de la ascensión pero no nos deja solos, nos deja la promesa de enviarnos desde el Padre el poder del Espíritu Santo. Dentro de unos pocos días serán bautizados en el Espíritu Santo, creámoslo y tengamos sed de esa Agua Viva .

Tenemos el Espíritu Santo pero hoy y ahora en este año del bicentenario Dios quiere darte una nueva función tan grande abundante y generosa que hasta se te va a notar. No solo vos sino todos a tu alrededor se darán cuenta de que algo nuevo a pasado en tu vida. Vamos a trabajar esto durante la semana. Pidámosle a Dios que tengamos esta certeza No es una promesa de cualquiera es una promesa de Dios y de Jesús. Desde esta certeza seguimos abriendo el corazón para dejarnos renovar completamente en este nuevo Pentecostés.

La semana que viene estaremos hablando de una Vida en Clave de Pentecostés.

El arte de la pausa

Cuando algo es importante realmente para nosotros, nos tomamos tiempo para ello. El tema del equilibrio entre el trabajo y la vida se plantea cuando no tomamos con seriedad suficiente la vida.

Si nos centramos mucho en el éxito laboral o en la reputación, tenemos una vida carenciada en lo anímico-espiritual. Sufrimos, estamos descontentos y somos cada vez más concientes de que algo nos falta: la vida misma porque optamos por otra cosa.

Funcionamos cada vez mejor pero en el camino nos hemos olvidado cómo se vive.

Jesús en el evangelio nos habla del equilibrio en la vida. Por ejemplo en 3 de los 4 evangelios encontramos la frase: Den al César lo que es del César y a Dios, lo que es de Dios (Mt 22, 21).

Esto responde a una doble naturaleza del hombre: pertenecemos a este mundo material, tenemos un cuerpo, pero también un alma, que pertenece al mundo espiritual.

Como parte del mundo material, necesitamos nuestro pan cotidiano, pero como también somos espíritu y alma, necesitamos alimento espiritual. Retiro, silencio, recogimiento interior son tiempos para el alma que se pueden practicar en el trabajo cotidiano de diversas maneras. Son alimentos para el alma. Son pausas que nos ayudan a continuar.

La palabra pausa proviene del griego anapausis y significa descanso, inspiración, interrupción, ocio. Para los griegos por ejemplo, la pausa es algo sagrado.

Pero calma no significa solamente una interrupción del trabajo, sino un descanso de todo el cuerpo. Los órganos necesitan un sosiego.

Cultivar el gran bien de la pausa, concebida como interrupción sanadora y descanso creador, nos permite no sólo hablar de calma interior, sino también experimentarla en medio de lo cotidiano.

Es importante rescatar que en las pausas que podemos hacer, experimentamos que el tiempo se detiene y nos pertenece. Tenemos el tiempo a nuestra disposición; podemos ser absolutamente nosotros mismos en armonía con nosotros y con todo lo que existe.

La Pausa real

Hacer una pausa implica interrumpir lo que se está haciendo para hacer algo absolutamente diferente. Cortar la continuidad de algo en el lugar o en el tiempo

Por ejemplo en lo cotidiano de la oficina se puede aprovechar la pausa para alejarse un poco, cuidar las flores, prepararse algo de comer o hacer algún ejercicio.

En lo posible la pausa debe contener lo contrario de lo que se hace en el trabajo: Me pongo en movimiento, si hemos estado sentados, silencio cuando hemos estado hablando mucho, un poco de soledad si estuvimos con otros. Si hemos estado trabajando frente a la computadora, levantarse y dar una vuelta, etc…

Muchas veces los hombres tenemos la capacidad de permanecer despiertos y concentrados por medio de mecanismos psicosomáticos que pueden desatender la necesidad del cuerpo y el espíritu de hacer una pausa.

La adrenalina que el organismo produce a raíz del estrés proviene del exterior, de la concentración en una tarea o de la presión del rendimiento, nos mantiene despiertos y en estado de alerta. Es un mecanismo de emergencia que poseemos para poder reaccionar rápidamente ante un peligro. Es algo eventual . Pero para muchas personas esta técnica que se utiliza en algunos momentos, se ha transformado en una disposición constante y permanente listos para el alto rendimiento y a la larga eso nos perjudica mucho física y psíquicamente.

