La invitacion al amor fraterno.

lunes, 18 de julio de 2011
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Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Asì como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros". (Juan 13. 34,35)

PALABRA DEL SEÑOR.

Es muy importante dice Teresa de Jesús, pues no hay cosa enojosa, que no se pase con facilidad cuando hay amor verdadero, si estás enojado con alguien, hoy, es el dìa de poder superar ese enojo a través de volver a recuperar el fuego del amor en tu corazón.

Si se guarda este amor de unos para con otros- dice: Teresa, se guarda con facilidad todos los otros mandamientos.

Lamentablemente, nunca acabamos de observar enteramente ese mandamiento del amor.

Su incumplimiento trae consigo tantas faltas, que ni se pueden imaginar.

Bajo falsas razones muchas veces y todavía con argumentos aparentemente espirituales, faltamos a la caridad con los otros. Se sustituyen en enredos, se forman bandos de unos para con otros, y poco a poco nos vamos debilitando en aquello que nos hace ser uno en Dios, el amor.

Cuando buscamos despertar en nosotros, la fuerza del amor que nos une, nos hermana, nos permite vivir, con los otros en comunión y cuando nos falta, nos sentimos que una parte nuestra está ausente, en nosotros mismos.

Hemos encontrado el camino de lo que Jesús nos revela como verdad. A veces, los senderos para recuperar lo perdido, pueden ser distintos, una poesía, una canción, un saludo, un encuentro, una llamada telefónica, un correo.

Los caminos por donde vos descubrís, que el mismo Dios te ha ido conduciendo para regalarte aquello que por tu propia fuerzas a veces no podes alcanzar, cuando queres recuperar lo perdido en este lugar esencial, para vivir en comunión con los demás, la fuerza del amor que nos hace uno.

Teresa dice: – que apreciemos más unos que a otros, es natural, pero no nos dejemos llevar por el aspecto exterior, en los vínculos con lo demás, caeríamos en los extremos de amar solo a las personas que nos resultan agradables, de buena presencia. Hay que amar lo interior de los demás y no hacer caso de lo exterior.

No podemos dejar dice Teresa que nos domine, la simple atracción natural, no podemos consentir en ser esclavos de nadie, sino solo de Aquel con mayúscula que nos compró con su propia sangre.

Es algo de no creer, lo que sucede, cuando nos descontrolamos en los afectos, sin llegar a faltar gravemente contra el mandamiento, las niñerías que se hacen, no tienen límites, son tantas que solo el que las vè, las entiende.

No hay que decir, sino esto, aquí, dice Teresa: – el amor tiene que estar fundado en una voluntad mucho mas firme que la simple tendencia, el simple afecto o la simple atracción.

Un amor verdadero, se funda en una entrega que tantas veces, duele.

¿Qué gestos de amor fraterno podrías hacer, para acortar las distancias con aquellas personas que Dios pone en tu camino?

Es asì cuando se dá, sin miramientos, cuando darse es sencillamente explicable y bajo la razòn del dar.

Es que uno aprende a crecer en el amor perfecto y en libertad.

La persona que ha recibido este don del cielo, dice Teresa de Jesús, nos enseña a reírnos de nosotros mismos, es decir, nos dá la capacidad de tomar la vida con más sencillez y apuntalarla en lo esencial.

Cuando uno está parado en lo esencial de la vida, aprende a reírse saludablemente de sí mismo.

El verdadero amor busca, el mayor bien para todos los que lo rodean, no solamente uno se reía de sí mismo, sino que en el darse crece en la capacidad de, darse aún más.

Y es como que no alcanza con lo que ya se dio ,es como que el darse, desde este lugar de novedad, como Don de Dios, en nosotros, amor de Él que nos habita, nos pide aún más en la entrega y no importa nada, si somos estimados o despreciados dice Teresa, porque en realidad, la vida está fundada, ya no sobre la mirada de nosotros mismos, sobre nosotros, marxistamente, sino en como, con el que es el amor, aprendemos a mirarnos.

Cuando se ama asì, en amor perfecto bajo el signo de un Don que nos hace ir mucho mas allá de nosotros mismos y donde el darse y el entregarse es la razón por la cual se aprende a vivir.

 Cuando no se ocupa más uno que en esto dice Teresa: en preocuparse de hacer verdaderamente felices a los amigos, el amor perfecto es el único que merece el nombre de Amor dice Teresa de Ahumada, los otros afectos tienen solo la apariencia, y el nombre usurpado pero en realidad no lo son.

El amor perfecto perdería mil vidas por lograr un pequeño bien del otro. El verdadero amor se parece al que nos tuvo Jesús, abarca a todo el mundo, y a todas las penas, su mayor sufrimiento es, el no poder ayudar a todos.

En la espiritualidad de Teresa de Jesús, para que podamos, ser alcanzados por esa presencia de amor fúndate que nos hace darnos sin miramientos, salir de nosotros mismos y hacer de la misma vida una ofrenda, es necesario encontrarse con la posibilidad de estar, desprendidos de todo y también de nosotros.

