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La fortaleza en lo sencillo
martes, 1 de agosto de 2006
Nosotros, si realmente somos fuertes, debemos cargar con la debilidad de quienes no tienen esa fuerza y no buscar nuestro propio agrado. Que cada uno busque lo que agrada a su prójimo, ayudándole a crecer en el bien.
Romanos 15, 1 – 2.
El registro mental que tenemos de nosotros mismos frente a los desafíos que la vida nos presenta o el encuentro con las dificultades que surgen en el camino, no suele ser el mas positivo a la hora de comenzar una nueva jornada, a lo hora de reiniciarnos en la tarea, a la hora del servicio, del trabajo, de afrontar los conflictos y las crisis, las dificultades y los desafíos, es bueno efectuar un permanente ejercicio de autoconvencimiento.
Podríamos decir cambiar el registro mental, la verdad es que tenemos todas las armas de Dios para salir adelante con fuerza, pero hay que convencerse que existen, y para eso tenemos que saber aprovecharlas, por eso cuando aparecen inclinaciones de retraimiento o sensación de fragilidad hay que frenarlas y decirse así mismo, por ejemplo, no es verdad que soy débil, tengo toda la fuerza de Dios, estoy lleno de semillas de vida y puedo renacer y avanzar, en todo lo que suceda yo puedo salir adelante, me lo digo una y otra vez, desde allí donde siento que mis fuerzas están debilitadas y mis posibilidades de afrontar lo que viene se ven como retraídas en el temor, en el desánimo, en el miedo que a veces invade el corazón, hay que convencerse de que la vida es buena, Dios al crear todas las cosas veía que eran buenas dice Génesis 1, 25, si todo lo que Dios creó es bueno y la bondad de Dios está en mi corazón, aún cuando haya situaciones de pecado en el ambiente o acechanza de mi propia naturaleza que me inclina a errar en el camino y fracasar en el intento o aún cuando perciba que la acción del enemigo ronda buscando a quién devorar como un león alrededor mío como una presa, no hay que pensar que todo es peligroso sino que Dios es bueno y en su bondad nada escapa de su mirada, no hay que dejarse llevar por el veneno de muerte que está cerca nuestro, sino mirar lo bueno, lo bello, lo noble, lo justo, lo hermoso que nos rodea.
El problema para afrontar la vida con decisión y con determinación es no tener dominio sobre nuestros propios miedos, la propia existencia está llena de un montón de posibilidades y el de que siempre hay cosas peores de las que estamos viviendo, qué nos dirían por ejemplo los prisioneros de un campo de concentración, los torturados en las guerras, los que mueren de hambre frente a esa disposición un tanto derrotista con la que a veces afrontamos la jornada y en la que nos disponemos frente a los desafíos que surgen en la vida, lo mejor es entregarme a esta vida que me ofrece tantas cosas aunque a veces me niegue a algunas.
Una mujer que tenía menos de treinta años y ayudaba a los demás en el campo de concentración, llena de ampollas y de miedos oyendo gritar a niños que luego morirían, en esa situación, cerca de la muerte, escribió a una amiga “una misma casi no se da cuenta que se ha convertido en un ser marcado por el sufrimiento y esto de por vida”, y sin embargo, a pesar de todo llego a redactar lo siguiente “y la vida sigue siendo en esencia tan gratamente buena, esto es una constante que regresa siempre a mi pensamiento”.
Que bueno poder decirnos esto, que la vida es buena o que es bella, como decía aquella película que nos acercaba el cine italiano y nos mostraba a aquel padre frente a la desesperación de su niño, al que tenía escondido en el campo de concentración para que aprendiera lo bueno, lo bello que en un discurso de guerra se transformaba en un juego, para el niño, que no murió del terror, ni de la angustia porque un padre que padecía de las consecuencias del campo de concentración transformó el escenario del terror y de la muerte en un ambiente de alegría, de belleza, de juego, a la medida en que un niño puede vivir y crecer sin ser afectado por el veneno de la muerte allí instalado, la vida bella.
La belleza y la bondad de la vida la recreamos nosotros dice el mensaje de la película, en el ambiente en el que vivimos, si somos capaces de resignificar lo que nos ocurre dándole un color distinto, dándole un sabor distinto a lo de todos los días, marcados por el dolor, pero igualmente marcados y sostenidos por la esperanza.
