La ira

sábado, 11 de agosto de 2007
image_pdfimage_print
La culpa genera ira, enojo y si lo asociamos un poco al tema que vimos el sábado pasado y también al anterior te vas a acordar mejor . Tenemos ésta ira que proviene de sentirnos culpables la culpa real o ficticia provoca enojo el enojo ira, y la ira vuelve a provocar culpa. ¿Por qué? Porque tengo ira por reaccionar, así y es un círculo vicioso. Cuando nos sentimos culpables nos enojamos y cuando nos enojamos nos sentimos culpables. No existe sustancia química alguna para medicar los sentimientos de enojo. Al culparnos a nosotros mismos convertimos la ira en depresión Recuerden que la depresión era el enojo con uno mismo. Nos enojamos con nosotros mismos y convertimos la ira en depresión nos metemos en la cama y tenemos la esperanza de morirnos nos tapamos bien, bien tapados y nos enfermamos. Nos agarra, por ejemplo, gripe y nos enfermamos a causa de ello y le pedimos a Dios que nos perdone por ser una persona horrible porque me repliego sobre mi mismo, porque me meto en la cama aunque no tengo fiebre y cosas así y cada vez que elegimos enojarnos debido al comportamiento de otra persona, la estamos privando del derecho de ser lo que ella elige ser, como si dentro de nuestra cabeza, muchas veces esquemáticamente programada, rígidamente programada estuviera la frase neurótica ¿Por qué no sos más parecido a mí? ¿Por qué no te pareces a mí? Entonces te querría y me gustarías en vez de hacerme enojar Esta es una frase neurótica Los demás nunca serán como nosotros queremos que sean. Así como dijimos muchas veces que el camino de la sabiduría está en la aceptación de si mismo también podríamos decir hoy que el camino de una autentica paz esta en la aceptación del otro así como el otro se presenta.

 Después habrá otros medios para ayudarlo, la intersección, el testimonio, la sugerencia, el consejo, la corrección fraterna para que brille en él, el proyecto original, único e irrepetible del Padre Dios Creador, no lo que vos querés de el sino lo que Dios quiere de el. Entonces, la culpa y la ira la convertimos en depresión. Tal vez en nuestra familia el mensaje era, no sientas nada, sobre todo no sientas ira. Era un mensaje subliminal, inconciente pero estaba allí presente y estos mensajes colaboran para que se reprima tanto la ira como la culpa y se queden escondidas en el sótano de la mente como hablamos alguna vez, en este espacio, sobre el inconciente y con los años, tienden a salir y surgen en forma de depresión. Algunas veces la ira y la culpa averguenzan tanto que ni siquiera podemos confesarlas y al reprimirlas conducen, inevitablemente, a la depresión. Entonces no se trata solo de reconocer que sentimos ira , también tenemos una responsabilidad con nosotros mismos, la de manejar nuestra ira de manera adecuada haciéndonos preguntas como esta ¿y como dejar de sentirnos enojados? Y ¿adonde va nuestra ira o hacia quien va dirigida? Y cuando sucede esto? Y con quien podemos hablar? Y quien querrá oír todo esto? Y porque no siento compasión por el otro? Compasión, es decir sentir con el otro ponerme en la piel del otro. No es lástima eso.

Podemos utilizar la vía de la confesión sacramental, ciertamente. Este sacramento es de gran utilidad y ayuda para que el corazón no guarde más ira. Dice la 1ª carta de San Juan 1-9 “si confesamos nuestros pecados Dios es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad”