En el desprendimiento, está todo si es total y verdadero, dice Teresa.

¿Porque está todo en el desprendimiento?- Porque el desprendimiento es dejar, todo para abrazarse a Dios, es entregarse totalmente a Él, sin dividirse en partes, y cuando uno está, así de corazón puesto en Dios, sus acciones desde el que es amor, brotan y fluyen con una intensidad y un sentido de pertenencia el que es amor único.

Lo primero es no dejarse atar, por compromisos familiares o de amistades que, nos impidan volar.

La convivencia agradable y los compromisos para reunirnos, nos tienen a veces, hacerlo a una rutina vivida que cuesta romper.

Si recortamos y ubicamos en su debido lugar, esos vínculos, van como perdiendo sus fuerzas y van dando lugar al verdadero vínculo fúndate de todo, la presencia de Dios, que quiere obrar de una manera distinta en nosotros, desprendimiento a todo lo que nos ata, de mala manera, en la perspectiva de Teresa, no es para andar sueltos por ahí, sino para todo hacerlo en Dios, todo vivirlo en Él, desprenderse de todo, para ser todo de ÈL, y desde ahí ser todo para lo demás.

El peor ladrón, dice Teresa – lo tenemos dentro de casa, somos nosotros mismos, sino se anda con mucho cuidado, vigilando continuamente, como si se tratara de un negocio, de vida o muerte, nos serà robada libertad de espíritu, para volar hacia Dios.

Un buen remedio para no estar atado a nada ni a nadie en particular, y para dejar verdaderamente las fuerzas del corazón para que se desplieguen todas sus alas en libertad, es, el estar siempre recordando y muy de continúo, dice Teresa – la caducidad de todo, la rapidez con lo que pasan todas las cosas.

Para que poner nuestros afectos en lo que tan pronto se acaba, al mismo tiempo que podamos recordarnos el valor relativo a las cosas, ayuda a volver el pensamiento hacia el dueño y Señor de todo, donde no todo se pasa, ni todo se muda, donde todo permanece, donde nada se acaba, por eso con paciencia vivir, el aquí y el ahora con la mirada puesta, en lo que perdura.

Cuando, desasidos de todos, expresión típicamente Teresiana, quiere decir, desprendido de todos, somos capaces de poner la mirada, en Aquel que permanece y en paciencia en Él, descubrir el sentido profundo de las cosas, es cuando nos encontramos con… la verdad.

Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque el desprendimiento y la humildad andan siempre juntas, son como dos hermanas inseparables dice Teresa – hermanas poderosas, señoras del mundo, liberadoras de todas las cadenas y enredos, tan amadas del Maestro que nunca se las vio sin su compañía, dice Santa Teresa.

Estas hermanas que al estar desprendidas de todos, y vivir humildemente en Dios que son inseparables, no temen a nada ni a nadie, no les importa perderlo todo, lo único que les preocupa es… descontentar a Dios.

Siguiendo algunos rasgos de la espiritualidad Teresiana, hablando del desprendimiento y de la humildad, estas dos hermanas son muy tímidas, y se ocultan de los ojos de la misma persona que acompañan, hasta tal punto que la propia persona no se convence que la lleve consigo, la gente que trata y conversa con esa persona, vè su acompañamiento pero la dichosa alma que lleva en sí, esas dos hermanas se afanan y se esfuerzan por alcanzarlas, mirando bien lo que estoy escribiendo, me parece dice Teresa – una locura ponerme hablar de humildad y desprendimiento, cuando en realidad, basta mirar la manera de proceder del Señor del Universo, su vida y sus padecimientos.

Por donde empezar este camino, de deshacimiento de sí mismo, de desprendimiento de uno mismo. Lo primero dice Teresa, es aprender a quitarse de encima, esa preocupación constante respecto de nuestra salud, es algo sorprendente el excesivo cuidado que le prodigamos a nuestro cuerpo. Es preciso ubicar cada cosa en su lugar, el objetivo de nuestra vida es, servir a Cristo y para eso es conveniente mantener la salud y las fuerzas corporales con inteligencia y con prudencia.

Muchas veces sucede lo contrario, se cuida la salud y el físico, como si fueran la meta de nuestra vida. Y los días y los años, transcurren en estos cuidados excesivos.

Claro, hay que pensar en la cortesanía con la que se honraba a veces, la figura en el tiempo de Teresa y como ella dice: – de que veía y se vio alguna vez, enredada en algo de eso, cuando en coqueterías, cuando era mas adolescentes, se pasaba largo tiempo en el cuidado de sí misma, en ese contexto hay que ubicarlo.

También dice Teresa – el buen camino para el desprendimiento de sí mismo, el no andar quejándose por pequeñas dolencias o dolores, si se pueden aguantar es mejor callarse, cuando el mal es serio, ya nos daremos cuenta… si no perdemos la costumbre de quejarnos de todo…. nunca terminaremos.

                                                                                                             Padre Javier Soteras.