La importancia del discernimiento vocacional

jueves, 12 de agosto de 2021
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12/08/2021 – Esta semana, en “Enseñanzas desde el Magisterio de la Iglesia”, finalizamos el Capítulo 8 de la Exhortación Apostólica «Cristo Vive» del Papa Francisco dedicada a los jóvenes e iniciamos los apartados finales de este documento Magisterial.

Junto al padre Javier Soteras nos adentramos en los últimos puntos del capítulo 8 dedicados al tema de las “Vocaciones a una consagración especial”:

Dice el Papa en el punto 276: “En el discernimiento de una vocación no hay que descartar la posibilidad de consagrarse a Dios en el sacerdocio, en la vida religiosa o en otras formas de consagración. ¿Por qué excluirlo? Ten la certeza de que, si reconoces un llamado de Dios y lo sigues, eso será lo que te hará pleno”.

Al respecto, el padre Javier nos compartió su propia experiencia: “El primer momento en el que entendí que había una llamada de Dios, fue cuando tenía 16 años. Al principio, descarté esa posibilidad pensando: ‘¿Cómo Dios se va a fijar en mí?’. Cuando llega el tiempo de la resistencia, uno se pregunta: ‘¿Por qué Dios se fijó en mí?’ Y al final surge: ‘¿Menos mal que Dios se fijó en mí!’”y continuó: “Para darnos cuenta del llamado de Dios tenemos que hacer un proceso de captar la posibilidad de una comunicación que Dios nos hace y, en esa comunicación, nos brinda signos interiores y exteriores, los cuales hay que ponerlos en líneas de discernimiento conversando con quien nos pueda ayudar a descubrir si de verdad, lo que estamos sintiendo, corresponde a una llamada de Dios o es que, uno está confundiendo lo que interiormente va sintiendo”.

“Jesús camina entre nosotros como lo hacía en Galilea. Él pasa por nuestras calles, se detiene y nos mira a los ojos, sin prisa. Su llamado es atractivo, es fascinante. Pero hoy la ansiedad y la velocidad de tantos estímulos que nos bombardean hacen que no quede lugar para ese silencio interior donde se percibe la mirada de Jesús y se escucha su llamado. Busca espacios de calma y de silencio que te permitan reflexionar, orar, mirar mejor el mundo que te rodea, y entonces sí, con Jesús, podrás reconocer cuál es tu vocación en esta tierra” (CV 277).

Sobre lo anterior, el padre Javier resaltó que “debe ser un ámbito de silencio, de contemplación, de escucha interior que es por donde captamos esa voz que suena en el corazón”.

El p. Javier Soteras, Director de Radio María, nos acompaña cada semana en este espacio

El discernimiento

El capítulo Noveno está dedicado al tema del discernimiento y comienza diciendo Francisco:

“Sobre el discernimiento en general ya me detuve en la Exhortación apostólica Gaudete et exsultate Sin la sabiduría del discernimiento podemos convertirnos fácilmente en marionetas a merced de las tendencias del momento. Y esto resulta especialmente importante cuando aparece una novedad en la propia vida, y entonces hay que discernir si es el vino nuevo que viene de Dios o es una novedad engañosa del espíritu del mundo o del espíritu del diablo“. (CV 278/279)

El padre Javier sobre esos puntos reflexionó: “Lo importante es no ser marionetas, no dejarnos llevar por vientos que corran y poder distinguir esa capacidad que es un don y es necesario, pedir la gracia de la sabiduría”. Además, agregó que el Papa Francisco al ser
jesuita, resalta tres mociones: la primera es, la que viene del Espíritu Santo (que busca guiar nuestro camino para hacernos comprender el querer y la voluntad de Dios; la segunda es, cuando aparece con fuerza el espíritu mundano y por último, la tercera es, el que busca engañar o sacarnos del camino.

En los puntos 281 y 282 señala el Papa:

“En este marco se sitúa la formación de la conciencia, que permite que el discernimiento crezca en hondura y en fidelidad a Dios: Formar la conciencia es camino de toda una vida, en el que se aprende a nutrir los sentimientos propios de Jesucristo, asumiendo los criterios de sus decisiones y las intenciones de su manera de obrar (cf. Flp 2,5)” (CV 281).

“Esta formación implica dejarse transformar por Cristo y al mismo tiempo una práctica habitual del bien, valorada en el examen de conciencia: un ejercicio en el que no se trata sólo de identificar los pecados, sino también de reconocer la obra de Dios en la propia experiencia cotidiana, en los acontecimientos de la historia y de las culturas de las que formamos parte, en el testimonio de tantos hombres y mujeres que nos han precedido o que nos acompañan con su sabiduría”. (CV 282)

Referido a este punto, el padre Javier dijo que la conciencia, según el Concilio Vaticano II, es como el sagrario en torno al cual el ser humano capta la presencia escondida de Dios que es el lugar desde donde nos habla: “Formar y desarrollar la conciencia no solamente para distinguir lo bueno de lo malo, sino lo bueno de lo posible y lo posible de lo mejor”, y agregó que cuando uno hace un examen de conciencia, no es solamente ver dónde está el pecado para evitarlo, sino cuál es la orientación que Dios le da a la existencia y dónde están las diferencias que buscan impedir la vida misma hacia el lugar donde Dios la conduce”.

“Cuando hablamos de examen de conciencia, hablamos de discernimiento de espíritu, es decir, por dónde Dios nos guía, cuáles son las diferencias propias que impiden que las obras de Dios sean en nuestra vida el acontecer de la historia”, concluyó.

Te invitamos a escuchar el programa completo al inicio de la nota.