La madurez del Amor

jueves, 25 de marzo de 2010
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Oración

Toma mi vida, mi mente, mi corazón, mi cuerpo con todos sus sentidos, te consagro mi existencia entera con todas sus realidades y acontecimientos, báñame con tu gracia, enciéndeme con el fuego de tu amor y úngeme con el bálsamo de tu presencia. Todo mi ser lo pongo en tus manos, libre y voluntariamente, conviérteme al amor del Padre para que se cumpla en mí su voluntad. Fórmame en Cristo para que sea una nueva criatura  en su Pascua moldéame a tu gusto y voluntad para que sea imagen y transparencia del Señor. Te declaro solemnemente el huésped y dueño de mi corazón, el maestro de mi vida, mi guía interior. No me dejes nunca, enséñame el camino del seguimiento de Jesús y dirige todos los movimientos de mi voluntad hacía el amor de Dios y del prójimo. Tu eres el mejor regalo de Cristo resucitado, primicia de su Pascua, primicia de su salvación. Amen

Jesús fue al monte de los olivos. Al amanecer volvió al templo y todo el pueblo acudía a El. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles. Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y poniéndola en medio de todos dijeron a Jesús, maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio, Moisés en la ley nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres y Tú ¿Qué dices? Decían esto para ponerlo a prueba a fin de poder acusarlo, pero Jesús inclinándose comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían se enderezó y les dijo, aquel de ustedes que no tenga pecado que arroje la primera piedra e inclinándose nuevamente continuó escribiendo en el suelo. Al oír estas palabras todos se retiraron, uno tras otro comenzando por los más ancianos. Jesús se quedó solo con la mujer que permanecía allí. Incorporándose le preguntó mujer ¿Dónde están tus acusadores? ¿nadie te ha condenado? Ella le respondió, nadie Señor, Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús vete y no peques más en adelante

Estamos viviendo la quinta semana de Cuaresma. Que linda invitación, vivir la quinta semana, el camino hacía la Pascua el decidido camino hacía la Pascua que ha emprendido Jesús en su fidelidad al proyecto del Padre y mirándonos a cada uno de nosotros. Hay que saber aplicar la fe, hay que ser concretos en este sentido. Yo creo profundamente en esto, que mi Jesús, el Padre tiene la mirada puesta en cada uno y la oblación que va a hacer de su propio hijo, en el plan de Dios es el único camino que hará posible la restauración de la historia y por tanto la restauración del corazón humano. Nosotros estamos convencidos por eso proclamamos, por eso anunciamos a Jesús y no queremos dejar de gritar con toda la iglesia y con toda la historia de la salvación, la misericordia del Señor. Este ha sido y será nuestro propósito particularmente más allá de todo el tiempo de la historia cada Cuaresma, cantar la misericordia y cantar que la misericordia vence y es vida en la Pascua. Por eso estamos aquí, en esta mañana compartiendo este evangelio de San Juan.

Una escena maravillosa que se desarrollará entonces entre el monte de los olivos y el templo, esa distancia digamos. Esto nos da la idea de que estamos en el momento final del ministerio de Jesús. Y hoy cuando oraba esta palabra a la mañana me vino una imagen al corazón y mirando el texto completo, la escena entera más que la narración el hecho, la mujer traída, presentada, Jesús cuestionado e interpelado y la mujer queriendo ser condenada y ella en silencio y Jesús callando y escribiendo en el suelo, viendo todo este texto completo, como un cuadro así, como cuando mirás un cuadro pero un cuadro vivo como haciendo una representación teatral de esa situación, pero yo sentía a Jesús como el hombre maduro, esa sensación ¿viste? Como cuando vos miras una cosa de la vida y te queda como un mensaje de lo que estas viendo. Si hay algo que a mí me dijo el Señor en la oración es eso, estoy maduro, que lindo verlo a Jesús maduro, un amor maduro, un corazón tan libre como el de Jesús, tan veraz, tan enamorado

