25/04/2018 – En el Evangelio de hoy, Jesús nos muestra el horizonte de la misión, ir más allá de las fronteras movidos por la urgencia y el gozo de Evangelizar.
Entonces les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”. Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban. San Marcos 16,15-20
Entonces les dijo: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación.” El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. Y estos prodigios acompañarán a los que crean: arrojarán a los demonios en mi Nombre y hablarán nuevas lenguas; podrán tomar a las serpientes con sus manos, y si beben un veneno mortal no les hará ningún daño; impondrán las manos sobre los enfermos y los curarán”. Después de decirles esto, el Señor Jesús fue llevado al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron a predicar por todas partes, y el Señor los asistía y confirmaba su palabra con los milagros que la acompañaban.
San Marcos 16,15-20
Como decía Juan Pablo II en Novo Millennio Ineunte*, al final del N° 50: tenemos que actuar de tal manera que los pobres, en cada comunidad cristiana, se sientan como « en su casa ». ¿No sería este estilo la más grande y eficaz presentación de la buena nueva del Reino? Sin esta forma de evangelización, llevada a cabo mediante la caridad y el testimonio de la pobreza cristiana, el anuncio del Evangelio, aun siendo la primera caridad, corre el riesgo de ser incomprendido o de ahogarse en el mar de palabras al que la actual sociedad de la comunicación nos somete cada día. La caridad de las obras corrobora la caridad de las palabras.
El Documento de Aparecida nos dice que la misión nace de un camino discipular, que la consecuencia del discipulado es la misión. El mundo en que vivimos tiene hambre y sed de esta experiencia profunda de encuentro con Jesús, de donde nace toda experiencia discipular y de donde se impulsa todo acción misionera.
La misión es un llamado que Dios pone en el corazón de todo y de cada uno de los que nos decimos de Cristo.
Para encontrar nuevas maneras atractivas maneras de proclamar la Buena Noticia. Hay que considerar las nuevas exigencias de los nuevos escenarios sociales. Implica una atenta escucha del Espíritu y el discernimiento para ver cuáles estructuras con las que contamos facilitan la misión. Hay algunas que son caducas y obsoletas para la misión de estos tiempos. Hay que revisar las actitudes y los modos de ordenarnos y de vivir hacia adentro de la comunidad eclesial, para luego proyectarnos.
¿Cuáles serían las fronteras que tenés que superar para llegar con el anuncio gozoso del Evangelio a quienes tienen hambre y sed del Dios vivo?
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