¿Y cuanto tiempo llevamos enojados? Manejar una cantidad significativa de ira reprimida puede llevar tiempo y esfuerzo, constancia, perseverancia. Ya lo dije otras veces, no se trata del llame ya, ahora, aquí, inmediato. No se trata del pensamiento mágico tan extendido hoy día y que hace tanto daño. Ese pensamiento mágico pos-modernista irracional, efectista sobre todo que no conlleva ningún esfuerzo de parte nuestra ni disponibilidad, ni docilidad. Dicen por allí que la mentalidad de Harry Potter en las películas ayuda mucho a este pensamiento mágico que esta llenando de mucho temor y miedo a mucha gente y que mucha gente también a veces, confunde los grupos de oración o algunos lugares haciendo cola con agua bendita o medallitas y se confunde con el llame ya de Dios, llame ya, ahora, aquí, lo quiero ahora, ya. No se trata de eso, se trata de tiempo y esfuerzo. Lleva apertura docilidad de parte nuestra constancia, perseverancia, fidelidad en el camino del Señor. Sencillez, simplicidad. El Señor a través de San Pablo nos dice en Efesios 4-31 “no entristezcan al Espíritu Santo de Dios con el que fueron sellados para el día de la redención” y después dice en el vers. 32 “Toda amargura, ira, cólera, gritos, maledicencia y cualquier clase de maldad desaparezca de entre ustedes” y sigue “sean amables entre ustedes, compasivos perdonándose mutuamente como los perdonó Dios en Cristo Jesús y no podemos utilizar nuestros recursos espirituales si entristecemos al Espíritu Santo y también hoy por hoy se lo entristece cuando se lo quiere manipular de manera adolescente, inmadura, veleidosa, tilinguera, superficial. El entra cuando se le invita y se le da libertad. Su fuerza es la que nos dará la capacidad de vencer nuestras debilidades, pero poniendo a Jesús en el eje y el centro de nuestra vida y superando los emocionalismo fáciles sin frutos, sin conversión, sin cambio de actitudes, de criterios de vida. Es increíble, decía un sacerdote amigo, como en estos días de San Cayetano era innumerable la cantidad de novenas y cadenas que aparecían por los correos electrónicos y él me decía, “pero, me la esta mandando gente que hizo conmigo retiros y convivencias y esto resulta increíble porque detrás de las novenas o cadenas decía, por favor si vos no vas a mandar esto decíme para que no se corte” y también llegaban unas cadenas de un padrecito de Rosario donde la gente va y hace largas colas y lo involucraban también a este padre con agua bendita, medallitas y cuantas cosas mas pero no se ve conversión por ningún lado no se ve confesión sacramental, no se ve participación en la misa, no se involucran en la vida comunitaria, en la misión, en la evangelización y eso realmente, esta mas cerca de la superstición que de la conversión y esto hay que decirlo y tenemos que decirle a los pastores también nosotros y los obispos también tienen que decirlo y discernir y aclarar al pueblo de Dios que ya esta de por si bastante confundido, en muchos aspectos, porque falta evangelización, porque mucha gente no lo está buscando a Jesús verdaderamente.

Est buscando los consuelos efectitas del Señor en el llame ya que se me pase caprichosamente lo que tengo ahora y a otra cosa mariposa. Entonces, ahí esta el punto, por eso es que la ira continúa porque no le estoy entregando el corazón al Señor porque me estoy buscando a mi mismo no lo estoy buscando a El. Por eso hay una relación entre la depresión y la ira. La depresión reconoce en todos los casos, una causa específica. El hecho de que una persona ignore la causa no descarta el hecho de que exista Es de gran ayuda que la persona reconozca que la depresión que la afecta no es espontánea sino el resultado de la ira El Dr Mortimer Hostton, en su libro “psicología de la melancolía” escribe “generalmente y aún en el caso de individuos susceptibles a la depresión es imprescindible la provocación de un agente agresivo para desencadenar la depresión” quiere decir que tiene que aparecer un agente agresivo, por mas que la gente tenga tendencia genética o como sea, o temperamental a la depresión La depresión es una reacción ante la agresión a la desilusión y al rechazo. Es decir que los procesos depresivos obedecen a nuestras reacciones ante una agresión una desilusión o un rechazo. La ira es el primer paso a la reacción en cadena que lleva a la depresión. La mayoría de personas deprimidas no se consideran justamente iracundas, no, no pero si los cuestionáramos y los examináramos estableceríamos este principio sin excepción. Este dr sigue afirmando que la depresión en todas las fases de su desarrollo incluye a la ira entre sus componentes sea visible o invisible conciente o inconciente.

La ira va dirigida contra la persona que se supone debe amar pero no lo hace en su concepto y de ahí la desilusión y en diferentes momentos o fases la ira puede provocar un deseo de irritar, de lastimar o destruir según el grado de dolor, que tiene o acusa el paciente. Aún, la fantasía de renacer introduce un ingrediente de ira debido al desafío implícito de que el paciente se curará y no será necesaria la ayuda del padre que lo desilusionó, por ejemplo hablando del caso de chicos golpeados o adolescentes ignorados que también lo podríamos llevar a un caso concreto de relación con el papá Dios y por lo que estaba diciendo hace un ratito. Cuando evidentemente, no se tiene una experiencia personal del padre Dios, de su amor incondicional, gratuito de ese padre Dios que nos manifestó Jesús, que nos muestra Jesús, de ese padre Dios que se manifiesta en la Biblia y hay imágenes retorcidas, deformadas del padre Dios, y bueno, esas personas no se curan porque no experimentan al padre Dios con su amor verdadero, incondicional, sin máscaras, sin deformaciones, sin prejuicios estructurales, familiares, sociales. Dice éste doctor “Algunos padres juzgan y tratan a sus hijos con severa hostilidad” en esos casos el niño se encasilla en un estrecho receptáculo infantil en cuanto a su relación con sus padres como consecuencia de lo cual cuando llega a la edad adulta debe luchar contra una fuerte tendencia depresiva. 

