27/09/2018 El nuevo rostro de este jueves fueron los jóvenes, tesoro de la vida de la iglesia y punto de encuentro en este tiempo sinodal. Son ellos los principales receptores de la música, y en ese espacio estos rostros heridos encuentran un modo de expresión y de salvación.
El Fray Pablo Ordoñe de la Orden Mercedaria y referente del ciclo, presentó este rostro joven atravesado por diferentes situaciones y problemáticas que lo llevan a estar muchas veces en el lugar de las victimas clamando por nuevas salidas: “Queremos escuchar a los jóvenes como víctimas, el documento del sínodo habla de los jóvenes sin trabajo, de los migrantes, de aquellos jóvenes discriminados por la portación de rostros, las minorías sexuales, los enfermos sufrientes, los excluidos, aquellos desilusionados con las instituciones, jóvenes frente a la parálisis que persiguen en sus propias vidas”.
Como camino de salida frente a este lugar de víctimas, la música aparece como medio de expresión y lugar tanto de anuncio como denuncia; ejemplo claro de esto es la comunidad de artistas católicos: Comarca. Diego Robles, Celeste Pereyra y Francisco Gonzáles fueron los referentes de esta comunidad quienes acercaron sus experiencias en el diálogo con el Fray Pablo.
“La música sea el género que sea, te interpela y trasciende… y hoy acercarse a la música o acercarse al arte, te puede sacar de muchas situaciones de riesgo, de tocar fondo; lo lindo de comarca es que lleguemos a un ciclo donde se pueda trascender pueda llegar a todos los jóvenes, donde cualquiera pueda llegar y ser comunidad”, expresó Celeste describiendo la música como salida y desde el anhelo de una comunidad que crezca en dimensión juvenil.
“Romper con la cultura de la indiferencia, la música entra por la cabeza y por el corazón. Las diferentes realidades que hoy tenemos y la necesidad de la comarca es inminente, entendiendo como comarca a una comunidad de seres diferentes pero con un mismo objetivo, la música es un constructo hacia el amor. Muchas veces en el camino, predicamos con la herida y eso es muy fuerte, una herida que te lleva a darte cuenta de que estas vivo y a partir de eso encontrar nuevos rumbos junto a preguntas existenciales”, manifestó Francisco quien lleva adelante diferentes espacios de anuncio para jóvenes en la ciudad de Córdoba.
Predicar desde nuestras heridas se vuelve camino según estos artistas quienes a su vez emprenden diariamente un camino de conversión en y a través de la música como lugar de compromiso personal y social: “Aprender a escuchar, en el contexto que este, en el lugar donde se está porque siempre hay gente pidiendo amor, una mano, un abrazo, compañía en la soledad; debemos ir juntos, permitirse ser parte de la realidad del otro y hacernos cargo” cerró Diego a modo de sello de un carisma joven que se revela en la música como arte y como puente.
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