21/02/2024 – El padre Cristian Basterrechea, sacerdote marplatense, habló de la misión que cada uno tiene en la vida. Desde el texto de Lucas 10,1-9 dijo: “Hoy la invitación es a mirar ese grupo de setenta y dos que salen de misión enviados por Jesús. San lucas comienza diciendo que estos son “otros” setenta y dos, no son los doce apóstoles, son otros. Que sean otros no quiere decir que sean de segunda categoría, sino que tiene tareas distintas dentro del gran marco de la misión. Hoy seguimos teniendo muchos hermanos de fe que dedican su vida a la misión en distintos lugares alejados, pero la gran mayoría realiza la misión en sus alrededores, notemos la diferencia de número entre doce y setenta y dos”.
“Lo primero que notamos es que la tarea es casi como la del Bautista, porque es preparar el terreno para que Jesús llegue. Estos tienen que precederlo en todas las ciudades y sitios donde iba a ir Él. Muchas veces pensamos que debemos producir la conversión plena de las personas con las que nos cruzamos mientras que este texto es claro, hay que preparar el camino, dejar las cosas listas para que Jesús pase cuando lo vea conveniente. Luego de esto vemos que tiene una mirada realista de la tarea a realizar, Jesús les dice: “La cosecha es abundante y los trabajadores son pocos”; este no es un análisis de la situación que busca causar miedo o susto, simplemente se hace un paneo de la realidad, esto es lo que pasa, sin aditivos ni edulcorantes. No siempre es fácil para nosotros tener una cierta objetividad sobre lo que estamos viviendo porque estamos en el medio de asunto, por eso es Jesús el que nos revela verdaderamente cómo va esto”, agregó Cristian.
“¿Qué es lo que sigue? La oración. La primera actitud que se le pide a estos misioneros es que recen. La solución de todo conflicto está solamente en Dios y por eso es necesaria la oración. Pero esta oración tiene una característica clave, es una oración “aterrizada”; no se trata de una oración genérica. Esta oración ilumina la realidad que se tiene delante. ¿Llevamos a la oración lo que vivimos? ¿Cómo es nuestra oración? ¿Rezamos? ¡Recién después de rezar la realidad de nuestra misión viene el caminar! El Señor dice: ¡Vayan!; Pero no solamente eso: “¡Vayan! Yo los envío”. La tarea de la misión no es una cuestión de iniciativa propia, no misionamos porque somos “super creyentes, super evangelizadores”. Si fuese así se caería lo primero que es preparar el camino para la llegada de Jesús, el centro de toda la actividad pasaría de Él a nosotros. El que hace eso no evangeliza, a lo sumo hace proselitismo, pero el proselitismo no conduce a Dios. No podemos olvidar que la misión es un encargo que nos hace Dios, la iniciativa la tiene Él, no somos los dueños de la misión”, sostuvo Basterrechea.
“Como si fuera poco la mirada sobre la realidad que plantea Jesús, avisa que la misión será un paso de ovejas entre lobos. La tarea no será sencilla y tendrá sus dificultades propias, pero es necesaria la confianza en Dios. Por eso es que pide que no se lleve nada más que lo necesario. Nuevamente se nos invita a tener en cuenta que la misión es una tarea de Dios y no de previsiones humanas. Ya nos avisó el Señor que la misión no es una tarea “romántica”, que tiene sus dificultades. Una de esas dificultades es la posibilidad del rechazo al mensaje portado, el no ser recibidos. No hay grandes recetas para esto, simplemente saber que hice lo que pude desde mi lugar y Dios me recompensa por eso. Para no deprimirnos por esto debemos recordar que nuestra tarea es la de abrir camino para la llegada de Jesús y no recoger frutos. Si los frutos llegan, mejor; pero si no, recordemos que no era nuestra tarea. “Permanezcan en esa misma casa” ¿Por qué? Porque hay cosas que necesitan de tiempo, no son un trámite, no podemos hacer todo apurados para tildar casilleros de tareas realizadas, así no es el modo. El tiempo es humanamente el regalo más importante que podemos hacerle a otro, regalar/compartir el tiempo es una muestra de mucho amor. La misión es un oficio de amor y en el amor el tiempo no se mide por segundos sino por intensidad. Pero para que esa intensidad llegue hace falta que pasen muchos segundos”, indicó el sacerdote.
“Humanamente también hay una “recompensa” que es válida, aunque no es el objetivo primero de la misión. “En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan”, si tenemos la conciencia de que el primer agente de la misión es Dios, entonces podremos disfrutar los “mimos” que él nos haga en las distintas personas con las que Él nos cruce. Es necesario que quien misiona se deje querer y mimar por Dios, y tomar esos gestos de la gente como una caricia de Dios que nos invita a seguir haciendo el mayor bien posible, sabiendo que el bien perfecto solamente le corresponde a Él”, cerró.