Las pausas son entonces imprescindibles porque nos relajan física y mentalmente. Por la Palabra de Dios, Jesús mismo hacía pausas con regularidad: “El les dijo a sus discípulos: Vengan ustedes solos a un lugar desierto para descansar un poco” (Mc. 6, 31) y en otro pasaje dice: “Pero él se retiraba a lugares desiertos para orar” (Lc 5, 16). Orar, encontrarse con el Padre y con el mismo. Era una manera de recargar las baterías. El arte de la pausa un desafío y es un elemento que nos permite poder comenzar este proceso de desaceleración

Pausas regulares

La regularidad en las pausas también es necesaria. Lo que la medicina laboral ha descubierto recientemente es, una costumbre antigua de artesanos, que se podía ver en cualquier granja y es que cada dos horas de trabajo había veinte minutos de causa.

Los estudios acerca de cuál es el ritmo de trabajo y pausas que conduce a la mayor eficiencia laboral, muestran que el organismo humano necesita un tiempo de recuperación cada 90 a 120 minutos aproximadamente.

Una vez que pasa este lapso de tiempo se modifica nuestra conciencia y nuestro cuerpo comienza a enviar una señal de “haz una pausa” pará un poquito , stop.

Estas señales son claras porque bostezamos, sentimos hambre o sed, queremos movernos. Sentimos embotamiento y debilidad. Atención, son signos que nuestro organismo nos está avisando que necesitamos una pausa.

Un observador puede apreciar que la expresión de nuestra cara cambia, parecemos mayores y nos vemos cansados. En este punto nos sentimos cansados y perdemos la concentración.

Si escuchamos a nuestro organismo y hacemos una pausa para recuperarnos, nos concentraremos mejor y seremos más eficientes, con lo cual recuperaremos inmediatamente el tiempo que llamamos perdido trabajando más rápido y mejor.

El organismo humano se rige por ritmos naturales, que se repiten varias veces a lo largo del día. Desde 12 hasta 16 veces en el día, es decir, cada 90 a 120 minutos, nuestro cuerpo pasa a une estado de reposo natural, que regula el sistema psíquico y físico.

Las pausas de reposo duran entre 10 y 20 minutos y es común en todas las formas de vida. En esta fase de descanso, el organismo se prepara para la siguiente fase de actividad. En ella tiene lugar una reacción saludable.

Todos hemos experimentado que, a veces, el trabajo se realiza casi sin esfuerzo y con calidad, y otras veces se nos hace duro y mucho menos fecundo.

¿A qué se debe esto? las pausas son uno de los motivos. Si obedecemos a las señales de nuestro cuerpo e incorporamos una buena cultura de pausas, descubriremos una y otra vez que el trabajo fluye sin esfuerzo luego de realizar una pausa.

Este ritmo biológico se prolonga durante el sueño. Los investigadores descubrieron que cada 90 a 120 minutos de sueño se entra en una fase caracterizada por el rápido movimiento de los parpados. Durante este tiempo, soñamos (por mas que no podamos recordarlo) y se modifica la presión sanguínea, la respiración y el pulso.

Los estudiosos describen esta fase como un proceso de autorregulación, que produce diversos efectos en el sistema nervioso vegetativo, en los sistemas hormonal e inmune.

Muchos creen que pueden rendir más si siguen trabajando durante las pausas. Pero, en realidad sucede lo contrario.

Nuestro rendimiento decae porque resisten en particular, la creatividad y la concentración, lo cual aumenta los descuidos.

Además, esta falta de descanso no daña a nosotros mismos, tanto física como psíquicamente. Muchas personas se vuelven consientes de esto recién cuando sufren alteraciones serias, bajo la forma de enfermedades físicas o psíquicas.

Aprovechas las pausas casuales

Podemos pensar también en todos aquellos momentos en que aunque sea solo algunos segundos o minutos estamos forzados a no hacer nada. Como esperar el ascensor, el semáforo en rojo, la carga de un programa en la computadora, etc.

