11/04/2018 – Hoy en la palabra Jesús nos dice “el juicio ha llegado al mundo y es la luz del mundo”; Es Jesús, luz del mundo el que se constituye en juicio para toda la humanidad, esa luminosidad de Jesús nos pone frente a nuestras propias oscuridades.
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.» El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios. San Juan 3,16-21
Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.» El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.
San Juan 3,16-21
Este binomio luz/sombra es una forma sintética de mostrar la perspectiva que nos trae Dios en Cristo Jesús y por otro parte el espíritu del mal que obra en las tinieblas, para desdibujarnos el camino y evitar que estemos en paz y con fuerza en el servicio. Dios se muestra diáfano, sereno y amplio… por eso cuando sentimos paz y claridad en el camino es signo de que es de Dios.
¿Cuándo pasará la noche? solemos decir. Son los lugares donde necesitamos que la luz brille en nuestras vidas. Cuando nos falta luminosidad en la propia existencia es como que se desvanecen las fuerzas, nos falta consistencia y es como si la vida se nos fuera de las manos. Necesitamos claridad, que el Señor haga brillar su luz en nuestro corazón.
El amor de Dios es el que vence la noche y las sombras. El fuego del amor de Dios está representado en su entrega, por eso el ícono del corazón de Dios es fuego. Así el cirio encendido es presencia de Jesús resucitado. La entrega de Cristo y su resurrección es el triuno de la vida sobre la muerte, del amor sobre el odio, de la luz sobre las tinieblas. Su amor hace que todo vaya tomando color y figura. Cuando el amor de Dios es el gran protagonista de nuestra historia, entonces recibimos claridad y fuerza. El amor de Dios definitivamente vence “permanezcan unidos en el amor por encima de todas las dificultades”.