17/08/2019 – El padre César Scicchitano Tagle es sacerdote, músico y cantante. Integra el grupo “El padre César y los pecadores” y lleva grabados más de 20 discos, varios de ellos con destacados artistas. “Cuando era chico, yo tenía 7 años, murió mi padre y eso me marcó.También me pegó fuerte el tiempo de la dictadura, no vi buenos testimonios de sacerdotes en esa época”, indicó y agregó: “Al rock me acerqué en la adolescencia. Cuando tenía 20 años conocí a quien hoy es monseñor Joaquín Sucunza. Yo fui a la parroquia san Ramón Nonato a tocar a beneficio por unos inundados. Y él me comenzó a contar que había aprendido a tocar la guitarra con Piero en el seminario de Devoto. Y ahí vi en esa parroquia había jóvenes que misionaban en el norte del país, en lugares de mucha pobreza. Así nació mi vocación sacerdotal”.
“La música surge en mi desde toda la vida, siempre. Como a los 20 años comencé a creer en Dios y fui notando que lo que me faltaba era ese toque trascendente, meterme un poco más… y vi que era desde este lado, la vocación sacerdotal. Pero a la vez no me podía faltar la música”, sostuvo. César da misa todos los días en la Parroquia Sacratísimo Corazón de Jesús, en el barrio porteño de Villa Luro y ensaya con su banda dos veces por semana.
“La filosofía del rock tiene que ver con el power que uno le pone a la vida. Siempre digo que Cristo tiene mucho rock, porque tuvo esa rebeldía de dar vuelta lo que se venía haciendo”, manifestó el sacerdote y músico. “La música es la luz del alma. Es tan lindo poder hacer esto que yo lo disfruto mucho. Esto es lo que soy. La verdad que un ministerio sacerdotal entre cuatro paredes a mi me haría mucho daño. Por eso yo evangelizo desde la música”, se autodefinió.
El padre César Scicchitano Tagle tuvo su infancia en la calle Páez, uno de los límites que hay entre Floresta y Flores. En su infancia, la música llegó antes que la religión. “De chico era un atorrante de barrio, lo único que me interesaba era ponerme discos de rock y escuchar todo el tiempo”, recordó y añadió: “Jugaba mucho a la pelota en los potreros de la vía, y los primeros asaltos a los que asistí fueron en el barrio”. La creación artística apareció a los 16 a causa del amor: “Yo estaba deprimido porque me había dejado una chica. Me fui al piano que tocaba mi abuelo y mi vieja, nunca había tocado uno, y me salió un tema de Serú Girán, ahí decidí armar una banda”.
La fe llegó cuando hizo el servicio militar en 1983, año de transición a la democracia después de la última dictadura cívico militar de Argentina. “Estando ahí en la instrucción, cuarenta días lejos de mi casa, empecé a creer que había alguien más allá de todo. Uno no podía estar solo en medio de toda esta historia”, comentó César. Al poco tiempo armó un dúo con un amigo que lo llevó a la parroquia San Ramón Nonato a tocar por la causa de unos inundados, donde conoció a monseñor Sucunza. “Siempre le voy a estar agradecido a la Iglesia. Fueron tan cálidos con ese atorrantaje mío que hasta adaptaron el estudio en el seminario a mi manera de ser. Me adaptaron todo”, reconoció el sacerdote, quien terminó el espacio rezando un Padre Nuestro.
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