21/06/2024 – En el Día de la Bandera, el arzobispo de Córdoba, Cardenal Ángel Rossi, presidió la misa en la capilla de barrio Angelelli, con la cual, la Iglesia que peregrina en Córdoba dio gracias a Dios por las mujeres que cocinan y sostienen los comedores populares, parroquiales, solidarios.
En la homilía, el cardenal Rossi dijo, entre otras cosas: “No venimos a ponernos bajo ninguna bandera ni en contra de otra. Eso sería empobrecer, desmerecer, quitarle dignidad a lo que pretendemos, que es algo mucho más grande: el agradecimiento”.
También señaló: “No venimos a embanderarnos, sino a embanderar a quienes en todos los tiempos, pero, sobre todo, en nuestro tiempo, realizan la maravilla de cuidar fragilidades; estas mujeres que tienen claro que ante la dignidad humana pisoteada no nos está permitido tener los brazos cruzados de los indiferentes ni los brazos caídos de los fatalistas”.
Sostuvo que “el servicio de estas mujeres no es una opción sociológica, no es una opción ideológica, no es la moda de un pontificado; es una exigencia teológica: ‘Tuve hambre y me diste de comer’ (Mateo 25). Es reconocernos limitados, mendigos de ayuda, hermanos de todos, pero especialmente de los pobres predilectos del Señor”.
Agregó que el servicio “es una exigencia teológica, pero también una obligación cívica, un compromiso con los marginados y los sufrientes”, e insistió en destacar ese compromiso que “heroicamente, cada mañana, estas mujeres lo ratifican en un ejercicio practicado en clave de afectos, de humanidad, de trato cordial”.
“Las embanderamos (a estas mujeres) no por estadistas, no por politólogas, no por asistencialistas, no por militantes; las embanderamos por algo mucho más grande: las embanderamos por ser madres. Ellas nos dejan bien clarito que ser solidario en el mundo de hoy no es la práctica de algunos gestos amables esporádicos, sino que hace a nuestra identidad de personas”.
Tras citar al Papa francisco para explicar lo que es ser solidarios y escuchar los gritos de la necesidad, el cardenal Rossi compartió dos testimonios. Uno con la Madre Teresa de Calcuta como protagonista y otro que vivió en carne propia siendo seminarista jesuita en el Colegio Máximo, de San Miguel, con Jorge Bergoglio como director y que, el hoy pontífice, terminó con una frase que sigue retumbando en sus oídos: “El hambre no puede esperar un mañana”.
Dialogamos con el padre Munir Bracco, delegado del Arzobispo en la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Córdoba, y que estuvo presente en esta celebración eucarística.
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