Podemos tamborilear con los dedos o más bien, aprovechar el tiempo de espera para nosotros mismos.

Así como hacemos que el auto y otros aparatos técnicos esperen, de la misma manera podemos hacer pausa nosotros cuando, de todos modos, debemos esperar.

Toda pausa casual es una oportunidad para llevar la atención al interior de uno mismo. Una pausa casual constituye una buena posibilidad de meditar medio minuto o, incluso, diez segundos.

También los ejercicios del training autógeno son muy apropiados para aprovechar estas pausas casuales, una buena posibilidad de ejercitar el training autógeno consiste en entrenar a diario siempre una parte del cuerpo.

Esta práctica apunta a la observación del cuerpo, como un medio para volver sobre nosotros mismos, y a no perdernos en las tareas, exigencias y expectativas del exterior, que muchas veces nos presionan.

Por su puesto, “esperar”, en su significado original de es perar-se, es posible también sin hacer meditación. Solo basta con que llevemos nuestra atención del exterior de nuestro interior.

Pausas espontáneas

Este ejercicio es particularmente eficaz, si se lo realiza en situaciones de estrés.

Cuando tenemos tanto trabajo que no sabemos qué deberíamos hacer primero, no debemos ponernos ciegamente a trabajar, sino replantearnos para poder comenzar con calma y silencio. No es ni más in menos que la conocida secuencia “ora et labora”

La pausa de mediodía

Con respecto al almuerzo, en el mediodía, es decisión libre de cada uno seguir tratando los temas laborales durante la pausa del almuerzo, o hacer una pausa verdadera, que nos permita despejarnos mentalmente del trabajo. Si esto se logra, se notara en los diálogos que se mantienen durante la comida. Los frutos serán mayores y más de lo que uno espera.

También se verá en el modo en que comemos. Hay un conocido dicho que dice: “el hombre es lo que come”. Podemos completarlo también diciendo que el hombre es lo que come y como lo come.

Los pueblos primitivos comen de modo más consiente aun, pues toman su comida con las manos y la palpan antes de llevarla a la boca.

En nuestra insaciable sociedad actual, un modo de comer muy difundido es “barato, rápido y suficiente”, y este modo definitivamente no hace bien.

La comida rápida, las sopas instantáneas, la pizza congelada o las preparaciones para microondas nos permiten obtener en poco tiempo una comida caliente. Pero estas nuevas posibilidades no representan un progreso cualitativo.

Comer en silencio también pude convertirse en una verdadera pausa, el “cambiar de sintonía” es más fácil si, antes de comenzar a comer, frente a los platos servidos, agradecemos a todos a los que debemos esa comida: los animales, vegetales, la tierra, el sol, El Creador y la creación, las personas que trabajaron para prepararla. Finalmente, podemos prestar atención a los olores y sabores.

Agradecer antes de comer pertenece a la tradición cristiana primitiva y se fundamenta en la Ultima Cena del Señor en donde” luego, tomo el pan, dio gracias…” (Lc.22, 19)

la comida comunitaria, el “partir el pan” para la iglesia cristiana, cumple también una importante función social, ya que no solamente vincula a los hombres con Dios, sino también entre sí.

En muchas culturas, por ejemplo en los países árabes o en el Japón, las comidas que duran largas horas son tradicionalmente expresión de hospitalidad y sirven para mejorar las relaciones interpersonales.

Comer cómodos y consientes, movernos y cambiar de lugar, son parte de una verdadera pausa de mediodía, que debería durar al menos una hora.

La posibilidad de recostarse por treinta minutos y relajar así la columna vertebral incrementa considerablemente el rendimiento físico y mental.

Para vivir mejor y vivir más, no se trata de vivir más despacio sino de hacer las cosas a conciencia. Quisimos acercarte y descubrir que el espacio y el tiempo es un regalo que Dios nos ha hecho, para que en la atención y en la manera desacelerada podamos descubrir los regalos de Dios, las sonrisas y las caricias, las oportunidades que está allí a la vera de mi camino, rostros corazones que tiene mucho para entregarme y yo tengo mucho para darles a ellos pero a veces paso tan rápido que quedan ahí y que he perdido la oportunidad.