Tan enamorado y a la vez tan sereno, tan contemplativo, tan respetuoso tanto de los que hacen el mal como de los que son víctimas del mal. Jesús no tiene lástima de la gente, Jesús tiene tanto sentido de la dignidad de las personas, es una cosa que yo cuando digo esto, que es lo que he contemplado en la oración, realmente se me llana el corazón, se me hace grande el corazón cuando digo estas cosas porque el Señor nos está mostrando en quien creemos nosotros, a quien seguimos y quien es El. Esto ha sido quizás el gran objetivo de toda la Cuaresma, poder llegar al conocimiento de Jesús y al descubrimiento de nuestra propia existencia en las palabras de San Agustín Señor que te conozca, Señor que me conozcas. Creo que este cuadro, esta figura que es para la contemplación es para degustar, es para detenerse, es para más que pensar e imaginar cosas, es para simplemente dejarse invadir por el impacto de la madurez del amor de Jesús. Lo veo enterito a Jesús, lo veo grande, lo veo profundo al Señor, lo veo en lo único esencial, en lo que no hay que perder nunca en la vida

Al Señor lo veo bien calzado, bien puesto y bien parado en el lugar donde el Padre quería que este para que nosotros pudiéramos llegar a ser hijos de Dios. Ver la madurez del Señor, la madurez del amor. Cuando el corazón se hace maduro, se hace adulto se hace profundo, cuando el corazón es el señor de la mente y los sentimientos, de la libertad y de los impulsos. Cuando el hombre y la persona humana ha madurado en el amor entonces solo busca estar donde es indispensable y necesario, en escucha, donde Dios me quiera no ya chapoteando en la vida, corriendo desesperado, buscando donde sentirme bien, donde sentirme útil, donde sentir que valgo, que soy importante (veo que corre tanta gente desde este lugar y de esta forma) sino verlo a Jesús sentado en la tierra, ah eso me gustó, sentado en la tierra y escribiendo con los dedos en la tierra. Jesús viene a escribir la historia y la historia va a quedar escrita y marcada con la tinta de su misericordia, eso me enamora el alma, que quiere que le diga

Verlo a Jesús escribiendo la misericordia en el suelo, en la tierra nuestra cuando un mundo quiere condenar, vivir leyes, aplicar normas, hablar de un orden y una justicia inventada según la medida y la conveniencia de la limitación del corazón humano, del pobre corazón humano que no termina de reconocer que hay un solo camino que no es ese orden ni ese concepto de justicia ni ese concepto de la moral sino que hay un orden que es el del amor que tiene que hacernos maduros. Sabe que otra cosa me golpeo fuerte en el corazón, verlo a Jesús Señor bien Señor, plantado frente al mal. Con que serenidad Jesús plantado frente al mal, no importa lo que venga. Diría Martín Fierro no pregunto cuantos son sino que vayan viniendo. Jesús plantado frente al mal y amando al hombre. Es esa capacidad que muestra el Señor que el mal no lo domina, no lo doblega, lo provoca. Las circunstancias que lo aprietan lo oprimen no son sino provocaciones para que se le note, para que sea signo viviente y presencia real del amor de Dios. El amor es la razón de Jesús

Estamos contemplando Jesús maduro en su camino hacia el calvario ya pronto a la  Pascua y antes de vivirla en si haciendo participar de esa Pascua por el don de su misericordia, a la mujer pecadora. Decíamos Jesús el hombre maduro en el amor, madurado por el amor, ya cercano a la Pascua y cercano al lugar entre el templo y el monte los olivos. Ese monte de los olivos tiene mucho que decirnos, allí el Señor oro muchas veces, allí el Señor lloró sobre Jerusalén, allí el hombre maduro, Jesús, se hizo pequeño y niño muchas veces. Allí lloró lágrimas de sangre por el hombre, por el mundo impetrando al Padre la gracia de la salvación. La gran pasión y las lágrimas y la sangre de Cristo derramada y la sangre entregada, cada cansancio, cada palabra brindada, cada gesto, cada signo, cada milagro realizado no se hizo sino movido por la fidelidad al Padre y buscando la conversión del corazón humano, esa conversión que no será la capacidad simplemente de bondad que hay en el hombre sino la gran sorpresa de que Dios es capaz de despertar una bondad aún mayor que la que el hombre puede imaginar ni soñar

