La fuerza renovadora del Padre

martes, 12 de febrero de 2019
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12/02/19.- Marcos, en su Evangelio, nos va mostrando a Jesús que de modo progresivo revela su identidad en cada acción, en cada Palabra y también en cada encuentro.

La Palabra de este día nos presenta a los fariseos y doctores de la ley que se acercan a Jesús y se dan cuenta que los discípulos están comiendo con las manos sucias, lo cual los escandaliza, ya que están desoyendo los preceptos, como sigue explicando la Palabra, y no pueden no preguntar, ¡porque tus discípulos no cumplen la tradición?

Jesús les responde duramente, les dice hipócritas citándole al profeta, “este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi” y culmina diciéndoles que anulan el mandamiento de Dios, por cumplir la tradición.

Los preceptos y tradiciones terminaron siendo más importantes que el mismo mandamiento de Dios, honra a tu Padre y a tu Madre.

Los fariseos por tanto cumplir se habían olvidado de que lo importante era un corazón puro, sencillo, que Ame a Dios y al hermano, si bien sus tradiciones buscaban vivir mejor el mandamiento de Dios, tantas normas y cumplimientos olvidaron lo esencial y sólo quedo el gesto externo, cumplían, sí…pero el corazón estaba lejos de Dios….se transformaron en hipócritas.

Señor que pueda siempre dejarme sorprender por tu Palabra que siempre purifica, interpela y me invita a seguir tus huellas dando vida a los demás, que no me refugie en el mero cumplimiento de normas, sino que pueda vivirlas queriendo tener tu corazón, un corazón manso y humilde, un corazón puro, parecido al tuyo.

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús,
y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados;
y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”.
El les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”.
Y les decía: “Por mantenerse fieles a su tradición, ustedes descartan tranquilamente el mandamiento de Dios.
Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y además: El que maldice a su padre y a su madre será condenado a muerte.
En cambio, ustedes afirman: ‘Si alguien dice a su padre o a su madre: Declaro corbán -es decir, ofrenda sagrada- todo aquello con lo que podría ayudarte…’
En ese caso, le permiten no hacer más nada por su padre o por su madre.
Así anulan la palabra de Dios por la tradición que ustedes mismos se han transmitido. ¡Y como estas, hacen muchas otras cosas!”.

Mc 7,1-13