07/08/2025 – El 4 de julio de 1976, en la parroquia de San Patricio, ubicada en el barrio porteño de Belgrano, se cometió uno de los crímenes más atroces del terrorismo de Estado en Argentina. Cinco religiosos de la congregación palotina (los sacerdotes Alfredo Leaden, Alfredo Kelly, Pedro Dufau y los seminaristas Salvador Barbeito y Emilio Barletti) fueron cobardemente asesinados, a tan solo tres meses del golpe militar. Este hecho, considerado el mayor ataque contra la Iglesia Católica en el país, fue un mensaje de terror para la sociedad y, en particular, para una parte de la Iglesia que se mantenía comprometida con los más vulnerables.
El crimen fue perpetrado con una brutalidad inusitada, con los cuerpos de los religiosos acribillados y dispuestos en fila sobre una alfombra. Antes de retirarse, los perpetradores dejaron dos pintadas y una historieta de Mafalda sobre el cuerpo de una de las víctimas, con el célebre «palito de abollar ideologías». Este mensaje buscaba criminalizar la labor pastoral de los palotinos y asociarlos falsamente con la militancia política, sembrando miedo y demostrando el alcance de la represión.
El Padre Alfredo Kelly, uno de los asesinados, se caracterizaba por su encendida prédica en contra de las injusticias de la época. En una de sus homilías, denunció públicamente que parte de su propia feligresía, compuesta por personas vinculadas al poder económico y militar, asistía a los remates de bienes de personas secuestradas. En estos remates, se vendían los objetos y las pertenencias incautadas ilegalmente de los hogares de los detenidos-desaparecidos.
La apropiación de las pertenencias de las víctimas fue una práctica sistemática durante la dictadura. En centros clandestinos de detención como la ESMA, existía una «ingeniería económica» que se sustentaba en la rapiña de los bienes de los secuestrados. La denuncia del Padre Kelly expuso cómo esta lógica de despojo no solo se limitaba a los operativos, sino que se extendía a sectores civiles de la sociedad, demostrando una conexión directa entre la represión y el lucro, una oscuridad que se nutrío de la deshumanización de las víctimas.
Dialogamos con Ramiro Varela, de Palotinos por la Memoria.
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