Una forma hostil del padre o del hijo, parece inhumana sin embargo hay muchos de esos casos. Muchas veces leemos de lo que se ha dado en llamar el síndrome del niño golpeado A veces se recibe en el hospital o en la morgue a niños de corta edad con signos de brutales castigos y la investigación revela que fueron abandonados, golpeados, sacudidos, en fin, o vapuleados por sus padres y de tanto en tanto leemos en los diarios de criaturas asesinadas por sus padres, bebes, por ejemplo, asfixiados abandonados en los bailes de las bailantas muertos de frío En los estudios sicoanalíticos de pacientes que abrigan hostilidad hacia sus hijos hallamos en todos los casos que el papá, el padre cuando niño, tuvo que lidiar con un profundo odio contra su padre o contra uno de sus hermanos. Que arbitro artificios defensivos para no dar rienda suelta a su ira tales como el afecto por reacción la lealtad o sumisión a la persona odiada y que con el advenimiento de la criatura, de la nueva generación o sea de su hijo, las defensas se derrumbaron y el individuo tuvo que habérselas una vez más con este odio abrumador. La hostilidad y el rechazo por parte del padre constituyen una amenaza para el niño Sintiéndose amenazado se aferra más fuertemente y este aferramiento incluye tanto los componentes afectivos como los componentes hostiles La intensidad de estos sentimientos entremezclados conforman una situación traumática y estas situaciones traumáticas tienden por lo general, a repetirse y el niño, a cualquier subsiguiente rechazo, puede responder con un aferramiento agresivo. El niño, al llegar a la edad adulta, puede sentir atracción por alguien no digno de confianza y hostil.

Como adulto es capaz de producir el rechazo de su cónyuge o de lo contrario, como padre puede repetir un idéntico modelo con el hijo rechazando a su hijo y golpeándolo así como también el fue rechazado y golpeado Los sentimientos de enojo son parte de la vida de casi todos los seres humanos Los niños sienten ira los adultos sienten ira La ira es una emoción perjudicial y destructora Las dos emociones humanas mas poderosas son el amor y la ira El amor es una emoción saludable la ira destructora. La ira es la más negativa y perjudicial de las emociones humanas no solo en lo emocional sino también en lo físico y espiritual. Para muchos, la ira no representa un problema particular, echan vapor todo el día y siguen así, con su vida cotidiana tratando de disimular las cosas. Los celos son una demostración de una desconfianza muy grande y de una inseguridad grande, una autoestima muy baja una cantidad de complejos que se arrastran y que llevan a buscar seguridades tomando posesión del otro es decir, amar sin dejar libre al otro amar dudando del otro amar desconfiando del otro.

Una enfermedad puede ser causa de ira, el no querer asumir esa enfermedad que ciertamente, nos muestra frágiles y vulnerables. La aceptación de lo que nos pasa también como gracia de Dios y como bendición nos ayuda a despojarnos de la ira Cuando permanecemos en la ira la enfermedad se agrava cada vez más Por el contrario, si nos pacificamos, mejoramos nuestra salud. La ira no se desvanece por si sola. Lo importante es que la ira permanece ahí. Los problemas no se resuelven, la ira no se desvanece hace ebullición. Por ejemplo cuando en una pareja el esposo es alcohólico y de pronto la esposa se da cuenta que no es ella la culpable ni responsable de la enfermedad y los problemas generados por su esposo, este despertar en ella esta toma de conciencia genera mucha ira y quizás no se atreva a expresarla y la reprime de tal manera que se le enquista la ira lo que le provoca más conflictos internos. Con el tiempo el esposo entra en un programa de recuperación llamemos alcohólicos anónimos, y quizás le diga a la esposa como se atreve a enojarse ahora que todo esta tan bien porque esta tratando de cambiar, ya no bebe y ella vuelve a lo mismo a la culpa, elaborándose pensamientos como “como me atrevo a enojarme ahora yo soy la que debo andar mal entonces, quizás el tenga razón” Esto es una tortura y hasta se pregunta y que me pasa, no puedo y no soy capaz de perdonar? Todas sus inquietudes, dudas y temores responden a la ira enquistada dentro de su ser Muchas veces hemos vivido la vida sin darnos cuenta de cuan enojados estábamos y nos sentimos culpables de sentir ira en vez de estar agradecidos alabar, bendecir, dar gracias. En algunos casos, puede ser que tengamos ira como reactiva cuando nos enojamos porque la otra persona está enojada y luego ella se enoja aún mas y así, nosotros aumentamos el enojo porque ella se enojo mas y todos están fuera de sí sin saber bien porque es mas o menos como esta cadena; el otro se enojo entonces yo reacciono y me enojo el otro se enoja aún mas Aumentamos nuestro enojo y todos estamos fuera de control. ¿Les suena esto? A veces preferimos permanecer enojados porque esto nos ayuda a sentirnos menos vulnerables y más poderosos. Es como un escudo protector, ¿vieron? Una máscara. Si estamos enojados no nos sentiremos lastimados o temerosos por lo menos no se nos notara La ira puede ser una emoción común pero es duro lidiar con ella Muchos de nosotros no hemos aprendido a lidiar con ella. La gente nos muestra como la manejan pero eso no nos enseña y la mayoría nos muestra maneras equivocadas de manejarla porque ni ellas mismas están seguras de cómo hacerlo. La Biblia nos dice en Efesios 4-26 “enojate pero no peques no dejes que el sol se ponga sobre tu enojo” y en Rom 12-9 leemos “no busques venganza que la caridad de ustedes sea sin fingimiento desterrando el mal adhiriéndose al bien amándose cordialmente los unos a los otros estimando a cada uno de vosotros en mas que ustedes”.

