La llamada

domingo, 29 de enero de 2012
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Muy buenos días, estamos desde Radio María comenzando el espacio de la catequesis.

 

 

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.

Envía tu Espíritu y todo  será creado y renovarás la faz de la tierra.

Oh Dios! que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo

Haznos dóciles a sus inspiraciones, para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo,

Por Jesucristo nuestro Señor, Amén

 

 

En el Evangelio según San Marcos, Capítulo 3 versículo 13 al 19:

 

Después Jesús subió a la montaña y llamó  a su lado a los que quiso. Fueron hacia él y Jesús instituyó a doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los doce: Simón al que puso el nombre de Pedro, Santiago hijo de Zebedeo y Juan hermano de Santiago, a los que dio el nombre de boanerjes, es decir "hijos del trueno", luego Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el cananeo, y Judas Iscariote el mismo que lo entregó. Palabra del Señor

 

Te pondrán un nombre nuevo pronunciado por la boca del Señor. Escuchamos en este evangelio como el Señor va llamando uno por uno a sus discípulos, y en el caso de Pedro hay una característica particular porque dice el evangelio, Simón al que puso el sobrenombre de Pedro. Por otra parte en un evangelio que hemos escuchado el domingo pasado en la liturgia, que es el capítulo 1 de Juan, nos dice, Andrés el hermano de Simón Pedro era uno de los dos que había oído a Juan y habían seguido a Jesús, este  se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice "hemos encontrado al Mesías" y lo llevó donde estaba Jesús.

Jesús fijando su mirada  en él le dijo tu eres Simón el hijo de Juan, tu te  llamarás Cefas que quiere decir piedra. Miremos esta atención personal de Jesús, a cada uno lo llama por el nombre y después esta transformación del nombre. Cuando Jesús hace esta transformación del nombre está transformando la persona, la misión, la historia porque el nombre significa la persona. Cuando estamos en una multitud y alguien pronuncia nuestro  nombre enseguida nos damos vuelta porque refiere a nuestro ser. Por eso cuando vemos entre los mandamientos de Dios, no tomarás su santo  nombre en vano,  es por esto, no es porque el nombre es la persona.

 

Continuemos mirando lo que ha pasado con otras personas también respecto del nombre. En el capítulo 17 del Génesis dice:

 

Cuando Abrám tenía noventa y nueve años, el Señor se le apareció y le dijo:

“Yo soy el Dios Todopoderoso. Camina en mi presencia y sé irreprochable. Yo haré una alianza contigo, y te daré una descendencia muy numerosa”.

Abrám cayó con el rostro en tierra, mientras Dios le seguía diciendo:  “Esta será mi alianza contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones.  Y ya no te llamarás más Abrám: en adelante tu nombre será Abraham, para indicar que yo te he constituido padre de una multitud de naciones. Te haré extraordinariamente fecundo: de ti suscitaré naciones, y de ti nacerán reyes. Estableceré mi alianza contigo y con tu descendencia a través de las generaciones. Mi alianza será una alianza eterna, y así yo seré tu Dios y el de tus descendientes. Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su Dios”.

 

Después, Dios dijo a Abraham: “Tú, por tu parte, serás fiel a mi alianza; tú, y también tus descendientes, a lo largo de las generaciones.

 

Que precioso este anuncio de Dios a este padre en la fe, este miembro del pueblo de nuestros hermanos mayores judíos, que ha sido por Dios  transformado en su historia. Su nombre es muy parecido, por eso puede parecer que no hay  diferencia pero uno es Abrám  y otro es Abraham con la h intermedia para indicar  que es padre de multitud de naciones, pensemos en esta llamada que Dios le hace que lo saca hasta el extremo impensable por Abraham, esta vocación de paternidad que todo hombre lleva, que es tan bonito porque es aquello en que más nos podemos parecer a Dios que es padre.

El Señor llama a Abraham y lo saca de un pequeño lugar y lo lleva a ser padre de una multitud inmensa "cuenta las estrellas, si puedes, así será tu descendencia" que impresionante esta llamada de Dios. En Dios hay escondido un tesoro para casa persona que son imposibles de explotar  si  él. Dios transforma profundamente la historia, veamos el caso de Juan, dice Lucas en el capítulo I,

 

"Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre dio a luz un hijo. Al enterarse sus vecinos y parientes de la gran misericordia con que Dios la había tratado, se alegraban con ella. La circuncisión de Juan el Bautista A los ocho días, se reunieron para circuncidar al niño,    y querían llamarlo Zacarías, como su padre;  pero la madre dijo: "No, debe llamarse Juan".  Ellos le decían: "No hay nadie en tu familia que lleve ese nombre".  Entonces preguntaron por señas al padre qué nombre quería que le pusieran.  Este pidió una pizarra y escribió: "Su nombre es Juan". Todos quedaron admirados.  Y en ese mismo momento, Zacarías recuperó el habla y comenzó a alabar a Dios.  Este acontecimiento produjo una gran impresión entre la gente de los alrededores, y se lo comentaba en toda la región montañosa de Judea.  Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: "¿Qué llegará a ser este niño?" Porque la mano del Señor estaba con él."