La belleza de la vida se opaca, se entristece, se apaga cuando el corazón se llena de sentimientos de imperfección, de reconocimiento de nosotros mismos como frágiles y débiles, no desde la perspectiva de quien se asume humildemente sino de quien en escrúpulos se desprecia así mismo y no se tiene en cuanta, es cierto que estamos llenos de defectos y de imperfecciones porque siempre vamos a ser limitados pero el lamento que nos sale del corazón cuando estos defectos y estas limitaciones nos hacen hundirnos nos debilita y no nos permite crecer, mas bien tenemos que aceptar con serenidad que somos imperfectos y así tenemos energías disponibles para crecer, nos sentiremos más fuertes para tratar de mejorar, no estamos hablando ahora de pecados que hayamos cometido y que no nos perdonamos, el problema es que a menudo nos obsesionamos con cosas que sentimos, en realidad no nos dejamos un espacio para perdonarnos, para reconciliarnos con lo que no nos salió, con lo que hemos fracasado, con lo que hemos tropezado una y otra vez, en ese fango nos vamos hundiendo en un discurso que reprime, que retrae, que se victimiza así mismo y no nos permite sacar cabeza adelante, nosotros no servimos, lo nuestro no vale, quién nos tiene en cuenta, nadie nos quiere, en el fondo a quién le importa lo que yo hago, todo esto que surge del cansancio, nace del esfuerzo compartido, de tareas en la jornada y nos encuentra al final del día como metidos en el pozo de un decaimiento, de una depresión, de una tristeza, de una angustia que quiere terminar con nosotros mas que desde un lugar de ofrenda de la vida con lo que tiene de esfuerzo, de entrega, de cansancio, de limitación para que Dios haga con esto lo mejor que Dios sabe hacer, maravillas con nuestra propia pobreza, hay veces que nos sentimos profundamente miserables y descubrimos que ser valorados por los demás no es pan nuestro de cada día, y esto no lo hacemos desde el lugar de quien se reconoce en un ambiente hostil sino como en la búsqueda de la autocompasión en un sentido casi como de regodearse en sí mismo, en el querer ser para sí mismo uno bien reconocido desde lo que los otros no lo reconocen y desde el lugar donde uno mismo siente pena por sí mismo, esto lo único que hace es apagar el alma, entristecerla, empalidecerla.
La actitud que sale de un corazón fuerte en medio de la debilidad es el que dice, es verdad, las cosas son así, en lo mío no todo brilla, ni es oro, tampoco todo es tan opaco, soy este que soy, está llamado a ser uno mejor de lo que es, lo siento en mi corazón, mientras tanto quiero conquistarlo, intentaré dar algunos pasos sencillos, humildes, concretos, firmes en lo que me presenta la vida como desafío con la certeza de que lo puedo hacer con lo que tengo, con esto soy capaz de recrear mi vida. La vida está hecha para ser constantemente recreada y resignificada, es lo que hace el papá del niño en la película “La vida es bella” resignifica todo el discurso de muerte que rodea el ambiente en el campo de concentración. La vida está hecha para se valorada desde lo que tenemos y como somos con la sonrisa que nos ofrece todos los días la ventana que se abre y la luz que entra por ella, si la tenes cerquita , si tenés la posibilidad de detenerte por un instante con todos los discursos de desafío, tal vez de angustia que traigas desde algún lugar de tu corazón, de no tanto entusiasmo como pueden ser a veces las jornadas cuando empiezan, de que todavía no hemos entrado en calor, abrí la ventana y deja que te sonría el día, resignificalo, abrí las puertas de tu corazón, que entre el sol y animate a disponerte a fortalecer tu espíritu para que lo que aparece en la jornada como algo un tanto complicado desde voz se transforme y se resignifique.
Otra cosa que suele debilitar el alma es ese espíritu de infelicidad con el que a veces nos vinculamos mal y dialogamos con él como diciendo, en realidad ni para vos ni para mi hay futuro, en realidad los que tienen la historia ganada son todos los grandotes que están ubicados en lugares de poder o quienes viven en el mundo de las fantasías construida bajo la máscara de la sonrisa que constituye el mundo del espectáculo donde pareciera que es el único espacio donde la vida sonríe cuando en realidad sabemos que son máscaras, pero es tan fuerte el mensaje del marketing que esconde y no muestra, que no transparenta, que golpea con una y otra señal el camino de los que en la vida tenemos para sonreír los momentos hermosos que nos ofrece la familia, el trabajo, lo nuestro de todos los días en lo simple, en lo sencillo, que nada tiene que ver con tener ni una figura muy esbelta ni el mejor de los coches, ni la mejor de las casas, ni esa sonrisa plástica que muestra los dientes blanquecinos y que no forma parte de lo nuestro de todos los días, se puede ser feliz en medio del dolor, la felicidad planteada sin ningún atenuante de sufrimiento si no solo desde el lugar de la propaganda y la publicidad nos golpea y no nos deja ser felices con lo que tenemos y con lo que somos, es duro el mensaje que el mundo nos ofrece a la hora de invitarnos a la felicidad, es duro porque no deja lo liviano de golpear para que nuestra puerta se abra a lo fácil y hacernos creer que en lo fácil, en lo livianito, en el placer y en el tener, en el poder se encuentra lo que estábamos buscando y que a veces no lo tenemos en el esfuerzo de todos los días por ganar para lo que necesitamos para vivir dignamente que nos cuesta mucho y que nos ubica en un plano de decisión que afecta solo lo nuestro, lo cual no es poco. Animate a mirar no tanto lo que te falta para alcanzar la felicidad que anhela lo mas hondo de tu corazón sino lo bueno que hoy tenés entre las manos para realmente sonreírle a la vida, despertá, si todavía estás durmiendo en el sueño de lo que todavía no es y que tal vez nunca alcances, quizás lo que haga falta sea que el despertador te haga aparecer con tu rostro, con tu figura, con lo que sos y con lo que podes sobre tu propia realidad, es dura pero igualmente en la dureza de la misma está escondida la vida de resurrección que quiere ganar lo tuyo de cada día para hacerte realmente feliz.