Nadie puede imaginar lo que Dios tiene preparado para aquellos que se animan a amar, para aquellos que lo aman, nadie puede imaginar. El Señor tiene una capacidad de despertar cosas nuevas, algo nuevo decíamos, se va a ir despertando. También en la lectura de Isaías de este domingo quinto de Cuaresma en el Cap. 43 una cosa tan linda que el Señor nos va a invitar a meditar. El Señor no quiere que miremos para atrás, no quiere que nos quedemos en el pasado con culpas, no se acuerde de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas yo estoy para hacer algo nuevo, ya está germinando ¿no se dan cuenta? Si, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa. En estas palabras se encuentra como una cuna, encuentra su lugar esta la oración del evangelio cap. 8 de San Juan. Justamente verlo al Señor abriendo un camino y que camino, el del abrazo, de la reconciliación. En realidad tanto los que condenaban y quizás más ellos, como la que está condenada, la mujer por la ley porque en el cap 20 del libro del Éxodo el Señor había dicho ya a Moisés y al pueblo de Israel en el ver. 14, no cometerás adulterio

Y bueno el Señor no quería que el hombre se condene por eso le decía, no cometerás adulterio. Dice en el Levítico cap 20 si un hombre se acuesta con la mujer de su padre ofende gravemente a su padre que castigará con la muerte a los dos. Ellos serán responsables de su propia muerte. Ven como la ley judía tenía tan marcada esta norma y quien era encontrado en una situación de adulterio sería castigado con la muerte apedreada. Ver a los que quieren condenar y ver a los que según esa mirada, tiene derecho y hay ley para justificar la condena. Ver al condenado y ver al condenante. Da la sensación que se hace tan grande, pero tan grande la mente, tan abierta la mente de Jesús, el corazón tan dilatado realmente verlo a Jesús tan grandote por adentro che, es un gigante Jesús, cambiando, dando vuelta la situación. Por eso digo recordar las palabras de Isaías, no se acuerden de las cosas pasadas. Los que condenaban venían recordando cosas que habían pasado. No piensen en las cosas antiguas, yo estoy por hacer nuevas todas las cosas

Era condenado por algo que había vivido, por algún error, por alguna desgracia pero dice la escritura en Isaías 43 yo estoy para hacer algo nuevo, ya está germinando ¿no se dan cuenta? Que grande el Señor, esta es la cuna sobre la cual queremos depositar esta situación de Jesús en el día de hoy, la misericordia. Que grande, la iglesia reza en uno de los domingos del tiempo durante un año Dios que manifiesta tu omnipotencia sobre todo cuando perdonas, cuando das misericordia. Que oración!! ¿Se pusieron a pensar en esto? Oh Dios que manifiestas tú omnipotencia sobre todo cuando perdonas. Nosotros que cuando hablamos de omnipotencia estamos hablando de autoritarismo, de poder, de poder decidir sobre los otros, de poder condenar, de poder señalar, creemos que tenemos más derechos que los otros de poder manipular las cosas a nuestra manera, omnipotencia, y cuando la iglesia habla de omnipotencia termina diciendo misericordia. ¿No te parece una tentación para el corazón? ¿será que esta tan equivocada la iglesia en llamarnos a vivir en la experiencia de la misericordia y del perdón?

¿Será que está tan equivocada o será que no queremos escuchar el llamado? Decíamos, se hace grande Jesús, se agiganta su capacidad de hacer suyos a todos, eso es lo que me sacudió también y me llamó a exámen de conciencia en la jornada de hoy a contemplar este evangelio porque en mi corazón, en el mío de Mario todos no entran, lamentablemente, todavía no amo a todos, todavía no puedo querer a todos, no los puedo tener como parte de mi vida. Hay algunos que todavía siento resistencia, siento como algo que tiene que estar fuera de mí, como algo que me daña ¿Qué le pasa a mi pobre corazón que todavía se encoje en el egoísmo? ¿Qué me pasa a mí, Mario que todavía no puedo amar a todos? Y lo veo al Señor, gigante por dentro, cuantos perdones que no queremos dar, cuantas broncas, resentimientos, normalmente son por pavadas, la mayoría de las veces son por cosas secundarias. Hablan de nuestro infantilismo, de nuestro egoísmo, de nuestra ambición de poder