 

Miremos la determinación de la madre, "debe llamarse Juan", todos apostaban a que fuera Zacarías porque es el nombre del padre, sin embargo  la madre tenía claro el nombre. También el padre escribe, "su nombre es Juan".  Es que  este nombre  viene de Dios, te pondrán un nombre nuevo pronunciado por la boca del Señor. En ese nombre nuevo  se encierra la llamada, la misión de Dios para cada persona, el Señor llama a su lado a los que quiere, es pura gracias, pura gratuidad la llamada de Dios. Los llama para que estén  con él y  aquí está toda la libertad del hombre, porque Dios no quita la libertad, la promueve, llamando saca lo más  profundo que hay en la persona y entonces ellos van libremente hacia él, hay una atracción que Dios ejerce al corazón de la persona. Jesús atrae cada vez más porque es un corazón que ama, y las personas nos sentimos atraídas por él y nos damos cuenta que nadie nos ama como nos ama él.

 

Luego de esta llamada los envía a predicar. Esta llamada es para que seamos realmente discípulos de Jesús y para que seamos transformadores de la sociedad, seamos apóstoles y misioneros, hagamos de este mundo algo mejor y  lo transformemos con la fuerza de Dios.

 

Serás corona fúlgida en la mano del Señor

y diadema real en la palma de tu Dios.

 

Ya no te llamarán «Abandonada»,

ni a tu tierra «Devastada»;

a ti te llamarán «Mi favorita»,

y a tu tierra «Desposada»,

porque el Señor te prefiere a ti,

y tu tierra tendrá marido.

 

Como un joven se casa con su novia,

así te desposa el que te construyó;

la alegría que encuentra el marido con su esposa,

la encontrará tu Dios contigo.

 

 

Comienza diciendo: “te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor.”

 

El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe.

 

La reflexión de hoy sería ¿En qué te pareces a Dios? Es una pregunta atrevida, pero Dios nos hizo a su imagen y semejanza.

 

 

Un hijo se parece a su papá, estos rasgos de parentesco que se delatan por los rasgos físicos o los modos, cada uno  de nosotros lo llevamos de Dios, incluso cuando el pecado  pueda haber tapado profundamente, también permanecen estos rasgos de Dios en el corazón porque son imborrables. Sería la  autodestrucción si esto desapareciera. Entonces todo hombre viviente tiene en sí mismo rasgos de Dios. Esto es lo que queremos profundizar en este día, Cómo imagen y semejanza  de Dios,  en qué te pareces a Dios? y otra pregunta más difícil – porque a veces tenemos una visión negativa del mundo en el que vivimos-  y esto no es sano porque el mundo es creado por Dios y por lo tanto es bueno. A veces los hombres lo afeamos pero también  hay mucho de bueno en este mundo. La otra pregunta es: ¿en qué nuestro mundo refleja la grandeza de Dios?

 

Seguimos profundizando en este nombre nuevo que Dios pone a cada uno que está escrito en una piedrecita, que Dios entrega y que solo conoce aquel que la recibe. Tu verdadera y genuina identidad es solo de Dios conocida, trabajosamente y dejándote conducir por su Espíritu podrá ser expresado el ADN sagrado  que llevas impreso indeleblemente en el alma.

Aprendamos a descubrir este nombre nuevo.

 

 

 

 

Dios nos conoce  desde toda la eternidad y tenemos existencia en su corazón desde siempre, pero  es verdad que esta realidad se ve tan malograda por nuestra miseria. Todos conocemos la mala experiencia del pecado, el pecado no es una macanita, no es un error, no es una cosa menor,  para dimensionar nuestro pecado debemos mirar a Jesús en la cruz, esa es la forma de darle el peso real que tiene el pecado. Dios envió  a su amado hijo único a esta tierra  para vivir, hacerse hombre, padecer y morir crucificado solamente para librarnos a nosotros del pecado y llevarnos a la salvación.

Cuando nos referimos al pecado nos estamos refiriendo a algo serio, a algo que tiene trascendencia, nuestra salvación vale la muerte de Jesús.

Por eso San Pablo dice ustedes han sido salvados y a qué precio! el precio nuestro no es oro ni plata, es la sangre de Jesús.

