de los Santos. Se robustecía en sus buenos propósitos; gastaba la vida en las cosas de Dios; el tiempo lo empleaba en conservar todo en su interior, lo que Dios iba diciendo en lo profundo de su alma. Ahora las palabras que Dios pronunció van haciendo su efecto y están cargadas de una vibración interior. Es su primera experiencia como quien es guiado en el Espíritu. Releía con otros ojos aquellos libros que posiblemente alguna vez le llegaron a sus manos, pero que antes no había prestado atención como ahora. Pero en realidad hay una fuerza y una luz interior que le permiten ver con otros ojos. Las palabras tienen una carga y un sentido distinto y entonces se dedica a ponerlas por escrito en más de trescientas páginas, mientras algunas de aquellas palabras quedan impregnadas, con su fuerza transformadora y vibrante, en lo más hondo de su corazón.
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