Estoy herido, estoy dolido porque capaz que en el fondo quiero estar por sobre el otro, tener razón, soy yo el dueño de la verdad, el otro es el equivocado. Cuantas veces en la historia vamos así caminando tan heridos por dentro, desamorados, sin amor, que triste el corazón sin amor. ¿Ustedes se han dado cuenta lo que es esta escena del evangelio? Esos judíos que vinieron con esta pobre desgraciada que habrá sido una prostituta, una mujer de la vida que no se porque habrá llegado así, quizás de niña la abusaron sexualmente y quizás alguno de esos mismos que la condenaban que quizás muchas veces ellos mismos habrían hecho uso de ella. Entonces la condenaban, cuanta miseria en el corazón cuando no hay capacidad de perdón y cuanto nos muestra si nos miramos a nosotros mismos, cuanto se nos muestra la necesidad de descubrir la verdadera dimensión de la vida que tenemos. Hasta que no aprendemos a perdonar, hasta que no descubrimos que Dios nos ha perdonado y que yo soy tan pecador como los otros aunque no haya hecho algunas tantas atrocidades pero hasta que yo no comprenda que soy pecado necesitado de la misericordia de Dios no podré ejercer el don de la misericordia

San Pablo decía “nosotros consolamos con el consuelo con que somos consolados por Dios” es así. Cuantas veces me encuentro con la gente y conmigo mismo, a veces me he sorprendido queriendo ejercitar el perdón y el corazón humano mío no podía perdonar y me encuentro con la impotencia frente al hecho del perdón, sentir el perdón como una obligación, como una grave responsabilidad y como una culpa y no poder resolver nada porque todavía no es el tiempo de la gracia, porque todavía no me he abierto, porque he perdido tiempo, he querido ejercer autoritarismo perdonando porque hasta en eso somos jodidos che, creemos que tenemos el deber de perdonar y nunca comprendemos que tenemos que ser perdonados por Dios. Descubrir que somos amados gratis, que Jesús es misericordioso hasta que no comprendo en profundidad que Dios es mi Padre y me ama y que El me ha reconciliado y me ha dado gratuitamente la gracia de ser su hijo, hermano del hombre, poseedor de la tierra y llamado a ser partícipe de la gloria del cielo

Hasta que no comprenda que Dios ha sido bueno conmigo ¿Cómo yo voy a tener fuerzas para perdonar? Oh Dios que manifiestas tu omnipotencia sobre todo cuando perdonas. Esta mujer iba a ser condenada frente a la ley y la ley encontró su plenitud en el corazón de Jesús y la ley que condenaba se transformó en ley que libera por el perdón, por el abrazo fraterno. Verlo al Señor allí obrando frente a dos males, el mal de la historia, el mal del error de la persona, el mal de la debilidad humana, el mal que hace escrachable, condenable, etiquetable a la persona, el mal que hiere profundamente la imagen de la persona y que la postra y que la inhibe para que continúe camino. Le dice tú no sirves, el mal que ha abandonado a la persona, el mal que la sedujo y que ahora la abandonó. Adonde conduce el mal camino, hasta el desprecio, hasta llegar a ser objeto de la condenación, ¿será por eso que Jesús quiso ser condenado a muerte injustamente? El amor, que difícil entender el amor y que difícil es entender el amor maduro.

El domingo pasado veíamos la parábola de los dos hijos, del mayor que quedó en la casa siendo fiel y del menor que se gastó sus bienes y la tragedia más grande de la historia, el corazón del hijo que no puede entender el amor maduro del padre. Que bueno que el hombre de nuestro tiempo se encuentre con la misericordia ¿no? que bueno que nosotros nos dejemos reconciliar como dice Pablo, y que nos encontremos o seamos encontrados por la misericordia. Tenemos que orar para que el Señor nos permita ser encontrados por la misericordia que es lo mismo que decir ser tomado y cargado como oveja enredada entre  los pastizales, cargado en los hombros del Buen Pastor que ha dejado el rebaño con 99 ovejas para ir a buscar esa oveja perdida que soy yo y no el otro. El reconocimiento que Dios me llama y me rehabilita por su misericordia. Dejemos de sufrir mal, dejemos de estar aturdidos mal, dejemos de correr mal, aprendamos que el sufrimiento tiene la vocación del amor y tiene que ser un camino para el amor