Muchos no podemos seguir estos mandatos. Sin la gracia de Dios es imposible. Algunos pensamos que lo que dice la palabra significa no estés enojado, pero no estamos seguros que ceer sobre la ira. Tenemos derecho a sentirnos enojados pero no a permanecer en el enojo para no caer en el pecado. Quiero decirles algunos mitos que hay en relación con la ira. Por ejemplo, algunos mitos sociales, ambientales, familiares son “no es correcto sentir ira, la ira es una perdida de tiempo y de energía, la gente buena no siente ira, o no debemos sentirnos enojados cuando así nos sintamos o perderemos el control y nos volveremos locos si nos enojamos o la gente se alejará si nos enojamos con ella o los demás nunca deben sentirse enojados con nosotros o también si otros se enojan con nosotros es que debemos haber hecho algo malo o también aquel mito que si nos sentimos enojados con alguien la relación a terminado y esa persona tiene que retirarse o bien, que si estamos enojados con alguien debemos castigarlo por hacernos sentir ira entonces no la saludo, no la miro, la trato con indiferencia cosa de una inmadurez afectiva total propio de argumentos de telenovelas enfermizas y retorcidas. Si nos sentimos enojados tenemos que pegarle a alguien o romper algo” entonces rompo la taza de café para que vean lo enojado que estoy. Si estoy enojado tengo que gritar y desgañitarnos Si nos sentimos enojados con alguien significa que ya no amamos a esa persona, o si otra persona esta enojada conmigo significa que ya no me ama, ya esta, ponemos violines de fondo y tenemos una telenovela. Otro mito es la ira es una emoción pecaminosa. Llega a serlo cuando nos dejamos dominar por ella cuando anida en nuestro corazón y actuamos con ira contra los demás Y otro mito es, está bien sentir ira solo cuando podamos justificar nuestros sentimientos Debemos diferenciar ira con dolor el dolor puede ser pacificador en cambio la ira suele ser violenta, sin paz. Muchas personas están bloqueadas afectivamente, emocionalmente, sensiblemente entonces la ira tiene muchas veces aún sabiendo que hay que cumplir los mandamientos y todo lo demás, porque seamos sinceros mucha gente tiene claro la catequesis en su cabeza pero su corazón está duro como una piedra o justamente por tener el corazón duro después termina también confundiendo sus ideas en la cabeza. Por eso hay tanta superstición hoy día, quizás por eso.

Y el mismo cáncer, ciertamente, como otras enfermedades es por una ira reprimida, una ira que esta allí y que no se deja aflorar. A veces un seminario de vida en el espíritu una convivencia con Cristo ayuda mucho a poder sacar a la luz mucho de esto que está reprimido dentro nuestro y recordar en todo que la gracia de Dios siempre está allí, a la puerta de tu corazón golpeando para que vos le abras. Es esta gracia la que nos empapa y nos envuelve y que en todo vemos nosotros la gracia de un Dios trascendente que nos sobrepasa que nos inunda, que está por encima de nosotros mismos. No se trata solo de un camino práctico de vida sino de una gracia enorme de un Dios que nos ama incondicionalmente y que nos bendice y que nos empapa con su gracia.

 

 

 

 

Padre Raúl Francisco Bellante