 

Este gran don de una humanidad nueva se puede echar a perder por el pecado, y por eso Dios quiere que lo evitemos. Es una lucha, un combate espiritual, Francisco de Sales leyó el libro "Combate Espiritual" porque nuestra  lucha no es contra las otras personas, la planteamos mal cuando lo hacemos así, es una lucha contra los espíritus.

 

Para alentarnos un poco veamos como los mismos discípulos se fueron renovando con el espíritu de Dios, por ejemplo en Lucas 9, dice:

 

"Cuando estaba por cumplirse el tiempo de su elevación al cielo, Jesús se encaminó decididamente hacia Jerusalén  y envió mensajeros delante de él. Ellos partieron y entraron en un pueblo de Samaría para prepararle alojamiento.  Pero no lo recibieron porque se dirigía a Jerusalén.  Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: «Señor, ¿quieres que mandemos caer fuego del cielo para consumirlos?».  Pero él se dio vuelta y los reprendió.  Y se fueron a otro pueblo."

 

Esta actitud de los discípulos no era de Dios, no devolvió mal por mal, murió en la cruz diciendo: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen, tuvo compasión de nosotros.

Siempre que está el pecado, el corazón del creyente mira con compasión.

 

Continuamos con esta llamada que Dios  nos hace, no nos debe asustar el pecado por grave que sea, porque el peor pecado es desconfiar del poder misericordioso de Dios.

 

Cuando nos acostumbramos a ver esta mirada de Dios, empieza a ser más simple mirar así a nuestros hermanos.  Dios nos mira con amor a todos, al más reo y sin vergüenza, Dios hace salir el sol sobre buenos y malos y manda la lluvia  sobre justos e injustos. No tiene distinción, todos lo recibieron.

 

Recordemos en el relato de Marcos que al final aparece Judas Iscariote, el mismo que lo entregó. Lapidariamente queda identificado Judas Iscariote como quien entregó al salvador. Es terrible pero es una posibilidad, y no creamos que porque  nosotros hemos sido  llamados por Dios y fuimos hacia él libremente estemos libres de este peligro, porque  todo eso también lo fue Judas. Fue llamado por el Señor, porque Jesús quiso, fue hacia él, estuvo con él, compartió con él tres años, predicó en nombre del Señor y sin embargo lo entregó.

Dice San Pablo, cada uno mire con que construye, si con paja, con madera o con piedra o con hierro, o con oro, o con piedras preciosas. En esto es precioso darnos cuenta que contamos con la gracia de Dios. Este es el primer dato cristiano, es Dios el que está interesado en nuestra salvación.

 

Dice Ezequiel: Yo los tomaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio suelo. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne.  Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes.  Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios.

 

Dios es categórico cuando habla, haré esto.  es una profecía la de Ezequiel que nos ayuda a mirar con mucha esperanza a la vida personal, la de la comunidad, la vida del mundo entero. El mundo marcha irremediablemente hacia la consumación  de los tiempos cuando Dios sea todo en todos como dice San Pablo. Esta es la realidad porque lo anuncia la palabra, no es una invención.

 

Escuchemos también en Ezequiel 37,

 La mano del Señor se posó sobre mí, y el Señor me sacó afuera por medio de su espíritu y me puso en el valle, que estaba lleno de huesos.

 Luego me hizo pasar a través de ellos en todas las direcciones, y vi que los huesos tendidos en el valle eran muy numerosos y estaban resecos.

El Señor me dijo: "Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?" Yo respondí: "Tú lo sabes, Señor".

Él me dijo: "Profetiza sobre estos huesos, diciéndoles: Huesos secos, escuchen la palabra del Señor.

Así habla el Señor a estos huesos: Yo voy a hacer que un espíritu penetre en ustedes, y vivirán.

Pondré nervios en ustedes, haré crecer carne sobre ustedes, los recubriré de piel, les infundiré un espíritu, y vivirán. Así sabrán que yo soy el Señor".

Yo profeticé como se me había ordenado, y mientras profetizaba, se produjo un estruendo: hubo un temblor, y los huesos se juntaron unos con otros.

Al mirar, vi que los huesos se cubrían de nervios, que brotaba la carne y se recubrían de piel, pero no había espíritu en ellos.

Entonces el Señor me dijo: "Convoca proféticamente al espíritu, profetiza, hijo de hombre. Tú dirás al espíritu: Así habla el Señor: Ven, espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos para que revivan".

Yo profeticé como él me lo había ordenado, y el espíritu penetró en ellos. Así revivieron y se incorporaron sobre sus pies.  Era un ejército inmenso.

 

Que impresionante lo que está profetizando Dios en la historia,  sobre tantos hermanos que están en el camino equivocado, Dios los está levantando, Dios está penetrando en ellos y es un ejército inmenso.

 

Hemos compartido esta catequesis,  muchas gracias a todos, un abrazo grande y que tengas un hermoso día