Y comprendamos que Jesús está en el camino de nuestro dolor, en el camino de nuestro pecado, en el camino en el cual podemos, con justicia, ser condenados y señalados. Estaba pensando, que necesidad de generar una nueva revolución en nuestros tiempos, la revolución de la misericordia ¿Y en que consistirá? En decir que Dios ama y perdona y en nosotros vivir de ese amor y de ese perdón. Que propuesta ¿no? te estoy invitando a unirte desde la luz que nos deja esta palabra cap. 8 del evangelio de San Juan, mirar la misericordia del Señor y animarte a comprender que solo hay una manera de rehabilitar y hacer digna a la persona. ¿Cómo no lo vamos a querer a Jesús si perdona? Como no lo vamos a amar si le devuelve a las personas la dignidad de ser alguien frente a los demás. Maravilla verlo a Jesús así abrazando y perdonando. El amor maduro abre las puertas, el amor maduro tiene un misterio que conmueve es el misterio de la presencia de Dios, el amor misericordioso siempre genera esperanza, siempre se vuelve a caminar

Siempre se vuelve a empezar cuando se es amado por el amor maduro, siempre se puede a la luz del amor maduro. Tenemos que presentarnos delante del Señor, solo la misericordia del Señor nos puede dar la medida, la dimensión, la dignidad, la fuerza, la orientación que necesitamos. Necesitamos de Jesús para rehabilitar nuestra patria Argentina. Estamos a 200 años de nuestro nacimiento, somos un país que recién dejó de gatear pero a veces creemos que somos un país maduro, un país en el que tenemos que tener demasiado resueltas las cosas, yo diría que somos un país que necesita aprender de la misericordia, en primer lugar y sobre todo. Un país que necesita darse cuenta que ha sido amado, no es necesario que este sea un país condenado y señalado, no tanto condenado en sus miembros sino más bien aceptado en su pobreza, en sus inmadureces, en sus pequeñeces. Creo que la mirada de Dios ha de ser una mirada justa para una Argentina que todavía no comprende, que todavía no sabe hablar, no sabe pensar, no sabe caminar sola.

Tener humildad como argentinos y aprender de las palabras del evangelio. Yo creo que otros nos enseñan cosas de una manera muy clara otros países también, hay otros que tiene mucho que decir de los que tenemos que aprender mucho. Es necesario generar una cultura del perdón, una cultura de la reconciliación y nosotros tenemos que ser protagonistas de esta cultura. Seamos juntos constructores de esta cultura del perdón abriéndonos a un amor maduro, no nos asustemos frente al mal, no hagamos tanto escándalo, no estemos a los salto y a los gritos escandalizados, dolidos porque pasa esto o pasa aquello y que nos demos cuenta que toda esa energía de negatividad esa maldad que a veces se percibe no es sino el signo de una energía que necesita ser encauzada. Solo la misericordia va a dar cauce a nuestra vida. El mal de aquellos hombres que condenaban mostraba la capacidad que tienen ellos pero que la habían usado para la ley y no para el amor.

La capacidad de vida pública en ese camino de prostitución de la mujer no dice que no es una mujer capaz, dice que es una mujer que había usado su capacidad solo quizás por su egoísmo o su conveniencia pero no dice que no tenga capacidad. Yo creo que estamos hablando que en la miseria descubrimos también una energía muy grande, una capacidad de bien porque si tenemos la capacidad de hacer el mal tenemos también la capacidad de hacer el bien. Lo que hace falta entonces es un descubrirnos amados y enviados para una misión. No volvamos a usar nuestros talentos para el mal, usémoslo para el bien, para edificar, para construir. Ayudemos a reconciliar, a rehabilitar a la gente, a creer en sí misma. Dejemos de dar leyes, de exigir y de encajarles a los demás y empecemos a despertar un valor desde el amor de Dios, comprender que el hombre tiene un valor incalculable y que puede hacer el bien desde la conciencia de ese valor que es el valor de ser amado porque es hijo de Dios

                                                                            Padre Mario José Taborda