Es la felicidad y la alegría de lo sencillo lo que nos fortalece en medio de tantas dificultades, desafíos, propias debilidades, el Señor nos hace fuertes cuando el alma realmente se sabe quedar con lo que le hace feliz, la peor batalla es la que perdemos cuando nos gana la tristeza. Dice Pablo en Rom 15, 1 “Nosotros tenemos que sobrellevar la flaqueza de los débiles”, lo hacemos con las sonrisas de lo simple, de lo de todos los días donde el Señor nos regala la posibilidad de ser una lucecita para los otros.
¿Tu sonrisa dónde está? La de todos los días, la que te ofrece el mate, la de levantarte y encontrarte con tu marido, con tu mujer aunque este un poco despeinada, la que te ofrece el abrir los ojos y ver que los chicos están allí, que forman parte de lo nuestro y que nos llena el corazón de calor y de alegría a pesar de todo lo que ofrece el mundo como un mensaje lleno de muerte y de decir qué hago como madre, como padre a la hora de educarlos, pero están ahí y eso te alegra y ellos te alegran, te dicen en su inocencia que se puede, que eso que parece tan negro no es tan negro, como diciéndote mírame a los ojos y vas a ver que las cosas no son tan negras, aquí tenés algo que brilla, es mi mirada mamá y papá, si eso no te llena de alegría el corazón, qué entonces.
Tengo la fuerza para volver a levantarme y eso es suficiente como para decirle a la vida que la fortaleza está en lo simple y que aun cuando haya golpes con los que nos encontramos en el camino, también hay modos de revertir esos golpes con actitudes valientes de los héroes que todas las mañanas dicen que sí al despertador, al trabajo que se viene, le dicen que sí a las cosas que se vienen, no haciéndose los superhéroes sino con la heroicidad que supone el reconocer en lo sencillo una gran posibilidad para que la vida sea realmente de gran calidad. Calidad de vida que no nace de este discurso de tenerlo todo, de poseerlo todo, de andarlo todo por el mundo, de todo poderlo en el mundo en el que vivimos sino calidad de vida que nace de la dignidad de vida vivida en plenitud con lo que tenemos y con lo que somos, en este sentido el Señor habla de la pobreza, la pobreza y el encuentro con nuestra propia realidad en Dios llena todo de brillo, de color, de gozo, de alegría, cuando sabemos resistir a los embates que nos golpean fuerte la puerta de casa para derribar lo que vamos construyendo y lo resistimos cuando nos caemos y nos ponemos de pie de nuevo, entonces nosotros le estamos diciendo al mundo un mensaje lleno de esperanza, se puede ser feliz sin meternos en las historias que vos nos propones mundo de hoy, que nos pintas una fantasía llena de colores en donde el castillo de cristal es el lugar inhabitable, es habitable para pocos e inhabitable para muchos de los que en el mundo de hoy nos debatimos por vivir en plenitud desde lo cotidiano. Los desafíos nos hacen sacar fuerzas desde el corazón, las mejores fuerzas, las que están escondidas, como si dijéramos si pudieran voltearme yo puedo levantarme, si hay algo que está por voltear tu vida anda sabiendo que en lo profundo de tu corazón habita una fuerza capaz de ponerte de pie ahí donde igualmente caíste.
La mejor manera de poner un bálsamo para sanar nuestra debilidad y fortalecernos en el camino de la vida está en el amor, sobre todo en el único amor que puede penetrarnos por completo, el amor del Señor en lo profundo del corazón, es bueno permanecer en los brazos del Señor y hacer una oración que sea simplemente dejarse tomar por su amor, ante ese amor puedo sentirme sostenido, puedo sentirme en el amor de Dios apoyado, puedo sentirme inmensamente respetado, puedo sentirme aceptado así como soy, puedo sentirme verdaderamente comprendido, puedo sentirme profundamente valorado, ese amor me hace realmente fuerte capaz de soportar y enfrentar lo que sea.
Así es cuando le decimos al Señor “Bendito sea el Señor mi roca que adiestra mis manos para el combate y mis dedos para la pelea, Tu nos sacias en el torrente de las delicias, en ti está la fuente de la vida”.
Cambiamos el registro mental, una vida que nos sonríe por mil lugares e intentamos hacernos fuertes en medio de la debilidad, superando aquello que es un discurso de escrúpulos que vencen en el corazón y le impiden ponerse de pie, sabemos que la infelicidad viene a veces a querernos ganar el corazón, cuando la buscamos en cosas grandes y extraordinarias no nos hacemos a las cosas de todos los días, donde tomamos fuerzas desde las sonrisas, las miradas, aún desde el mismo dolor cuando aprendemos a resistir y tengo fuerzas para volver a levantarme. Jesús ha venido a confirmar la verdad de que lo que nos hace fuertes es el amor.
Padre Javier Soteras
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